lunes, 25 de agosto de 2014

112- Emergencias 45


El siguiente día, amaneció con Inés durmiendo en la casita del árbol y Karla, preparando chocolate en la que siempre sería su casa. Cuando llegó a la casa, bien entrada la madrugada, no le sorprendió que Inés no hubiese entrado, prefiriendo la casita del árbol.
No le hacía falta haber estado allí con ella, para imaginarla intentando armarse de valor y entrar en ella. No haciéndolo se libraba de la sensación más dolorosa, la de la pérdida de un hogar. A eso olía la casa y lo seguiría haciendo por siempre. Para cada familia un olor único y exclusivo. El olor que un mal día, te tranquiliza sintiéndote reconfortada con sólo olerlo. El olor a sus padres y a ellas mismas, la mezcla perfecta de risas y llantos compartidos. El perfume genuino de aquellos que forman una familia, el suavizante de la ropa, los geles de baño, las plantas, el olor a café. Por cambiar, hasta cambia el olor a tostadas recién hechas de una casa a otra. Porque no es material. Karla ese olor podía vincularlo sin ser consciente, con Inés contandole sus aventuras en la academia, mientras su madre la corregía. O irse años atrás, con el creador de que los domingos nunca faltase el chocolate. Podía verse con ellos ahí, verlo cocinarlo cantando, mientras ellas cuchicheaban.
- Veras que malo va a estar- su hermana Inés siempre se quejaba, pero una vez su padre le servía la taza, se relamía los labios exagerando- Esta muy rico Papi.
- ¿De verdad? Lo hice como la abuela- y su padre siempre la creía por un segundo. El que tardaba en mirarla a ella para contrarrestar opiniones.
- Papi esta asqueroso...jijiji no sabes haberlo- a ella le solía tocar decirle la verdad, pero por suerte, su padre no perdía la sonrisa ni la ilusión.
- Bue...el domingo que viene lo intentare según lo hacía mi Tía y además, huele bien...eso a Mami le gusta y si le gusta...
- Te da besitos jijijiji
Y podía verlo esparciendo el olor ante la risa de ambas, como inconscientemente ella estaba haciendo, hasta quedarse quieta con el cazo, mirando el salón. También con una taza de chocolate llegaron sus peores días.
La Tía Susana no había dicho nada desde que llegase en un coche militar acompañada por varios militares y su madre no hacia más que atender el teléfono. Alguien, alguno de ellos le dio la taza de chocolate y le pidió que se marchará a su habitación, pero el ambiente era demasiado extraño para una niña de solo nueve años e Inés, llevaba rato desaparecida. Intranquila, no se movió del sitio y entonces, apareció Inés cargada con mapas, brújula, reglas y hasta un compás. La forma en que llegó y con la rabia que miró a todos, le asustó.
- No se como puedes estar ahí sentada, Tía- las recriminaciones a su Tía le pillaron por sorpresa. Inés jamás discutía con Tía Susana e incluso era a la que más obedecía- Sabes como pilota mi padre, lo sabes como yo...con orientación norte, el nunca cambiaría el rumbo los grados que dijeron. ¿Te das cuenta? No está en ese zona, no puede estarlo.
- Inés basta...vuelve a tu habitación- su Tía no dijo nada, se limitó a hacer lo que llevaba haciendo todo el tiempo, mirar el suelo. Fue su madre quien la mando a la habitación entre lágrimas que empezaban a darle auténtico miedo. Miedo que aumentó, cuando en la televisión apareció la foto de su padre.
- Papi...sale Papi- les indicó queriendo que alguien le explicase o por lo menos, le abrazase quitándole el miedo que comenzaba a acongojarla. Su madre no supo que decirle, ni ninguno de los que había allí, pero Inés fue rápida a por la televisión y tiro del cable asustándola- Hermana
- No pasa nada, Karla. Papi esta bien, ¿y sabes? Quiere que como cada noche subamos al tejado a recoger sus besos, ¿subes conmigo?- le dijo Inés amortiguando el llanto tras ella de su madre- Mírame Karla, mírame a mi...yo voy a encontrarlo.
Y el chocolate continuó estando presente, después de que Inés no pudiera devolverle a su padre. Niñas confiadas y cariñosas, no les faltó el afecto tras la pérdida de su padre. Ánimos, distracciones y algún consejo, como el de animar a su madre, que jamás volvió a ser la misma.
- Hagamos chocolate. El chocolate le encanta y Papi- de normal cuando había que nombrarlo, se cortaba cualquier ilusión, pero entre ambas encontraban la fuerza- Si, seguro a Mami le gusta.
El resultado fue numerosos chocolates más malos que buenos. Inés se confirmó cómo pésima cocinera y Karla no le fue muy atrás. Pero casi siempre encontraban una forma de conseguirlo y dárselo. A esos con el tiempo, les siguieron los "riquísimos" hechos por su madre. Tomados entre piques normales entre  una adolescente y una joven a punto de obtener sus alas de piloto.
- Inés, dile a Mami que hacías anoche siguiéndome- protestó en una de tantas veces que tuvo que hacerlo. Inés con el paso de los años, se convirtió en su perro guardián.
- Es un baboso, el niñato ese- para Inés lo era ese y toooodos, los que se acercarán a ella. Así, comenzaba el intercambio de acusaciones con su madre como testigo.
- Porque tu lo digas, no lo es- negó Karla.
- Un salido, ¿Mami sabias que sale con el chico de los Ramírez?- aprovechó Inés, jugando un poquito sucio.
- Inés...- intercedió Carmen entre ambas.
- Chivata...¿le digo yo con quien cenas tu hoy?- lo mismo hizo Karla.
- Karla...- por igual intercedió Carmen.
- Jajaja, díselo venga- se envalentono Inés riendo pero mirándola pidiendo piedad.
- A Mami no le va a gustar- quiso recular Karla, venía bronca de seguro si hablaba.
- Porque tu lo digas- volvió a la chulería Inés y así...
- Inés...¿quien es?
- Es Silvia, Mami...Silvia
- Inés
- Jolines...¿que pasa con Silvia?
- ¿Es que nunca te vas a fijar en una buena? Y como me contestes que muy buena esta, te enteras Inés.
- Jijiji...pues, pues no lo digo pero estarlo
- Inés
Chocolate y su inconfundible olor a hogar. Los recuerdos de Karla acabaron por hacerla llorar como llevaba días haciendo. Podía continuar la vida con sus rutinas, estudios, trabajo, amigos, Laura y sus locuras, e Inés entrando a la cocina estirándose con evidentes muestras de sueño. Lo que fuera, pero nada borraba el dolor de echarla tanto de menos.
- Uhm...huele genial, Karla- ajena al estado de su hermana, aunque como ella, llorando sin ser consciente, la saludó abrazándose a ella. Karla la recibió dejando el cazo y las dos prefirieron ignorar el temblor propio del dolor compartido. No quedaba de otra, que acostumbrarse. Ya llegaría el tiempo en que el recuerdo, les haría sonreír, ahora era imposible.
- Sabía que oliendo a chocolate entrarías- le dijo Karla siendo mecida por Inés.
- Si...pero en verdad quiero café. Menuda noche- la beso Inés antes de soltarla para limpiarle las lágrimas. Mirándose en los ojos de su hermana pequeña, Inés lanzó un suspiro con la barbilla temblando. La sensación de que su madre aparecería en la cocina, escocia como alcohol sobre herida abierta.
- Ya...algo me contó Laura- con esfuerzo, Karla intentó mantener una conversación normal. Esa es la unión también única con una hermana. Puede estar atendiendo tus lágrimas y besarte sin parar. En definitiva, mimarte hasta el extremo y en cambio, hablar de cualquier cosa, sin necesidad de recrearte en el dolor.
- Pasas tanto tiempo al teléfono con ella, como yo con Marina- le dijo Inés, tomando asiento cómo ella en la mesa de la cocina.
- Es la leche y es como si- hizo una pausa Karla, pensando en la locaza más cariñosa que había podido conocer- cómo si nos conociéramos desde pequeñas. Esa conexión, ¿sabes lo que te digo?
- Si- sonrió Inés, dejando caer la frente en la mesa con los brazos extendidos- Han sido lo mejor- musitó contra la mesa con una imagen muy concreta guardada en sus ojos, la de Marina despidiéndose en la noche por video-llamada. Karla viéndola, sonrió negando con la cabeza. Marina sacaba en Inés a la niña enamoradiza.
- Ayy Dios- exclamó sacando su móvil- desde bien temprano estaba preguntándome por ti- le comentó a su hermana, mientras llamaba a la dueña de los suspiros de su hermana, poniendo el altavoz.
- Buenos días- a los pocos tonos, sonó la voz de Marina al otro lado de la línea. Inés fue escucharla y levantar la cabeza, para directamente babear mirando el móvil de su hermana- ¿Cómo amanecimos hoy?- se interesó por Karla, creyendo no ser escuchada por Inés.
- Bien...es muy jodido, ya sabes- resumió Karla y a ambas hermanas les encantó el suspiro comprensivo de Marina.
- Podías haber venido a ayudarme, no he parado desde bien temprano- continuó Marina, recordándole su ofrecimiento para llevarla a Madrid como azafata para el Congreso de su partido.
- Ya sabes que no quería que te acusarán de usar tus influencias conmigo- agradecida se explicó Karla. En tanto Inés, no dejaba de suspirar escuchándolas. Normal que para definir a Marina, su "es lo puto mejor" fuera lo más descriptivo. Es que lo era, sin duda ninguna.
- Cielo...hoy en día no hay político que se libre de acusaciones parecidas o más bien, peores. Y aún, no pueden relacionarnos. ¿Inés sigue durmiendo?- se interesó pellizcándose el labio. Debía estar haciéndolo, porque extrañaba mucho su saludo.
- Naah...esta aquí mismo babeando por ti- la informó Karla ganándose la burla de Inés, a quien no le dio tiempo a saludar.
- Jajaja, genial...es lo que tiene que hacer. Tápate los oídos un momento, Karla- le pidió con los nervios de una colegiala. Increíble la multitud de sensaciones que Inés podía despertar en ella.
- Ok...listo- la avisó Karla, aunque poco se los estaba tapando. Imposible quedarse sin escuchar cómo Marina sonrojaba a Inés.
- Cariño corre, dame un beso- le pidió sonriéndose. Como dice la canción, se abrazaría al diablo por ver su cara al escuchar su voz.
- Jijiji Marina- se sonrojaba Inés al instante, como aventuraba Karla. Las peticiones a bocajarro de Marina, con esa tonalidad tan suya, de guerrera cariñosa, le encantaban y si le encantaban, se volvía mantequilla en sus manos.
- Vamos corre- insistió Marina, imaginándosela exquisitamente enrojecida y cubierta de nervios.
- Vale si...un beso- la consintió todo lo rápido que pudo. Su hermana se estaba partiendo el culo viéndola como si tuviese quince años menos y su cutis estuviese castigado por el acné.
- Jajaja- rieron al unísono Marina y Karla, la vocecita de Inés era un auténtico poema y lo peor, Inés no conseguía recuperar sus treinta años.
- Dejarme jolines- se cubrió el rostro ante las nuevas risas del otro par. Seguramente, si alguien no hubiese tocado a la puerta de la cocina, Marina habría seguido sonrojandola, pero así, Inés se levantó a abrir a la visita que fuese. Visita que nada más abrir la puerta Inés, se colgó de ella.
- Hola cariño, huele genial a chocolate desde ahí fuera- la saludó Silvia, congelando la sonrisa de Marina al escuchar su voz.
- Eh- dudó Karla, pero se decidió pronto por quitar el altavoz del móvil y cogerlo- Eh...nada visita y eso- improvisó temiendo los celos de Marina. Puesta al tanto de ellos por Inés, trato de evitarlos pero llegaba tarde. El cohete espacial en que podía convertirse Marina y su genio, ya estaba actividad con orientación Marte.
- Menuda voz de lo más estúpida tiene, la pava come chocolates- dijo Marina pasando directamente de los intentos de Karla por encubrir a la recién llegada visita- Seguro ha venido corriendo por la cena que tenéis ésta noche.
- Pues..pues, el chocolate no me ha salido rico, te lo digo- continuó intentándolo Karla, sacudiendo la mano. Marina despegaba en uno, dos..
- Se lo comerá igual y hasta te pedirá repetir. Todo sea por mantener las tetas y culo de vaca que me tiene- despegó Marina y le hubiese gustado regañarse porque ella es una tía de izquierdas, que cree en la libertad absoluta incluida la de estética. Pero Silvia se le había atragantado desde el minuto uno. Entre otras cosas, porque ella había compartido chocolates con Inés, algo que el destino o quien fuese, no le estaba permitiendo hacer a ella.
- Jajaja, joder...- se descojono Karla. Inés tenía razón, Marina llevaba instalado de serie varios motores de propulsión inmediata.
- Es como una fistula, pero no en el culo, si no directamente en el...agh, ya me estoy calentando y no en el buen sentido- prosiguió Marina dejándose llevar por la jugarreta de sus propias imaginaciones. Ahí, donde el estomago le ardía al imaginarlas abrazadas.
- Jajaja, en todo el chichi... Dilo tal cual- a las risas continuó Karla, pero no quiso meter mierda, donde no cabía- Va, Marina...sabes que eso esta más que muerto- se giró dándole las espaldas a Inés y Silvia, sin olvidarse de tranquilizar a su hermana con un disimulado gesto con la mano- Muertisimo, diría yo.
- Pues claro que lo se...pero de pensar que está ahí ahora mismo, pues...total, se lo que me pasa. Esto que me está pasando con tu hermana es tan jodidamente bueno, que necesito un punto negativo para mantener mi equilibrio. Eso es- quiso auto-convercese de ello y a dios gracias, tenía mucho trabajo que atender o estaría el resto del día y noche, pensando en Inés cerca de esa mujer- Que se joda...ponme a Inés- pidió convencida, la pava esa no iba a quitarle unos mimos de la piloto.
- Jaja, bien...un beso, ya hablamos- se despidió Karla, girándose para pasarle el teléfono a su hermana. Inés no dijo nada a Silvia se limitó a cogerlo saliendo al jardín.
- Hola otra vez- la saludó Inés cantarina y a Marina, se le olvido de momento Silvia.
- Cariño, que hasta que vaya a comer no podre estar nada contigo. Dame otro beso y te dejo con esa- su voz melosa y consentida, no camuflo el desdén empleado para con Silvia, haciendo sonreír a Inés.
- Estas muy pidona, ¿lo sabes?- trató de permanecer con carácter y segura Inés, infravalorando el poder adquirido por Marina.
- Uno, anda- insistió Marina, entre risas.
- Marina- intentó escabullirse Inés, sin mucha fe. Marina dejaba tiritando a la chica dura.
- Solo uno- meloseo Marina, consiguiendo su particular pleno al quince.
- Jijiji vale...te voy a dar uno, trabajas y lo mismo, te mando más por mensajitos- se derrumbó la chica dura como un castillo de naipes.
- Ayyy- suspiró Marina más allá de encantada- Si, por favor.
- Jijiji, bien pues...un beso y te- la sinceridad de sus palabras la hicieron detenerse de golpe y cerrar los ojos fuerte. Marina no sólo tenía la mirada tan limpia como su padre ante la que es imposible mentir, ahora compartía poder, con su voz.
- ¿Te que?- quiso conocer la finalización de la frase Marina, con el ritmo cardíaco acelerándose. Llevaba días callándose justo, la frase inacabada de Inés.
- Te...te, Marina- pataleo cualquiera cosa Inés. Ni ojos cerrados, ni pataleos aniñados. Marina lo acabaría consiguiendo.
- ¿Que Inés?- insistió mordiéndose los labios de pura ansiedad. Sintiendo los mismos nervios, que sienten  dos crías cuando se juran amor eterno.
- Uffff- suspiró Inés casi temblando. Era más, mucho más que esa frase tan manida por el mal uso.
- Dios cariño...yo si que estoy queriendo- a bocajarro lo dijo Marina sorprendiendo a ambas, sin  necesitar que Inés dijera nada. Y suerte, porque Inés se estaba regañando por ponerse a llorar y fue peor, cuando miro la butaca donde su madre disfrutaba del jardín. Hasta pareciera que la veía sonreír ahí sentada.
- Le hubieses encantado, ¿sabes? Hubieses sido su preferida con diferencia- dijo Inés entre lágrimas. No tenía caso esconderlas. En su frente, el recuerdo de la sonrisa más bonita, la de su madre y al teléfono la de Marina.
- Uhm...a mi me encantan tus padres sin haberlos conocido . ¿Sabes que vamos a hacer? No aguanto más sin verte y si seguimos en nuestras rutinas nos dejamos absorber y nada conseguimos. Tenemos unos días libres en común esta semana. ¿Nos vamos a Suances?- propuso queriendo volver a escucharla sonreír.
- ¿Suances?- se extrañó Inés, por el improvisado plan. Aunque ninguna mala pinta tenía.
- Aja, los padres de Laura tienen allí una casita.. paseos, desayunos a pie de mar, ruta de vinos y hacer el amor- enunció dejándose llevar y prácticamente ya se veía allí con Inés- A mi me suena genial. ¿Y a ti?
- Super mega genial, siii...¿podremos pescar?- se entusiasmó Inés, recuperando su humor más gamberro.
- Jajaja, si cariño...en pescar estaba yo pensando- le contestó claramente retórica Marina. Bastante que no volvía a encerrarla hasta desfallecer ambas.
- Montar en bici, pues- prosiguió Inés, probando su especial cohete.
- Si, claro en bici también- comenzó a inquietarse Marina. A ver si al final, Inés tenía más de infantil de lo que parecía.
- Que si...y nos comeremos un Macdonald en el coche. Es guay- continuó Inés, reteniendo la risa que le producía la respiración más alterada de Marina.
- Inés...- suspiró Marina. Apenas serían unos días e Inés, Inés seguía provocándola.
- Joder...¿podre meterte mano en un atardecer frente al mar?- cambio de rumbo y los segundos que Marina tardó en contestarle le supieron a gloria. Una auténtica leona, su chica.
- Ahí...ahí vas bien, cariño- la aplaudió Marina volviendo a respirar. Por un momento se había visto transpirada en mallas y paradójicamente engrasándose con un menú de más de mil quinientas calorías.
- Seeh...después de unos cuantos kilómetros en bici, lo veo- apuntilló Inés al borde de la carcajada.
- Inés joder.. - protestó Marina, ya habría tiempo de bicis y pescas cuando pudieran verse al menos una vez a la semana. Que tanto no pedía, para que no pudiera estar siendo.
- Jajajaja, pero que no puedes pensar solo en hacerme el amor. Que soy mujer y tu heterosexual- bromeó con ella, Inés. El cohete ascendía tranquilo y las bromas se podían permitir.
- Jajaja verdad...pero no, cariño. Yo ahora soy super Inesexual. ¿Sabes que significa?- coqueteo con ella Marina, consultando su reloj. Prodigioso lo rápido que corría el tiempo estando con ella.
- Seeh...voy acabar hechita polvo- respondió Inés con fingido desánimo.
- Eso es...cuando quieres, me entiendes a la primera, cariño mío- encantada, Marina continuó coqueteando con ella, aunque arrugó los labios, ya la reclamaban para continuar trabajando.
- Vamos a tener cuidaito con las cursilerias, amor de mis amores- lo mismo hizo Inés, temiendo que Marina tuviese que volver al trabajo.
- Jajaja, te lo has ganado, dame otro beso- le pidió sabiendo de antemano el inmediato efecto de timidez en Inés.
- Jolines- protestó Inés, intimidándose como sabia Marina. Así, Marina no sabia como era capaz de controlarse y no mandarlo todo a la mierda, para ir a por ella y comérsela de a una.
- Es lo que hay, cielo. Dámelo, va...



6 comentarios:

  1. ARTISSTAZAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!! que pedazo de historias, detro de una historia ES LO MAS GRANDIOSO DE SUPER DEMASIADO con INDESCRIPTIBLES SUPER EMOIONES!!!!!!!!!!
    gracias por tannntiiiiisimoooooooooooooo

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  2. Y hoy...q podría doblar trozo...ay

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  3. Poco a poco Marina va controlando sus celos, me encanta.
    Gracias por el trozo Gemo.
    L.a.c.e.r

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  4. Aquí tormenta y lluvia y frío. doblar trozo sería ideal. Porfavor Gemo!!! y GRACIAS.Es un disfrute leerte.
    Constance

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  5. .....TEJIDA A BASE DE...TERNURA..DE LA BUENA...DE PASIÓN...DE ENCUENTROS...DE BESOS ESCONDIDOS...DE ''TE QUIEROS'''CALLADOS...DE LAGRIMAS...QUE QUEDAN SUSPENDIDAS POR UNA SONRISA...UN ROCE...UNA CARICA...
    .....ASÍ....ASÍ SE HACE ESTA HISTORIA...Y LA DUEÑA...LA QUE LA HACE POSBLE EN CADA UNA DE LAS LETRAS QUE DE TU CABECITA SALEN...TÚ....ESCRITORA...TÚ....QUE UNA Y OTRA VEZ..LAS ENVUELVES CON ESE SELLO TUYO...ÚNICO¡¡¡¡ COMO LO ERES TÚ¡¡¡

    .......GRACIAS.....POR TANTO¡¡¡

    CELESTE-NEGRO

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  6. ..... Y GENIO...Y FIGURA...

    CELESTE-NEGRO

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