La mañana que el pequeño Roberto, fue dado de alta médica, Karla llegaba a casa de Lucía con uno de sus gorros calado hasta el fondo. Así la vió llegar Lucía por la ventana. Por su andar dejado y ese gorro calado, fue que supo que Karla llegaba enrevesada, vete tú a saber porqué. Vale, no había problema. Lucía iba sabiendo como recibirla. Un buen abrazo y como no, un buen tazón de leche con galletas.
Enternecida, por como ya la sentía algo suyo abrió la puerta, no sin cerrarse la bata tratando de esquivar el frío y fue abrirla y sonreír aún más enternecida. Podía apreciar como Karla sonreía con la cabeza gacha y así normal, que las ganas de abrazarla hasta crujir, crecieran en ella. Hasta tuvo que esperarla ansiosa y cuando por fin, llegó hasta ella la abrazó como tanto le apetecía. Así era Karla, no había que forzarla, más bien darle la confianza como ella estaba haciendo hasta que soltase lo que fuese que le había traído hasta su casa.
- A veces siento que le estoy robando algo a Marina- la escuchó decirle sin soltarla. No, aún Karla no estaba vaciandose- Después me digo...hay mucha Lucía para repartir.
- Jajaja, tengo para todos- río Lucía tras escucharla y ahora si, ambas se soltaron con sonoros besos para adentrarse en la cocina, donde a Karla le esperaba su desayuno preferido. Podían hablar del tiempo, por esa época con días más largos y poco a poco de sol más cálido, de los planes del día, del pequeño Roberto o de lo que fuese, que llegado el momento o Karla hablaba de lo que la traía a su casa o lo hacía Lucía adivinandola- Discutiste con Susana- terminó por decirle y los ojos abiertos de Karla la hicieron reír. Tan cubiertas por capas de sequedad y rebeldía, y tan faciles de adivinar que resultaban para ella; Tía y sobrina.
- ¿Hablaste con ella?- quiso saber Karla. No había caso disimular, Lucía la había pillado de plano, faltaba ver hasta donde sabía.
- Digamos que....jugué con su úlcera hace un rato- le contestó Lucía sin poder evitar sonreír tan gamberra como recordar ciertas cosas le hacía sentir. Ante su contestación, Karla dedujo que nada sabía entonces de su discusión. Normal, su Tía podía ser tan cerrada como ella. Bueno, no había porqué demorarlo más y en verdad, estaba deseando contárselo a Lucía.
- Verás....se me acaba el contrato como azafata y mi Tía quiere que siga formándome en lo mío, turismo. Para ella no hay más opciones, ni siquiera me escuchó- le resumió sin llegar del todo a aquello que le había traído a estar desayunando en su cocina.
- Uhm...¿quisiste en verdad hablarlo con ella o diste por sentado que no le gustarían tus planes?- sincera y demostrando conocerla, le preguntó Lucía, sin olvidarse de sonreirle dándole toda la confianza del mundo.
- Es que....pues, lo que yo quiero es...- dudando, Karla titubeo ante la mirada pausada y confiada de Lucía. Había renegado tanto y había odiado tanto lo que ahora quería hacer, que se le antojaba dificilisimo de confesar- Joder, esto es lo chungo, a ver como le digo a mi Tía, que en verdad lo que quiero es...volar- soltó y hasta terminó resoplando. Por fin y por primera vez, lo confesaba en voz alta dejando a Lucía sorprendida.
- Eh...esta si que no me la esperaba- le dijo Lucía ciertamente sorprendida, pero sin escándalos. De nuevo su sonrisa fue de lo más tranquila para Karla.
- Ni yo- le confesó Karla cubriéndose el rostro. Aunque poco le duró la timidez ante Lucía, ésta enseguida le retiró las manos, para bromear con ella quitándole hierro.
- Va a ser verdad, eso de que sois pájaros y tú no te preocupes, hoy ceno a solas con ella, déjamela a mi- le guiñó un ojo Lucía y ahora si, Karla rió interesándose por esa cena.
- Muy importante como has remarcado ese "a solas"- en complicidad con ella, Karla bromeó con la ilusión de Lucía por cenar a solas con su Tía, algo que Karla admitía a veces era difícil de conseguir. Normal, si Lucía de a poco se había convertido en la mamá gallina de todos, el eje del grupo de amigos y familia que entre todos habían formado. Lucía entonces le habló de las ilusiones que tenía puestas en esa cena y algo en sus planes, alarmó a Karla. Obvio, en cuánto pudo le escribió a Nacho, su inquietud.
Mensaje de Karla a Nacho: Cenan a solas esta noche y Lucía le va a pedir algo...no jodas, ¿será irse con ella a Torrejon?
Un solo mensaje fue bastante para que todos o casi todos se alarmasen. Nacho lo copió en el grupo de wasap formado por él mismo junto a Marina y Laura, y así normal que la inquietud sentida por Karla se contagiase. Estaba claro que la más perjudicada por la supuesta marcha de Pedraza de Lucía, sería su hija. Pero ésta esa mañana, no tenía tiempo de wasap ni móviles.
Recién salida del Hospital, entraba en su casa por primera vez, cargando con su hijo. Con él en brazos, tras dejar a Inés fuera hablando con los vecinos que las habían visto llegar, se quedó parada en la entrada. Su casa, un pequeño bungalow que no llegaba a los cien metros cuadrados edificados y que para ella, era la inmensidad impisible de contener que forma un hogar, el suyo.
- Ya estamos en nuestro nido, mi vida- usando la analogía propia de Inés, se emocionó besando la cabecita de su hijo y no se lo pensó dos veces. Llevaba demasiado tiempo soñando con regresar a su casa tal cual lo había hecho, con su pequeño sano y salvo y con Inés. Por eso corrió a su sofá y sentada en él con su niño en brazos, se dejó llevar por los recuerdos más significativos vividos en ese, su nido.
Así normal, que con el primero de ellos riese, viéndose como si fuese ayer en chándal y guantes de cocina, al poco de recibir las llaves de esa casa. Lo primero, limpiar las cochinadas que todo obrero de la construcción deja en una casa nueva. Cuando vió los restos de escayola por todas partes, como de pintura y otros materiales, si que se le antojó enorme su pequeño bungalow. Pero cosas de ser la única niña de Mamá, ni se había puesto los guantes para comenzar a limpiar, cuando ésta llegó como ella en chándal y cuidando su cabello y manos.
- Supongo que esta es una de las partes que hay que pasar para que tu hija se independice- le había dicho Lucía antes de pedirle poner música a todo trapo. Como no reír feliz, recordándose junto a ella limpiando la casa y como no hacerlo, cuando a la estimable ayuda de su madre, se le unió la de Laura y como no, Nacho.
- Madre mía, yo sólo os recuerdo que la mía me la entragan en dos meses- la advertencia de Nacho se cumpliría y aquellos ratos limpiando con la música a todo trapo junto a tres de las personas más importantes de su vida, se quedarían por siempre como algunos de sus mejores recuerdos.
Y fue en esa casa y en ese sillón, que entre su madre y ella, se hizo necesitada costumbre acabar el día daba igual como fuese, sentada en él hablando por teléfono con ella. Lo que hasta entonces acostumbraban a hacer en la cocina de Lucía, pasaron a hacerlo por teléfono y en ese sofá, que tanto tenía por contar. Fue en él y en varias de esas llamadas, que habló con su madre del cabron de Manu.
- Me hace sentir distinta y es tan independiente como yo, no se...conecto con él y me gusta- fue algo de lo dicho por aquel tiempo a su madre. Idealizando a Manu sin duda y obviando por puro interés, las advertencias que le llegaban por parte de su madre.
- Ay cielo...a mi es que tanta perfección me hace rechinar los dientes, ¿estás segura que es un tipo legal?- esa fue alguna de las advertencias que su madre le hiciera respecto a Manu y cuánta razón tuvo. Por ese cabron es que su sofa supo de lágrimas de desilusión que por su nuevo trabajo en el Centro de Emergencias 112, entremezcló con las primeras risas compartidas con Inés. Fue ahí, saliendo de un bache personal y tropezando de nuevo ésta vez con Xavier, que Inés de a poco y prácticamente sin darse cuenta, se adueñó de su sofá. La misma noche que buscó desesperadamente arrancarla de su vida usando a Xavier, engendró al bebé que ahora dormitaba tranquilo en sus brazos y esa misma noche fue, que buscó a Inés con la misma desesperación que había buscado huir de ella. Aún le resultaba increíble que aquella noche Roberto se fraguara dentro de ella, como si las constelaciones, dioses o lo que fuese, se hubiesen puesto deacuerdo.
Pero el sofá, que ahora sostenía a ambos, guardaba más recuerdos. Uno de los mejores, el de Inés sentada en él por primera vez con ella encima comiéndosela a besos. Sobrecogedor como intentaba frenar su loca pasión queriendo darle tiempo. Ninguno necesitaron para enredarse en él y en cada rincón de la casa, hasta que vinieron los días de incertidumbre por su posible embarazo, el no querer perder a Inés, perderla momentáneamente y que entonces, el sofá supiera de sus peores y más dolorosas lágrimas, hasta que la misma Inés sentada en él volvió a darle los mejores momentos de pasión, risas, algún enfado y su segunda mejor decisión de toda su vida después de decidir tener a Roberto, pedirle que viviesen juntas, ahí en ese mismo sofá.
Bueno a la espera de esa cena “a solas”, y sus consecuencias.
ResponderEliminarY que Inés se una a Marina y Roberto con los recuerdos. Bueno ya están en casa por fin.
Gracias.
A.
não queria que lucia fosse com susana não, a susana que teria que vim pra pedraza, lucia sempre esteve com marina e não pode deixa-la agora
ResponderEliminar..... ¡¡¡¡ES INCREIBLE LO QUE PUEDE GUARDAR...LO QUE PUEDE DAR ..UN SÓFA...Y ES LO QUE MARINA...ESA MUJER INDEPENDIENTE Y DURAA VECES...AHORA SOSTENIENDO A SU HIJO CON TERNURA...PIENSA Y SIENTE...ESE SÓFA...QUE SABE DE MOMENTOS...DE RISAS...DE LAGRIMAS...DE QUERERES DESEADOS...DE PASIÓN...PORQUE SEGURO QUE SI MUCHOS DE ELLOS HABLASEN...CONTABAN LAS HISTORIAS MÁS BONITAS...MÁS APASIONADAS...MÁS NUESTRAS...MÁS DE CADA UNA DE NOSOTRAS..SEGURO...
ResponderEliminarY ESA KARLA...ESA KARLA ES DE UN TIERNO QUE MERECE SER MAESTRA DE LOS CORAZONCITOS DE INES...JIJIJIJI...ME ENCANTA¡¡¡¡...ESA TIMIDEZ ENTRE REBELDE Y TIERNA¡¡¡ ME ENCANTA SI¡¡¡...
ESPERANDO COMO SIEMPRE MÁS....ESCRITORA..
GRACIAS...POR ¡¡TANTO¡¡¡