112- Emergencias 47

Por suerte para su ego profesional, la asesora de la Presidenta, fue quien se ocupó de su estado, aunque no fue tanta suerte. Ver a la famosa pareja, tras la asesora, con la inspectora buscando algo en sus bolsillos y la Presidenta encontrando ese algo en uno de ellos, la hizo sonreír enamorada, al recordarse haciendo eso mismo con Inés.

- No me recuerdas nada, o el desvanecimiento fue más preocupante de lo que parece- le dijo la asesora, haciendo que volviese a mirarla. Mejor, quizás así dejaría de sonreír como pava enamoradiza- ¿Marina?

- Perdona- se incorporó ante su llamamiento quedando sentada- Estoy bien, ha debido ser todo el estrés acumulado- continuó excusándose. Ya habría tiempo de pensar en las pocas veces en que a ella le bajaba la tensión tanto como para caer desfallecida. La asesora proseguía mirándola, esperando que la recordase- Espera- pidió tiempo sonriendo. Por supuesto que la reconocía- Jaja, dios...Raquel, Congreso en León hace dos años.

- Siestas gratis en Hotel- jugo divertida con las cejas Raquel. Aquel Congreso dio para muchas copas, risas y algún que otro compartió siesta aprovechando la invitación del Hotel- Estas igual- la piropeo encantada de haberse encontrado en un nuevo Congreso.

- Tu también- al reconocerse ambas se saludaron cariñosas. Sin que a Raquel, se le olvidase el desvanecimiento de su compañera de partido.

- Me has dado una buena forma  para caer sobre una poli- le dijo claramente en broma, esperando que Marina recordase todo lo que ambas se habían contado en aquel Congreso.

- Ay si, tu poli...- recordó Marina sin llegar a recordar el nombre de la pareja de Raquel, pero no hizo falta. Raquel suspiraba exageradamente por su Poli.

- Mi Eri- la secundo Raquel, mirando por un momento a la pareja que tras ella, parecía costarles separarse- Maca ya tienes que salir o le daréis trabajo a las malas lenguas- les dijo ante la curiosidad de Marina, que no perdía detalle de ambas. A sus ojos, las dos se veían super complementadas y le encantó, como Esther se despidió de ella con una suave caricia en la mejilla. Daría lo que fuese, porque Inés estuviese tan cerca de ella, como lo estaba la pareja. La inspectora no se marchó sin volverla a saludar y a solas, con Presidenta y asesora, se recordó sus funciones. Debía anunciar la visita que desataría los flashes de la prensa y la expectación de los asistentes. Más recuperada se incorporó del todo, dispuesta a hacerlo, ante la mirada cómplice de Raquel.

- Deberías descansar un poco más, prefiero que no se me anuncie- le pidió la Presidenta sorprendiéndola. Se encontraba mucho mejor y después de todo el trabajo realizado, no pensaba quedarse tumbada en un sofá- No es por ti, solo.. Es que quiero sorprender- prosiguió explicando sus intenciones la Presidenta al entender su disgusto.

- Ah...de igual forma, le acompaño hasta el anfiteatro- se ofreció esbozando una sonrisa que provocó la mirada más directa de la Presidenta. Ante su examen, se obligó a mantener la sonrisa, ocultando la inquietud que le producía su mirada.

- Es la suerte de este partido político. Tras nuestros rostros, los conocidos, estáis vosotros trabajando sin descanso- habló la Presidenta dejando su examen para abrir la puerta de la sala, sin olvidar para que estaba allí. Marina la entendió y acepto pasar primero ella- Eso es lo que hay que empezar a mostrar al ciudadano. Las otras caras, que en muchas ocasiones, merecen mucho más protagonismo y cuentan con la ilusión innata de quien cree en unas ideas más allá de un sueldo o militancia- prosiguió invitándola a caminar junto a ella. Marina volvió a respirar y se sonrió, por algo desde que Esther García llegase a la política, le había encantado- Como dirían en cualquier tertulia televisiva, no todos los políticos están para llevárselo calentito- concluyó caminando a la par que Marina, quien no pudo evitar sonreír sin estar atenta del todo a las palabras de la Presidenta. Laura tenía razón, su mundo se había convertido en un bollo mundo. Nunca antes le había dado importancia a la relación lesbica que mantenía la Presidenta y ahora caminando junto a ella, se la daba toda. Esa mujer había dejado un matrimonio de años por una mujer y en ningún momento, había ocultado esa nueva relación- Hablo demasiado- musitó la Presidenta al ser consciente de su lejanía- Todo un encanto, tu piloto- soltó recuperado toda la atención de Marina y solo, por un pronombre utilizado- del Centro de Emergencias, quiero decir- sonrió traviesa y Marina rodó los ojos con complicidad, antes de echarse a reír.

- Jajaja si- rió sin cortarse Marina. Tontería hacerlo, la Presidenta le había pillado por entero- Tiene un imán, es igual de atrayente- confesó sin reparos, ante la mirada pausada de la Presidenta, deteniéndose a pocos metros del anfiteatro.

- Mm...- murmuró sonriendo en calma- pasamos los días interactuando con otras personas, bien sea en persona, por teléfono o redes, y de repente, unas palabras escuchadas o leídas, te atrapan como en una telaraña y te sorprendes queriendo más, y si tienes la suerte de que te respondan con la misma pasión que tu pones en cada letra, comienzas a sentirte invencible y en consecuencia, te fortaleces meciéndote en esa telaraña. Basta coger su mano, para enfrentarte a todo lo negativo que pueda llegar- realizó una pausa, perdiendo la vista en un punto muy concreto al que Marina no pudo evitar mirar. La Inspectora se había camuflado tras unas grandes columnas, seguro queriendo verla subir al escenario. Las dos, sonrieron mirándola, antes de volver a mirarse ellas- Y a veces te ves recibiendo una mirada, que por ella sola, basta cualquier gigantesco esfuerzo. Si, definitivamente hay gente con imán- terminó guiñándole un ojo para entonces si, salir al anfiteatro que al distinguirla, prácticamente se cayó entre vítores. Marina no pudo estar atenta a las palabras de quien tenía el turno de palabra, ni a los aplausos, ni a la Presidenta saludando antes de tomar la palabra, solo pudo observar la mirada tan especial con que la Inspectora contemplaba a la mujer, más que a la Presidenta desde lejos.

- Es única levantando a las masas- la voz de Raquel situada a su lado, la sobresalto un tanto. Normal, Marina estaba deseando sobre si, la mirada que Esther García recibía. Una mirada especial, la mezcla perfecta de admiración y amor.

- Aja- contestó necesitando carraspear y cayendo en que Raquel era otra bollo compañera, se dejó llevar por la curiosidad- ¿Que buscaba la Inspectora en sus bolsillos?

- Pues..- dudó Raquel sin saber muy bien por lo que Marina le preguntaba, hasta que cayó en ello- Unos pendientes para Sara, perdona...para la hija de Esther...ya de por sí era una consentida, pero con Maca rompe moldes de malcrianza- le contó llevada por la confianza que Marina le provocaba, sin recordar si ésta tenía hijos- ¿Tú tienes hijos?

- No, para nada- contestó muy convencida Marina, cruzándose de brazos, dispuesta a disfrutar de Esther García comiéndose el escenario. Raquel en cambio, se quedó mirándola a ella. Según lo contado por Esther, Marina tenía o podía tener un affaire con una piloto del 112. Hecho que le hizo gracia, estaban rompiendo estadísticas. De buen humor, de pronto le apeteció jugar un poco con la seria doctora.

- ¿Casada?- fingió verdadero interés, extrañando a Marina.

- Eh no...- contestó por inercia.

- Pareja o

- Pareja si...- la interrumpió Marina sin saber muy bien, adonde quería llegar Raquel- ¿Por que tanta pregunta?

- Probaba como te desenvuelves- le contestó sonriente Raquel, tranquilizándola- La mujer que ves ahí- señaló con el rostro a la Presidenta- madura, trabajadora,  muy inteligente e innegablemente atractiva, también debe soportar expresiones como...ya llego la bollera, vanos intentos de descalificarla. Yo al principio, para hablar de mi relación, siempre usaba el término neutro, quien quisiera saber que preguntase directamente. Con los años, me he dado cuenta que da igual, sino eres la bollera, eres la tetas, la gorda, la pelirroja, la inmigrante, la sudamericana, la vizca y así...quien quiere descalificar por deporte, siempre encuentra la forma- concluyó sin saber muy bien porque le soltaba ese rollo o más bien, al entender que hacia dos años, Marina no había sido lo sincera que ella si fue al haber de su vida. La mirada extraña por la información recibida de Marina, le hizo querer cambiar de tema- Bueno, al menos ya sabemos que el embarazo no es la causa de tu mareo.

- Pues claro que no- corrió a confirmarla Marina, sin ser consciente de como toda ella se había erguido rígida.

Claro que no existía esa posibilidad. Llevaba tomando anticonceptivos prácticamente desde su mayoría de edad y jamas follaba con un tío que no conociese lo suficiente sin condon. En esa regla no podía incluir a Manu ni a Xavier, del primero hacia meses y del segundo...del segundo prefirió no acordarse lo que le quedo de día. Como tampoco le apeteció contar los días de retraso que llevaba. Mucho mejor y más tranquilizador, fue achacar su desvanecimiento a una mala alimentación y los nervios acumulados en días. Algo parecido a lo que le había ocurrido a Inés.

Y fue a Inés, a quien llamó desde la puerta del restaurante donde cenaría con algún miembro destacado de la ejecutiva general de su partido. El saludo de Inés, nada más descolgar, ya la hizo sonreír, aunque se extrañó por el ruido que escuchaba.

- ¿Estas conduciendo?- le preguntó extrañada, creyéndola de bar en bar, entre pinchos y vinos, con sus amistades de toda la vida.

- Ehm..si, es que...bueno, ay que se me olvida. ¿Tu sabes que plan tenía Laura para esta noche?- contestó sin contestar del todo Inés, dejándola inquieta- Marina- insistió en saber por su tardanza.

- Pues.. Creo había quedado con Nacho- le contestó Marina, anclada a la evasiva dada por Inés.

- ¿Nacho?- ahora quien se extrañó fue, Inés- ¿Quien es Nacho?

- Te he hablado de él, ¿recuerdas las fotos de peques donde salimos con un nene? Es Nacho, nos conocemos desde párvulos- le explico Marina, mordiéndose una uña. Inés mucho preguntaba pero nada decía de lo que ella estaba haciendo.

- Ah..vaya- fue la escuela contestación de Inés con cierto rintintin, que a Marina no gusto en absoluto.

- Ah vaya, ¿que?- molesta quiso saber a que se debía el rintintin empleado por Inés.

- No que...¿y para que queda con el?- pero Inés prefirió seguir sabiendo de la cita de Laura.

- Para lo que quiera, ¿no?- le contestó Marina, empezando a subir cómo la espuma. Inés conducía hacia donde ella no sabía, y encima su interés estaba en Laura.

- Pues...pues claro que si, si es su amigo pues- titubeo Inés, tragando saliva. Podía escuchar el ruido de la espuma subiendo.

- Se lo folla cuando quiere como amigos que son, eso es- a bocajarro le soltó Marina. Total, la espuma estaba al borde del vaso, solo había que dejarla caer.

- Me...Marina- la llamó Inés, si llegaba al desbordar el vaso, no había de otra que mancharse y ni mijita de ganas tenía ella, menos conduciendo cómo estaba hacia Madrid.

- Inés- la imitó Marina, consiguiendo molestar a Inés, en una ilógica cadena que solo los amantes son capaces de crear.

- Pues si que tenéis buenas amistades- dejo caer con toda la intención Inés.

- Ya sabía yo, lo traerías a nosotras- se quejó al momento Marina. Comenzaba el tiqui-taca, más ilógico y perturbador de cualquier pareja.

- Tu me dirás...también es tu amigo- apuntilló Inés, muy poco interesada en Laura y el tal Nacho, y muy, de Marina y el payaso del Nacho ese.

- Pues fijate...no me lo he tirado, vaya por dios que casualidad- la prosiguió Marina con evidente sarcasmo, que a Inés no le tranquilizó mucho.

- ¿Seguro?- insistió la piloto, pensando en las pocas pistas de aterrizaje que hacían falta con tanto payaso suelto donde aterrizar tan tranquilamente.

- Puede que alguna vez, ¿pasa algo?- a cosa hecha dejo la duda Marina. Si ella sufría cambios de humor vertiginosos, lo suyo es que Inés, la acompañase sufriendolos por igual.

- ¿Si o no?- quiso saber Inés, necesitando de una libreta para apuntar sus próximos aeropuertos a inaugurar.

- ¿Te has tirado tu a alguna amiga?- la pregunta de Marina, le pillo de improvisó e Inés, tuvo que recular. Los celos para otro momento, mejor.

- Estamos hablando de ti- se escabullo encogiéndose. Marina era capaz de gritar.

- Mentira..hablábamos de Laura- la corrigió Marina, alzando la voz. Ni sabia hacia donde conducía ni las tías que había manoseado. Era para gritar de puro coraje.

- Marina...dime con cuantos de una vez. Dímelo, porque esto de ir enterándome de a poco, me mata- volvió a los celos, Inés. Ahora lo mejor era saberlos todos, tratar de digerirlo, llegar a Madrid y comérsela por mala. Era una genial idea, joder.

- Cuando sepa yo de tus amiguitas- contraatacó Marina, haciéndola abrir los ojos. Mala y muy bicha era, si señor

- Ah no..de mi no estábamos hablando- de nuevo se escabullo Inés, orgullosa por la rápida evasiva demostrada.

- De mi tampoco, ¿que te parece?- insistió Marina en acorralarla de mala manera y el tiqui-taca demostró no ser muy longevo. A Inés le dio la risa. Marina era capaz de revólverla por entero en cualquier sentido.

- Jijiji...venga, ya esta. No te enfades, ¿si?- meloseo no queriendo perder más tiempo. Ya lo habría para investigar y que el estomago le ardiera, ahora primaba su visita sorpresa.

- Ahora me las dices, que vea yo lo monja que me has esperado- siguió a lo suyo Marina. Tantas no podían ser, Inés era más de pareja estable que de cama revoltosa o eso quería creer.

- Jijiji...a ver, ¿no prefieres un beso?- insistió en el meloseo Inés. Iba a verla y lo que menos le apetecía era encontrársela cabreada como una mona por algo que pertenecía al pasado de ambas.

- Vamos...dímelo y dámelo, eso sí- ni tonta ni tan calva. Marina estaba a todo, al regaño y a los mimos.

- ¿Y si te digo que tengo una sorpresa para ti?- prosiguió Inés, sabiendo cómo llevársela a su terreno.

- Se me pasa todo, ¿que es?- enseguida olvido todo Marina. Increíble como con Inés las sorpresas llevaban una inquietud única, que le hacían rejuvenecer al momento.

- Jajajaja, eso es ...pero ah.. No te lo puedo decir por ahora. Te voy a dar un beso, y llamame tu cuando estés en la habitación, ¿si?- rápido contestó Ines, temiendo al poder de Marina  sobre sus verdades.

- Inés, no...no vayas a colgarme sin decírmela. Inés no me...joder, ya me ha colgado.

Para Marina ya no hubo cansancio, ni celos, ni retrasos en su período, lo que hubo, fue ilusión por poder llegar cuanto antes a su habitación de Hotel, ducharse, acomodarse en la fría cama para su ritual de cremas y llamarla, esperando una sorpresa que llevaba media hora aparcada a las puertas del hotel.

Como en la puerta de Laura, estaba Karla...