Emergencias 125

Antes de que llegasen la pareja de reporteros, tocó pasar la noche frente al fuego. Primavera en la sierra, deja noches de fresco que se esquiva frente a una buena chimenea y con excelente compañía. Antes de que a la mañana siguiente llegasen los reporteros y antes de que la casa se llenase de visitas familiares, Xavier tumbado frente al fuego deshacía en mimos al pequeño Roberto, que se retorcía en risas y patadas disfrutándolo. Papi prácticamente se lo comía a besos de lo más sonoros, mientras Laura se intentaba poner de acuerdo con Nacho en cuanto a la música a poner. 

Ito, como lo llamaba Ines, rió y pataleó tumbado sobre una manta hasta que escuchó a Marina llegar al salón, entonces pasó a llorar y a alzar los bracitos, demostrando su hambre.

Si entonces hubiesen estado los reporteros habrían visto y comprobado, como lo harían al día siguiente, lo sencillo que es formar y ser una familia con tres padres. 

Xavier enseguida se levantó con Ito, adivinando que el pequeño mocoso tenía hambre. Con él en brazos le indicó a Marina donde sentarse cómoda para darle de mamar y él se aseguró de tener las mejores vistas de ese divino momento en que Ito se agarraba sonriente al pecho de Mami.

- Menudo tragón es- le dijo Marina sin ningún apuro y por igual, se acomodó Xavier para que Ito le tomase el dedo entre chupa y chupa. 

- ¿Se lo quitarás a los 6 meses como querías?- tan buena ocasión como otra para interesarse tuvo Xavier y por la cara que puso al preguntarle, Marina supo que por él, sería más allá de los 6 meses- Yo estuve hasta los 9 meses y después seguí tomando pero ya sólo para dormir- le dijo Xavier como ella había adivinado.

- Eso quiero yo, pero ya aprieta y me hace daño- le respondió Marina y entre chupa y chupa, el tragón mocoso se fue quedando dormido- Amor no te duermas ahora- quiso Marina despertarlo y ahí, ayudó Papi.

- Tu tu tu- imitando el sonido de un helicóptero una y otra vez, hasta que Ito volvía a abrir los ojos y sonreír- Jajaja, empiezo a hacerme a la idea de que tendré un hijo piloto.

Normal que el nene despertase con ese ruido. Era el sonido que Ito siempre escuchaba con los juegos que le hacía Inés, la misma que junto al resto de las 

Merino y Lucía, intentaban preparar un picoteo para ofrecer a las visitas que recibirían. 

Y era intentar, porque Inés en una cocina era más comer que cocinar. Que si parto jamón y por cada loncha de jamón que parte, dos caen y no en el plato y así con todo. Para disgusto de Lucía demasiado parecida a Susana, ésta con las ensaladas dividía las aceitunas según la magnífica ecuación matemática de dos para mi y una para lo verde y porque se me cae. Le faltaba comprobar si la más peque de las Merino esa noche cenaba más que cocinaba y buscándola es que tropezó con ella de frente. Algo que enseguida aprovechó Karla para ganarse un rico abrazo by Lucía.

- Tú...yo- le dijo a Lucía dándole un tono de lo más insinuante, que rápido atrajo a la médico.

- La distancia que llama a ser derribada- le siguió el rollo deseando comérsela a besos. Ninguna novedad tratándose de Karla, pero es que se había pegado todo el día observándola y Karla lucía de lo más feliz. 

- Mis pasos que ayudan- prosiguió la guasa Karla dando un paso más.

- Y los míos que no lo evitan, jajaja. Ven aquí ya- riendo la atrajo hacía ella y mira que cosas, el par "lo pruebo todo no vaya a estar malo" dejaron de comer para mirarlas. Obvio, Susana lo hacía a ojos entrecerrados por ser la menos dada a semejantes muestras "ñoñas", mientras que Inés siendo su contraria en estas lides se derretía y no tardaba ni "miita" en participar de un abrazo de a tres, que a Susana le hacía rodar los ojos incrédula- Ay mis niñas y ay mi niña mayor que se me encela. Ven aquí, gata mojada- se cachondeo Lucía y así el abrazo fue de cuatro y tuvo que ser alguno de los que estaban en el salón los que le metieran prisa porque las visitas ya llegaban. 

Noche perfecta fue, donde el mayor protagonismo se lo llevó Ito, por ser su primera visita a El Espinar y tras el buen rato compartido en familia, llegó el momento de dormir. No hubo pareja que no quisiese en un primer momento, dormir en la casita del árbol, pero fueron dejando de quererlo en cuánto lo pensaron un poco, cada cual por sus propios motivos.

En el caso de Laura, era Xavier el más interesado en pasar la noche en la casita, algo que enseguida Laura le quito de la cabeza.

- Ahí no puedes gozar como te gusta y en gozar entra gritar como me gritas cuando...¿uhm?- le dijo insinuandole muy bien a que se refería y así pues...

- Eh...vale, mejor habitación- pronto dejó de pensar en la casita Xavier. Estando la casa llena de gente, no era normal dar el escándalo, que lo diera la siguiente pareja queriendo casita de árbol.

Que eran Karla y Nacho. A decir verdad Karla no tenía muchas ganas de pasar la noche en ella y era Nacho quien más ilusión le ponía. Que pereza le dio a Karla pensar en acondicionarla para domir. Ponte a hinchar el colchón, lleva la alargadera de la luz para poner algún calefactor y naah, mejor convencer a Nacho de dejarlo para más adelante. 

- Voy a subir a la casita antes de que sea más tarde a limpiarla de bichitos- le dijo a Nacho y evitó descojonarse por la cara de susto de éste.

- ¿Que hay bichitos?- con pavor le preguntó Nacho abrazándose a ella.

- Seeh...pero yo los mato todos por mi niño- con seguridad le dijo Karla, encantada con el cambio de clichés que había entre ella y Nacho. El mismo que la abrazaba todo enamorado.

- Mi heroína... Ya dormiremos otro día- postergó la idea Nacho. Para otro día en que Karla pudiera subir a limpiarle la casita del árbol con más luz. Ahora prefería darle paso a la siguiente pareja en quererla; Lu y Su.

En éste caso la interesada era Lucía. Idealizando la casita para ella era igual, a noche de estrellas con un buen vino y sobre todo, junto a Susana hablándole de su pasado en ese pueblo. Pero, ésta tenía otros planes.

- Bueno...yo creí que después del día sin parar que llevamos te apetecería más mi habitación con baño privado y bañera de obra- le dijo Su y ni mil palabras más necesitó Lu para olvidarse de la casita.

Porque si, llevaban un día de no parar nada y se agradecía cambiar las estrellas por una bañera llena a rebosar de agua caliente y espuma. Bañera donde meterse con su copita de vino y Su. Y bañera que en principio estuvo así, bien llena y espumosa, pero ni tiempo le dio a Su a meterse cuando la bañera ya empezaba a perder agua. 

- Ehm...recuerdame que de las reformas nunca te ocupes- le tuvo que decir Lucía sin por supuesto salir de la bañera y dejar su copa de vino. No tenía fuerzas para cambiar de plan y que demonios, la bañera con más fugas que tapones tenía sus risas- Jajaja, lo peor es que me encanta vivir estas cosas contigo- encogiendo las piernas, sufrió un ataque de sinceridad- Es como, vivir cosas nuevas y hacerlo compartiendolas contigo. Por ejemplo en casa, no sabes lo que disfruto mandándote a que abras la puerta cuando llaman, o como cuando el otro día pinchamos y acabamos en aquella casa rural. No se, me encanta sentirme contigo como si tuviese quince años y estuviese descubriendo el mundo. Asi que ven aquí y bañate conmigo con este chorrito de agua, que estás muy gata mojada hoy.

Su se introdujo en la bañera pero haciéndolo tuvo que recibir y encajar cada disparo que lo dicho por Lucía era para ella. Porque sin saberlo, Lucía había definido a la perfección lo que su relación era para ella. Redescubir hasta ganas que estaban guardadas en un cajón con muchísimos candados. Cabezota y cerrada, Susana no aprovechó estar abrazada por Lu en esa bañera para contarle su "come come" de los últimos tiempos compartidos con Ito, aunque respecto a las cartas no pudo callarse.

- ¿Crees en el Tarot?- le preguntó queriendo sacar el tema de las cartas de Inés, las que había quemado esa tarde.

- Amor...soy médico, imposible- fue la contestación de Lucía y ahí ya si, Susana no se calló. Le contó su existencia, la temerosa lectura que de ellas había hecho la difunta Carmen y de como ella misma había pérdido los papeles con Inés por ellas. También que las había quemado y que se veía que la edad comenzaba a pesarle porque le daban el mismo miedo que a Carmen- Poco se, pero creo que las cartas tienen varias lecturas y que...te ves adorable toda preocupada.

- Oh no...no vayas por ahí- se quejó en verdad encantada Susana por esos ataques mitad tiernos mitad lujuriosos únicos y exclusivos de Lucía.

- Jajaja, te tengo encerrada para mi, sin escapatoria- le dijo entre risas Lu y si que la tuvo para ella sola.

Al final, la casita fue para quien había pasado en ella toda su infancia y adoslecencia; Inés y una Marina deseosa de hacer esa casita suya y de su hijo.