nés
en manos de Marina, Karla en las de Nacho y Laura, y Susana, el otro
miembro de la familia, viendo la nueva foto subida por Lucía al
Facebook. Tumbada en una litera militar, de guardia en la base de
Torrejon en pleno sábado noche. Sin dos copazos que poder tomarse
con algún ansiolítico que le ayudará a abrazar a morfeo. Había
buscado otros recursos como machacarse con el premiado ensayo de
Vargas Llosa; La civilización de la cultura. Pero ni por esas, ni
por los cigarros consumidos curioseando los perfiles de sus sobrinas
en whatsapp. Una forma como otra cualquiera de saber que ambas
estaban bien. Joder, para Roberto habría sido la hostia, poder
manejar las redes sociales. Hubiese sido un cansino en toda regla,
publicando hasta su primera meada del día.
viernes, 29 de agosto de 2014
jueves, 28 de agosto de 2014
112- Emergencias 48
Apenas
habían tomado unos vinos con la gente de siempre del pueblo, cuando
su hermana la había buscado apartándola del resto. Agradecían y
mucho, que siguiesen preocupados por ellas y siempre atentos para
acompañarlas en su duelo. Pero ninguna de las dos se sentía aún
con ganas de fiesta o simplemente, debían reconocer que tenían la
cabeza en otro sitio y otra gente.
Por
eso cuando Inés comenzó a jugar con su pelo en silencio, supo lo
que ambas necesitaban aunque fuese muy egoísta.
miércoles, 27 de agosto de 2014
112- Emergencias 47
Por
suerte para su ego profesional, la asesora de la Presidenta, fue
quien se ocupó de su estado, aunque no fue tanta suerte. Ver a la
famosa pareja, tras la asesora, con la inspectora buscando algo en
sus bolsillos y la Presidenta encontrando ese algo en uno de ellos,
la hizo sonreír enamorada, al recordarse haciendo eso mismo con
Inés.
-
No me recuerdas nada, o el desvanecimiento fue más preocupante de lo
que parece- le dijo la asesora, haciendo que volviese a mirarla.
Mejor, quizás así dejaría de sonreír como pava enamoradiza-
¿Marina?
martes, 26 de agosto de 2014
112- Emergencias 46
No
era tanto el trabajo para Marina, como el estar atenta a todo. El
largo trabajo hasta el Congreso anual del partido se había hecho
durante meses antes de que se celebrase y ella incluso, podría estar
ahí como una militante más. Pero su alto compromiso con el trabajo
bien hecho y con su partido, le habían hecho una vez más, adquirir
más responsabilidad de la que le correspondía. Comprobando que nada
fallaba, a la vez, recibía a los políticos más mediáticos,
cuidándose de que nada les faltase.
lunes, 25 de agosto de 2014
112- Emergencias 45
El
siguiente día, amaneció con Inés durmiendo en la casita del árbol
y Karla, preparando chocolate en la que siempre sería su casa.
Cuando llegó a la casa, bien entrada la madrugada, no le sorprendió
que Inés no hubiese entrado, prefiriendo la casita del árbol.
No
le hacía falta haber estado allí con ella, para imaginarla
intentando armarse de valor y entrar en ella. No haciéndolo se
libraba de la sensación más dolorosa, la de la pérdida de un
hogar. A eso olía la casa y lo seguiría haciendo por siempre. Para
cada familia un olor único y exclusivo. El olor que un mal día, te
tranquiliza sintiéndote reconfortada con sólo olerlo. El olor a sus
padres y a ellas mismas, la mezcla perfecta de risas y llantos
compartidos. El perfume genuino de aquellos que forman una familia,
el suavizante de la ropa, los geles de baño, las plantas, el olor a
café. Por cambiar, hasta cambia el olor a tostadas recién hechas de
una casa a otra. Porque no es material. Karla ese olor podía
vincularlo sin ser consciente, con Inés contandole sus aventuras en
la academia, mientras su madre la corregía. O irse años atrás, con
el creador de que los domingos nunca faltase el chocolate. Podía
verse con ellos ahí, verlo cocinarlo cantando, mientras ellas
cuchicheaban.
-
Veras que malo va a estar- su hermana Inés siempre se quejaba, pero
una vez su padre le servía la taza, se relamía los labios
exagerando- Esta muy rico Papi.
-
¿De verdad? Lo hice como la abuela- y su padre siempre la creía por
un segundo. El que tardaba en mirarla a ella para contrarrestar
opiniones.
-
Papi esta asqueroso...jijiji no sabes haberlo- a ella le solía tocar
decirle la verdad, pero por suerte, su padre no perdía la sonrisa ni
la ilusión.
-
Bue...el domingo que viene lo intentare según lo hacía mi Tía y
además, huele bien...eso a Mami le gusta y si le gusta...
-
Te da besitos jijijiji
Y
podía verlo esparciendo el olor ante la risa de ambas, como
inconscientemente ella estaba haciendo, hasta quedarse quieta con el
cazo, mirando el salón. También con una taza de chocolate llegaron
sus peores días.
La
Tía Susana no había dicho nada desde que llegase en un coche
militar acompañada por varios militares y su madre no hacia más que
atender el teléfono. Alguien, alguno de ellos le dio la taza de
chocolate y le pidió que se marchará a su habitación, pero el
ambiente era demasiado extraño para una niña de solo nueve años e
Inés, llevaba rato desaparecida. Intranquila, no se movió del sitio
y entonces, apareció Inés cargada con mapas, brújula, reglas y
hasta un compás. La forma en que llegó y con la rabia que miró a
todos, le asustó.
-
No se como puedes estar ahí sentada, Tía- las recriminaciones a su
Tía le pillaron por sorpresa. Inés jamás discutía con Tía Susana
e incluso era a la que más obedecía- Sabes como pilota mi padre, lo
sabes como yo...con orientación norte, el nunca cambiaría el rumbo
los grados que dijeron. ¿Te das cuenta? No está en ese zona, no
puede estarlo.
-
Inés basta...vuelve a tu habitación- su Tía no dijo nada, se
limitó a hacer lo que llevaba haciendo todo el tiempo, mirar el
suelo. Fue su madre quien la mando a la habitación entre lágrimas
que empezaban a darle auténtico miedo. Miedo que aumentó, cuando en
la televisión apareció la foto de su padre.
-
Papi...sale Papi- les indicó queriendo que alguien le explicase o
por lo menos, le abrazase quitándole el miedo que comenzaba a
acongojarla. Su madre no supo que decirle, ni ninguno de los que
había allí, pero Inés fue rápida a por la televisión y tiro del
cable asustándola- Hermana
-
No pasa nada, Karla. Papi esta bien, ¿y sabes? Quiere que como cada
noche subamos al tejado a recoger sus besos, ¿subes conmigo?- le
dijo Inés amortiguando el llanto tras ella de su madre- Mírame
Karla, mírame a mi...yo voy a encontrarlo.
Y
el chocolate continuó estando presente, después de que Inés no
pudiera devolverle a su padre. Niñas confiadas y cariñosas, no les
faltó el afecto tras la pérdida de su padre. Ánimos, distracciones
y algún consejo, como el de animar a su madre, que jamás volvió a
ser la misma.
-
Hagamos chocolate. El chocolate le encanta y Papi- de normal cuando
había que nombrarlo, se cortaba cualquier ilusión, pero entre ambas
encontraban la fuerza- Si, seguro a Mami le gusta.
El
resultado fue numerosos chocolates más malos que buenos. Inés se
confirmó cómo pésima cocinera y Karla no le fue muy atrás. Pero
casi siempre encontraban una forma de conseguirlo y dárselo. A esos
con el tiempo, les siguieron los "riquísimos" hechos por
su madre. Tomados entre piques normales entre una adolescente y
una joven a punto de obtener sus alas de piloto.
-
Inés, dile a Mami que hacías anoche siguiéndome- protestó en una
de tantas veces que tuvo que hacerlo. Inés con el paso de los años,
se convirtió en su perro guardián.
-
Es un baboso, el niñato ese- para Inés lo era ese y toooodos, los
que se acercarán a ella. Así, comenzaba el intercambio de
acusaciones con su madre como testigo.
-
Porque tu lo digas, no lo es- negó Karla.
-
Un salido, ¿Mami sabias que sale con el chico de los Ramírez?-
aprovechó Inés, jugando un poquito sucio.
-
Inés...- intercedió Carmen entre ambas.
-
Chivata...¿le digo yo con quien cenas tu hoy?- lo mismo hizo Karla.
-
Karla...- por igual intercedió Carmen.
-
Jajaja, díselo venga- se envalentono Inés riendo pero mirándola
pidiendo piedad.
-
A Mami no le va a gustar- quiso recular Karla, venía bronca de
seguro si hablaba.
-
Porque tu lo digas- volvió a la chulería Inés y así...
-
Inés...¿quien es?
-
Es Silvia, Mami...Silvia
-
Inés
-
Jolines...¿que pasa con Silvia?
-
¿Es que nunca te vas a fijar en una buena? Y como me contestes que
muy buena esta, te enteras Inés.
-
Jijiji...pues, pues no lo digo pero estarlo
-
Inés
Chocolate
y su inconfundible olor a hogar. Los recuerdos de Karla acabaron por
hacerla llorar como llevaba días haciendo. Podía continuar la vida
con sus rutinas, estudios, trabajo, amigos, Laura y sus locuras, e
Inés entrando a la cocina estirándose con evidentes muestras de
sueño. Lo que fuera, pero nada borraba el dolor de echarla tanto de
menos.
-
Uhm...huele genial, Karla- ajena al estado de su hermana, aunque como
ella, llorando sin ser consciente, la saludó abrazándose a ella.
Karla la recibió dejando el cazo y las dos prefirieron ignorar el
temblor propio del dolor compartido. No quedaba de otra, que
acostumbrarse. Ya llegaría el tiempo en que el recuerdo, les haría
sonreír, ahora era imposible.
-
Sabía que oliendo a chocolate entrarías- le dijo Karla siendo
mecida por Inés.
-
Si...pero en verdad quiero café. Menuda noche- la beso Inés antes
de soltarla para limpiarle las lágrimas. Mirándose en los ojos de
su hermana pequeña, Inés lanzó un suspiro con la barbilla
temblando. La sensación de que su madre aparecería en la cocina,
escocia como alcohol sobre herida abierta.
-
Ya...algo me contó Laura- con esfuerzo, Karla intentó mantener una
conversación normal. Esa es la unión también única con una
hermana. Puede estar atendiendo tus lágrimas y besarte sin parar. En
definitiva, mimarte hasta el extremo y en cambio, hablar de cualquier
cosa, sin necesidad de recrearte en el dolor.
-
Pasas tanto tiempo al teléfono con ella, como yo con Marina- le dijo
Inés, tomando asiento cómo ella en la mesa de la cocina.
-
Es la leche y es como si- hizo una pausa Karla, pensando en la locaza
más cariñosa que había podido conocer- cómo si nos conociéramos
desde pequeñas. Esa conexión, ¿sabes lo que te digo?
-
Si- sonrió Inés, dejando caer la frente en la mesa con los brazos
extendidos- Han sido lo mejor- musitó contra la mesa con una imagen
muy concreta guardada en sus ojos, la de Marina despidiéndose en la
noche por video-llamada. Karla viéndola, sonrió negando con la
cabeza. Marina sacaba en Inés a la niña enamoradiza.
-
Ayy Dios- exclamó sacando su móvil- desde bien temprano estaba
preguntándome por ti- le comentó a su hermana, mientras llamaba a
la dueña de los suspiros de su hermana, poniendo el altavoz.
-
Buenos días- a los pocos tonos, sonó la voz de Marina al otro lado
de la línea. Inés fue escucharla y levantar la cabeza, para
directamente babear mirando el móvil de su hermana- ¿Cómo
amanecimos hoy?- se interesó por Karla, creyendo no ser escuchada
por Inés.
-
Bien...es muy jodido, ya sabes- resumió Karla y a ambas hermanas les
encantó el suspiro comprensivo de Marina.
-
Podías haber venido a ayudarme, no he parado desde bien temprano-
continuó Marina, recordándole su ofrecimiento para llevarla a
Madrid como azafata para el Congreso de su partido.
-
Ya sabes que no quería que te acusarán de usar tus influencias
conmigo- agradecida se explicó Karla. En tanto Inés, no dejaba de
suspirar escuchándolas. Normal que para definir a Marina, su "es
lo puto mejor" fuera lo más descriptivo. Es que lo era, sin
duda ninguna.
-
Cielo...hoy en día no hay político que se libre de acusaciones
parecidas o más bien, peores. Y aún, no pueden relacionarnos. ¿Inés
sigue durmiendo?- se interesó pellizcándose el labio. Debía estar
haciéndolo, porque extrañaba mucho su saludo.
-
Naah...esta aquí mismo babeando por ti- la informó Karla ganándose
la burla de Inés, a quien no le dio tiempo a saludar.
-
Jajaja, genial...es lo que tiene que hacer. Tápate los oídos un
momento, Karla- le pidió con los nervios de una colegiala. Increíble
la multitud de sensaciones que Inés podía despertar en ella.
-
Ok...listo- la avisó Karla, aunque poco se los estaba tapando.
Imposible quedarse sin escuchar cómo Marina sonrojaba a Inés.
-
Cariño corre, dame un beso- le pidió sonriéndose. Como dice la
canción, se abrazaría al diablo por ver su cara al escuchar su voz.
-
Jijiji Marina- se sonrojaba Inés al instante, como aventuraba Karla.
Las peticiones a bocajarro de Marina, con esa tonalidad tan suya, de
guerrera cariñosa, le encantaban y si le encantaban, se volvía
mantequilla en sus manos.
-
Vamos corre- insistió Marina, imaginándosela exquisitamente
enrojecida y cubierta de nervios.
-
Vale si...un beso- la consintió todo lo rápido que pudo. Su hermana
se estaba partiendo el culo viéndola como si tuviese quince años
menos y su cutis estuviese castigado por el acné.
-
Jajaja- rieron al unísono Marina y Karla, la vocecita de Inés era
un auténtico poema y lo peor, Inés no conseguía recuperar sus
treinta años.
-
Dejarme jolines- se cubrió el rostro ante las nuevas risas del otro
par. Seguramente, si alguien no hubiese tocado a la puerta de la
cocina, Marina habría seguido sonrojandola, pero así, Inés se
levantó a abrir a la visita que fuese. Visita que nada más abrir la
puerta Inés, se colgó de ella.
-
Hola cariño, huele genial a chocolate desde ahí fuera- la saludó
Silvia, congelando la sonrisa de Marina al escuchar su voz.
-
Eh- dudó Karla, pero se decidió pronto por quitar el altavoz del
móvil y cogerlo- Eh...nada visita y eso- improvisó temiendo los
celos de Marina. Puesta al tanto de ellos por Inés, trato de
evitarlos pero llegaba tarde. El cohete espacial en que podía
convertirse Marina y su genio, ya estaba actividad con orientación
Marte.
-
Menuda voz de lo más estúpida tiene, la pava come chocolates- dijo
Marina pasando directamente de los intentos de Karla por encubrir a
la recién llegada visita- Seguro ha venido corriendo por la cena que
tenéis ésta noche.
-
Pues..pues, el chocolate no me ha salido rico, te lo digo- continuó
intentándolo Karla, sacudiendo la mano. Marina despegaba en uno,
dos..
-
Se lo comerá igual y hasta te pedirá repetir. Todo sea por mantener
las tetas y culo de vaca que me tiene- despegó Marina y le hubiese
gustado regañarse porque ella es una tía de izquierdas, que cree en
la libertad absoluta incluida la de estética. Pero Silvia se le
había atragantado desde el minuto uno. Entre otras cosas, porque
ella había compartido chocolates con Inés, algo que el destino o
quien fuese, no le estaba permitiendo hacer a ella.
-
Jajaja, joder...- se descojono Karla. Inés tenía razón, Marina
llevaba instalado de serie varios motores de propulsión inmediata.
-
Es como una fistula, pero no en el culo, si no directamente en
el...agh, ya me estoy calentando y no en el buen sentido- prosiguió
Marina dejándose llevar por la jugarreta de sus propias
imaginaciones. Ahí, donde el estomago le ardía al imaginarlas
abrazadas.
-
Jajaja, en todo el chichi... Dilo tal cual- a las risas continuó
Karla, pero no quiso meter mierda, donde no cabía- Va,
Marina...sabes que eso esta más que muerto- se giró dándole las
espaldas a Inés y Silvia, sin olvidarse de tranquilizar a su hermana
con un disimulado gesto con la mano- Muertisimo, diría yo.
-
Pues claro que lo se...pero de pensar que está ahí ahora mismo,
pues...total, se lo que me pasa. Esto que me está pasando con tu
hermana es tan jodidamente bueno, que necesito un punto negativo para
mantener mi equilibrio. Eso es- quiso auto-convercese de ello y a
dios gracias, tenía mucho trabajo que atender o estaría el resto
del día y noche, pensando en Inés cerca de esa mujer- Que se
joda...ponme a Inés- pidió convencida, la pava esa no iba a
quitarle unos mimos de la piloto.
-
Jaja, bien...un beso, ya hablamos- se despidió Karla, girándose
para pasarle el teléfono a su hermana. Inés no dijo nada a Silvia
se limitó a cogerlo saliendo al jardín.
-
Hola otra vez- la saludó Inés cantarina y a Marina, se le olvido de
momento Silvia.
-
Cariño, que hasta que vaya a comer no podre estar nada contigo. Dame
otro beso y te dejo con esa- su voz melosa y consentida, no camuflo
el desdén empleado para con Silvia, haciendo sonreír a Inés.
-
Estas muy pidona, ¿lo sabes?- trató de permanecer con carácter y
segura Inés, infravalorando el poder adquirido por Marina.
-
Uno, anda- insistió Marina, entre risas.
-
Marina- intentó escabullirse Inés, sin mucha fe. Marina dejaba
tiritando a la chica dura.
-
Solo uno- meloseo Marina, consiguiendo su particular pleno al quince.
-
Jijiji vale...te voy a dar uno, trabajas y lo mismo, te mando más
por mensajitos- se derrumbó la chica dura como un castillo de
naipes.
-
Ayyy- suspiró Marina más allá de encantada- Si, por favor.
-
Jijiji, bien pues...un beso y te- la sinceridad de sus palabras la
hicieron detenerse de golpe y cerrar los ojos fuerte. Marina no sólo
tenía la mirada tan limpia como su padre ante la que es imposible
mentir, ahora compartía poder, con su voz.
-
¿Te que?- quiso conocer la finalización de la frase Marina, con el
ritmo cardíaco acelerándose. Llevaba días callándose justo, la
frase inacabada de Inés.
-
Te...te, Marina- pataleo cualquiera cosa Inés. Ni ojos cerrados, ni
pataleos aniñados. Marina lo acabaría consiguiendo.
-
¿Que Inés?- insistió mordiéndose los labios de pura ansiedad.
Sintiendo los mismos nervios, que sienten dos crías cuando se
juran amor eterno.
-
Uffff- suspiró Inés casi temblando. Era más, mucho más que esa
frase tan manida por el mal uso.
-
Dios cariño...yo si que estoy queriendo- a bocajarro lo dijo Marina
sorprendiendo a ambas, sin necesitar que Inés dijera nada. Y
suerte, porque Inés se estaba regañando por ponerse a llorar y fue
peor, cuando miro la butaca donde su madre disfrutaba del jardín.
Hasta pareciera que la veía sonreír ahí sentada.
-
Le hubieses encantado, ¿sabes? Hubieses sido su preferida con
diferencia- dijo Inés entre lágrimas. No tenía caso esconderlas.
En su frente, el recuerdo de la sonrisa más bonita, la de su madre y
al teléfono la de Marina.
-
Uhm...a mi me encantan tus padres sin haberlos conocido . ¿Sabes que
vamos a hacer? No aguanto más sin verte y si seguimos en nuestras
rutinas nos dejamos absorber y nada conseguimos. Tenemos unos días
libres en común esta semana. ¿Nos vamos a Suances?- propuso
queriendo volver a escucharla sonreír.
-
¿Suances?- se extrañó Inés, por el improvisado plan. Aunque
ninguna mala pinta tenía.
-
Aja, los padres de Laura tienen allí una casita.. paseos, desayunos
a pie de mar, ruta de vinos y hacer el amor- enunció dejándose
llevar y prácticamente ya se veía allí con Inés- A mi me suena
genial. ¿Y a ti?
-
Super mega genial, siii...¿podremos pescar?- se entusiasmó Inés,
recuperando su humor más gamberro.
-
Jajaja, si cariño...en pescar estaba yo pensando- le contestó
claramente retórica Marina. Bastante que no volvía a encerrarla
hasta desfallecer ambas.
-
Montar en bici, pues- prosiguió Inés, probando su especial cohete.
-
Si, claro en bici también- comenzó a inquietarse Marina. A ver si
al final, Inés tenía más de infantil de lo que parecía.
-
Que si...y nos comeremos un Macdonald en el coche. Es guay- continuó
Inés, reteniendo la risa que le producía la respiración más
alterada de Marina.
-
Inés...- suspiró Marina. Apenas serían unos días e Inés, Inés
seguía provocándola.
-
Joder...¿podre meterte mano en un atardecer frente al mar?- cambio
de rumbo y los segundos que Marina tardó en contestarle le supieron
a gloria. Una auténtica leona, su chica.
-
Ahí...ahí vas bien, cariño- la aplaudió Marina volviendo a
respirar. Por un momento se había visto transpirada en mallas y
paradójicamente engrasándose con un menú de más de mil quinientas
calorías.
-
Seeh...después de unos cuantos kilómetros en bici, lo veo-
apuntilló Inés al borde de la carcajada.
-
Inés joder.. - protestó Marina, ya habría tiempo de bicis y pescas
cuando pudieran verse al menos una vez a la semana. Que tanto no
pedía, para que no pudiera estar siendo.
-
Jajajaja, pero que no puedes pensar solo en hacerme el amor. Que soy
mujer y tu heterosexual- bromeó con ella, Inés. El cohete ascendía
tranquilo y las bromas se podían permitir.
-
Jajaja verdad...pero no, cariño. Yo ahora soy super Inesexual.
¿Sabes que significa?- coqueteo con ella Marina, consultando su
reloj. Prodigioso lo rápido que corría el tiempo estando con ella.
-
Seeh...voy acabar hechita polvo- respondió Inés con fingido
desánimo.
-
Eso es...cuando quieres, me entiendes a la primera, cariño mío-
encantada, Marina continuó coqueteando con ella, aunque arrugó los
labios, ya la reclamaban para continuar trabajando.
-
Vamos a tener cuidaito con las cursilerias, amor de mis amores- lo
mismo hizo Inés, temiendo que Marina tuviese que volver al trabajo.
-
Jajaja, te lo has ganado, dame otro beso- le pidió sabiendo de
antemano el inmediato efecto de timidez en Inés.
-
Jolines- protestó Inés, intimidándose como sabia Marina. Así,
Marina no sabia como era capaz de controlarse y no mandarlo todo a la
mierda, para ir a por ella y comérsela de a una.
-
Es lo que hay, cielo. Dámelo, va...
sábado, 23 de agosto de 2014
112- Emergencias 44
La
caza más loca de Lucía y Laura, en el Púb de moda, concluyó de la
peor de las maneras posibles; en tablas. Antes de las dos copas que
habían pactado, una y otra, contaban con un pretendiente. En el caso
de Laura, un joven abogado de adorable aspecto perdido y en el de
Lucía, otro joven para decepción de Laura.
-
Será lagarta la tía. Ese también me gusta a mi. No ves ya- pensó
Laura mientras el abogado, se esforzaba pese a su timidez, en alargar
la conversión entre ellos lo bastante, para ganarse el número de
contacto de Laura.
viernes, 22 de agosto de 2014
112- Emergencias 43
El congreso del partido político a celebrar en Madrid el siguiente fin de semana, tuvo a Marina ocupada prácticamente las veinticuatro horas del día. Por suerte tenían las guardias en el centro de emergencias para ponerse al día y que Marina, dejase por unas horas, su ocupación principal. Con tanto por hacer, pasaron dos semanas sin que pudieran verse, algo que iban sobrellevando como bien podían, aunque siendo ambas de fuerte carácter, algún choque protagonizaban.
jueves, 21 de agosto de 2014
112- Emergencias 42
Con
su Tía Susana de visita en el Hospital, el día de su regreso, era
imposible permanecer entre bloques de hormigón encerradas. Siendo
ambas pilotos de acero, se subieron a la azotea. A las alturas, donde
las dos se sentían en su terreno y donde para Inés, llegaba el
descanso de horas aguantando largos pésames de compañeros.
Solo la llamada que acaba de recibir de Marina y Laura, había
logrado hacerla sonreír. Algo que para Susana, no paso
desapercibido. Mujer de pocas palabras, que con Inés, dejaban de ser
necesarias.
miércoles, 20 de agosto de 2014
112- Emergencias 41
"Feliz
con lo que tengo, feliz con lo que siento, es que cada momento está
lleno de ti. Completamente libre, mil sueños imposibles, soy dueño
de la luna si estás cerca de mí..."
La
canción escuchada en el díal favorito de Marina, las hacía bailar
olvidando que conducía por las calles más céntricas de Pedraza.
Ella y Laura se entregaban a la canción como cuando eran
adolescentes y se pasaban horas inventando coreografías, que ambas
bailaban cantando. Claro que, las improvisaciones de Laura sobre la
canción, le hacían reír intentando callarla.
martes, 19 de agosto de 2014
112- Emergencias 40
-
No subas, Inés no subas- por más que le pedía a puros gritos, Inés
no parecía escucharla y si lo hacía, no le contestaba, ni se
detenía como a viva voz continuaba pidiéndole- No me hagas esto,
Inés...te digo no subas y mírame cuando te estoy hablando, joder-
fue su último grito, roto por la tensión en su garganta. El llanto
desesperado que aguarda explotar de alguna manera. Inés se detuvo
si, pero lo hizo sólo para sonreirle- No...no, Inés por favor no-
su sonrisa cubría sus intenciones, creyéndose relajarla.
lunes, 18 de agosto de 2014
112- Emergencias 39
Al
final no hubo copa con su madre y si, cotilleo por horas con Laura.
En solo camiseta ambas y tumbadas en el sofá una enfrente de la
otra, como si aún tuviesen quince años, mezclaron risas, entre
detalles pícaros y otros no tanto. Marina ahora y sin prisas, podía
recordar los días tan intensos compartidos con Inés.
viernes, 15 de agosto de 2014
112- Emergencias 38
El
almuerzo conjunto con la madre de Marina, fue para Inés, una
oportunidad perfecta para conocer una nueva faceta de Marina.
Desinhibida y completamente relajada, se mostró ante ella con su
madre, sin que en ningún momento dejara de buscarla bajo la mesa. Ni
Marina ni Lucia, eran personas dadas al empalago, ni a las vueltas
sin sentido. Ni una, ni la otra, mostraron hablar hablado sobre Inés,
limitándose a hablar de esto o aquello, como si Inés, llevase
tiempo en sus vidas.
jueves, 14 de agosto de 2014
112- Emergencias 37
Para
cuando Inés, volvió a abrir los ojos, estaba acomodada en el sofá
del salón. Tremendamente cansada, los abrió de a poco, y no siendo
la bellísima cara de Marina quien la recibía, no estaba mal que
fuese la original. Quiere decir, su madre.
-
No temas, pero somos las últimas supervivientes, y debo inyectarte-
le dijo la mujer al verla abrir los ojos, en completa seriedad,
mientras parecía examinarla- Un zombie consiguió alcanzarte- bromeó
sin mostrarlo en absoluto y a Inés, se le fue ensanchando la sonrisa
a medida que comprendía la broma, tras su abrazo en la cocina.
miércoles, 13 de agosto de 2014
112- Emergencias 36
-
Agh joder...iros por ahí, por favor- pidió Inés, a los
corazoncitos echados de la cama por la madre de Marina y si,
definitivamente debía mirarse el ver esos extraños corazones, ahora
entre las sábanas tiradas al suelo por Marina. Pero joder, verlos
agruparse para después organizar una escalada hasta la cama, le hizo
gracia- Jajaja, pss, pero no os arrastréis joder.
martes, 12 de agosto de 2014
112- Emergencias 35
Los
móviles de ambas, los que las habían unido por meses, recibían
llamadas, mensajes o correos, sin que nadie les hiciese caso. Ellos
que habían provocado nervios, ilusión e incluso alguna bronca,
ahora eran omitidos por completo, como si en verdad, fuera la vida
hubiera dejado de existir y ellas fueran las únicas supervivientes.
lunes, 11 de agosto de 2014
112- Emergencias 34
Inés...Inés,
vamos cariño, despierta- quien tanto insistía llamándola, la
despertó y fue ver a quien lo hacía y sonreír, pese al sueño
interrumpido- Hay luna llena, Inés...y el cielo está despejado.
domingo, 10 de agosto de 2014
112- Emergencias 33
A
las prisas entre miles de emociones sentidas en tan sólo segundos,
así corrió por su casa Marina, en una increíble cuenta atrás que
le traería como final a Inés. Años sin correr con la sonrisa
bordada a ilusión, chispa, deseo y nervios, solo por una persona.
sábado, 9 de agosto de 2014
112- Emergencias 32
Los
días de descanso para Inés, por el triste fallecimiento de su
madre, dejaron las transmisiones del Centro de Emergencias huérfanas
de su locutora favorita. El pobre Manolo, era uno de los más
sentidos al respecto y el hombre no se cortaba un pelo, en anunciarlo
por esas comunicaciones.
-
Se echa en falta a la jodia, sin ella no tengo nada que cotillearle a
mi mujer y así, me acusa de no ser comunicativo- decía a vox populi
Manolo y se lo hacía escuchar Marina a Inés, vía móvil. Tras
oírlo, Marina volvía a su conversación con ella.
jueves, 7 de agosto de 2014
112- Emergencias Cuidado Spoiler
Veamos en pocas líneas, como continuará esta historia, repito cuidado que lleva spoiler.
112- Emergencias 31
El
cambio de Inés, no paso desapercibido para ninguna. Laura rápido
interrogó con la mirada a Marina y ésta solo abrió la boca
impotente. Así las cosas, Inés salió la primera, seguida por una
Marina que se mordía la lengua, auto-imponiéndose paciencia
infinita con ella, dadas las circunstancias y tras ellas a la par,
Karla y Laura.
-
Pufff, por si no tienes amigas lesbianas, te aviso...estas ante su
primer bollo-drama- le comentó Karla, resguardándose bajo su
abrigo. La noche en la sierra se presentaba invernal. Laura no la
entendió y como decía Karla, no tenía amistades cercanas
lesbianas, pero con Marina con un pie en la otra cera, bien valía
informarse.
miércoles, 6 de agosto de 2014
112- Emergencias 30
-Genial-
pensó Marina con Inés pegada a su espalda. En teoría mirando a su
Tía, como no en silencio, sin importarle que en solo dos veces,
estaba consiguiendo que adorase esa posición. Los silencios de
Susana y sus misteriosas miradas, empezaban a causarle absoluta
curiosidad. Inés en todo este tiempo apenas la había nombrado, pero
viéndolas, diría que su vínculo era sumamente especial e íntimo.
Cuando parecía acostumbrarse a su nueva adoración, Inés terminó
de unirse a su espalda.
martes, 5 de agosto de 2014
112- Emergencias 29
A
Marina no le quedo ninguna duda de quien era la mujer que se apoyó
en el marco de la puerta, ante sus palabras, con una sonrisa de lo
más idiota. Sentir como la miraba de arriba a abajo, no la achico lo
más mínimo e incluso, pudo notar como las uñas le crecían.
lunes, 4 de agosto de 2014
112- Emergencias 28
-Iba
a besarla, iba a hacerlo...joder- fue el pensamiento que atenazó a
Marina, durante todo el trayecto hasta la casa familiar de Inés.
Podía engañarse o podía tomar consciencia, como hizo. Si Encarni
no hubiese entrado llamando a Inés, la hubiera besado y lo hubiese
hecho con todo. El llamado de Encarni no era más que para pedirle
las llaves de la casa, a la que ahora se dirigían, con la intención
de prepararla para alojar a las personas más cercanas a la familia.
En esa casa, esperarían las horas necesarias para recoger las
cenizas de su madre. La cariñosa y afable Encarni, aquella que le
mandó su foto por correo, conducía sin dejar de hablar a la Tía de
Inés, que en el asiento trasero, parecía tan pérdida como ella.
viernes, 1 de agosto de 2014
112- Emergencias 27
La
confirmación de Manolo, de que la mujer que se sacaba la melena por
encima de la americana, era Inés, cortó en seco la respiración de
Marina. A solo unos pasos y sin haber visto su imagen por completo,
Marina la reconoció en cada gesto. Agobiada se subió las mangas de
la americana, mientras el caballero, de laboral luto, le explicaba
algo. Nerviosa, seguro por las decisiones a tomar, busco las gafas de
sol, primero en la americana, después en el escote de la camiseta,
de ahí a sus ajustados jeans de color negro y entonces, quiso
atusarse la melena y ahí estaban sus gafas, usadas como diadema.
Angustiada, ahora pudo observar como resoplaba e inmediatamente
después escondía sus manos en los bolsillos traseros de sus jeans.
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