viernes, 15 de agosto de 2014

112- Emergencias 38


El almuerzo conjunto con la madre de Marina, fue para Inés, una oportunidad perfecta para conocer una nueva faceta de Marina. Desinhibida y completamente relajada, se mostró ante ella con su madre, sin que en ningún momento dejara de buscarla bajo la mesa. Ni Marina ni Lucia, eran personas dadas al empalago, ni a las vueltas sin sentido. Ni una, ni la otra, mostraron hablar hablado sobre Inés, limitándose a hablar de esto o aquello, como si Inés, llevase tiempo en sus vidas.

La afabilidad de Lucia, y la increíble conexión con Marina, comenzaron a pasarle factura, al recordar que ella no podía compartir una mesa igual, con Marina y Carmen. Ella no podría presentársela  a su madre de ninguna de las maneras. Ni como amiga, ni como compañera, ni como nada. Sus tristes anhelos comenzaron a ahogarla, necesitando altitud. Ajenas a su real situación, Lucia prosiguió conversando.

- Una pena que tengas que volver a El Espinar, me hubiese gustado tomar una copa con vosotras esta noche- le dijo sin extrañarse de que Inés se tirara de la camiseta, achacándolo al calor que comenzaba a hacer- Por cierto- continuó para Marina a pesar de que Inés, sólo había sonreído- Podríamos ir, quedamos con Laura- siguió con sus planes. Cargada de trabajo, le apetecía una noche con su hija y su loca amiga.

- Ja...llevo días sin saber de ella, está desaparecida. Creí que me iba a encontrar multitud de mensajes y nada, apenas uno- la informó Marina, buscando la sonrisa cómplice de Inés. Hasta que su madre llegó, su móvil había estado olvidado por completo. Normal, que en los últimos tiempos hubiese estado pegada a él, no había sido por otra causa, que la misma Inés. Teniéndola cerca, el móvil perdía todo su interés. E Inés volvió a sonreír por inercia. El árbol que veía en el  jardín de Marina no era lo suficientemente alto y ya había llamado bastante la atención desvaneciéndose delante de Lucía. Pero el aire continuaba faltándole y al final, tuvo que buscar una salida.

- Me...me vais a disculpar, pero tengo que ir al baño- se disculpó con la excusa más sencilla y trato de no aparentar mucha prisa. Tranquila salió de la cocina y recorrió después el salón, pero una vez en las escaleras, comenzó a correr hacia la habitación de Marina, desde su balcón podría ascender hasta el tejado. Creyendo no estar siendo vista por nadie, salió a él y tardó poco, en encontrar como subir. Mientras en su propio coche, recién aparcado en la calle de Marina por Laura, ésta abría los ojos sorprendida.

- Dime que me quedan restos de Marihuana circulando por mi cuerpo, porque juraría que tu hermana está escalando la casa- dijo a Karla, haciéndola salir del coche, para asegurarse. Efectivamente, Inés llegaba con la agilidad de siempre, hasta el tejado de la casa.

- Joder...¿que le ha hecho?- se quejó Karla, conociendo de sobra a su hermana. Obviando, que Laura no la conocía tanto.

- Ya estamos.. Como Marina es hetero, Marina es una zorra- por igual se quejó Laura, sin que Karla pudiera prestarle atención. Ver subir así a su hermana, le trajo un recuerdo.

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Cada vez que su padre llamaba desde Kosovo, las tres trataban de ser las primeras en hablar con él. De normal, Carmen les cedía el teléfono primero a ellas, para después quedarse más tranquila hablando con su marido. Pero aquella noche, Inés cedió su turno pidiendo hablar con su padre la última.

- No quiso ponerse, quiere después- escuchó cómo su madre a baja voz, le comentaba a su padre- Está muy rara, Roberto...no me hago con ella- las palabras de su madre, le hicieron mirar a su hermana, sentada en el sofá con la cabeza gacha. Como decía su madre, Inés estaba de lo más extraña y ni siquiera, la dejaba ir al pueblo con ella- Roberto lo que no te diga a ti, es imposible que me lo diga a mi. Si, me calmo...pero, ¿no será cosa de esa mujer?

Esa mujer, Karla llevaba días escuchando esa alusión a alguien de quien siempre hablaban en voz baja, como escondiéndose. Bastante más pequeña que Inés, se despreocupo de lo que su madre hablaba para acercarse a su hermana.

- ¿Inés me tocas el pelo?- fue su manera, de hacer que Inés dejara de mirar al suelo, para mirarla a ella- Jijiji me gusta, que lo hagas.

- Ven...siéntate en el suelo. ¿Quieres trenzas?- le preguntó Inés ayudánda a acomodarse entre sus piernas.

- Si, muchas- le pidió sonriendo contenta. Inés no la había rechazado y enseguida comenzó a bromear con ella. Hasta que su madre, llamó a Inés para que se pusiera al teléfono. La intención de su madre, era que ella le acompañase a la cocina, así Inés hablaría tranquila. Pero como todo un bicho que era de nueve años, se las arregló para regresar al salón, sin que Inés se diese cuenta.

Siendo la pequeña, no le hacía falta escuchar las palabras de su padre, para imaginarlas.

- No estoy seria.

- Inés

- Y todo esta bien

- Inés

- Soy mayor y como soy mayor, te pregunto lo que preguntan los mayores. Si comes bien, si duermes o si

- Te echo tanto de menos como tu a mi, Inés.

- Es mentira

- Nunca te miento. ¿Lo haces tu?

- Yo...yo, no estás aquí Papi, no estas.

- Sabes que no puedo

- Y...me están pasando cosas y tu no estás.

- ¿Que cosas?

- No voy a decírtelo.

- Inés no me hagas esto, no puedo verte y han prorrogado mi tiempo aquí. Dímelo, dime lo que sea.

- No

- ¿Por que no Inés?

- Porque te mentí...te mentí por ella y..tú tenías razón.

- Vale...volviste a verla.

- Si

- Bien

- Bien no, Papi. Me estoy muriendo y no estas aquí conmigo.

- Vamos a hacer una cosa. Lo voy a intentar, pero no te aseguro nada.

- ¿Vienes? ¿Vas a venir?

- No...a ver como lo hago aquí y como convenzo a Mami, para que seas tú quien venga. ¿Si?

El si de Inés prácticamente llorando, le hizo contagiarse sin entender mucho de lo que estaba pasando. Apenas era una niña, viendo a su hermana mayor llorando, seguro que como su padre.

- Y si...te echo mucho de menos, todas lo hacemos Papi.

- ¿No estas subiendo?

- Papi, ¿cómo te digo que soy mayor? No puedo subir a un tejado a esperar que pase una pájaro de acero y creer que él, te llevará mis besos.

- Pues yo lo hago, Inés...lo hago por vosotras...sube ahora mismo con Karla.

- Pero Papi

- Es nuestra forma, Inés. Dame el gusto, sube..  yo también lo haré. Voy a subirme al hangar de los cazas americanos.

- Jajaja no puedes, son muy altos.

- Ah...yo tengo las alas. ¿Que tienes tu?

- Yo tengo la locura.

- Y así... ¿juntos que somos?

- El pájaro loco

- Esa es mi chica. Seguro me subo al hangar antes que tu.

- Uno

- Dos

- Corre al tejado Karla.

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Cómo aquella noche en que corrió tras Inés, tumbándose en el tejado de casa, esperando que pasara un vuelo comercial, igual en medio de la calle, mirando a su hermana sentada en el de Marina, se emocionó.

- Snif.. No me llores, ven a mis micro pechos- la abrazó Laura haciéndola reír, sin que ellas tampoco fueran conscientes de que las miraban.

En su caso, eran Marina y su madre, las que desde la ventana de la cocina, bebían de sus tazas de café, con vistas a un abrazo emotivo.

- Ehm cielo- musitó Lucia subiendo una ceja-¿ Hay una especie de virus y yo no me enteré?

- Jajaja... En Laura es imposible, que va- negó Marina, aunque la forma en que Laura acariciaba el rostro de Karla, le hizo mirar a su madre con idéntica mueca.

- Hace un par de horas, hubiese dicho lo mismo sobre ti- contestó Lucia a su mueca, antes de que ambas se echasen a reír- Salgamos a ver.

Para cuando salieron al jardín, a recibir a Karla y Laura, Inés seguía en el tejado ajena a la nueva visita. Quien si se percató que salían fue Karla que sin todavía soltarse de Laura silbo fuerte, escandalizándola.

- ¿Pero que haces?- se quejó al momento Laura, soltándola como si quemase.

- Me apeteció silbarte, estas cañón- tuvo que  improvisar Karla. A las espaldas de Marina y la mujer que la acompañaba, veía a Inés descolgándose del tejado. El silbido-mensaje había sido captado. Aunque ahora le tocaría lidiar con Laura y su pestañeo Monroe.

- Ayyy, el toquecito justo de bronceado que hemos cogido. Me sienta genial de siempre, silbame otra vez que lo escuche Marina- le pidió sin ser conscientes de que Marina estaba ya en su verja escuchándola.

- Te he escuchado pedírselo- desbarajusto sus planes Marina, ante la sonrisa cómplice de Karla.

- Menudencias, estoy cañón...es un hecho- se vanaglorio a lo Elizabeth Taylor, agradeciendo a Hollywood sus años cincuenta, época de oro, donde ella encontraba los mayores exponentes femeninos, donde copiar- Ayyy- con tanto yo, hasta ese momento no se había percatado de la presencia de Lucía. Doctora de profesión, madre de su más íntima amiga y sobre todo, el doble exacto de la sensual Jane Russell y sus afamados pechos- Ayyy- volvió a repetir suspiro fanático. Lucía estaba abstraída por la familiaridad del rostro de Karla con Inés. La misma que llegó tras Marina, haciéndola cerrar los ojos placenteramente al apoyar la mano en su cadera.

- Adore esta tontería de gesto, la primera vez que lo hiciste- dijo Marina para Inés, extrañándose por como ésta miraba a Karla- ¿Estas bien?- se interesó maldiciéndose por no ser capaz de reconocer sus formas. El si suave de Inés, la tranquilizó mientras el torbellino de  Laura besaba a lo Hollywood a su madre.

- Querida, estas espléndida- supo ganársela Lucía. Después de todo, conocía a ese torbellino desde que era solo un moco. Y consiguió lo que buscaba, Laura se cogió a su brazo como si ambas fuesen Jane y Marilyn en plena alfombra roja saludando a los periodistas.

- Un momento- exclamó Laura, olvidándose de periodistas al caer en que Lucía estaba junto a Inés y Marina- ¿Me he perdido la bollo presentación?- preguntó sorprendiendo a todas. La primera Inés, que quiso volver al tejado de puro acojone, pero la risas de Marina y Lucia, retuvieron su impulso. Parecía que hasta siendo una de las protagonistas de la bollo presentación, también se la había perdido.

Tras las presentaciones necesarias entre Karla y Lucía, éstas tuvieron que despedirse. Al día siguiente aún les quedaban cosas por hacer en el pueblo de sus padres. Estando ya en el coche camino a su casa, sin necesidad de hablar sobre lo sucedido a Inés, Karla la miró de seguido, hasta que tuvo claro el porque del brillo especial en los ojos de Inés.

- Que Cabrona...te has hinchado a follar- afirmó con absoluta confianza, conociendo a su hermana. Y bueno, bastante mierda tenían encima, como para no aprovechar unas buenas risas entre ellas.

- Jajaja, no te puedes hacer una idea- no disentio con ella Inés, ganándose algún empujoncito.

- Que guarras...pero bueno, ¿y ahora que?- quiso saber, dando por hecho que ese brillo especial, era más que por haberse desgastado.

- Pues ahora...pues- titubeo Inés, sin saber muy bien que decirle- ¿Seguir conociéndonos?

- Era hetero, Inés...esa ya no te suelta.

El camino de regreso a su casa, sirvió para que ambas conversaran poniéndose al día. Igualando a Marina y Laura.

- Bollo cuéntamelo todo, Marina por tu madre...no te guardes nada. Dios mio...si hasta tienes cara de bollo salida.
 
 
 
 

10 comentarios:

  1. Me llena de ternura el afan de buscar las alturas de Inés. me quedo con ganas de saber que pasó entre Karla y Laura. grande Gemo!!!!
    Constance

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  2. ARTISSSSTAZAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!! muero de TANTO como das, eres de otro mega super mundo
    GRACIASSSSSSSSSSSSSSSS

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  3. amoooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
    brigoninha

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  4. Laura siempre me saca una sonrisa eso de los restos de marihuana en el cuerpo fue genial.. Ines me parte el corazon, sus tristeza, su dolor sus perdidas han sido tan grandes que no entinde como aceptarlas y busca en los tejados, en las alturas de la manera que le ensenaron esa conexion con sus seres queridos. De verdad son emotivos, tiernos esos recuerdos que marcaron su ecensia y gran aprte de su personalidad.

    La madre de Marina me encanta y la complicidad que hay entre su hija es fantantica.

    Me encanta gemo... la historia en general es simplemente maravillosa!!!

    Cari.

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  5. No añadire nada..ultimamente lo hago mucho..esta todo dicho...
    Ternura..dolor..risas y ellas dos..conociendose mas y mas..
    Conectandose mas y mas..y faltaba esa madre...como dice mi borde favorita..me encanta con que naturalidad lo encaja todo...
    Un relato emotivo y precioso Gemo...Grande tu niña...

    Divina-Wilson

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  6. lo cierto es que Marina se convertira en" el tejado " de Ines ,ella sera lo que le dara la tranquilidad en esos momentos en que siente que se ahoga por sus emociones .Gemo gracias por tan hermosa y emotiva historia .

    Estrella fugaz

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  7. HOOOOOOOOOOOOOLAAAAAAAAAAA¡¡¡¡¡¡¡ GEEEEEEEEEEEEMOOOOOOOOOOO¡¡¡¡ hoy estas muy guapaaaaa¡¡¡¡ jijijijijijijiji muuuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaa
    un besico desde R.

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    1. Jajajaja, vamos ya...¿no era que lo estoy siempre? Pues sabes lo que si ocurre siempre? Que vuelvo a ti, una y otra y otra vez. MOGE y se acabó.

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    2. ¿Que vuelves? ¿como que vuelves?¿ acaso te le vas?

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  8. .... Y DE NUEVO..'''ESE TORBELLINO DE PASIONES...DE SENTIMIENTOS ENCONTRADOS''' MOMENTOS DUROS ...VIVIDOS CON OTROS MARAVILLOSOS DONDE SE DESCUBRE EL AMOR...DONDE LOS COLORES...LAS ROSAS..LAS SONRISAS....VAN AL LADO DE ESE DRAMA..DE ESA PERDIDA..DE SABERSE SOLA EN ESA PARTE DE SU VIDA...Y DONDE Y COMO PILAR IMPORTANTE...AHORA UNA MUJER...LE DA LA MANO...ÑA MISMA QUE ELLA ACARICIA COMO LE ACARICIA EL ALMA MARINA A ELLA ...SOLO TENIENDOLA QUIZÁS..CUANDO MÁS LA NECESITA...EL AMOR Y EL DOLOR DE LA MANO...UNA CARA Y LA OTRA DE LA VIDA...

    ESCRITORA¡........HACES QUE ''CADA MOMENTO''' SEA ÚNICO...COMO ¡¡¡ÚNICA¡¡¡¡ ERES TÚ.....TROCITO LLENO DE TODO...ARREBATADOR...DEVASTADOR...REAL¡¡ COMO LA VIDA MISMA¡¡¡¡

    ....GRACIAS.....POR ¡¡¡TANTO¡¡¡

    CELESTE-NEGRO

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