Emergencias 119

Dos noticias y ninguna buena, le había dicho Inés. No daba para elegir mucho y la primera de ellas Marina ya la conocía.

- Tu madre a Torrejon con mi Tía. Pues ya le vale a ésta, ¿como nos quita a Lu? ¿No sabe lo importante que es para todos? 

Marina entendió que Inés se escandalizara por la marcha de su madre a Torrejon, como seguro les pasaría a Nacho y Laura. Eso era tener una madre en mayúsculas que sabe estar en las buenas, malas y regulares. Pero por mucho que Inés y seguro los otros por wa, le pidieran interceder no lo haría, no podía hacerlo.

- Cielo- sujetando su rostro, como siempre que quería hacerla enteder, intento que Inés entendiese su decisión de aceptar la de su madre- No puedo pedirle más sacrificios, me ha dado toda su vida y ahora soy incapaz de pedirle más. Por primera vez vive algo como lo que tiene con Su y no seré yo quien le ponga trabas...y al final cariño, es Torrejon no Nueva York, ¿si?

122 kilómetros de distancia entre ambas poblaciones, que Marina estaba dispuesta de afrontar con una sonrisa en su rostro. Así lo merecía su madre. Pero esos 122 kilómetros a Inés se le hacían un mundo. Su relación con Lu había contado desde el inicio con un cariño mutuo que con el paso del tiempo se había acrecentado hasta sentirla  como todo un regalo de madre. Con Lu en Torrejon no podría haber hecho lo que hizo cuando Marina y Roberto aún estaban en el Hospital. 

Odiaba estar sola en casa sin hacer otra cosa que no fuera desear estar los tres juntos en ella. Se le hacía insoportable estar sin ellos y la salida más frecuente, era marcharse a casa de Lucía. La última vez había sido dos días atrás. Casi media noche era cuando llegó a que Lucía y no le dio reparo por las altas horas que eran, sabía que ésta se marchaba a dormir bien tarde. ¿Excusa para visitarla? No le hacía falta ninguna, aunque alguna usase.

- Que estoy sin hacer nada y me dije...le ordeno el garaje a Lu- le había dicho a su suegra sin muchas ganas en verdad de hacerlo. Ella misma había llenado ese garaje de mil cosas y ponerse a colocarlas no sería tarea fácil. En cambio, la mantita con la que Lucía estaba tapada en su sofá se veía de lo más calentita.

- Anda...dejalo un día más y vente aquí, estoy viendo una película que es un sopor.

Listo, con Lucía las cosas eran tan sencillas como lo había sido esquivar arreglar el garaje. Sopor le había dicho y la película era peor que eso. Vale, estaba a gustito en el sofá, con Lucía jugando con un mechón de su pelo,  cualquiera se quedaría tranquila pero ella no.

- Lu....¿ nos echamos un Ace combat?- le preguntó como si ésta supiera algo de juegos de consola y la cara que puso Lucía le confirmó que ni idea tenía- Es un juego de combate aéreo, espera y lo verás- estusiasmada con el juego y con ganas de enseñar a Lucía, dejó a ésta alucinando, no sólo por el juego  sino porque sin ella saberlo, tenía hasta consola de juegos. Las risas estuvieron conseguidas en cuanto Inés puso el juego. Lucía no había jugado nunca a nada parecido y todo era nuevo para ella pero le puso ilusión y mucha se debió a estar disfrutando como una loca de una Inés desconocida hasta ahora, que se desesperaba cada vez que ella estrellaba un avión.

- Jajaja, ha sido sin querer- fue alguna de sus excusas antes de tomarlas con él muñequito que Inés había seleccionado para ella- A ver...es que es un tío y ya se sabe. Ponme una tía bien guapa y verás que si se- le pidió y entonces si que hubo mas risas. Ninguna le gustaba para desesperación de Inés que acabó coscandose de lo que realmente buscaba Lucía.

- No hay ninguna que se parezca a mi Tia, así que elige a cualquiera- la apremio Inés y Lucía se disgustó. Si iba a pilotar un airbus de combate quería ser Susana si o si- Jolines, esa rubia se parece a mi...¿no te vale? Jijijiji- insistió Inés y para su suerte un compañero de Susana apareció en línea dispuesto a jugar online- Hostis, es Julio...el Coronel, ¿lo conoces?

- Ay siii- como loca se tiró Lucía a por los mandos. Haría comer tierra al Coronel culpable de que Susana no volase. 

- Si Julio juega, lo hace mi Tía... en nada aparece ya verás- le advirtió Inés y tal cual sucedió. Susana apareció con pseudonimo Sucomander63 y como era normal, la pantalla mostró el saludo de todos incluido el de Inés. Por dios, Lucía casi se comió la pantalla hasta que cogió las gafas queriendo leerlo todo.

- Sucomander...es sexy y ayyy, es mi año de nacicimiento- entusiasmada a Lucía le faltaba mostrar en sus ojos corazoncitos para risas de Inés. Claro que, tan entusiasmada estaba que acabó metiéndose en la conversación online con un: Amor que soy yo...Lucomander69 jijiji

- Ay mi madre, Lu que eso lo leen todos- muerta de risa le dijo Inés pero con Lucía y su repentino interés por los juegos de combate aéreo no había caso.

- Da igual...vamos a ganar a tu Tía, corre- la apremió Lucía alias la adicta a estrellar aviones de combate y ganarles fue imposible, pero la noche fue de lo más divertida. 

Con Lu a 122 kilómetros de distancia, noches así no se darían nada más que de vez en cuando y algo parecido, le sucedía a Nacho. Pensar a Lucía lejos de Pedraza, era quedarse sin su escudo humano. Lucía lo había sido ante las continúas insinuaciones de su padre referentes a su condición sexual. Que se criase de la mano de Marina y Laura, lo convirtió en un adolescente atípico que no se pasaba las horas pegado a la play o masturbandose viendo canales porno. Él prefería acompañarlas de compras, tomar café con ellas, maquillarlas y maquillarse y un sin fin de cosas  que lo acercaban, según los borricos de turno, más a una conducta homosexual que heterosexual. Y ahí, es donde surgían las desavenencias con su padre y donde aparecía Lucía. Debió saber por Marina que no acompañaría a las chicas a su primera sesión de belleza, su padre no le dejaba ir, queriendo que empezase a comportarse como un hombre que se viste por los pies. Pasando de discutir más con él, prefirió encerrarse en su habitación. Después seguro que las chicas irían a verlo a mostrarle todo lo que se habían hecho. Cuando al rato, su padre le pidió que bajade porque tenía visita, enseguida pensó en ellas y bajó, queriendo verlas. Pero no eran ellas y si Lucía, que hablaba con su padre mientras lo esperaba.

- Es un bono que me regalaron y Nacho seguro quiere usarlo, pensé en llevarlo conmigo- le decía Lucía a su padre y el temió aparecer, prefiriendo escucharlos tras la puerta.

- Lucía....tu miras por tu hija, yo lo hago por el mio. Se pasa el día rodeado de mujeres, cuando no es su madre, es tu hija o Laura o tú misma. ¿Entiendes que no es normal? En el Instituto le dicen cosas y luego soy yo..quien tiene que esucharlo llorar- le había dicho su padre a Lucía.

- Imbéciles que no ven más allá de su ombligo. Porque a Nacho le guste la ropa, o llevar su peinado a la última, no lo convierte en una nenaza y eres tú quien le hace flaco favor hablando de él como si fuese un bicho raro.  Nacho es Nacho, único como deberíamos serlo todos y ahora mismo nos vamos  al salón de belleza incluido tú, que para ti también tengo bono- dijo Lucía y fue una de las tantas veces que esa mujer se ganó su amor eterno.

Pero, Inés y Nacho, no eran los únicos que sufrían la posible marcha de Lucía a Torrejon. Por igual lo hacía Laura....