La
confirmación de Manolo, de que la mujer que se sacaba la melena por
encima de la americana, era Inés, cortó en seco la respiración de
Marina. A solo unos pasos y sin haber visto su imagen por completo,
Marina la reconoció en cada gesto. Agobiada se subió las mangas de
la americana, mientras el caballero, de laboral luto, le explicaba
algo. Nerviosa, seguro por las decisiones a tomar, busco las gafas de
sol, primero en la americana, después en el escote de la camiseta,
de ahí a sus ajustados jeans de color negro y entonces, quiso
atusarse la melena y ahí estaban sus gafas, usadas como diadema.
Angustiada, ahora pudo observar como resoplaba e inmediatamente
después escondía sus manos en los bolsillos traseros de sus jeans.
Bueno,
no hubiese hecho falta que Manolo le confirmará que era ella. Sus
formas la delataban y en ellas, Marina se olvidó de respirar y peor,
de participar en la conversación que Manolo, Celia y Laura,
mantenían en un círculo del que ella formaba parte. Laura no perdió
detalle de su absentismo repentino y a su lado, fue todo lo
disimulada que pudo llamando su atención. De nada sirvió, el encaje
de sus formas escuchadas y aprendidas entre retazos de letras y
conversaciones, se hacía una realidad ante los ojos de Marina y así,
no podía atender más que a Inés. Fue su mirada anclada a ella o
fue casualidad, lo cierto es que creyendo no estar respirando, se
quedó sin aliento cuando Inés con gafas de sol, la miró directa.
-
Rayban...Estaba cantado, si es que...- el cuchicheo de Laura a su
lado y a baja voz, lo escucho como si estuviesen a kilómetros de
distancia. Ines sin variar el sentido de su mirada, dijo algo al
caballero y si, caminó hacia ellos, haciéndole temer una parada
cardíaca ahí mismo- Ayyy- se quejó Laura teniendo que acabar su
grito en un aúllo chistoso, improvisando el dolor que Marina estaba
causándole en su dedo meñique aprisionado como desfribilador-
Perdón...yo- continuó improvisando queriendo recuperar su dedo de
entre los de Marina, pero ésta apretaba con todas las fuerzas. Dos
pasos e Inés, estaría a su frente- Yo estoy muy loca...y no hay que
hacerme mucho caso y...y- titubeo al ser consciente de la cercanía
de la piloto y espabilada como nadie, hasta se permitió hacerle una
inspección rápida- Y...joder con la Rayban- acabo en un medio
murmuró que amenazó con hacerla estallar en risas de solo oírse a
ella misma. Las razones para una parada cardíaca express, aumentaron
para Marina, ya no era solo Inés y su cercanía, también se le unía
Laura, que lo mismo podía echarse a reír, que llorar con inmensa
pena.
-
¿Que has dicho?- preguntó Manolo sin haber entendido nada de lo
dicho por Laura, mientras Celia se dedicaba a curiosear a la pareja
de amigas. Marina estaba de lo más extraña y su amiga, se mordía
los labios con los ojos aguados.
-
La...las Rayban- contestó Laura buscando una salida, sin encontrar
una palabra que rimase con Rayban, y así tuvo que continuar como
buenamente pudo- Que también yo, no traérmelas con el sol que hace-
fue bajando la voz, prácticamente acabando en un suspiro. Ines
rompía el círculo e iba directa a por Marina. Podía sentir a su
dedo meñique gritando histérico pidiendo ayuda urgente por
inminente aplastamiento.
-
Pero niña, si gafas de sol llevas puestas- la corrigió Manolo
encantado con Laura. La rubia era una auténtico soplo de aire fresco
en esos momentos. La llegada de Inés hasta ellos y su aproximación
a Marina, lo dejo callado preguntándose si en algún momento ese par
se había conocido. Lo mismo que hacia Celia, quien incluso se bajo
las gafas los segundos interminables que tardó Inés, parada frente
a Marina. Y no eran los únicos, que observaban sin disimulo y en
silencio, el saludo de ambas que parecía no iba a llegar nunca.
Laura dio por perdido su dedo meñique, sobrecogida por lo hermosa
que se le antojaba la imagen de Marina e Inés, mirándose sin decir
nada.
-
A mi estas cosas- emocionada, Laura se apoyo en el hombro de Manolo,
quien mucho caso está vez no le hizo. Marina e Inés, no acababan de
saludarse.
-
Buenoooo- musitó Celia pellizcándose los labios, ordenandose no
mirarlas más y anotándose, comentar lo que estaba viendo con el
miembro más cotilla del grupo de profesionales. La extraña y
atrayente química entre ambas volvió a cortar las murmuraciones,
como de nuevo, cortó la respiración de Marina, cuando Inés le
decido una sonrisa torcida y entonces si, apoyó una mano en su
cadera, besandole la mejilla. Un beso corto y suave, que le trajo de
golpe, el delicioso aroma de Inés. Aroma y contacto, que Marina
trató de retener en un impulso totalmente natural. Con extrema
suavidad la tomó por el cuello, correspondiendo a su beso. Los tres
que observaban el saludo entre ambas tuvieron reacciones distintas.
Manolo carraspeo no entendiendo el aire más denso que se respiraba
en ese círculo y varió su mirada, tratando de entretenerse. Celia
abrió los ojos sorprendida, ella desconocía que se hubiesen visto
antes y el saludo era de lo más cercano. Que Inés tras el saludo
dejara la mano en la cadera de Marina, rompía todos sus esquemas y
Laura, comenzó a emocionarse y a temer a sus propias reacciones por
tan bonito encuentro.
-
Ayyy- suspiró tan flojo como pudo, con la vista anclada en la mano
de Inés. Mano que tenía a Marina a media bocanada conseguida de
aire- Inés.. Que no nos presentan ninguno, no ves ya- se quejó
presentándose ella misma. Mucho mejor eso que sacar su móvil y
fotografiarlas hasta hartarse. Ines le contestó con una sonrisa que
dibujaba una tristeza profunda y confianzuda le tomó la cara
dejándole dos fuertes besos- Lo siento muchísimo, mucho.
La
presentación y pésame de Laura, fueron segundos de aire para
Marina. Aunque la mano de Inés en su cadera, continuaba quemándole.
Pero a pesar del poco aire que tomaba y a pesar de esa mano, su
interior mostró más templanza que toda ella y aprovechó esos
segundos, para contemplar a placer el rostro de Inés y lo hizo
tanto, tratándo de guardar cada detalle, que cuando esa misma mano
se deslizó buscando primero su brazo y después su mano, apenas
parpadeo hasta que la voz de la que se estaba convirtiendo en su
imagen preferida la sacó de su embelesamiento.
-
Ven conmigo- el pedido de Inés, prácticamente tirando de ella, le
hizo buscar la mirada de Laura, en tanto Inés les explicaba algo que
ella no llegaba a poder atender- Después vuelvo con vosotros ahora
tengo que atender ciertas cosas- se disculpó con ellos sin soltar la
mano de Marina, en tanto Laura arqueaba las cejas, sonriéndole
tranquila a su amiga. En varios pasos tras ella, Marina se vio
llevada al interior del Tanatorio sin que ellas hubiesen
intercambiado una sola palabra.
Ines
caminaba con la cabeza a medio agachar delante de ella y a ella, no
le quedo de otra que sonreír a las personas que se cruzaban en su
camino. Personas que a su vez la sonreían, haciéndola caer en la
unión de sus manos. Seguramente, dando por hecho "algo"
que aceleraba sin remedio su pulso. El fin del trayecto fue una
pequeña sala a la que Inés, le dio paso abriendo la puerta. Fuera
lo que fuese que harían dentro de esa salita, Marina se ordenó
controlarse y comportarse de una vez como debía. Sonriéndole paso
por delante y le dio tiempo hasta de extrañar la unión de sus
manos, ahora desunidas. Dentro, el caballero de luto, las esperaba
tras un mostrador. Retirándose las gafas, miro a Inés sin entender
y ésta no varió su rostro, acabando de acercarse a ese mostrador.
-
Hola- la saludo el caballero que enseguida, dispuso una gran carpeta
en el mostrador. Ante la pasividad de Inés, supuso Marina, el
caballero prosiguió -Se lo duro que es, Inés...pero después no os
arrepentiréis.
-
Si- fue la única contestación de Inés, apoyándose en el mostrador
sin mirar la carpeta que el caballero abría, mostrando fotografías
de urnas fúnebres. Fue verlas y Marina busco a Inés, sin entender
que hacia ella ahí, pero Inés solo la miró un segundo para después
mirar la puerta. El caballero la miró sonriendo compasivo y ella no
pudo creer verse en esa situación. Ines pretendía hacerla elegir la
urna, donde descansarían las cenizas de su madre. Entenderlo, le
hizo recuperar toda su habitual templanza.
-
Inés...esto deberías hacerlo tu o tu hermana o tu Tía, que se yo -
trató de hacerla entender, olvidándose del caballero que miraba a
ambas acostumbrado a la indecisión propia en esas situaciones.
-
Puedo explicarles las diferencias y las distintas opciones- se
ofreció cumpliendo con su trabajo, esperando que la discusión de la
pareja no se alargase en exceso. Pareja que ante él, se miraban
entre ellas.
-
No puedo dejarlo en manos de mi hermana, hazlo tú- la apremio en
cierta forma Inés, sin querer mirar la carpeta, ni al caballero, ni
a la misma Marina. Devolviendo su vista a la puerta.
-
Inés...si quieres puedo hablar con ella-la cogió por la barbilla
Marina, sin asombrarse de la naturalidad de las formas entre ellas.
Al conseguir que la mirase, se quedó anclada a sus ojos.
-
Que lo hagas- alzó la voz Inés sin medirse, queriendo salir cuanto
antes de esa salita, devolviendo a Marina al sitio y lugar.
-
Vale...- le contestó igual de seca Marina, claramente molesta
cogiendo la carpeta, si había que elegir, lo haría pero sin malos
modos- No hacia falta que me gritases- murmuró fijándose en las
descripciones de las urnas
-
Bien...pues hazlo ya- ahogándose volvió a apremiarla tomando la
mano de Marina descansada en el mostrador, haciendo carraspear al
caballero, temeroso de que prosiguieran discutiendo. Pero entonces
ambas callaron, Inés sin dejar de mirar la puerta, mientras con los
dedos, delineaba el dorso de la mano de Marina y ésta navegaba entre
elegir una urna acorde y ordenarse no cerrar los ojos ante las miles
sensaciones que los dedos de Inés estaban despertando en ella.
Increíble que hacia solo minutos no conociera su rostro; anguloso de
nariz prominente, pómulos salientes, ojos verdes con cejas definidas
y pobladas. Líneas duras en conjunto, que quedaban completamente
anuladas por la calidez y dulzura de su mirada, y la sonrisa fácil
que brotaba de sus labios. Y que ahora, estuviese decidiendo la urna
de su madre como si en verdad fuesen una pareja.
Sus
pensamientos le hicieron apiadarse de las pobres muchachas
pertenecientes a las antiguas casas reales que prácticamente
contraían matrimonio sin conocer a sus esposos. Si ella tuviese que
aguantar los nervios que pinzaban su estómago, las mariposas
cosquilleantes ante cada descubrimiento cómo un lunar de lo más
pintoresco en el dedo índice de Ines, verse queriendo retener su
aroma, el de su cabello, el de su perfume o el del mismo dedo que en
un impulso llevo a sus labios, en tanto elegía urnas. Inhumano
aguantar todo ese revuelto de sensaciones por días e imposible, no
retener la mano de Inés contra sus labios, decidiéndose por una
urna. Decidida, se la indicó a Inés, quien afirmó con la cabeza no
queriendo mirar más. Con Marina besándole la mano y la urna de su
madre ahí mismo, temía romperse como no podía hacer, no aún.
El
caballero entendió el cargado momento y apuntó lo necesario,
suponiendo nuevos papeles que firmar para Inés. Marina se mantuvo a
su lado, tratando de infligirle animo en cada gesto y en cuanto Inés
firmó, comenzó a buscar algo entre sus ropas y bolsillos como había
hecho en el exterior con sus gafas.
-
¿Que buscas?- le preguntó Marina deteniendo el movimiento nervioso
de sus manos.
-
Las alas- contestó Inés, besándola por sorpresa, deliciosamente en
la comisura de sus labios.
-
En su bolso, quizás- ayudo el caballero, tratándolas cómo lo que
aparentaban ser, una pareja de lo más normal. Ines incluso miró el
bolso de Marina y ésta le sonrió, respondiendo a su beso.
-
A ver aquí- con la misma naturalidad que llevaban arrastrando,
Marina saco el móvil del Inés de su bolsillo e introdujo la mano en
él. Efectivamente el bulto que había en él, eran unas pequeñas
alas doradas. Con ellas en su mano, miró a Inés, percatándose de
la íntima proximidad entre ambas. Lógico que se le cortase la
respiración, Inés volvió a besarla y no sólo eso, también busco
su oreja.
-
Gracias.. por estar aquí conmigo- su agradecimiento estuvo a punto
de hacerla agarrar su americana reteniéndola contra ella.
-
Inés- musitó emocionándose. Ni siquiera había tenido tiempo de
decirle cuando lo sentía y cuanto hubiese deseado conocer a su
madre.
-
Eh...imagino que es para ajustarla en la urna, ¿no?- les interrogó
el caballero. Muy bonito el casi abrazo de las chicas pero el debía
asistir a otro velatorio y así, iba llegando tarde.
Ines
le contestó que si y otra vez, las manos de ambas se buscaron. Con
el tramite realizado y tras despedirse del caballero, Marina espero
que fuese Inés quien dijera que hacer mientras llegaba el momento
más doloroso, la incineración.
-
No para de llegar gente y debo atenderlos- le dijo Inés por primera
voz a solas con ella- ¿Estarás cerca?- su pregunta fue más una
petición que golpeó con fuerza a Marina. Por supuesto que lo
estaría, para eso estaba ahí.
-
Si- contestó cerrando los ojos. Por fin, podía tirar de su
americana y estrecharla entre sus brazos. Por increíble que
pareciera, las manos de ambas supieron donde mejor colocarse e Inés,
resguardada en su brazo, suspiró temblando. De tantas posibilidades
para conocerse tenia que darse en una, que la mantenía sin alma y
sin fuerzas. Consciente de su estado, Marina se sobrepuso a las
inmensas ganas de llorar junto a ella, alzándose como el hormigón
que soporta la carga.
-
Eres más alta que yo, eso no me lo esperaba- le dijo haciendo rozar
sus mejillas y tuvo que pellizcarse los labios de puro placer, cuando
Inés sonrió sobre su cuello- No vayas a decir nada sobre mi pecho-
bromeó presa de la suavidad de su mejilla. Efímero roce, que le
estaba sabiendo a gloria y rebelde imaginación, que se adelantaba a
sus deseos, imaginando probar sus labios. Los mismo labios que subían
por su cuello, haciéndola agarrarse a la americana.
-
Tan increíble como lo soñé- el susurró de Inés acariciando su
oreja le hizo ahogar un gemido asustándose. No era el momento de
excitarse ni de desearla hasta doler. Pero sus impulsos eran tan
rebeldes cómo su imaginación y como Ines había había deslizado
sus labios por su cuello, hizo ella por su mejilla directa a sus
labios. Por suerte o no, alguien abrió la puerta, preguntando por
Inés.
-
Inés cariño, te estaba buscando.
y entonces...apareció, Silvia?
ResponderEliminarY Manu y Xavier tambien.. Hay que aprovechar que por ahi anda el de las urnas jejejeje.
EliminarCreo que no se podía haber descrito mejor este trozo. Simplemente genial. Lleno de ternura, pasión contenida y firmeza. Creo que con este fragmento queda claro que ambas necesitaban abrazarse, sentirse.
ResponderEliminarMuchas gracias Gemo.
PD. Con esta historia te has superado.
L.a.c.e.r
perfeito, maravilhoso como tu gemito
ResponderEliminarbrigoninha
Genial..perfecto...calido..maravilloso...tierno...
ResponderEliminarTodo lo que diga ya esta escrito Gemo...Me encanto leerlo...
Grande tu niña.....Divina-Wilson
Gemo: Como dije antes, soy una lectora que ha permanecido leyendo en las sombras por 8 años. He leído muchas de tus obras ya terminadas y recién ahora he decidido salir a la luz en el foro al ver que había pendientes relatos de escritoras que me hicieron disfrutar al máximo y quería manifestar mi adhesión. Tú eres una de ellas. Por lo que decidí unirme a tu blog Leerte es un disfrute. Lo que ustedes hacen, todas las autoras, es tan importante!
ResponderEliminarLa redacción de una obra nunca deja intacto al autor. Algunos pasajes conmueven profundamente su interior y dejan en ella parte de sí mismos. Se revive cosas que se creían olvidadas y que dormían en el subconsciente. Generalmente sufren una transformación que amplía su visión de la vida, su necesidad de ternura, de dar y recibir. Y eso lo transmiten a sus lectoras, a nosotras, haciendo que la ficción nos ayude a caminar, aunque sea brévemente, sin el peso de la realidad. Me enamoré de una presidenta en Desvíos, y de una sargento en Marcadas, sufrí con Wilson SA, y 50 clausulas me fascinó, pero en este relato te superaste. Es mucho lo que tengo que decirte, así que sigo mañana Por eso ¡Gracias por llenarnos de emociones!
Y sigue ¡¡¡¡Por favorrrrrrr!!!!
Constance
¿Será Teresa? Q intriga por dios!
ResponderEliminarSigue cuando puedas...
simplemente: GENIAL = GEMO
ResponderEliminarHe seguido todas tus histlorias en el foro y ahora en este tu sitio,y no esta por demas decirte que las de Maca y Esther son y seran por siempre mis preferidas ,pero de todas tus demas historias esta es la mas bonita ,la que ha liberado un sin fin de emociones y sentimientos en mi y eso que soy de lo mas normalita y sin dramas en mi vida ,me encanta, me fascinan los personajes de todos,pero por sobre todo los de Ines y Marina .Muchas gracias Gemo .
Estrella fugaz
Sencillamente me fascino esta parte del relato por lo simple, por lo emotivo, lo cotidiano del trato y por todos los sentimientos que nacen y se desbordan en las acciones y los actos. Y porque atrás de todo esto el deseo y la pasión se da de manera tan natural que impaciente cuento hasta los segundos en espera que se de la unión.
ResponderEliminar- ¿Que buscas?- le preguntó Marina deteniendo el movimiento nervioso de sus manos.
- Las alas- contestó Inés, besándola por sorpresa, deliciosamente en la comisura de sus labios.
- En su bolso, quizás- ayudo el caballero, tratándolas cómo lo que aparentaban ser, una pareja de lo más normal. Ines incluso miró el bolso de Marina y ésta le sonrió, respondiendo a su beso.
Que importa quien haya entrado por esa puerta... Lo cierto es que la conexión, la magia, la química, la complicidad que hay entre ellas es increíble e indestructible.
No se puede evitar lo inevitable y aunque solo tengan unos cuentos minutos de conocerse en persona. La confianza, la afinidad, la ternura, la atracción, los sentimientos se desbordan en ellas. Y cuando esto sucede... son tan naturales las formas, los gestos, los detalles, los celos y hasta los procederes para pedir las cosas… Tal como si tuvieran toda una vida de conocerse y tratarse.
Esa autoridad al pedir y ese genio al protestar las formas las hace únicas y más atrayentes. Las enfrasca en ese estira y aflojo de poder y dominio. Y lo mejor de todo es que… Ambas terminan pensando que al final se hace lo que la otra quiere. Y eso me hace recordar actualmente a muchas relaciones de hoy en día.
Genia gemo... Genial hasta rabiar como abordas y desbordas los sentimientos. No prodria decirte qué capitulo me gusta más que el otro, Lo que si se… Es que cada trozo tiene mucho de la vida misma y eso es simplemente cautivante.
Mil gracias escritora por tanto.
P.d. Encargo entregado… Eso si a mi manera jejeje.
Cari.
arrepentimientos tuve pocos/hice lo que tenía que hacer.
Eliminary lo hice sin cargos de conciencia./Planifiqué cada etapa de mi recorrido/cuidé cada paso a lo largo de mi camino/y más, mucho más que eso
lo hice a Mi manera.
Sorry. No lo pude resistir. El gran Frank.
Constance
MY Way...Grandes entre las grandes interpretaciones del Gran Sinatra... Y de entre todas sus versiones en lo particular me quedo con esta parte,
EliminarTal vez lloré, o tal vez reí, tal vea gané, o tal vez perdí,
ahora sé que fuí feliz, que si lloré, también amé,
puedo seguir hasta el final, a mi manera.
Saludos Bloguera.
Yo también me identifico con esa parte. tengo un power precioso con la letra en inglés y español que habla sobre su vida y la relaciona con la canción. Saluditos para tí. Constance
EliminarYo también me identifico con esas parte. Saluditos para tí
EliminarConstance
.....ESE ENCUENTRO....ESPERADO...DESEADO...IMAGINADO MIL VECES...SOÑADO MUCHAS MÁS...ROZAR POR PRIMERA VEZ ESA PIEL...ESOS LABIOS..QUE..QUE...CASI ACABAN EN BESO...
ResponderEliminar__ VEN...VEN CONMIGO.
.....PARA QUE MÁS...SIN EN TAN POCAS PALABRAS ESTA TODO..TODO DICHO....¡¡ESE ENCUENTRO¡¡¡
ESCRITORA ...ALCANZAS LA INTENSIDAD MÁS ABSOLUTA EN CADA UNA DE LAS PALABRAS...DE ESOS MOMENTOS..QUE...QUE..
VOLVERE PARA DEIR MÁS...EL TROZO..TODA LA HISTORIA LO MERECE...MIENTRAS....
GRACIAS.....POR...¡¡¡TANTO¡¡¡¡¡¡
CELESTE-NEGRO...
Que dura se hace la espera...deseando poder leer un nuevo trozo de esta increíble historia.
ResponderEliminarmuy, muy, muy dura. desesperante. las adictas sufrimos.
ResponderEliminarEs verdad que la espera es larga. Después de ver como quedo de interesante. Muy larga no nos hagas por favor.
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