martes, 12 de agosto de 2014

112- Emergencias 35


Los móviles de ambas, los que las habían unido por meses, recibían llamadas, mensajes o correos, sin que nadie les hiciese caso. Ellos que habían provocado nervios, ilusión e incluso alguna bronca, ahora eran omitidos por completo, como si en verdad, fuera la vida hubiera dejado de existir y ellas fueran las únicas supervivientes.

De los juegos pícaros, a otros que permitían conocerse más íntimamente. Sin tiempo marcando sus vidas y sin ningunas ganas de soltarse. La naturalidad con la que Marina se mostraba ante ella, como si en verdad no fuese la primera vez que se encontraban piel a piel, tenían emocionada a Inés y por igual estaba Marina, consciente de que en ningún momento, sus cuerpos dejaban de estar en contacto, buscándose constantemente. El siguiente turno de preguntas, les cogió con Inés sentada mal cubierta por la sábana y Marina por igual semitumbada en frente de ella, jugueteando con Inés usando su pie.

- Te toca y rápido, que yo ya pensé la siguiente mía- la apremio Inés, atrapandole el pie, para llevarlo a su boca. La misma que estaba rendida al sabor único de Marina. Mordiendo la planta del pie, volvió a verlos. Ahí estaban junto a ella en la cama, irrespetuosos acomodados en la almohada con sus gracias manos tras la nuca y a piernas cruzadas. Los retazos de su alma, corazoncitos chistosos de largas piernas y brazos, que disfrutaban como ella de esa cama y más concretamente de su dueña, quien ajena a las imaginaciones de la piloto, se aprovechaba de su hipnosis para rescatar su pie y bajar hasta las chapas identificativas que colgaban del cuello de la piloto.

- Tengo pregunta- musitó Marina, intentando agarrar una de las chapas con los dedos de su pie- Pero se, que la respuesta me puede poner de muy mala hostia- confesó entrecerrando los ojos. Sin duda le pasaría. Recordado lo hablado con Laura sobre esas chapas y habiéndolas sentido rozar cada parte de su cuerpo, la pregunta que tenía en mente y su más que probable respuesta, no sería de su agrada en absoluto. Lo cual le hacía molestarse consigo misma. Plenamente normal y lógico, si Inés llevaba quince años con esas chapas en su cuello, que esas mismas chapas, hubiesen rozado más de una piel.

- Le damos demasiada importancia al contexto final de una frase. Examinemosla- hizo una pausa Inés, en una salida que provocó la sonrisa de Marina, consiguiendo atrapar una de las chapas entre sus dedos- Si me dices, que la respuesta te puede poner de muy mala hostia, a mi me haces temer la pregunta y temerosa, puedo camuflar la respuesta, en cambio si me dices; que la respuesta te puede poner, mis orejas se estiran en modo alerta, porque el verbo poner es muy recurrente  y como salida que soy y con lo mucho que me gustas, no temeré la pregunta, pensando que mi respuesta será lo suficientemente calentita como para volver a enredarnos, es guay...- concluyó su improvisado exámen, muy poco filológico gramaticalmente hablando. Sabiéndolo volvió a atrapar su pie, queriendo morder la sonrisa tan guerrera con la que Marina le prestaba atención- Hazla, va- volvió a apremiarla, no creyendo que estando como estaban, algo pudiera molestarlas o romperles el hechizo.

- Uhm...es tan básica- dejó caer Marina, en una extraña dualidad. Por un lado quería la respuesta, que seguro la molestaría y por otro lado, quería la respuesta, aceptándola con madurez- y mi reacción puede ser muy primitiva- consiguió safarse de nuevo del agarre de Inés, regresando a las chapas. Su forma de mirarlas, ayudaron a Inés.

- Sabes que llevo las de mi padre y las mías- murmuró aventurándose- sabes que las suyas las llevo desde que falleció- continuó intentando buscar la pregunta que Marina no se atrevía a hacerle, claramente con las chapas como protagonistas- Sabes que...bueno, creo que no lo sabes, con Silvia tenía que quitármelas- se atrevió más y el hilo que atravesó la mirada de Marina, le hizo sonreírse. No iba muy equivocada. Recordar las chapas con Silvia, le hizo gracia- Jajaja, una vez casi le rompo una paleta con ellas, desde entonces las odio- le comentó no siendo lo suficientemente precavida, pero otro lado era normal, para ella hablar de Silvia era hacerlo sobre una persona muy importante en su vida, algo que Marina, debería entender.

- Ya- musitó Marina apretando mandíbulas. La omnipresente Silvia, también en su cama- ¿Y por eso te las hacía quitar?- preguntó sin guardarse el veneno que salía en sus palabras o gestos, por esa mujer.

- Bueno- contestó Inés, precavida- juegos y cambios normales en una pareja, no tiene importancia- trató de quitársela. Una bronca con Marina, no sería nada nuevo, pero si el tenerla cara a cara.

- Aja...pero son las chapas de tu padre, debía saber lo que significan  para ti- insistió Marina, con auténtica cara de asco, la que Silvia le provocaba, de una forma irracional.

- Por eso mismo, fue- concretó Inés, no apeteciéndole recordar ciertas cosas en ese momento.

- ¿Si? Pues no le veo la lógica, cielo- no dejó de insistir Marina, pese a intentar frenarse. No era más que algo físico, e igual o peor era el roce de unos labios o manos. Y para que engañarse, era mucho mejor saber que a esa mujer no la rozaron tanto.

- Es..pues..a ver, ¿te estás poniendo de mala hostia?- atajo con maestría Inés, reteniendo la risilla que sus corazones con piernas y brazos aplaudiéndola le provocaban. Vale, debía mirarse eso de ver pequeños corazoncitos, no era ni medio normal.

- Si...¿no puedo?- se indignó en su habitual cambio de humor vertiginoso, al que Inés, ya se estaba acostumbrando, por eso supo que salida tomar.

- Claro, conmigo ponerte siempre- sonrió subiendo las cejas. Su cara era tan graciosa, que Marina no pudo evitar darle con el pie en la cara volviendo a sonreír. Conseguido, la mala hostia quedaba olvidada.

- Jajaja, como si tuvieses queja- comenzó a forcejear con ella y las famosas chapas de Inés, acabaron rozando su boca. Y a Inés le apeteció jugar con ellas, haciéndolas pasear desde  de la boca de Marina hasta su pecho. Las frentes de las dos, quedaron juntas, mirando el delicioso aterrizaje de las chapas en el canalillo de Marina. Una simple imagen, que a las dos, las sacudió en deseo- Mienteme un poquito- acaramelada pidió Marina, encerrando a Inés entre sus piernas- Dime que no han rozado a tantas- prosiguió en un tono tan enervante y con una mirada tan seductora, que Inés cometió el error de mirarla a los ojos, viajando de golpe a tiempo atrás.

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El petate militar de su padre, pesaba tanto como sus ganas porque no se marchase. No eran unas simples maniobras militares y como en otras ocasiones, no podrían verse hasta pasados al menos tres meses. Creyéndose muy mayor, se empeño en cargarlo ella, llevándolo hasta el coche. Con ese petate, que como pudo cargo en el maletero, su padre estaba listo, para despedirse de sus tres chicas. Inés trató todo el tiempo de no mirarlo a los ojos, si lo hacía, lloraría como la niña que ella consideraba ya no era. Cuando lo vio despedirse de su madre y hermana, guardo las manos en los bolsillos, agachando la cabeza, Papi llegaba hasta ella.

- Venga...vete ya, no me seas llorón- bromeó con él, pateando piedras. Mejor eso que colgarse a su cuello, pidiendo que se quedara o mejor, que se la llevara con él.

- No te canses en disimular, se que me vas a echar de menos- le dijo su padre, removiéndole el pelo. Podía ser bueno, como fue, dejándole unos segundos más, después bastaría para mirarla a los ojos, e Inés, le regalaría la mejor de las declaraciones.

- Un poco, es que ahora soy mayor, ¿sabes? Veo las cosas distintas- se excusó Inés, de nuevo usando su supuesta madurez y su padre no pudo esperar más, para cogerla por el cuello, provocando que sus miradas se encontrasen- Jolines Papi, si ya estoy echándote de menos, mogollón.

- Jajaja, ven aquí...ya sabía yo- la abrazó contra el, sin que ninguno pudiera saber, que seria su uno de ss últimos abrazos- Veras como en un par de bufas que pasen por tu vida estoy de vuelta.

- Ay Papi...que ahora no me gustan las bufas- se quejó Inés. Su supuesta madurez adquirida a los catorce para quince años, venían acompañados del descubrimiento de los chicos y sus invitaciones al cine.

- Ya claro...a ver si me dices igual cuando veas a la nueva chica del Bar de Ñoño- insistió su padre. Asumida la tendencia bufera, como la llamaba su mujer, ahora la prefería. Mejor un encanto de niña que mimase a la suya, que un chico salido intentado meterle mano.

- Jijiji pss...ya la vi. Pero que no, ahora me gustan los niños- también insistió Inés, terca como una mula.

- Jajaja, pues ni unas, ni otros...tú quedate soltera con Papi siempre, ¿trato?- la mejor tangente, eligió su padre, ahora si...estrechándola por última vez.

- Ayyy Papi...vete ya por fi, no quiero llorar, eso no lo hacen las chicas duras, ¿entiendes?- entendiéndola o no, su padre volvió a buscar los ojos de su hija, allí donde mejor se veía. Más alto, más héroe, más hombre,  más padre y mejor persona, allí donde era único, y haciéndolo, consiguió la declaración sincera de Inés- Te quiero un mundo.

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En su presente, eran los ojos de Marina, bajo ella, salvajemente hermosa, la que estaba consiguiendo su mayor sinceridad. Ojos con sus respectivas formas de mirar, que por alguna razón, se convierten en únicas fuentes de verdades.

- A ninguna le quedó tan sumamente bien, una caricia de mis chapas- declaró tan sincera cómo esos ojos le estaban provocando ser y agradeció que Marina los cerrase antes de tirar de su cuello para besarla.

- Estas consiguiendo que sea muy perra y egoísta- la avisó Marina, encantada con la declaración. Por un lado, alzaba su ego de mujer y por otro lado, le emocionaba. Sin olvidar, el renaciente deseo que con Inés, brotaba arrasando. Vencida por el, inició un beso húmedo y caliente, que fue detenido por el timbre de su casa, sonando una y otra vez- Joder, ¿quien será el pesado?

- Algún zombie despistado- le contestó Inés, regresando a la broma de la no vida ahí fuera. Aunque, el zombie, cómo decía Marina, era bien pesado y no cesaba de llamar al timbre.

- Las pocas ganas que tengo yo de atender a nadie- se quejó Marina, deshaciéndose de Inés, con caliente esmero.

- Oh si nena...a mi si- se dejó caer de lado Inés y joder, los tontos corazoncitos comenzaron a subirsele por el cuerpo.

- Jajajaja, veo quien es y vuelvo- la informó Marina, ajena a sus ensoñaciones, cubriéndose con la sábana, para salir casi a la carrera de la habitación.

- Si es muy zombie no lo vayas a dejar pasar- alzó la voz Inés, inclinándose para no perderse detalle del cuerpo de Marina mal cubierto por una sábana- Agüita con la fiera- musitó a punto de reír. Los corazoncitos se tomaban en su vientre como ella en la cama, felizmente satisfechos. Tanta plenitud, le hizo querer buscar su móvil. Era el momento ideal para llamar a su madre y decirle, que no se había equivocado con Marina y que era lo puto mejor. Pero no hizo falta ponerse a buscarlo, Inés cayó antes, en que su madre, ya no podía atender esa llamada. Adiós corazoncitos y adiós plenitud, que no puede ser compartida con quien más le apetecía hacerlo.

Por suerte, Marina no tardó en regresar, aunque lo hizo con una cara, que sin saber que pasaba, la alertó.

- Mi madre.. Es mi madre- dijo Marina, con el atisbo mínimo de agarrar la sábana sobre su cuerpo e Inés, miro la ventana como única salida- Jajaja, ¿vas a huir?- le preguntó viéndola con todas las intenciones de salir por la ventana.

- He abusado de la hetero de su hija durante tres días, yo creo que debería..¿no?
 
 
 
 

5 comentarios:

  1. Porqueeeeeeeeeeeeee tiene que aparecer las suegras??? X dios si todo estaba genial!!! jajajaja

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  2. Protesto enérgicamente por la interrupción!!!!!!! No es justo!!!! Las chicas recién estaban empezandooooo!
    Constance

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  3. Y a quien no le pasó esto alguna vez...

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  4. Poco a poco se van descubriendo y van sabiendo más la una de la otra. Me gusta...
    Gracias Gemo.
    L.a.c.e.r

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  5. ...'''' Fuera...la VIDA había dejado de existir''''' entonces para que más?...las dos y ese encuentro por fin una realidad...¡¡¡¡ me encanta¡¡¡

    ..... Genio y figura de este Pajaro Loco ''' a ninguna le quedaron las chapas como a ti''''...pues....toito dicho...¡¡
    Escritora.....es un autentico placer poder disponer de unos momentos para llegar...y poder leerte....
    .....GRACIAS.....por ¡¡¡¡tanto¡¡¡¡

    Celeste-Negro

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