El
siguiente día, amaneció con Inés durmiendo en la casita del árbol
y Karla, preparando chocolate en la que siempre sería su casa.
Cuando llegó a la casa, bien entrada la madrugada, no le sorprendió
que Inés no hubiese entrado, prefiriendo la casita del árbol.
No
le hacía falta haber estado allí con ella, para imaginarla
intentando armarse de valor y entrar en ella. No haciéndolo se
libraba de la sensación más dolorosa, la de la pérdida de un
hogar. A eso olía la casa y lo seguiría haciendo por siempre. Para
cada familia un olor único y exclusivo. El olor que un mal día, te
tranquiliza sintiéndote reconfortada con sólo olerlo. El olor a sus
padres y a ellas mismas, la mezcla perfecta de risas y llantos
compartidos. El perfume genuino de aquellos que forman una familia,
el suavizante de la ropa, los geles de baño, las plantas, el olor a
café. Por cambiar, hasta cambia el olor a tostadas recién hechas de
una casa a otra. Porque no es material. Karla ese olor podía
vincularlo sin ser consciente, con Inés contandole sus aventuras en
la academia, mientras su madre la corregía. O irse años atrás, con
el creador de que los domingos nunca faltase el chocolate. Podía
verse con ellos ahí, verlo cocinarlo cantando, mientras ellas
cuchicheaban.
-
Veras que malo va a estar- su hermana Inés siempre se quejaba, pero
una vez su padre le servía la taza, se relamía los labios
exagerando- Esta muy rico Papi.
-
¿De verdad? Lo hice como la abuela- y su padre siempre la creía por
un segundo. El que tardaba en mirarla a ella para contrarrestar
opiniones.
-
Papi esta asqueroso...jijiji no sabes haberlo- a ella le solía tocar
decirle la verdad, pero por suerte, su padre no perdía la sonrisa ni
la ilusión.
-
Bue...el domingo que viene lo intentare según lo hacía mi Tía y
además, huele bien...eso a Mami le gusta y si le gusta...
-
Te da besitos jijijiji
Y
podía verlo esparciendo el olor ante la risa de ambas, como
inconscientemente ella estaba haciendo, hasta quedarse quieta con el
cazo, mirando el salón. También con una taza de chocolate llegaron
sus peores días.
La
Tía Susana no había dicho nada desde que llegase en un coche
militar acompañada por varios militares y su madre no hacia más que
atender el teléfono. Alguien, alguno de ellos le dio la taza de
chocolate y le pidió que se marchará a su habitación, pero el
ambiente era demasiado extraño para una niña de solo nueve años e
Inés, llevaba rato desaparecida. Intranquila, no se movió del sitio
y entonces, apareció Inés cargada con mapas, brújula, reglas y
hasta un compás. La forma en que llegó y con la rabia que miró a
todos, le asustó.
-
No se como puedes estar ahí sentada, Tía- las recriminaciones a su
Tía le pillaron por sorpresa. Inés jamás discutía con Tía Susana
e incluso era a la que más obedecía- Sabes como pilota mi padre, lo
sabes como yo...con orientación norte, el nunca cambiaría el rumbo
los grados que dijeron. ¿Te das cuenta? No está en ese zona, no
puede estarlo.
-
Inés basta...vuelve a tu habitación- su Tía no dijo nada, se
limitó a hacer lo que llevaba haciendo todo el tiempo, mirar el
suelo. Fue su madre quien la mando a la habitación entre lágrimas
que empezaban a darle auténtico miedo. Miedo que aumentó, cuando en
la televisión apareció la foto de su padre.
-
Papi...sale Papi- les indicó queriendo que alguien le explicase o
por lo menos, le abrazase quitándole el miedo que comenzaba a
acongojarla. Su madre no supo que decirle, ni ninguno de los que
había allí, pero Inés fue rápida a por la televisión y tiro del
cable asustándola- Hermana
-
No pasa nada, Karla. Papi esta bien, ¿y sabes? Quiere que como cada
noche subamos al tejado a recoger sus besos, ¿subes conmigo?- le
dijo Inés amortiguando el llanto tras ella de su madre- Mírame
Karla, mírame a mi...yo voy a encontrarlo.
Y
el chocolate continuó estando presente, después de que Inés no
pudiera devolverle a su padre. Niñas confiadas y cariñosas, no les
faltó el afecto tras la pérdida de su padre. Ánimos, distracciones
y algún consejo, como el de animar a su madre, que jamás volvió a
ser la misma.
-
Hagamos chocolate. El chocolate le encanta y Papi- de normal cuando
había que nombrarlo, se cortaba cualquier ilusión, pero entre ambas
encontraban la fuerza- Si, seguro a Mami le gusta.
El
resultado fue numerosos chocolates más malos que buenos. Inés se
confirmó cómo pésima cocinera y Karla no le fue muy atrás. Pero
casi siempre encontraban una forma de conseguirlo y dárselo. A esos
con el tiempo, les siguieron los "riquísimos" hechos por
su madre. Tomados entre piques normales entre una adolescente y
una joven a punto de obtener sus alas de piloto.
-
Inés, dile a Mami que hacías anoche siguiéndome- protestó en una
de tantas veces que tuvo que hacerlo. Inés con el paso de los años,
se convirtió en su perro guardián.
-
Es un baboso, el niñato ese- para Inés lo era ese y toooodos, los
que se acercarán a ella. Así, comenzaba el intercambio de
acusaciones con su madre como testigo.
-
Porque tu lo digas, no lo es- negó Karla.
-
Un salido, ¿Mami sabias que sale con el chico de los Ramírez?-
aprovechó Inés, jugando un poquito sucio.
-
Inés...- intercedió Carmen entre ambas.
-
Chivata...¿le digo yo con quien cenas tu hoy?- lo mismo hizo Karla.
-
Karla...- por igual intercedió Carmen.
-
Jajaja, díselo venga- se envalentono Inés riendo pero mirándola
pidiendo piedad.
-
A Mami no le va a gustar- quiso recular Karla, venía bronca de
seguro si hablaba.
-
Porque tu lo digas- volvió a la chulería Inés y así...
-
Inés...¿quien es?
-
Es Silvia, Mami...Silvia
-
Inés
-
Jolines...¿que pasa con Silvia?
-
¿Es que nunca te vas a fijar en una buena? Y como me contestes que
muy buena esta, te enteras Inés.
-
Jijiji...pues, pues no lo digo pero estarlo
-
Inés
Chocolate
y su inconfundible olor a hogar. Los recuerdos de Karla acabaron por
hacerla llorar como llevaba días haciendo. Podía continuar la vida
con sus rutinas, estudios, trabajo, amigos, Laura y sus locuras, e
Inés entrando a la cocina estirándose con evidentes muestras de
sueño. Lo que fuera, pero nada borraba el dolor de echarla tanto de
menos.
-
Uhm...huele genial, Karla- ajena al estado de su hermana, aunque como
ella, llorando sin ser consciente, la saludó abrazándose a ella.
Karla la recibió dejando el cazo y las dos prefirieron ignorar el
temblor propio del dolor compartido. No quedaba de otra, que
acostumbrarse. Ya llegaría el tiempo en que el recuerdo, les haría
sonreír, ahora era imposible.
-
Sabía que oliendo a chocolate entrarías- le dijo Karla siendo
mecida por Inés.
-
Si...pero en verdad quiero café. Menuda noche- la beso Inés antes
de soltarla para limpiarle las lágrimas. Mirándose en los ojos de
su hermana pequeña, Inés lanzó un suspiro con la barbilla
temblando. La sensación de que su madre aparecería en la cocina,
escocia como alcohol sobre herida abierta.
-
Ya...algo me contó Laura- con esfuerzo, Karla intentó mantener una
conversación normal. Esa es la unión también única con una
hermana. Puede estar atendiendo tus lágrimas y besarte sin parar. En
definitiva, mimarte hasta el extremo y en cambio, hablar de cualquier
cosa, sin necesidad de recrearte en el dolor.
-
Pasas tanto tiempo al teléfono con ella, como yo con Marina- le dijo
Inés, tomando asiento cómo ella en la mesa de la cocina.
-
Es la leche y es como si- hizo una pausa Karla, pensando en la locaza
más cariñosa que había podido conocer- cómo si nos conociéramos
desde pequeñas. Esa conexión, ¿sabes lo que te digo?
-
Si- sonrió Inés, dejando caer la frente en la mesa con los brazos
extendidos- Han sido lo mejor- musitó contra la mesa con una imagen
muy concreta guardada en sus ojos, la de Marina despidiéndose en la
noche por video-llamada. Karla viéndola, sonrió negando con la
cabeza. Marina sacaba en Inés a la niña enamoradiza.
-
Ayy Dios- exclamó sacando su móvil- desde bien temprano estaba
preguntándome por ti- le comentó a su hermana, mientras llamaba a
la dueña de los suspiros de su hermana, poniendo el altavoz.
-
Buenos días- a los pocos tonos, sonó la voz de Marina al otro lado
de la línea. Inés fue escucharla y levantar la cabeza, para
directamente babear mirando el móvil de su hermana- ¿Cómo
amanecimos hoy?- se interesó por Karla, creyendo no ser escuchada
por Inés.
-
Bien...es muy jodido, ya sabes- resumió Karla y a ambas hermanas les
encantó el suspiro comprensivo de Marina.
-
Podías haber venido a ayudarme, no he parado desde bien temprano-
continuó Marina, recordándole su ofrecimiento para llevarla a
Madrid como azafata para el Congreso de su partido.
-
Ya sabes que no quería que te acusarán de usar tus influencias
conmigo- agradecida se explicó Karla. En tanto Inés, no dejaba de
suspirar escuchándolas. Normal que para definir a Marina, su "es
lo puto mejor" fuera lo más descriptivo. Es que lo era, sin
duda ninguna.
-
Cielo...hoy en día no hay político que se libre de acusaciones
parecidas o más bien, peores. Y aún, no pueden relacionarnos. ¿Inés
sigue durmiendo?- se interesó pellizcándose el labio. Debía estar
haciéndolo, porque extrañaba mucho su saludo.
-
Naah...esta aquí mismo babeando por ti- la informó Karla ganándose
la burla de Inés, a quien no le dio tiempo a saludar.
-
Jajaja, genial...es lo que tiene que hacer. Tápate los oídos un
momento, Karla- le pidió con los nervios de una colegiala. Increíble
la multitud de sensaciones que Inés podía despertar en ella.
-
Ok...listo- la avisó Karla, aunque poco se los estaba tapando.
Imposible quedarse sin escuchar cómo Marina sonrojaba a Inés.
-
Cariño corre, dame un beso- le pidió sonriéndose. Como dice la
canción, se abrazaría al diablo por ver su cara al escuchar su voz.
-
Jijiji Marina- se sonrojaba Inés al instante, como aventuraba Karla.
Las peticiones a bocajarro de Marina, con esa tonalidad tan suya, de
guerrera cariñosa, le encantaban y si le encantaban, se volvía
mantequilla en sus manos.
-
Vamos corre- insistió Marina, imaginándosela exquisitamente
enrojecida y cubierta de nervios.
-
Vale si...un beso- la consintió todo lo rápido que pudo. Su hermana
se estaba partiendo el culo viéndola como si tuviese quince años
menos y su cutis estuviese castigado por el acné.
-
Jajaja- rieron al unísono Marina y Karla, la vocecita de Inés era
un auténtico poema y lo peor, Inés no conseguía recuperar sus
treinta años.
-
Dejarme jolines- se cubrió el rostro ante las nuevas risas del otro
par. Seguramente, si alguien no hubiese tocado a la puerta de la
cocina, Marina habría seguido sonrojandola, pero así, Inés se
levantó a abrir a la visita que fuese. Visita que nada más abrir la
puerta Inés, se colgó de ella.
-
Hola cariño, huele genial a chocolate desde ahí fuera- la saludó
Silvia, congelando la sonrisa de Marina al escuchar su voz.
-
Eh- dudó Karla, pero se decidió pronto por quitar el altavoz del
móvil y cogerlo- Eh...nada visita y eso- improvisó temiendo los
celos de Marina. Puesta al tanto de ellos por Inés, trato de
evitarlos pero llegaba tarde. El cohete espacial en que podía
convertirse Marina y su genio, ya estaba actividad con orientación
Marte.
-
Menuda voz de lo más estúpida tiene, la pava come chocolates- dijo
Marina pasando directamente de los intentos de Karla por encubrir a
la recién llegada visita- Seguro ha venido corriendo por la cena que
tenéis ésta noche.
-
Pues..pues, el chocolate no me ha salido rico, te lo digo- continuó
intentándolo Karla, sacudiendo la mano. Marina despegaba en uno,
dos..
-
Se lo comerá igual y hasta te pedirá repetir. Todo sea por mantener
las tetas y culo de vaca que me tiene- despegó Marina y le hubiese
gustado regañarse porque ella es una tía de izquierdas, que cree en
la libertad absoluta incluida la de estética. Pero Silvia se le
había atragantado desde el minuto uno. Entre otras cosas, porque
ella había compartido chocolates con Inés, algo que el destino o
quien fuese, no le estaba permitiendo hacer a ella.
-
Jajaja, joder...- se descojono Karla. Inés tenía razón, Marina
llevaba instalado de serie varios motores de propulsión inmediata.
-
Es como una fistula, pero no en el culo, si no directamente en
el...agh, ya me estoy calentando y no en el buen sentido- prosiguió
Marina dejándose llevar por la jugarreta de sus propias
imaginaciones. Ahí, donde el estomago le ardía al imaginarlas
abrazadas.
-
Jajaja, en todo el chichi... Dilo tal cual- a las risas continuó
Karla, pero no quiso meter mierda, donde no cabía- Va,
Marina...sabes que eso esta más que muerto- se giró dándole las
espaldas a Inés y Silvia, sin olvidarse de tranquilizar a su hermana
con un disimulado gesto con la mano- Muertisimo, diría yo.
-
Pues claro que lo se...pero de pensar que está ahí ahora mismo,
pues...total, se lo que me pasa. Esto que me está pasando con tu
hermana es tan jodidamente bueno, que necesito un punto negativo para
mantener mi equilibrio. Eso es- quiso auto-convercese de ello y a
dios gracias, tenía mucho trabajo que atender o estaría el resto
del día y noche, pensando en Inés cerca de esa mujer- Que se
joda...ponme a Inés- pidió convencida, la pava esa no iba a
quitarle unos mimos de la piloto.
-
Jaja, bien...un beso, ya hablamos- se despidió Karla, girándose
para pasarle el teléfono a su hermana. Inés no dijo nada a Silvia
se limitó a cogerlo saliendo al jardín.
-
Hola otra vez- la saludó Inés cantarina y a Marina, se le olvido de
momento Silvia.
-
Cariño, que hasta que vaya a comer no podre estar nada contigo. Dame
otro beso y te dejo con esa- su voz melosa y consentida, no camuflo
el desdén empleado para con Silvia, haciendo sonreír a Inés.
-
Estas muy pidona, ¿lo sabes?- trató de permanecer con carácter y
segura Inés, infravalorando el poder adquirido por Marina.
-
Uno, anda- insistió Marina, entre risas.
-
Marina- intentó escabullirse Inés, sin mucha fe. Marina dejaba
tiritando a la chica dura.
-
Solo uno- meloseo Marina, consiguiendo su particular pleno al quince.
-
Jijiji vale...te voy a dar uno, trabajas y lo mismo, te mando más
por mensajitos- se derrumbó la chica dura como un castillo de
naipes.
-
Ayyy- suspiró Marina más allá de encantada- Si, por favor.
-
Jijiji, bien pues...un beso y te- la sinceridad de sus palabras la
hicieron detenerse de golpe y cerrar los ojos fuerte. Marina no sólo
tenía la mirada tan limpia como su padre ante la que es imposible
mentir, ahora compartía poder, con su voz.
-
¿Te que?- quiso conocer la finalización de la frase Marina, con el
ritmo cardíaco acelerándose. Llevaba días callándose justo, la
frase inacabada de Inés.
-
Te...te, Marina- pataleo cualquiera cosa Inés. Ni ojos cerrados, ni
pataleos aniñados. Marina lo acabaría consiguiendo.
-
¿Que Inés?- insistió mordiéndose los labios de pura ansiedad.
Sintiendo los mismos nervios, que sienten dos crías cuando se
juran amor eterno.
-
Uffff- suspiró Inés casi temblando. Era más, mucho más que esa
frase tan manida por el mal uso.
-
Dios cariño...yo si que estoy queriendo- a bocajarro lo dijo Marina
sorprendiendo a ambas, sin necesitar que Inés dijera nada. Y
suerte, porque Inés se estaba regañando por ponerse a llorar y fue
peor, cuando miro la butaca donde su madre disfrutaba del jardín.
Hasta pareciera que la veía sonreír ahí sentada.
-
Le hubieses encantado, ¿sabes? Hubieses sido su preferida con
diferencia- dijo Inés entre lágrimas. No tenía caso esconderlas.
En su frente, el recuerdo de la sonrisa más bonita, la de su madre y
al teléfono la de Marina.
-
Uhm...a mi me encantan tus padres sin haberlos conocido . ¿Sabes que
vamos a hacer? No aguanto más sin verte y si seguimos en nuestras
rutinas nos dejamos absorber y nada conseguimos. Tenemos unos días
libres en común esta semana. ¿Nos vamos a Suances?- propuso
queriendo volver a escucharla sonreír.
-
¿Suances?- se extrañó Inés, por el improvisado plan. Aunque
ninguna mala pinta tenía.
-
Aja, los padres de Laura tienen allí una casita.. paseos, desayunos
a pie de mar, ruta de vinos y hacer el amor- enunció dejándose
llevar y prácticamente ya se veía allí con Inés- A mi me suena
genial. ¿Y a ti?
-
Super mega genial, siii...¿podremos pescar?- se entusiasmó Inés,
recuperando su humor más gamberro.
-
Jajaja, si cariño...en pescar estaba yo pensando- le contestó
claramente retórica Marina. Bastante que no volvía a encerrarla
hasta desfallecer ambas.
-
Montar en bici, pues- prosiguió Inés, probando su especial cohete.
-
Si, claro en bici también- comenzó a inquietarse Marina. A ver si
al final, Inés tenía más de infantil de lo que parecía.
-
Que si...y nos comeremos un Macdonald en el coche. Es guay- continuó
Inés, reteniendo la risa que le producía la respiración más
alterada de Marina.
-
Inés...- suspiró Marina. Apenas serían unos días e Inés, Inés
seguía provocándola.
-
Joder...¿podre meterte mano en un atardecer frente al mar?- cambio
de rumbo y los segundos que Marina tardó en contestarle le supieron
a gloria. Una auténtica leona, su chica.
-
Ahí...ahí vas bien, cariño- la aplaudió Marina volviendo a
respirar. Por un momento se había visto transpirada en mallas y
paradójicamente engrasándose con un menú de más de mil quinientas
calorías.
-
Seeh...después de unos cuantos kilómetros en bici, lo veo-
apuntilló Inés al borde de la carcajada.
-
Inés joder.. - protestó Marina, ya habría tiempo de bicis y pescas
cuando pudieran verse al menos una vez a la semana. Que tanto no
pedía, para que no pudiera estar siendo.
-
Jajajaja, pero que no puedes pensar solo en hacerme el amor. Que soy
mujer y tu heterosexual- bromeó con ella, Inés. El cohete ascendía
tranquilo y las bromas se podían permitir.
-
Jajaja verdad...pero no, cariño. Yo ahora soy super Inesexual.
¿Sabes que significa?- coqueteo con ella Marina, consultando su
reloj. Prodigioso lo rápido que corría el tiempo estando con ella.
-
Seeh...voy acabar hechita polvo- respondió Inés con fingido
desánimo.
-
Eso es...cuando quieres, me entiendes a la primera, cariño mío-
encantada, Marina continuó coqueteando con ella, aunque arrugó los
labios, ya la reclamaban para continuar trabajando.
-
Vamos a tener cuidaito con las cursilerias, amor de mis amores- lo
mismo hizo Inés, temiendo que Marina tuviese que volver al trabajo.
-
Jajaja, te lo has ganado, dame otro beso- le pidió sabiendo de
antemano el inmediato efecto de timidez en Inés.
-
Jolines- protestó Inés, intimidándose como sabia Marina. Así,
Marina no sabia como era capaz de controlarse y no mandarlo todo a la
mierda, para ir a por ella y comérsela de a una.
-
Es lo que hay, cielo. Dámelo, va...
ARTISSTAZAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!! que pedazo de historias, detro de una historia ES LO MAS GRANDIOSO DE SUPER DEMASIADO con INDESCRIPTIBLES SUPER EMOIONES!!!!!!!!!!
ResponderEliminargracias por tannntiiiiisimoooooooooooooo
Y hoy...q podría doblar trozo...ay
ResponderEliminarPoco a poco Marina va controlando sus celos, me encanta.
ResponderEliminarGracias por el trozo Gemo.
L.a.c.e.r
Aquí tormenta y lluvia y frío. doblar trozo sería ideal. Porfavor Gemo!!! y GRACIAS.Es un disfrute leerte.
ResponderEliminarConstance
.....TEJIDA A BASE DE...TERNURA..DE LA BUENA...DE PASIÓN...DE ENCUENTROS...DE BESOS ESCONDIDOS...DE ''TE QUIEROS'''CALLADOS...DE LAGRIMAS...QUE QUEDAN SUSPENDIDAS POR UNA SONRISA...UN ROCE...UNA CARICA...
ResponderEliminar.....ASÍ....ASÍ SE HACE ESTA HISTORIA...Y LA DUEÑA...LA QUE LA HACE POSBLE EN CADA UNA DE LAS LETRAS QUE DE TU CABECITA SALEN...TÚ....ESCRITORA...TÚ....QUE UNA Y OTRA VEZ..LAS ENVUELVES CON ESE SELLO TUYO...ÚNICO¡¡¡¡ COMO LO ERES TÚ¡¡¡
.......GRACIAS.....POR TANTO¡¡¡
CELESTE-NEGRO
..... Y GENIO...Y FIGURA...
ResponderEliminarCELESTE-NEGRO