Y los sueños...4

Otro día de curro a las espaldas y otro camino de regreso a casa, para desahogar el estrés del trabajo a base de insultos a otros conductores, algún bocinazo, frenazo y porque no, alguna sonrisa sobrada al pasar a cualquier niño de papá con cochazo.

- Que no basta el coche pedazo alcornoque, hace falta algo más, hijo de mi vida-

Los rezos ya eran una rutina en ese camino de regreso, si bien podía alternarlo aporreando el volante al ritmo de alguna canción, previa subida de volumen. Le había pasado desde que consiguiera el carné de conducir. El coche le daba alas, libertad. 

- Madrugada fría, carretera sola. Yo espero que este día nunca pase a mi historia-

Como la misma canción que tatareaba mientras su piel se erizaba. El ruido de la carretera, el egoísmo en la conducción y la lucha por llegar a un destino; su casa con una triste ensalada esperándola para ser preparada y engullida. Cosas de ir cumpliendo años esa de la comida equilibrada. Quedaría bien para contarlo, la realidad era que los excesos del fin de semana a según qué edad, necesitaban de equilibrios y ese, ya era su caso. A la mierda. Estaba en su coche y aunque pocos, tenía kilómetros para quemar un poco de gasolina y algún sueño inventado. Ese era su glorioso momento. Donde podía vivir mil vidas, según la letra de la canción que sonase. Pero ese día, en esa carretera y en ese instante, un accidente bloqueaba el paso haciéndola frenar.

- No me jodas, todos los putos días igual-

Se quejaba. Sin faltarle razón. Esto eran cosas de la crisis. Carreteras esperando un desdoblamiento e incluso una autovia. La crisis económica se estaba haciendo tan larga, que hasta la palabra autovia sonaba a pasta.

Como fuera, lo cierto es que tuvo que frenar y detenida, el volumen de la música más que estimularla, la irritaba. Así no había quien fluyese ese medio día. Aburriéndose en tan solo medio minuto detenida, le dio tiempo a cotillear algún coche que venía de frente y después al lugar donde había quedado parada; justo al lado del cementerio.

- No me miréis así, ya sé que yo aún puedo conducir-

Dijo sonriéndose. La verdad es que a veces, tenía una guantá bien dada. Al ritmo frenético al que solía aburrirse, le habría bastado dos minutos más ahí parada para querer salir del coche y ver qué narices ocurría delante, pero un coche aproximándose a ella a toda hostia desde atrás, le hizo erguirse en el asiento y activar rápido las luces de emergencia.

- Veras que me come el subnormal...LA subnormal-

Porque era ella, femenino de maldad máxima. La culpable de que por días y más días, hubiese recorrido esa carretera como alma en pena en su búsqueda. La gracia del número de teléfono pintado con carmín en el capó del coche, sin que la lluvia le hubiese dejado recopilarlo entero, también le  había supuesto días y más días realizando posibles combinaciones que obviamente, no le habían dado buen resultado. Y ahora, ahora que ya se había olvidado del día en que creyó en los sueños, regresaba Merche a esa misma carretera. Pues mira no, esta vez no pensaba seguir sueños con piernas largas y sabor rabiosamente adictivo. A fin de cuentas, locuras así ni en las películas salían bien. 

Con toda la parsimonia del mundo, aguantó sin mirar por el espejo interior del coche y cuando el carril comenzó a moverse, ella lo hizo despacito y sin prisas. Lo que no le valió para obviar definitivamente a Merche. Difícil si ésta la presionaba arrimándome el coche peligrosamente.

- Cabrona-

Tuvo que musitar mordiéndose los labios. Las ganas de guerra ya estaban ahí, rugiendo desde su estómago. Bien mirado, Merche merecía un escarmiento y los kms de nacional y sus rotondas, se lo iban a servir en bandeja. 

Como ya les pasara en la primera ocasión, ambas se manejaron diestras durante esos kilómetros y quisiera ella o no, llego la primera salida y con ella, tomar una decisión. El pique no había sido suficiente escarmiento y joder..se veía incapaz de volver a dejar pasar otra oportunidad con Merche, pero antes que nada, debía estar el amor propio. Así que, doliéndole la dejo coger la salida sin seguirla. 

Pero..sorpresas te da la vida. Kilómetros más tarde, cuando puchereaba recordando el sabor de Merche, ésta volvió a aparecer tras ella, en está ocasión más escandalosamente. Lo era las largas que le estaba haciendo, como los toques de bocina insistentes.

- Vamos no me jodas-

Se quejó de puro vicio. Merche regresaba y lo hacía acaparando toda su atención, pues muy bien yendo en primer lugar ella, tomó la siguiente salida seguida por Merche y no pudo esperar a llegar a cualquier sitio posible para detenerse, Merche insistía con los bocinazos.

- Te vas a enterar-

Con genio se bajó del coche mal estacionado en el arcén y se dirigió hacia Merche y su carrazo.

Hubiera sido soberbio si sus labios no le cosquilleasen al verla y si el deseo feroz, no despertase en ella loco. Porque así..

- ¿Es que no me estabas viendo? Mejor vamos a otro sitio-

Porque así... le dio el mando a Merche y sus ordenes. Pero no, no y no. Esta vez no.

- No voy a volver a ir detrás tuya. ¿Que quieres?-

Protegiéndose de vete tú a saber qué, le inquirió  a brazos cruzados. Que jodidamente buena estaba Merceditas de los..

- Vale...me haces pagar tu torpeza y aún así..ni siquieras valoras lo bonito que pudo ser, aunque no lo fuese-

Le dijoMerche.

¿Pero que coño le había dicho? ¿Un trabalenguas? De no estar comiéndole los labios con la mirada, quizás la habría entendido. Como si de igual forma sus manos no cosquilleasen ante la idea lujuriosa de callarla, empujarla hasta el capó y subirle el vestido. 

- Deja de soñar...y hazlo-

Le ordeno Merche rompiendo todos sus esquemas. Siendo así, ¿que debía hacer? Obvio, seguir sus ganas, su deseo y acabar con ese manido y pesimista: y los sueños, sueños son.

No le faltó tiempo para llegar hasta Merche y besarla empujándola hasta el capó.

Del sueño cumplido únicamente supieron los coches que chocaron unos contra otros al verlas sobre ese capó.

Fin