domingo, 4 de enero de 2015

Bajo tu muérdago 7


Y en el reloj de antaño, como de año en año...cinco minutos más para la cuenta atrás. Hacemos el balance de lo bueno y malo, cinco minutos antes de la cuenta atrás. Marineros, soldados, solteros, casados, amantes, andantes y alguno que otro cura despistao, entre gritos y pitos los españolitos...enormes, bajitos hacemos por una vez, algo a la vez...Mecano sonando en todo el salón y esos cinco minutos que a Mamen se le escapaban con un pellizco en el estómago.

El que se siente, cuando la salida de un año y la entrada del siguiente, te ilusiona como niña que espera a Papa Noel. Minutos para ese balance del que hablaba Mecano no tuvo Mamen. Ilusionada especialmente revisó que todos tuviesen sus doce uvas como marcaba la tradición y que el champán estuviese listo para ser inmediatamente descorchado tras las doce campanadas que anunciaban un nuevo año. Minutos de risas nerviosas, de alguna carcajada por los gamberros que se dedicaban a inquietar más a las personas que como ella, vivían esos cinco últimos minutos con entusiasmo desmedido. Yendo de acá para allá, Mamen como llevaba pasándole toda la noche, buscó a Anabel por el salón. Pensar en que probablemente para Anabel las uvas no fuesen algo especial, la desilusiono un tanto, pero sorpresas te da la vida o puede que sólo fuese la magia de la Navidad. Lo cierto es, que la encontró con un tazoncito de uvas en la mano discutiendo con el pequeñajo Tomás. 
- Jajaja- tuvo que reír al verlos. ¿Quien puede discutir con un crío? Bueno, debía reconocer que ese niño en cuestión, había heredado o más bien, copiaba en exceso a su madre. Una histérica de gestos excesivos encantada de haberse conocido así misma. Aunque, eso no cambiaba que Tomás fuese un moco de sólo cuatro años. ¿Que se puede discutir con un crío de cuatro años? Lo que fuese, ella no pensaba en perdérselo y por eso se acercó hasta ellos. Pero claro, acercarse de nuevo a ella era sufrir al momento pequeñas taquicardias. Jamás hubiera jurado que le gustase tanto alguien, que recibía el año en pantalones de pana y jersey. Pero debía reconocer que esa disconformidad con el resto tenía su punto que pasaba a puntazo cuando la escuchó defender la tradición de una uva por cada campanada. Obvio, fue escucharla y poner cara de ¿hola? Sin que Anabel pudiera resolver sus dudas de porqué ahora si apoyaba las tradiciones, ocupaba como estaba con el pequeño cabezota.
- Dices que no, porque no puedes con 4 uvas y yo si- le decía Tomás a Anabel, claramente queriendo picarla para demostrar que él sí que podía comerse cuatro a la vez y Mamen fue ver a Anabel a punto de entrar al trapo y temer sufrir un dardo directo de amor. Por dios, hasta revisó si en los muérdagos había Cupidos dispuestos a sacudirla bien fuerte con sus flechas. Vale, era el momento de dejar de babear por esa mujer y exigirles respetar las uvas, por muy raro que le sonase.
- Ehm...a ver par de dos, las uvas son para las campanadas- les dijo queriendo sonar con toda la seguridad del mundo y ay no, pensó al momento. No era bastante con "sufrir" a Anabel, que ahora tenía que hacerlo con el pequeño amor que era Tomás. Éste fue escucharla y girarse hacia ella con una sonrisa granuja que destacaba sus mofletes. Desde luego era para comérselo en cachitos- Jajaja, ¿que?
- Ez que...yo quiero comérmelas juntas y ella no me deja- galán a pesar de ser un moco señaló a Anabel acusándola y ésta rodó los ojos asumiendo que para Mamen ya había un ganador. Normal si el renacuajo hacía trampa sonriendole de esa manera.
- Es una a una, cariño- le dijo Mamen, quemándose de nuevo. Si, era lo que le provocaba Anabel cada vez que la miraba como lo hacía en ese instante. Pausada e íntima, cálida y provocativa. Bueno, ya lo dijo alguien; el primer beso se da y se recibe con la mirada. Pero ella además de un beso tenía a un mocoso ronroneandole atención.
- Yo no quiero Mamen, así es un rollo y  no le gano- volvió a señalar a Anabel el mocoso y ésta se acercó hasta Mamen. Era tiempo de acorralarla y hacerla elegir, por lo menos así lo estaba sintiendo ella.
- Es una por campanada, así reza en la tradición- con evidente obviedad le dijo Anabel poniéndola en un aprieto. Aunque el verdadero aprieto era tenerla hombro con hombro, sin poder cogerla como a Mamen, no es que le apeteciera, es que a esas alturas de la noche le iba urgiendo- Por cierto- sin dejarla decidir el Bando por el que posicionarse, continuó a baja voz- Lo apuesto todo, a que la banda sonora la has elegido tú- prosiguió llevándose toda la atención de Mamen. Era fácil, dado que el mocoso ya ni se acordaba de que discutía y prefería guarrear las uvas. Tras lo dicho, Mamen sonrió orgullosa, primero porque Anabel demostraba ir conociéndola y segundo, por la propia música tan bien elegida por ella misma. Aunque, Anabel no iba a dejarla regodearse- Como también apuesto a que sonará Alaska y su A quien le importa, el salta conmigo de Tequila, We Are the champions, sin olvidar el Tractor Amarillo y...- en ese punto Mamen dejó de escuchar para pasar a indignarse. Había una guasa clara en Anabel que sin saber muy porqué, comenzó a tocarle los ovarios. Por favor, eran clásicos que por supuesto no podían faltar en una fiesta, ella era la rara que preferiría pues...a saber que música. En fin, de ella no se iba a reír por muy buenísima que estuviese.
- Ay cariño- le dijo con evidente sarcasmo mientras apoyaba la mano en su vientre- Me estabas resultando encantadora discutiendo con esta cosita de crío...no lo estropees- terminó con una palmadita en su vientre dispuesta a dejarla ahí parada llevándose a Tomás. Esa guarreria de uvas debían ser cambiadas por otras y Anabel debía meditar sobre las cositas a decirle. Aunque no iba a tener tiempo. Mirta aprovechó la soledad momentánea de Anabel para acercarsele. Para ella estaba resultando de lo más entretenido observarlas como si fuesen las protagonistas de una comedia para la que por supuesto, ella quería final feliz. Y si para ello, debía ayudar un tanto a su cuñadita por supuesto que lo haría, como se dispuso a hacer.
- Mm...me encanta como le ha quedado todo esto y como está respondiendo la gente- le dijo a Anabel, espiando de reojo  que ésta no dejase de mirar a Mamen- Pero bueno, yo no soy parte objetiva. ¿Tu que dices?- la interrogó queriendo llevarla al punto exacto donde ella quería llegar.
- Ujum- asintió Anabel, tratando de esconder su sonrisa mirando ahora al suelo.
- Pues claro- corrió a seguir la conversación Mirta. No había tiempo que perder- Es así para todo. Detallista, simpática, cariñosa- enumeró y a ella misma le empezó a sonar a demasiado y prefirió variar, ahora que Anabel la miraba de frente- Un animal social vaya y bueno, posee la seguridad que da saberse con suficiente personalidad para calar en...cualquiera- fue acabando dubitativa. Anabel la miraba con una ceja alzada que la estaba desconcertando y claro, quiso saber que pasaba- ¿Que?
- Pues...verás- se prestó a responderle Anabel sorprendiéndola- Paso de los treinta años, amo mi soltería y es un hecho que mis amistades no comparten. Es por esto, que estoy acostumbrada a que intenten venderme citas y prefiero ahorrartelo, porque no soy de rollos desesperados de una noche, de Navidad o de finales de verano- concluyó dejando helada a Mirta, que con desilusión absoluta ante lo dicho por Anabel veía regresar a su cuñada totalmente risueña. 
Tenía que avisarle, fue la nota mental que se hizo, pero entonces alguien del salón gritó alertandoles que las campanadas comenzaban. Mamen llegó a tiempo, colocándose entre ella y Anabel, como también llegaron Fede y el pequeñajo crío mimado por todos. Empezaban las campanadas y ella sufriendo por su cuñada, la misma que sonreía a Anabel. Como fuese debía avisarla y bien que se buscó la vida, para susurrarle rápido.
- Retirada...no quiere rollos desesperados- le dijo autofelicitandose por su sigilo y rapidez. Lo siguiente, fue comerse la primera de las uvas, como marca la tradición, mientras Mamen tragaba bilis totalmente ofendida.
- Ja...desesperada estará su....- se calló Mamen porque llegaba la tercera campanada y si, sin lugar a dudas estas serían las doce campanadas más largas de su vida, por las ganas de que acabasen y decirle a la no quiero rollos desesperados, cuatro cosas muy bien dichas.
- Cuidado o te atragantaras- ajena a su cabreo le susurró Anabel a su espalda y Mamen quiso tragarselas de golpe, sólo para girarse y escupirle varias verdades. Pero....
- Feliz Año Nuevo
El año 2015 acababa de llegar y según la tradición, había que besarse.







6 comentarios:

  1. Que Nochevieja más larga!! Gracias gemo.

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  2. Ay ay ay! Que llego tarde, pero decirte Gemo, en primer lugar Feliz Año y en segundo que acabo de leer este fic de un tirón y ya me tienes enganchaíta. Menuda pareja hacen estas dos...
    Deseando leer el siguiente.
    Muchas gracias
    Besillos helaillos

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  3. Perfeitooooooooooooooooooooooooooo gemito você é sem palavras
    muito gostoso de ler
    mas também quero emergências 112 por favorrrrrrrrrr
    brigoninha

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  4. Feliz año y feliz toooooodo. Artissssstazaaaaaa gracias por siempre estar ahí compartiendo tu maravilloso don
    Nochevieja larga¿....bendita largura y que no tenga nunca fin
    Gracias mil

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  5. Larga pero sabrosa.Un regalo de lujo. Gracias mil, Gemo. Y feliz 2015 con muchas historias tan especiales y maravillosas.
    Constance.

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  6. ....LAS NOCHE DE LOCURA....DE PASIÓN ANUNCIADA COMO ESTA...NO SE QUERRIAN ACABAR ...NUNCA...
    GRACIAS....ESCRITORA....
    CELESTE-NEGRO

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