miércoles, 31 de julio de 2013

Wilson SL. 90


Macarena no atendió a más nadie. La noticia de que Francisco Wilson había recibido la extrema unción, corrió por toda la Comarca. De repente, todos aquellos que guardaron silencio ante la pérdida del Imperio Wilson, rompían su silencio y la Mansión recuperó la vida de antaño.
El personal al servicio de la casa, corría de un sitio a otro, recibiendo presentes y visitas. Y Francisco Wilson, solo pedía a su forma una cosa, la presencia de la señora en esa casa.
Pero la señora, no estaba en casa, llegaba al Hospital acompañada de Adriána y Toncho. Con sólo una preocupación que Anna y el niño estuviesen, bien. No se extrañó, cuando los pasillos por los que era guiada se desalojaban de gente, para darle paso. Para muchos de los ciudadanos de esa Comarca, seguía siendo la señora y esa, era una forma de demostrárselo.
Nada más llegar a la sala de espera asalto a Estefa y Faus a preguntas y éstos respondían conforme los dejaba. Adriana poco entendía de lo que su madre y tía hablaban. Ella sólo quería ver a su Mamá o que alguien, le dijese que se encontraba bien.
Aprovechó el descuido de Maca y corrió a por uno de los tantos que caminaban por allí con bata blanca.
Ad: ¿Es Doctor?- pregunto tirando de la bata, del que si era Doctor y este se detuvo sonriendo.
Dc: Ey, ¿andas sola por aquí?
Ad: No, soy Adriana Wilson y ella es mi Mami, Macarena Wilson. ¿Usted sabe si Mamá está bien?
M: Adri- Macarena llegó antes de que el Doctor pudiera contestar a la niña- Lo siento, es muy impetuosa.
Dc: Ya veo. ¿No me recuerda?
M: Eh- Macarena hizo un esfuerzo intentando recordar su rostro, pero no era la noche- Lo siento, pero no.
Dc: Mis padres sirvieron toda la vida en Wilson SL, prácticamente me sé toda tu vida.
Ad: Bien, ¿puede decirnos de mi Mamá?
M: Adriana, estamos hablando.
Dc: No pasa nada, es normal que este impaciente.
Ad: Eres Wilson Mami, diles que Mamá tiene que estar bien.
M: Toncho- saturada, Maca no estaba para corregir a su hija, prefirió que Toncho, se encargase de ella, mientras ella aprovechaba la confianza con el doctor- Ahora estoy cayendo. Tus padres fueron los antiguos guardas.
Dc: Si, soy Antonio Gómez
M: Joder, perdona. Las liábamos buenas tú y yo.
Dc: Tenías cierta tendencia a huir y yo a ayudarte. Hoy estáis siendo el centro del cotilleo.
M: Para variar.
Pronto la vieja conexión entre ambos surgió y fue Antonio, quien le explicó la verdadera situación del niño y de Anna.
A pocos metros, los hermanos Faus y Toncho junto con Estefa, alucinaban con las protestas de Adriana y su vena más Wilson.
Ad: Fooh, tanto Superman para nada. No vino a salvar a Mamá.
Es: Vamos a ver. Adri ni puedes ir por ahí, exigiendo ni queriendo que tú apellido prevalezca sobre todo.
Ad: ¿No? ¿Por que no? Soy Wilson, eso es así.
Fa: Que buen trabajo hizo el viejo.
Ad: Necesito mi capa. Ella me llevará a Mamá. Yo la salvare...
Mr: Eso es así
Ad: Jejejeje Martha
La llegada de Martha, imitando la frase más usada por la niña, provocó reacciones en cadena. La primera la de la propia niña, quien buscó el cuerpo de su Tía, para esconder su sonrojo. Esa alta mujer, rubia como ella y de bonita sonrisa, intimidaba a la niña y el sonrojo del momento, ocurría cada vez que se veían y normalmente, aumentaba como ahora mismo, cuando Martha le ofrecía toda su atención.
Mr: Me gusta tú nuevo look- ignorando a Estefa, peino con su mano el corto cabello de Adri, disfrutando de la vergüenza de la niña.
Ad: Jejeje ¿si?
Mr: Ujum, estas muy guapa
Ad: Jejeje, tu...tú....tú....también, sí.
Mr: ¿Me das un beso?
Ad: Puedo darte dos.
Fa: Jajaja, pa morirse con la niña.
To: Una dura contrincante te ha salido.
La segunda y tercera reacción, fue la misma. Los gemelos no desaprovecharon la oportunidad que Martha les daba, para darle caña a Estefa. Primero y antes de la niña, con leves empujones, después por los comentarios de la niña y cuando los cuatro quedaron callados, prosiguieron.
To: Si ves que es demasiada mujer para ti, me lo dices.
La frasesita le costó a Toncho un buen pisotón en el pie y provocó una nueva reacción. La de Martha negando con la cabeza y alejándose con la niña.
Es: Muchas gracias, ¿eh?
Fa: La tienes cabreada, haz el favor y compórtate.
Ad: Son como niños
Mr: Jajajaja
Crecida por ser en centro para Martha, la niña dejó con la boca abierta a todos, menos a Martha, quien agradecía sobre manera la presencia de la niña.
Antes de que pudieran tomar asiento, Macarena regresaba a la sala en busca de Adriana.
M: Ven, nos dejan ver a Mamá
Macarena no se extrañó de ver a su hija pegadita a Martha, desde luego, el no querer vestidos no indicaba ninguna tendencia sexual, pero su comportamiento para con Martha, si.
Ad: Guay
M: Después, tú y yo hablaremos.
Ad: No, no
M: Si, si
Ad: Fooh....Martha ya puedes besar a mi Tía, yo me voy
M: Pero
Mr: Jajaja Que se lo gane antes.
Es: Fooh


martes, 30 de julio de 2013

Mi cincuenta cláusulas 22


En la mañana siguiente, Minerva se despachó a gusto con Manu, sobre todo lo vivido con Julia la noche anterior. Incluyendo el afrutado regalo y su caliente reacción ante tal presente.
Manu obviamente se lo pasó de muerte escuchando a su amiga, mientras en el fondo, hacia apuestas con ella misma, sobre cuánto sería capaz de aguantar Minerva si Julia, volvía a buscarla.
Pensamiento no compartido con Minerva. La misma que pasaba de estar pendiente de su correo, pero que durante toda la mañana lo revisó como nunca antes, sin que  Julia apareciese.
"Es variado, sin duda yo me quedo con la papaya. Dulce, acuosa y con un toque amargo. Muy Minerva. Ya me dirá, con cual se queda usted"
Numerosas las veces que repasó la nota que acompañaba el Centro. La misma que había quedado guardada en su memoria y la misma que la había encendido y lo seguía haciendo.
Sentada en su despacho, retocando algunas fotos, comprobó nuevamente que no había ningún correo de Julia y mordiéndose una uña, dudo y dudo.
La nota le dio la clave y la oportunidad perfecta, para ser ella quien se comunicará con Julia. Un breve correo, que no confirmaba la pronta reunión que Julia quería y que si, indicaba su fruta preferida.
Una vez enviado, Nico apareció en su despacho, sirviéndole de tregua, para no dejarse la vista en la pantalla del ordenador ni la yema de su dedo en el teclado pulsando refrescar, esperando hallar la respuesta de Julia. ¿Tendría humor? ¿Sería ácido y borde como lo era ella?
Media hora más tarde, Nico continuaba quejándose de todo y Minerva había aceptado la derrota. En su bandeja de entrada de correo, continuaba faltando Julia.
Dos toques en la puerta, hicieron que tanto Nico como Minerva, adquirieran una postura más profesional y menos de dos amigas que se escabullen en un despacho.
- Adelante- Minerva dio paso a quien fuese que lo pedía y su boca se abrió todo lo que pudo, cuando una de las administrativas de la revista pasó con un enorme paquete en sus manos- ¿Para quien es eso?
- Minerva de Urrutia- contestó la Administrativa dejando el paquete en el hueco que la propia Minerva dejaba para ello.
- ¿Otra cámara?- a Nico le faltaba un respiro para abrir ella misma el paquete, pero la mano de Minerva sobre él, no se lo daba.
- No espero ninguna compra. ¿Pesa?
- Un poco, pero no es nada.
- Gracias Jesi
- Nada, ya ves subía hasta aquí. Hasta luego chicas.
La administrativa se despedía de ambas y la ansiedad por saber que llevaba el paquete se podía respirar en ese despacho.
Extrañamente para Minerva, no destrozó el envoltorio queriendo acabar con la palpable ansiedad que sentía. Quizás por lo realmente bonito que era.  Elegante, serio y sofisticado. No era ningún envío, más bien, parecía un regalo.
- Eh
Si era un regalo prefería abrirlo en la intimidad. El envoltorio tenía algo que curiosamente la atraía y excitaba por igual. Nico venía sobrando y no parecía entenderlo.
- ¿No lo abres?
- Ays
Cedió, no podía dar ninguna explicación desconociendo como desconocía, el contenido del paquete.
Con sumo cuidado fue descubriendo las finas capas de papel, mordiéndose cada ves más los labios. Su pulso se aceleraba a la misma vez que ante ella se descubría el presente. Una capa más y Minerva lo tuvo clarísimo. Sólo Julia podía hacerle el regalo que ante sus ojos quedaba al descubierto.
- ¿Bananas? ¿Te mandan bananas?- la inocente Nico alucinaba mirando un gran centro cubierto de bananas.
- Jajaja, ¿no es genial?
- Si tuvieses un zoológico lleno de monos lo sería, si.
- Es increíble
Minerva no podía más que alucinar, en el correo mandado apenas hacia media hora, le había indicado a Julia en un arrebato de picarla, que su fruta preferida era la banana, incluso había incluido el estribillo de la pegadiza canción; 'la fruta del amor, es la banana, es la banana" y Julia reaccionaba a su correo enviándole un enorme centro repleto de bananas.
- Están ricos- a Nico no le hacia falta permiso, para probar las apetecibles bananas mientras Minerva ahora si, reprimía las ganas de buscar la nota que seguro Julia había hecho colocar en el centro.
El teléfono del despacho sonando, casi la hizo patalear, quería disfrutar de su centro de bananas, quería disfrutar del bonito papel, quería encontrar la nota y leerla y leerla, hasta aprenderla de memoria como la primera. Pero Nico y ahora la llamada, no parecían estar por la labor de ayudarla.
- ¿Si?- respondió a la llamada no de la manera más simpática y la operadora de la revista, fue breve.
- Llamada para Minerva de Urrutia, le pasó.
- Me voy, Min. Me llevó una de estas.
Nico dio por cumplido su tiempo de escaqueo. Minutos sacados a la empresa que saben a gloria y que son muy recordados, cuando tú trabajo acaba con tu horario vital. Probada una de las bananas, se marchó llevándose una mano de ellas.
- Nico, que ni siquiera las probé- viendo como Nico huía con sus bananas, ni se acordó que le había sido dado paso a una llamada.
- ¿No las ha probado? La hacía más aventurera Minerva.
- ¿Julia?- Minerva pregunto sin necesidad de respuesta. La voz de esa mujer era inimitable.
- ¿Para todo se pone límites?
- Si me gusta algo, no- curiosamente, todas las mariposas en su estómago y los nervios que sentía al reconocerla, se esfumaban en cuanto Julia, comenzaba a jugar.
- Uhm...suena muy interesante.
Julia de nuevo atacaba y no sólo con las palabras dichas, su voz sonaba a puro deseo y Minerva, entraba al trapo, sin tan siquiera ser consciente.
- Mejor es probarlo.
- Despertó muy atrevida.
- La fruta caribeña, así de bien me sienta.
- Y contestona.
- Consentida
- Ujum. Usted pide y yo le doy. ¿Sabe Minerva? Me muero por poder volver a verla.
Golpe directo de Julia que Minerva tardó en encajar, la sinceridad de esa mujer para según que cosas era aplastante.
- Eh....estoy trabajando.
- Yo también. El martes estaré en Madrid.
- Yo en Menorca
- La veré el martes en Madrid, Minerva.
- Tengo un reportaje en Menorca, Julia.
El juego cambiaba de rol, se pasaba del juego de la provocación y deseo, al del control por parte de Julia y el de esquivar, por parte de Minerva.
- Pequeños detalles que debe dejármelos a mi. Disfrute las bananas.
- Lo haré...¿Julia?
- ¿Si?
- Gracias
Julia no contestó a nada más, un feo pitido le devolvió de golpe al despacho. Minerva respiro hondo y ahogo el gritito interior de victoria que quería salir de ella. Julia Arango no sólo le había mandado bananas, Julia Arango deseaba volver a verla y de aquí al martes, quedaban dos larguísimos días.
Aunque, no fueron tan largos, como Minerva creía.


lunes, 29 de julio de 2013

Wilson S.L. 89


No hubo beso, como bien anunció Anna. Ellas continuaron mirándose, pérdidas la una en la otra.
A esas alturas, tanto Martha como Estefa, habían cortado la comunicación sin hallar ningún consuelo y el móvil de Maca, sonó y sonó, anunciando una nueva llamada.
"Ignóralo" fue la orden dada por Anna. No quería más interrupciones, pegada a ella, sólo ansiaba deleitarse con lo que los ojos de Maca le gritaban.
Pero entre ellas siempre existirá una niña con el don de la oportunidad.
Niña que contestó a la insistente llamada y que, al poco de contestar entre pucheros anunció algo que las hizo, no besarse.
Francisco Wilson se moría y requería la presencia de hija y nieta.
Fue Anna la que insistió en que cumpliera con sus deseos. El viejo zorro por fin se dejaba vencer por la muerte y aunque en lo más hondo de su ser, le deseaba una muerte fría y en soledad, ganaba el querer evitar a Maca, más remordimientos.
Sin estar convencida, Maca acepto. Se preocupó que uno de sus chicos llevase a Anna de regreso a La Laguna y ella y su hija, marcharon a la gran mansión.
No sentía nada y al no sentir nada, lo sentía todo. No había dolor, ni pena, ni siquiera nostalgia. Era totalmente inmune a la muerte de su padre. Y a la vez, no podía evitar sentirse vil por no sentir, ni un poquito de compasión.
Delante de Adriana sabía como debía comportarse. Para la niña era su abuelo querido. Aquel que la había consentido sin descanso y ahora, debía decirle adiós.
Ad: Abuelo
Nada más verlo en la cama desde la puerta, la niña corrió hacia él, abrazándolo con fuerza.
Fr: Mi niña
Ahogándose por momentos y sin querer usar el respirador, Francisco la apretó contra él, sin dejar de buscar los ojos de su otra niña. La misma que impávida lo contemplaba en silencio.
Macarena dejó intimidad a nieta y abuelo, pronto la ama de llaves la puso al corriente de como se había sucedido todo. Los pulmones de Francisco no aguantaban y él mismo, decidió que no se avisara al médico.
Francisco había pedido la presencia del sacerdote y fue al llegar éste, cuando Macarena regreso junto a su padre.
M: El padre Ramiro está aquí.
Fr: Dejarme sólo con él, pero antes llama a tú hermano.
M: Ya fue avisado.
Fr: Pues no lo veo junto a mi. Vuelve a llamarlo.
Ni casi muerto, ni ahogándose, el viejo zorro cambiaba sus formas. Macarena hizo que Toncho entretuviese a la niña y cuando padre e hija quedaron solos, Lo obedeció. Sin despegarse de su cama, cogió el móvil y llamó a su hermano.
Ro: Maca
M: Tú padre se muere
Fr: Ja... cof.. ja ja...maldita hija de puta.
Ro: Lo sé y me importa poco o nada. Por mi que tenga un feliz viaje al infierno. Quería hablar contigo.
Hasta ahí duró la conversación entre hermanos. Maca colgó la llamada y continuo mirando a su padre. Quien a pesar de todo, la miraba orgulloso.
Fr: No hay más vida que la que tenemos. No sabemos hacer otra cosa y de nosotros no se espera, más que seamos lo que somos. Cada día vienen a buscarte, se que no dejarás que está Comarca se hunda. Wilson siempre fue más que la mierda que introducimos en España. Volverás a ser la señora, no se puede escapar del destino.
Macarena no quiso escuchar más, tampoco hablo, se limitó a dar paso al Sacerdote y a consolar a su hija.
Pero la noche venía rodada y el mal estado de Francisco, no iba a ser la verdadera mala noticia.
El sacerdote tardaba demasiado y no quería mantener a la niña más en la mansión. Si su padre fallecía, quería a todos sus chicos junto a ella. Sólo una persona, podía echarle un cable con la niña, para no hacer salir a Anna de La Laguna, Estefa.
Apartándose de Adriana la llamó y ya fue extraño, que Estefa no contestara hasta la tercera llamada realizada.
M: Imagino estarás ocupada, Estefa. Pero necesito me eches una mano.
Es: Maca
M: Mi padre se está muriendo y tengo a la niña.
Es: Lo sé...eh...Maca necesito que estés tranquila, ¿vale?
M: Bueno a estas alturas de la película, que mi padre este
Es: No es por tú padre
M: No se que cojones me dices, Estefa. No es que precisamente tenga el humor para estar con adivinanzas. ¿Puedes venir a por Adri?
Es: No puedo. Estoy en el Hospital con Anna.
M: ¿Qué?
Es: La están examinando, me llamo Faus, al poco de acompañarla a la casa, Anna lo llamó, estaba teniendo contracciones.
M: Que....¿que mierda me estás contando? Pásame a Faus, deje a mi mujer bien cuando se la di. ¿Que cojones pasó?
Es: Lleva un par de días sintiéndose mal, pero es una cabezota y...y ¿Maca? ¿Maca? Nada...ya me ha colgado, joder. Asco de noche.
Maca le había colgado para correr en busca de Toncho y la niña, sin poder creerse que Anna estuviese en el Hospital.
Su móvil volvió a sonar, esta vez era Martha, quien ya había sido avisada de la pobre salud de Francisco por los chicos.
Mr: Maca
M: Esto es una mierda
Mr: Eh...no creí que te afectase tanto.
M: Anna está en el Hospital y tengo a la niña. ¿Puedes acercarte allí?
Mr: Si, claro. ¿Que le ocurrió a Anna?
M: No tengo ni puta idea y más le vale a Faus tenerme una buena explicación.
Mr: Ey fiera. Vamos relajando primero, ¿uhm?
M: Lo mismo te digo. Estefa esta con Anna.
Mr: Mejor tráemela a casa. ¿Maca? ¿Estás? Joder.


sábado, 27 de julio de 2013

viernes, 26 de julio de 2013

Wilson S.L. 88


Había atendido la llamada de su hermana pequeña, feliz. El buen ambiente del día y noche, contrarrestaba con su malestar general. Disfrutaba como nunca del buen entendimiento con Maca y por que mentirse, del continuo coqueteo entre ambas.
Maca parecía dispuesta a terminar en una sola noche, con todo aquello que las separaba. Se mostraba relajada, divertida y sobre todo; atenta a ella.
Nadie iba a venir a decirle a Anna cuán alto era su ego o cuánto le gustaba ser consentida. Esta noche se sabía necesitada de ser el único centro de atención para Maca y sin duda, lo estaba siendo.
Observándola charlar con el resto, atendió la llamada de Estefa, caminando hacia un lado en busca de intimidad. Como siempre que algo inquietaba a Estefa, fue descolgar y no darle tiempo ni a saludar. Estefa se despachaba a gusto con ella.
Cuando pudo entender, que había pasado, tuvo que interrumpirla varias veces, hasta que al fin, pudo hablar.
An: Es una broma de muy mal gusto, Estefanía. Esa mujer lo paso muy mal cuando
Es: Martha- interrumpe Estefa alzando sus cejas. Es increíble que Anna, continúe manteniendo esas formas con Martha.
An: De ella hablo.
Es: Ya, es mi chica. Algo que ya deberías asimilar.
An: Estefa por favor. Te saca casi diez años. Acepto pareja y haciendo un esfuerzo.
Es: Joder...se cuanto te ha ayudado.
An: ¿Ayudado? Ahora si que me río. Tergiversaba todo cuanto pasaba.
Es: Provocaba tus celos. Alguien normal, hubiese reaccionado.
An: Me he tragado lágrimas como puños. Así que no me hables de reacciones. Para puta ya tenía en casa, ¿no dijo eso siempre mi suegro?
Es: Te llamaba para hablar de mi, pero ya veo que
An: Espera, esta hablando por teléfono.
Es: ¿Quien?
An: Maca. ¿Quién será?
Es: ¿Qué sé yo?
An: Pasáis mucho tiempo juntas, algo sabrás.
Es: ¿Celosa?
An: Ni muerta. Nunca lo he sido, claro que, si quiere tenerme tendrá que demostrarme que lo soy todo o jugaré a mi modo. Si hay otra vez, más vale que se lo dejes clarito.
Es: Jajaja, mejor te encargas tú de eso... Ahora que caigo. Tú también le sacas a Maca casi diez años.
An: Si, pero no es lo mismo. Se aleja, ¿con quien hablará?
Es: Síguela, total. No me estás haciendo ni caso.
An: No es que la vaya a seguir, es que hoy no me encuentro nada bien y se ha sentado en el único banco libre.
Es: Claro, claro.
An: ¿Cómo esta la situación realmente?
Es: ¿Ya no te lo cuenta Martha?
An: ¿Es que siempre tengo que acabar hablando de Martha?
Es: Que es mi chica, Anna.
An: Ah. Esta hablando bajito, que no es que yo quiera escuchar lo que habla. Me sobra clase para eso.
Es: Claro, claro. Tú celosa, ni muerta.
An: Aja. Estoy cansada, me siento muy pesada y al fin al cabo, sigue siendo mi mujer y creo tengo la barriga muy dura. ¿A quien le pido que lo compruebe si no es a ella?
Es: Que si, que si. Que tu entregadita a Maca no has estado nunca.
An: No me gusta la palabra nunca y lo sabes.
Es: Eah, la piedra para ti. Cada día reclaman más a Maca. El hijo puta de Montero, va acabar con la Comarca. No le interesa más que amasar fortuna. Dicen que quiere cerrar la conservera.
An: Son mínimo quinientos puestos de trabajo.
Es: Ese punto es el que no entiende Martha. Wilson era más que la entrada de madera.
An: Otra vez, Martha. Que cruz.
La conversación entre Anna y la menor de las Paredes continúa, como lo hace la que ha llevado a Maca a sentarse en el banco. Ella habla con Martha, aunque reconoce distraerse cuando ve a Anna caminar hasta ella.
M: Viene
Mr: ¿Estefanía?
M: ¿Estefanía? ¿Qué Estefanía?
Mr: ¿De quien hablábamos?
M: Anna
Mr: Vamos Maca, si de Anna no hemos dicho nada.
M: No te imaginas como me lleva, nena.
Mr: Te creo, me acabas de llamar nena.
M: Y mira que sabe que estoy a pelo.
Mr: Estupendo, ahora hablas como un tío.
M: Un vestidito que lleva que...calla que viene.
Mr: ¿Estas segura que no has bebido?
Pregunta Martha, pero tarda en obtener respuesta. Seguro que Estefanía se encuentra igual que ella, esperando. Ambas esperan que aquellas con las que conversan, se saluden con una sonrisa, que Maca se levante del banco y espere que Anna tome asiento en el, para volver a sentarse ella y entonces si, proseguir sus conversaciones.
M: Debes dejar que se explique- improvisa Maca al teléfono, y cuando Anna la mira subiendo una ceja, no puede evitar olvidarse momentáneamente de Martha y saludarla- Hola
An: Hola- responde por igual Anna y ella hasta olvida el móvil dejándolo en el banco.
M: ¿Hablabas con alguien?- pregunta Maca al ver la pantalla del móvil activa.
An: Si- reacciona Anna enseguida, regañándose, la edad del pavo la pasó hace mucho, aunque bien parece que esta noche le regreso de golpe- Estefa- susurra Anna, intentando que su hermana no la oiga. Ella no es celosa y mucho menos va a demostrarlo.
M: Ah...es Martha- le informa Maca y provoca que Anna ruede los ojos. Esa mujer parece omnipresente- Jajaja
An: No te quiere en ese mundo. Lo suyo es hablar y llegar a un acuerdo.
Al fin ambas, Martha y Estefa, reciben respuesta, aunque no a las preguntas realizadas.
Mr: ¿Qué la deje hablar?
Es: ¿Hablar?
M: Eso dije si. Yo que se, la obligas a oírte.
An: No hay que llevar a obligar a ser escuchada. Basta con mantener la tranquilidad y no subirse a la mínima.
M: Si no te torea. Porque si tú lo intentas y ella lo único que hace, es provocarte celos, entonces es normal que entres en cólera.
An: Encolerizándose, no se consigue nada.
M: Se consigue tenerla que ya es bastante. Le recuerdas que es tú mujer.
An: Mujer, no un florero. Una mujer con voz y voto.
Es: Eh
Mr: Pero
M: Le das los votos que quiera, le mantienes su bodega porque sabes lo importante que es para ella, te la juegas día si y día también. Pero ella no se baja de la burra y cada viajecito a Madrid, me cuesta una úlcera.
An: ¿Que haces en Madrid? Pasarla con unos amigos mientras tú mujer se revuelca con una puta o a saber cuantas. Pero se ve, que a mi no me salen úlceras porque me las trago directamente.
M: Ahora es cuando me habla así y yo no se, más que comerle la boca.
An: De eso nadie se ha quejado. Me encanta que lo haga.
Es: Me he perdido completamente.
Mr: ¿Es una especie de terapia?
M: ¿Tengo que gritar que la quiero como la quiero?
An: Gritar denota falta de educación, digo yo que basta con demostrarlo.
M: ¿Cuándo cojones lo hago? ¿Cuándo te casaste o cuando fingías amantes por todos sitios?
An: No hubiera existido nada de eso, si me hubieses dicho; me faltan ovarios para enfrentar a mi padre, ayúdame y listo.
M: Para eso, hubiese necesitado que no fueses tan cerrada y homofoba.
Termina de decir Maca y es entonces, cuando ambas son conscientes que la conversación no era telefónica, que mucho menos era con Martha y Estefa, que están de pie y no sentadas, que sus respiraciones están agitadísimas como lo están sus pulsos, que la sangre les hierve y que sólo un palmo las separa.
An: Bésame de una vez- ordena Anna tirando de la camisa de Maca, quien se deja arrastrar hasta topar, cuerpo a cuerpo.
M: Si, joder- contesta decidida Maca. Los ansiados labios de Anna se entreabren esperándola y los ojos de ambas se preparan cerrándose. Pero olvidan que no están solas.
Ad: Mamá, Mami, la tarta de Con-la mano de su madre tapando su boca la hace callar y después reír, cuando ve los rostros de sus madres tan cerca- ¿Os vais a besar?
An: No
M: ¿No?