martes, 19 de agosto de 2014

112- Emergencias 40


- No subas, Inés no subas- por más que le pedía a puros gritos, Inés no parecía escucharla y si lo hacía, no le contestaba, ni se detenía como a viva voz continuaba pidiéndole- No me hagas esto, Inés...te digo no subas y mírame cuando te estoy hablando, joder- fue su último grito, roto por la tensión en su garganta. El llanto desesperado que aguarda explotar de alguna manera. Inés se detuvo si, pero lo hizo sólo para sonreirle- No...no, Inés por favor no- su sonrisa cubría sus intenciones, creyéndose relajarla. Algo que no conseguía. Debía dejar de gritar y correr tras ella, pero una nueva explosión la atenazaba muerta de miedo- Inés- volvió a gritar viendo que la puerta de la escaleras se cerraba tras ella y se obligó, a seguirla así se le parase el corazón por tanto latido salvaje. La siguiente explosión le llegó en plena carrera por las escaleras tras Ines. Consciente que perdería la lucha una vez Inés saliese de la azotea, trato dejándose el aliento, de alcanzarla. Pero no llegó a conseguirlo y de nuevo el llanto la sobrecogió- No vayas, cielo...no vayas con él- le rogó y maldijo nuevamente la sonrisa calma de Inés, antes de salir a la azotea. No, definitivamente no se iba a quedar ahí quieta y volvió a correr saliendo tras ella. Pero no hubo caso, no podía haberlo si Roberto esperaba a su hija en el helicóptero- Inés- la llamó dejándose caer de rodillas y la hermosa sonrisa de ambos, no hizo más que romperla. La angustia sentida al verlos despegar y la opresión en el pecho de auténtico pavor, la hizo despertar del sueño, prácticamente de golpe- Inés- gritando como en él mismo sueño, miró su habitación faltándole el aire. Estaba en su cama, en su habitación y todo, no había sido más que un sueño- Joder- había sido tan real, que despertó transpirada en pánico. Aún con la respiración alterada se cubrió el rostro. Otra pesadilla con Inés y su padre como protagonistas, que terminaba despertándola entre lágrimas.

La suave brisa que entraba por su balcón a esas horas erizo su cuerpo contrarrestando con su sudor, pero por largos segundos, Marina ni lo sintió. Tras la pesadilla, el recorte de prensa con Inés de protagonista, ocupaba toda su visión, llenándola de impotencia. En esas condiciones y sin dejar de llorar, se abrazó a la almohada, apretando los ojos bien fuerte. Daría lo que fuese, por en ese justo instante sentir las chapas de Inés en su espalda. Deseándolo de veras, no pudo medir sus actos y en uno totalmente impulsivo, llamó a la dueña de esas chapas, sin prestar atención de las horas que eran. De normal, Inés respondió incorporándose de golpe.

- ¿Estas bien? ¿Que pasó?- se interesó Inés nada más descolgar. Era media noche y hacia unas horas que se habían dado las oportunas buenas noches.

- Nada...genial que estoy, si- musitó mordiéndose el labio. Y tanto que era genial, tiene una pesadilla, se ponía a llorar y la despertaba, como si ella fuese la única importante. El pasado de Inés, ese mismo que la acongojaba, curiosamente solo podía ser aliviado por Inés.

- Ah...- no supo que decir Inés, dejándose caer de nuevo sobre el colchón, sin olvidar la irónica contestación de Marina- Me has cogido un vicio- improvisó con el toque justo de humor. El que Marina necesitaba para sonreír contra la almohada- Que quieres Inés a todas horas, que lo se- prosiguió concentrada en la respiración de Marina, donde ya aventuraba sonrisas- Mira que te lo advertí, pero venga...dime, ¿que parte de mi quieres ahora?- terminó  en el mismo tono de broma y Marina estuvo a punto de contestarle bien rápido, con un " A ti" que le pillo totalmente desprevenida. Por suerte para su boca a medio abrir y sus ojos abiertos por entero, Inés se lo pensó mejor y prosiguió- Ya sabes que para ti tengo de todo, Mamita.

- Inés- dijo como pudo contra la almohada. La constante tendencia de Inés a la broma, era un chute que restaba importancia a todo. Justamente, lo que más temía de ella.

- Pura sabrosura, Mamita rica- siguió Inés a lo suyo. Esa sonrisa aventurada debía culminar en una risotada de Marina, que de seguro, le sabría a auténtica sabrosura conseguida.

- Jajaja, no vuelvas a llamarme así, por favor- pidió entre risas, provocando el satisfecho suspiro de Inés. Aunque, Inés seguía con cierta inquietud por la llamada.

- Vale- acepto sin darle más vueltas, mejor saber el porqué de inmediato- Si me dices sin pensarlo ni un segundo, que te hizo llamarme.

- Quería sentir tus chapas en mi espalda- como lo había pedido lo obtuvo y tendente a las ensoñaciones, Inés pudo ver el salto gigantesco que le dio el corazón ante lo dicho por Marina. Viéndolo pegado al techo, reprimió las risas por sus infantiles ensoñaciones, para volver a jugar.

- Ujum...- asintió con toda la seriedad que le fue posible. La respiración de Marina se acompasaba e incluso diría, que esperando alguna ocurrencia suya. Consentidora por naturaleza, se la ofreció - Veamos, ¿las quería solo ahí justamente, o se notaba usted querer sentirlas avanzando? Debe ser sincera en su respuesta para un diagnóstico acertado, doctora colega mía en estos momentos- adquirió un tono totalmente profesional y nuevamente conseguido. Marina olvidaba su pesadilla, para entrar al juego iniciado por Inés.

- Pues verá...déjeme que recuerde- modulo su voz Marina al contestarle, contagiándose por la misma seducción que llevaba su voz.

- Bien tómese su tiempo- la invitó Inés, permitiéndose degustar esa tonalidad tan sumamente sensual- Me matas cuando pones esa voz, lo sabes...¿verdad?

- Aja....y lo mejor es que la provocas tú- asintió con ella, soltando aire de a poco. Tres frases intercambiadas con ella e increíblemente, entraba en un estado excitado que estaba adorando. Nada inquieto, ni inquisidor, más bien anhelante y lógicamente incitado, por el recuerdo de la primera vez que se entregó a Inés, sólo por su voz- Uhm- gimió de una forma casi imperceptible, deseando que Inés dijese lo que fuese, cerrando los ojos. Ella no veía corazones cayendo a la cama tras segundos pegados al techo, pero si se sumergía de lleno, en el recuerdo de una cálida piel, de unos juguetones ojos y de una única sonrisa, la de Inés.

- ¿Estas de lado?- le preguntó Inés volviendo a sentarse en la cama. En ella se unía el latido más fuerte de su corazón, con la misma excitación que mostraba Marina. Los tres días encerrada con ella, daban para imaginar su postura en la cama. En mitad de ella y seguro, girada hacia el balcón. De una patada se deshizo del corazón comiendo colchón. Si cerraba los ojos, podría sustituirlo por Marina.

- Si- le contestó Marina, en apenas un suave susurro. Quería las chapas en su espalda, calidamente aprisionadas en ella, por el torso de Inés. Tal cual las tuvo en muchos momentos compartidos en su encierro junto a Inés.

- Al buscar tu cuello, para besarte mi despertar, caen sobre tu omóplato. En él retienen la caída hasta el colchón. Segundos están allí, los pocos que tardó en querer besarte cada trocito. Cuello, espalda, lado y subo como lo hacen ellas por tu vientre hasta tu boca- soñó o recordó Inés, daba igual. De nuevo como aquella noche en el tejado, su cuerpo era incapaz de autosatisfacerse escuchándola, haciéndola temer, volver a emocionarse como esa vez- Ahora estás girada- aventuró presintiéndolo. La conexión era tal, que los labios le cosquilleaban como si en verdad, estuviese besando su piel.

- Si...Inés- los llamados de Marina, iban más allá de la excitación y placer que estaba alcanzando. No era que Inés fuese la primera mujer o la primera persona que con la voz la llevará a ese estado, era lo insoportablemente suya que le estaba haciendo sentirse.

- Podría quedarme en tu boca y su exquisito sabor, dejándolas entre tus pechos- prosiguió Inés queriendo acompañarla. No lo haría en caricias dadas o recibidas, pero el pecho se le hinchaba igual, dada por completo a Marina y su deliciosa respiración- Pero de nuevo se quedan los segundos que me incitan a rodar por tu cuerpo hasta tu roto- avanzó como sentía lo hacía por su cuerpo, detallando el momento que a Marina, le haría encogerse gozosa- Allí donde juego con tus ganas, mientras ellas directamente las acarician.

- Ah...si, están ahí- gimió sin poder controlar su respiración. La marca más característica de Inés, en ella, paseándose directas por su sexo, como lo hacían sus dedos simulándolas.

- Mojándose en ti- sentenció Inés, creyendo poder quedarse sin respiración. Los gemidos de Marina, eran capaces de colarse hasta sus mismas entrañas, arañándolas.

- Ines- sin regreso posible, trato de avisarle. Quería dárselo, entregarle la locura donde ella la envolvía.

- Hazlo...regalamelo- apretó los ojos Inés. Tampoco para ella había regreso posible, por mucho que se regañase, primaba la emoción inmensa que le producía Marina, entregándose.

- Si...es tuyo, no sabes cuánto lo es- dijo antes de que ambas se uniesen en la simbiosis perfecta de sus respiraciones, rotas solas por algún loco gemido de Marina, hasta que el último se alargó en pausas agónicas, que amenazaron la cordura de Inés. Al terminar, Marina se hundió en el colchón, tan real y tan suya, que apenas pudo hablar.

- Ufff- resoplo Inés, dejando de morderse la rodilla. No había caso, había podido evitar que se escuchase su congoja, pero estaba por igual empapada en lágrimas- Me...me me ufff- trató de hablar, queriendo ser complaciente. Marina se había entregado a ella y solo se le ocurría llorar como niña.

- Es tan bestial, tan increíble...que te juro que ni yo me lo creo- habló por ella Marina, mojándose los labios, resecos como toda su boca.

- Si- la corta en palabras ahora fue Inés, todavía sobrecogida, haciendo sonreír a Marina. Eso era otro increíble en su historia. Los tempos pasaban de una a otra, sin necesidad de mirarse a los ojos para entenderse.

- Pues- se dispuso a ser ella quien aligerara el cargado momento. Mejor eso que pedirle una locura en mitad de la noche, sabiendo que mañana Inés regresaba al trabajo- No te llame para esto, aunque después sepas como nadie volverme loca- pauso esperando la leve risa de Inés- En verdad, me desvele pensando en ti.

- Vicio, que me has cogido vicio, si te lo he dicho antes- consiguió bromear Inés, secándose el rostro como bien podía.

- Jajaja, no si...no te lo niego, pero yo quería hablar contigo, Inés. Que me hables, que me cuentes, que me digas joder- conforme fue diciendo, curiosamente se fue calentando. Mañana Inés y Karla cerrarían la casa que contenía sus vidas e Inés, se mostraba como si no fuese con ella.

- Bien...vale, ¿pero el que?- le preguntó Inés, sin entender el cambio en su voz, incluidos sus decibelios. Y si no entendía su voz, menos lo que quería Marina quería de ella.

- Mañana, Inés...mañana- se contuvo de ser más precisa intentando un hilo de comunicación entre ellas y que Inés, calmara su repentina ansiedad haciéndola partícipe de sus cosas. Pero Inés estaba en la máxima gloria de haberla escuchado suya, mojada sin satisfacción física y despertada en mitad de la noche. Para femeninos acertijos, precisamente, no estaba.

- Mañana pues...me faltará un día menos para volver a verte- se dejó caer sonriendo de solo pensar en ese momento. De innato, Marina sonrió por igual sentándose en la cama y hasta por un momento olvido su pequeña rabieta, pero sólo fue un momento.

- Ehm...a veces dudo de si en verdad, me vacilas o eres así de despistada. Mañana dejáis El Espinar y volvéis a Segovia, ¿no es así?- se aseguró creyendo que para Inés, debía ser obvio. Pero no lo era, porque básicamente Inés estaba alucinando por su cambio de humor.

- Si...¿en que te he vacilado yo? - pensó en guardarse la pregunta, pero que carajo, ella también podía enfadarse. Aunque no supiera porqué.

- En que- se mordió la lengua Marina, temiéndose. Sus ataques de perra histérica, conseguían bloquearla. Aunque en el fondo, no era más que empezar a querer ser todo. Mínimo, la pareja, amante y amiga- ¿Me quieres decir que estabas durmiendo normal? Creo que te conozco más de lo que tu crees y ahora no seas capaz de hacerme alguna broma.

- Vale...bien. ¿Y me quieres decir tu por que tengo que hablarte de lo que eso me produce?- se acabo de alterar Inés. Ella anclada a los cambios incomprensibles en Marina, de estar en la gloria a estrellarse contra sus enfados.

- ¿Por que te hará bien?- ironizó Marina gesticulando. Ver su mano en movimiento como si estuviese en pleno debate político, le hizo extrañarse. Todo aquello que involucrase a Inés, comenzaba a desbordarla.

- No quiero hacerlo, Marina...no quiero- se quejó Inés, queriendo volver al punto exacto donde Marina le quitaba todo, incluso la deshazon que llevaba anclada desde adolescente.

- Genial...¿y es conmigo o con todos en general?- preguntó no gustándose lo más mínimo, pero a la vez incapaz de detenerse. Si algo le estaba pasando quería saberlo, no debía ser tan difícil de entender.

- Estas enfadada. Y cuando te enfadas- musitó Inés, encogiéndose. Para nada pensaba llegar a ese enfado, esa noche.

- Te aguantas...cuando me enfado, te aguantas. Porque lo hago por ti- creyó explicarse pero ni por asomo. Así no hacían más que enrollar una madeja que podía hacerse enorme.

- Eso no va así- disentio Inés, volviendo a sentarse - Joder- siguió quejándose. Ahora tendría que subir al tejado en busca del aire que le faltaba.

- ¿Ah no? Inés si no me hablas, si estoy cogiendo complejo sacacorchos...me paso el día preguntándote como estás por cualquier medio. ¿Es que no te das cuenta?- se exaspero Marina, bajando los hombros agotada. Inés no contestó y a ella desinflándose como estaba no le molestó. Así eran, tan pólvora para el deseo como para todo.

- Faltan cinco minutos para que un Madrid-París sobrevuele tu casa- la sorprendió Inés, tras consultar su reloj. Siendo su única posibilidad de escape en busca de oxígeno, antes de tener que buscar altura- Mi... Mi padre a veces era tan infantil y querendon, que usaba los aviones comerciales para contentarnos en sus ausencias. Decía que ellos dejaban caer sobre nosotras sus besos, como plumas que las aves en sus vuelos esparcen sobre nosotros.

- Inés- se emocionó entendiéndola Marina, y corrió al balcón para abrirlo. Infantil y querendon lo había descrito Inés, y a ella según más conocía de él, le estaba pareciendo único.

- Recuerda que no te gusta la cursilería- le dijo Inés, aún sin ánimo para bromas.

- Bueno...contigo me ocurre cada cosa que lo mismo me acaba encantando la cursilería- la animó Marina, verdaderamente arrepentida. Debía aprender a controlar sus impulsos para con Inés y ahora debía mimarla, después del mal rato- ¿Me caerán muchos besos?- se interesó imaginando el sonrojo de Inés, apoyándose en su balcón. Esperando una cursi cita.

- Jijiji Marina- de vuelta al colchón, Inés comenzó a retorcerse. Por suerte Marina no veía su sonrojez.

- Va...¿cuantos?- quiso saber Marina, pellizcándose el labio. De seguro Inés pataleaba en la cama.

- Psss...cuando te enfadas los reduces- consiguió erguirse un tanto, aunque estaba claro que ella no era la femme fatal de las dos.

- Ah...¿pero es que ya me han caído más veces?- insistió Marina a punto de la carcajada. Daría lo que fuese por ver a Inés en ese justo momento.

- Cada noche desde que nos separamos- confesó cubriéndose la cara con la almohada. Eso había sido demasiado rosa y cursi.

- Madre mía...así voy de mojadita todo el día- bromeó pícara Marina. A la niña revoltosa que a veces era Inés, eso la sonrojaría aún más.

- Marinaaaa- se quejó Inés, mirándose la entre pierna. El deseo acumulado antes, durante y después, pedía su ratito de atención, y Marina jugaba con él como nadie.

- Uhm...cielo, en cuanto me dejen mis besos, voy a hacerte el amor. No se, me super apetece- jugueteo con ella Marina, deseándolo de veras.

- Bien..vale, ya hablamos otro día entonces- bromeó por igual Inés, cerrando los ojos al esperar el grito que iba a llegarle.

- Inés, no me cabrees otra vez.
 
 
 

3 comentarios:

  1. Marina de todo se cabrea pobre Ines no es conciente de la vida que le espera jajajaja

    Muchas gracias gemo, Es un placer leerte siempre!!!

    Cari

    ResponderEliminar
  2. Me encanta como poco a poco van conociendose y cediendo en ese tira y afloja que, a veces, tienen.
    Muchas gracias por el trozo Gemo.
    PD, me gusta mucho el personaje que has creado del personaje de Inés.
    L.a.c.e.r

    ResponderEliminar
  3. ...... LA ENCUENTRA...CUANDO LA BUSCA..LA ENCUENTRA...
    ''ME MATAS...CUANDO PONES ESA VOZ...ME MATAS...LO SABES...¿ VERDAD?
    QUERIA DARSELO....ENTREGARLE LA LOCURA...DONDE ELLA LA ENVOLVIA..
    HAY LAGRIMAS...LAS HAY PARA MUCHAS...MUCHISIMAS EMOCIONES...PROTAGONISTAS DE PENAS...DE MOMENTOS DE EMOCION...DE PLENITUD...DE ENTREGA ABSOLUTA...SON ESTAS LAS QUE HACEN QUE SE ROCE LA LOCURA...CUANDO EN ESA ENTREGA DONDE LA PASIÓN DA SU PASO SUBLIME...DONDE EL AMOR YA LO LLENA TODO...SON ESAS LAGRIMAS QUE MOJAN EL ALMA CUANDO YA SE MOJARON SUS CUERPOS EN DESEO...SON LAGRIMAS...QUE HACEN DE UNA MUJER...AÚN JADEANTE TRAS LA ENTREGA...MUJER...MUCHO MÁS MUJER¡¡¡¡

    ESCRITORA....INDESCRIPTIBLE...SUBLIME¡¡¡ ESTE TROCITO DE PRINCIPIO A FIN...LO FUE...TAN TAN TAN DESCARADO COMO APASIONADO...TAN TIERNO COMO PASIONAL...¡¡¡ SI¡¡¡
    .....ASI ERAN...TAN POLVORA PARA EL DESEO...COMO PARA TODO..TODO...
    ......BESOS CAIDOS DEL CIELO ENTRE CORAZONES QUE SE CAEN A UNA CAMA...
    ESTAS Y TODAS TODAS LAS LETRAS QUE AQUÍ PONES...PARA HACER DE ESTA HISTORIA...UNA MARAVILLOSA DELICIA...
    FRASES UNA TRAS OTRA PARA DEJAR GRABADAS A LO LARGO DE UNA VIDA...Y RECORDAR SOLO CUANDO LOS SENTIMIENTOS SE ADUEÑAN DE NOSOTROS...¡¡ LO SON¡¡¡

    ....GRACIAS.......POR....¡¡¡¡TANTO¡¡¡¡¡ ESCRITORA

    CELESTE-NEGRO

    ResponderEliminar