martes, 30 de julio de 2013

Mi cincuenta cláusulas 22


En la mañana siguiente, Minerva se despachó a gusto con Manu, sobre todo lo vivido con Julia la noche anterior. Incluyendo el afrutado regalo y su caliente reacción ante tal presente.
Manu obviamente se lo pasó de muerte escuchando a su amiga, mientras en el fondo, hacia apuestas con ella misma, sobre cuánto sería capaz de aguantar Minerva si Julia, volvía a buscarla.
Pensamiento no compartido con Minerva. La misma que pasaba de estar pendiente de su correo, pero que durante toda la mañana lo revisó como nunca antes, sin que  Julia apareciese.
"Es variado, sin duda yo me quedo con la papaya. Dulce, acuosa y con un toque amargo. Muy Minerva. Ya me dirá, con cual se queda usted"
Numerosas las veces que repasó la nota que acompañaba el Centro. La misma que había quedado guardada en su memoria y la misma que la había encendido y lo seguía haciendo.
Sentada en su despacho, retocando algunas fotos, comprobó nuevamente que no había ningún correo de Julia y mordiéndose una uña, dudo y dudo.
La nota le dio la clave y la oportunidad perfecta, para ser ella quien se comunicará con Julia. Un breve correo, que no confirmaba la pronta reunión que Julia quería y que si, indicaba su fruta preferida.
Una vez enviado, Nico apareció en su despacho, sirviéndole de tregua, para no dejarse la vista en la pantalla del ordenador ni la yema de su dedo en el teclado pulsando refrescar, esperando hallar la respuesta de Julia. ¿Tendría humor? ¿Sería ácido y borde como lo era ella?
Media hora más tarde, Nico continuaba quejándose de todo y Minerva había aceptado la derrota. En su bandeja de entrada de correo, continuaba faltando Julia.
Dos toques en la puerta, hicieron que tanto Nico como Minerva, adquirieran una postura más profesional y menos de dos amigas que se escabullen en un despacho.
- Adelante- Minerva dio paso a quien fuese que lo pedía y su boca se abrió todo lo que pudo, cuando una de las administrativas de la revista pasó con un enorme paquete en sus manos- ¿Para quien es eso?
- Minerva de Urrutia- contestó la Administrativa dejando el paquete en el hueco que la propia Minerva dejaba para ello.
- ¿Otra cámara?- a Nico le faltaba un respiro para abrir ella misma el paquete, pero la mano de Minerva sobre él, no se lo daba.
- No espero ninguna compra. ¿Pesa?
- Un poco, pero no es nada.
- Gracias Jesi
- Nada, ya ves subía hasta aquí. Hasta luego chicas.
La administrativa se despedía de ambas y la ansiedad por saber que llevaba el paquete se podía respirar en ese despacho.
Extrañamente para Minerva, no destrozó el envoltorio queriendo acabar con la palpable ansiedad que sentía. Quizás por lo realmente bonito que era.  Elegante, serio y sofisticado. No era ningún envío, más bien, parecía un regalo.
- Eh
Si era un regalo prefería abrirlo en la intimidad. El envoltorio tenía algo que curiosamente la atraía y excitaba por igual. Nico venía sobrando y no parecía entenderlo.
- ¿No lo abres?
- Ays
Cedió, no podía dar ninguna explicación desconociendo como desconocía, el contenido del paquete.
Con sumo cuidado fue descubriendo las finas capas de papel, mordiéndose cada ves más los labios. Su pulso se aceleraba a la misma vez que ante ella se descubría el presente. Una capa más y Minerva lo tuvo clarísimo. Sólo Julia podía hacerle el regalo que ante sus ojos quedaba al descubierto.
- ¿Bananas? ¿Te mandan bananas?- la inocente Nico alucinaba mirando un gran centro cubierto de bananas.
- Jajaja, ¿no es genial?
- Si tuvieses un zoológico lleno de monos lo sería, si.
- Es increíble
Minerva no podía más que alucinar, en el correo mandado apenas hacia media hora, le había indicado a Julia en un arrebato de picarla, que su fruta preferida era la banana, incluso había incluido el estribillo de la pegadiza canción; 'la fruta del amor, es la banana, es la banana" y Julia reaccionaba a su correo enviándole un enorme centro repleto de bananas.
- Están ricos- a Nico no le hacia falta permiso, para probar las apetecibles bananas mientras Minerva ahora si, reprimía las ganas de buscar la nota que seguro Julia había hecho colocar en el centro.
El teléfono del despacho sonando, casi la hizo patalear, quería disfrutar de su centro de bananas, quería disfrutar del bonito papel, quería encontrar la nota y leerla y leerla, hasta aprenderla de memoria como la primera. Pero Nico y ahora la llamada, no parecían estar por la labor de ayudarla.
- ¿Si?- respondió a la llamada no de la manera más simpática y la operadora de la revista, fue breve.
- Llamada para Minerva de Urrutia, le pasó.
- Me voy, Min. Me llevó una de estas.
Nico dio por cumplido su tiempo de escaqueo. Minutos sacados a la empresa que saben a gloria y que son muy recordados, cuando tú trabajo acaba con tu horario vital. Probada una de las bananas, se marchó llevándose una mano de ellas.
- Nico, que ni siquiera las probé- viendo como Nico huía con sus bananas, ni se acordó que le había sido dado paso a una llamada.
- ¿No las ha probado? La hacía más aventurera Minerva.
- ¿Julia?- Minerva pregunto sin necesidad de respuesta. La voz de esa mujer era inimitable.
- ¿Para todo se pone límites?
- Si me gusta algo, no- curiosamente, todas las mariposas en su estómago y los nervios que sentía al reconocerla, se esfumaban en cuanto Julia, comenzaba a jugar.
- Uhm...suena muy interesante.
Julia de nuevo atacaba y no sólo con las palabras dichas, su voz sonaba a puro deseo y Minerva, entraba al trapo, sin tan siquiera ser consciente.
- Mejor es probarlo.
- Despertó muy atrevida.
- La fruta caribeña, así de bien me sienta.
- Y contestona.
- Consentida
- Ujum. Usted pide y yo le doy. ¿Sabe Minerva? Me muero por poder volver a verla.
Golpe directo de Julia que Minerva tardó en encajar, la sinceridad de esa mujer para según que cosas era aplastante.
- Eh....estoy trabajando.
- Yo también. El martes estaré en Madrid.
- Yo en Menorca
- La veré el martes en Madrid, Minerva.
- Tengo un reportaje en Menorca, Julia.
El juego cambiaba de rol, se pasaba del juego de la provocación y deseo, al del control por parte de Julia y el de esquivar, por parte de Minerva.
- Pequeños detalles que debe dejármelos a mi. Disfrute las bananas.
- Lo haré...¿Julia?
- ¿Si?
- Gracias
Julia no contestó a nada más, un feo pitido le devolvió de golpe al despacho. Minerva respiro hondo y ahogo el gritito interior de victoria que quería salir de ella. Julia Arango no sólo le había mandado bananas, Julia Arango deseaba volver a verla y de aquí al martes, quedaban dos larguísimos días.
Aunque, no fueron tan largos, como Minerva creía.


4 comentarios:

  1. Y eso, me encanta el juego que se traen estas dos. Más, mas y más. Besos, jayssel.

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  2. ayyyyyyy CHILLO?????

    artisstaza GRACIASSSSSSSSS

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  3. Fascinante el jueguecito que se llevan las dos..
    y aunque gana por puntos Julia quiza al final queden empatadas....

    Me encanta Gemo...Sensualisimo....
    Divina-Wilson

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  4. ......Me encanta este ''juego'' de seduccion....de dominio...de ''poderío ''' por parte de julia..esa mujer que es ..es...Y esa forma tan..tan..''de querer poder'' de minerva...Las dos saben jugar de maravilla...sabiendo que el ''premio'' serán ellas mismas...
    ¡¡¡ Me fascina esta Historia Escritora¡¡¡

    Celeste-Negro

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