Emergencias 121

Dando un tranquilo paseo se fueron Su y Lu hacia casa de ésta última y fue perfecto para ella, porque sin pretenderlo fueron cruzándose con amigos y conocidos de toda la vida, como si adivinasen que pronto dejaría Pedraza y su gente. Para entonces los nervios le revolvían el estómago por decírselo de una vez a Susana. Estaba loca por ver su cara sorprendida y más, por iniciar con ella una nueva vida. Había tenido que pasar la mitad de su vida para sentir por alguien esos nervios, esas divinas cosquillas y para estar como estaba, como niña que estrena zapatos al pensar en una nueva vida compartida con Susana y en definitiva estaba en una nube, que ni Xavier deteniendo sus pasos con cara de apuro, le hacían bajar de ella. Claro que, ni ella ni Susana podían saber que la cara de apuro no era por lo que les iba a pedir y si, por verse empujado por Laura a hacerlo.

- Hey, menos mal que os encuentro. Su, el coche no me arranca, ¿lo puedes mirar un momento?- mintió con toda la vergüenza del mundo Xavier. O sea, la cara de Lucía era la cara misma de la felicidad, la de Su era la misma de siempre, tan seria que nunca sabía como tratarla.

- Soy más de motores antiguos, pero veamoslo- le dijo Su y los tres se encaminaron a su casa con animada conversación. Bueno, Lucía tuvo que tirar de paciencia. Ni idea de cuanto podía tardar Susana en saber que le pasaba al coche y tampoco debía ser egoísta, fuese lo que fuese ellas tenían toda la noche por delante. Para Xavier en cambio, el tiempo comenzó a pasar con lentitud agónica en inversa a la velocidad con la que llegaron a su casa y garaje. Allí donde tenía aparcado su coche sin ninguna avería. A poco que Susana supiera de coches, como parecía que era el caso, vería que no había nada de nada, más que ganas de entretenerlas. Ésta a Laura se la apuntaba y ya vería como devolvérsela. Nada más abrir el garaje, vio a Susana muy predispuesta a ayudarlo, lo cual le dio más reparo por lo que estaba haciendo, hasta que la seca de Susana le dio motivos para querer fastidiarlas una mijita.

- Desde luego que tienes mejor gusto para las mujeres que para los coches- le dijo Susana antes de pedirle abrir el capote del coche y le dio donde más le dolía a Xavier. Sea, era un BMW Z4 última generación y la piloto le ponía pegas como si fuera el Ford de turno. 

- Seis cilindros en línea- pasó a defender su coche Xavier y Lucía estuvo por desconectar muerta de aburrimiento. Por suerte se fijó en la seriedad con la que Susana discutía con Xavier y se entretuvo poniéndole muecas. Discutir sonriendo era beso, discutir seria era mordisco. 

- Vale...no voy a discutir si ni idea de coches tienes, prueba a arrancarlo- le pidió Susana a Xavier poco dada a discutir tonterías y Lucía abrió los ojos molesta.

- Cariño...se puede hablar menos seca- la regaño encantada de sentirse toda una marijullla corrigiendo al borrego de su marido, pero supo terminar a su estilo- De todos maneras Xavi...pagaste marca, reconocelo....jajaja, sorpresas te da la vida- prosiguió a las risas al ver a los dos mirándolos un tanto alucinados- Tuve una cosita hace tiempo con un vendedor de coches- tuvo que explicarse y ahí Xavier desconectó más preocupado por como hacer que su coche no arrancase, mientras Susana...

- Cosita- ella se quedaba en ese detalle contado por Lucía y ésta rápido aprovechó para tontear un poco.

- Aja...una cosita de nada. De hecho, sólo recuerdo que vendía coches...es que ahora soy más de aviones, ¿sabes?- con arte salió del paso y Susana volvió al problema del coche que no era tal. Sin salida, Xavier le dio a la llave y el coche arrancó suave como la seda. 

- Ya veo lo que entiendes de coches- rodó los ojos Susana y Xavier se anotó que Laura le debía una y muy gorda. El nuevo obstáculo orquestado por los chicos quedó saldado y ambas, retomaron su paseo hasta la casa de Lucía. Obvio, a solas Susana buscó recordarle esa cosita con un vendedor de coches. 

- Vendedor- escueta le dijo y Lucía se arrimó más a ella muerta de risa. 

- Jajaja, a veces parece que me hables en cifrado y cariño, recuerda que tú no eres nada celosa...una tipa dura, ¿uhm?- feliz bromeó cuanto quiso con ella- Aunque naah....en mis manos eres mantequilla- ella sola se lo dijo todo y le faltó saltar de alegría cuando por fin llegaron a su casa. La tontería que se traían en el paseo, pese a la interrupción de Xavier, la tenía contenta, feliz y ciertamente excitada. Se presentaba por delante una de sus mejores noches y era algo que presentía. ¡Ay si!, que nada más entrar Susana la acorralase contra la puerta, para abrazarse a ella en silencio, le fue demostrando que así sería. Pues todo genial pero había un plan en su contra y ahora era Nacho, quien las interrumpía tocando a la puerta. 

- Hola Mamuchi, necesito sal....Su, que alegría verte- más actor que Xavier, Nacho sonó menos apurado y pasó a abrazar a Susana. Vale, el cariño no era nada fingido. Lo fingido era ir a pedir sal a cuatro calles de su casa, como si en esas cuatro calles no hubiesen vecinos con sal. Siendo el niño guapo de Lucía, Nacho no tardó nada en colarse en la cocina y sentarse tranquilamente en la encimera. La primera cerveza estuvo echa en cuanto Susana optó por ducharse despues de no haber parado en todo el día. Cuando volvió de la ducha, Nacho y Lucía reían por algún cotilleo del pueblo y ella echó en falta tener a Karla en esa cocina. Y no, no fue el destino el que hizo que ésta llegase a la casa, que Lucía le abriese y que entrase en la cocina con cierto pudor. Desde su discusión con Susana no había hablado más con ella y ahora estaban ahí, juntas y deseando hacer lo que hizo. Pasar de todo y abrazarse a ella como cuando niña la buscaba, queriendo que le perdonase lo que fuese. Lo que ella no sabía, es que esos abrazos hacían crujir a Susana y quizás por eso, la piloto olvidó todo.

- Te eché de menos estos días- le dijo Susana  al oído para que solo ella la escuchase, aunque al par que las miraban no les hacía falta escuchar nada para saber que estaba pasando entre ellas.

- Y yo a ti...tengo mierdas comiéndome la cabeza, ¿desayunas conmigo mañana?- nada tardó Karla en concretar un tiempo a solas y Nacho se abrió su segunda cervecita, demasiado emocionado como para que Lucía no se diese cuenta y corriese a mimarlo.

- Mi niño guapo- besándose los dos sonrieron sabiéndose pillados por las dos que se soltaban, pero antes....

- Ufff...empieza a acojonarme querer demasiado, ¿desayunamos juntos mañana? - él también supo hacerse con un tiempo para sí mismo y todo genial, super bonito y familiar. Pero Lucía tenía algo que decirle a Susana y quería hacerlo en privado y a poder ser, disfrutando de la cena que esperaba ser terminada.

Ilusa dio por hecho que en cuanto Karla y Susana se pusieran al día, la primera se iría con Nacho pero los minutos fueron pasando y Laura, le pegó un buen susto aporreando la ventana de la cocina.

- Amores míos....ya traigo las pizzas- a los gritos los sobresaltó y Nacho y Karla tuvieron que retener una buena carcajada, mientras ahora si que si, Lucía y Susana se miraron comenzando a ver imposible cenar a solas. A pesar de todo, Lucía fue a abrirle la puerta risueña, Laura seguro los sacaba a todos de ahí en cuánto ella se lo pidiese.

- Cielo...¿no habíamos quedado todos mañana para hacer un arroz?- le recordó tras saludarla y hacerlo de nuevo con Xavier. Éste como respuesta solo encogió los hombros antes de cruzarse con los ojos de Susana, quien varió su mirada hasta el pompis respingon de Laura y cucarle un ojo. 

- Jajaja, está bien...tienes toda la razón- le dijo a la piloto entendiéndose con ella por la broma de coches y mujeres,  dándole la razón a Laura respecto a Susana. Ésta era una tipa de especial humor a la que sólo había que saber cogerle el punto. Mientras, Lucía esperaba una respuesta de Laura.

- Si...y ahora pizzas, lo dijisteis en el grupo. Marina e Inés ya vienen de camino- le contestó Laura mordiéndose los labios. Si esa colaba, el boicot estaba garantizado. Y lo estuvo, nada más mentó a Marina e Inés. Si estas venían con el bebé Lucía no tenía valor para mandarlos a casa de cada uno. Así a falta de las mamis, el resto tomó la cocina y sus cervezas fresquitas, con Lucía  mirando a Susana sin saber si ponerse a llorar o  a reír por tenelos a todos ahí.

- Pues...tengo algo que decirte, que deberá esperar- le dijo en cuanto pudo quedarse un momento a solas con ella y para su sorpresa...

- Yo también a ti- lo mismo le dijo Susana. 

Ahora tenía dos opciones, desesperarse queriendo que cenasen rápido o disdrutar de estar todos reunidos justo una noche como esa. Como era de esperar, ganó la segunda y en nada, entre todos prepararon una gran mesa donde se dispusieron a cenar, con el pequeño Roberto durmiendo tranquilo. Natural en ellos, se entremezclaron las risas, con anécdotas y agradables conversaciones, mientras la noche caía. Si sumaban rostros, de los más cercanos a Lucía, sólo faltaba Fátima y ésta no iba a faltar. Cuando ya estaban en los cafés y con el boicot olvidado, llegó blandiendo dos Chivas Reserva que a ninguno disgustó. Viéndolos servirse las copas, a Lucía se le antojó que no tendría ocasión mejor para declarar sus intenciones de marcharse a Pedraza, primero a Susana y segundo al resto. Pero igual que ella lo estaba viendo perfecto, lo hacía Susana que más rápida se levantó y pidió silencio, comenzando a dejar de piedra a la médico....