Al
final, la casita fue para quien había pasado en ella toda su
infancia y adoslecencia; Inés y una Marina deseosa de hacer esa
casita suya y de su hijo. A Inés, no le dio ninguna pereza y si
mucha ilusión, hinchar el colchón, poner el calefactor y colocar
otro pequeño colchón para Ito.
Era su casita, la misma que había ayudado a construir cuando era apenas un moco junto a su padre y su Tía. La misma casa que había sabido de sus dudas respecto a su sexualidad, la que escuchó su llanto por su primer amor aquella mala mujer, la que aguantó sus largas horas de estudio para formarse como piloto militar, la que también supo de Silvia e incluso de Marina en una de las peores noches de su vida.
Era su casita, la misma que había ayudado a construir cuando era apenas un moco junto a su padre y su Tía. La misma casa que había sabido de sus dudas respecto a su sexualidad, la que escuchó su llanto por su primer amor aquella mala mujer, la que aguantó sus largas horas de estudio para formarse como piloto militar, la que también supo de Silvia e incluso de Marina en una de las peores noches de su vida.