Take a Chef 23

En definitiva, la chispa de la vida adornando unos labios, entendido como aquello capaz de captar con rapidez el sentido de algo. Mel y su sonrisa, bien valían una vomitera. 

Aunque a la Chef le hubiese encantado disimular el estado en el que se encontraba, sin tener a quien culpar más que así misma. Fue normal que Mel se sorpriendera al ir a recogerla en un carrazo y con Chófer, pero para la rubia no pasó desapercibido el color extraño que presidía el rostro de Arel. 

- Hey...¿estás bien?- subida al coche enseguida se preocupó e incluso, tomó el rostro de la Chef con ambas manos, como si así pudiera diagnosticar que le ocurría. Arel se limitó a sonreír y a cogerse a sus manos.

- Si- le contestó ahora sonriendo por la foma tan inquieta con que Mel la examinaba barriendo todo su rostro. Tan fácil le resultaba contagiarse de la sonrisa de Mel, de sus siempre brillantes ojos y tan fácil, dejarse llevar por ella y sus mil preguntas.  

Saciada la curiosidad de Mel, sobre como era que iban ese cochazo y directas al aeropuerto donde un vuelo privado las llevaría a París, a la rubia le tocó dar normalidad. Le había descuadrado por completo, que Arel aceptará una reserva de ese estilo y por lo que pudo imaginar, esa sería la causa del evidente malestar de la Chef. Desde luego no era el momento de bromear con ella dibujandola cómo toda una Chef estrella, hacerlo habría sido igualarla a su padre. Otra vez el padre despertando su curiosidad infinita. Estaba claro para Mel que ese hombre, para bien o para mal, había sido clave para Arel y su carácter. La verdad es que, dejar ese tema de lado, a Mel no le supuso ningún problema. Conversación tenía para dar y aburrir.

- Estoy asqueada y muy harta de este Gobierno. Me han cerrado dos nuevas oficinas de Turismo, lo cual es muy gracioso. Si queremos ser un país que vive del turismo, debes dar lo mejor de ti para que el propio turista sea tu mejor publicidad. No puede haber un turismo de calidad y movible, sin que para él tengas las mejores infraestructuras. Pero que le vamos a pedir a un Gobierno que se preocupa en recortar el derecho al aborto y no, en mejorar una ley de maternidad que a todas luces es insuficiente y mira si eso es incongruente. Por no hablar de....- empalmó a su estilo un tema con otro y para cuando quiso darse cuenta del rato que llevaba hablándole sin parar, sobrevolaban los Alpes- Ay Dios que apuro, no me dejes comerte la cabeza de ésta manera, puedo ser imparable- le dijo tratando de ver por la ventanilla donde estaba sentada Arel y la grandiosidad de los Alpes bajo ellas, la impresionó- Joder- soltó sin percatarse de que prácticamente estaba encima de la Chef, acorralandola contra la ventanilla- Siempre me gustó volar sobre los Alpes, ahora hace pupa al pensar en la catástrofe que ocurrió aquí no hace tanto- prosiguió hasta que notó el roce con una parte de la anatomía de Arel, ciertamente voluptuosa. Abrir los ojos impresionada y morderse los labios, fue todo en una- Vale, no te mojes por un rocecito de nada, pedazo...pedazo puton- se ordenó con la intención se regresar a su asiento como si nada, pero entonces topó con la mirada de la Chef, increíblemente posada en ella- Dile algo, lo que sea. Ay dios que morritos tiene- continuó ordenándose sin decir ni media, y así dejó que los ojos de ambas se buscasen, se enredasen y que a intervalos, las dos devorasen los labios de la otra en segundos que la aceleraron más que si hubiesen pasado por turbulencias. Como fuera, debía dejar de mantenerle la mirada o su prodigiosa imaginación se pondría en marcha. Sería tan fácil, calmar sus ansias de poder acercarse hasta su boca. Supremo sería delinearle esos labios tan carnosos que la esperaban medio abiertos. Intenso respirar de su aliento. Sobrecogedor, sentirla rodearle la cintura- Oh no por favor- se quejó de sí misma y de esa imaginación que ya había echado a volar- Amiga..que quiere ser tu amiga, no que te la folles aquí. Asco de salida- disgustada y a mil, si que rompió el enredo visual, sin darse cuenta de como Arel declinaba la cabeza siguiéndola- Voy al aseo. Necesito ir- energética quiso levantarse decidida. Ya estaba bien de ensoñaciones lujuriosas con Arel, pero ésta la enganchó de la mano y del traspiés que dio, estuvo a punto de caer en ella como en sus ensoñaciones- Que me vas a echar de menos este ratito. Lo sé- bromeó no queriendo mirarla a los ojos. Si lo hacía...- Agh...mierda, ya- volvió a las quejas sobre sí misma al caer en la tentación de mirarla y menos mal, que Arel le sonrió y soltó o...vuelta a empezar con su imaginación. 

Indignada consigo misma llegó al aseo y en él se encerró. Recapitulando sobre su noche y día, llegó a una evidencia; estaba siendo mucho más gratificante estar pasando el día con la francesa, más que haber despertado de nuevo junto a Tam. " Que demonios" se dijo pagando su frustración en una limpieza extrema de sus manos. Niña de papá como siempre le recordaba Vera, se había puesto en contra de éste optando por una profesión pública de la que obtenía pocos beneficios económicos y muchos quebraderos de cabeza. Era una lesbiana salida del armario a los 13 años en una familia conservadora. Se había propuesto conquistar a Tam y lo había conseguido. Por no pensar en los sacrificios que había tenido que hacer cada vez que había tenido que financiarse por sí misma sus viajes a países remotos. En consecuencia, había sido una tipa con dos ovarios bien puestos que no se había achicado ante nada y de unas semanas hasta aquí, parecía haberlos pérdido. Pues punto y final. Más allá de que Arel sólo quisiese su amistad, no era ético y quebrantaba toda lealtad a sus sentimientos, comportarse como lo estaba haciendo con Tam. Debía hablar con ella, hablarle de sus cambios y afrontar lo que viniese. De hecho la llamaría en ese mismo momento para citarse con ella a la noche. "Eso es..vamos poniendo orden" se dijo, pero una cosa eran los nuevos propósitos y otros el acaloramiento que la intimidad con Arel le producía. Con tanto nervio y en un espacio tan pequeño, fue ir a coger el bolso, girarse, topar con el lavabo y acabar cayéndosele el móvil a la taza del water. "Genial...torpeeeeee" Con toda la escrupulosidad del mundo, ni se pensó meter la mano ahí. Menos después del pedazo lavado de manos que se había dado. Si había entrado al aseo regañandose, peor salió de él. Le faltaba quedarse desconectada todo el día, si bien podía tomárselo como una pequeña terapia contra su adicción manifiesta al móvil. Pero eso no quitaba que debía poner en aviso de su pequeño accidente a la azafata que las acompañaba en ese vuelo privado. Decidida iba cuando al llegar a la altura de sus asientos, de nuevo la mirada de Arel sobre ella, le hacía detener su paso y jurar, que jamás nadie en du vida la había mirado así, por muy amiga que quisiera ser. " Tocate el..."