María de los Ángeles 22

Dos toques en la puerta de Angie, dados con el suficiente cuidado para no despertar a Keko, le sirvieron a May de paso hacia sus croquetas. Solo pensar en ellas le bastaron para que su estomago crujiera desesperado.

"Anotando contras; el amor da más hambre que el sexo y obvio, suma calorías que no resta"

Eso era muy debatible para May e incluso podría haber llegado a la locura de contrarrestarse así misma, de no ser porque Angie le abrió la puerta y acto seguido se desesperezó en su frente, con unos gestitos que por su naturalidad e incluso inocencia, la incendiaron. E incendiada, se quedó bloqueada mientras Angie tomaba el mando. 

Una vez que Luka se había marchado, Angie había retomado su lectura y vale, a esas horas la Biblia por mucha fe que tuviese, la había prácticamente dormido. 

La cara de May en su puerta, denotaba él hambre que traía por sus...¿croquetas? Bueno, que tuviese la mirada fija en su pecho, le hizo dudar y descubrir que al estirarse, algún que otro botón de su pijama se había desabrochado. Con lentitud temorosa, Angie paso de mirarse los botones a mirar a May. El calor que entonces abraso su escote...encendió sus alarmas.

 "¿Y que es la tentación? Un deseo...una atracción de la carne hacia las cosas del mundo a los placeres temporales. Santiago 1:12" 

Puede, pero Angie paso de alarmas bíblicas para cerrarse el pijama con una mano y con la otra acercar el rostro de May al suyo para besarla en la mejilla. Otro acto sencillo y natural que entre ambas se estaba haciendo cotidiano.

"La carne se enciende por codiciar el pecado; Orad para que no entréis en tentación, porque el espíritu está listo pero la carne es débil. Mateo 21:41."

Dijeran lo que dijesen las escrituras, Angie alargó ese momento en que su mejilla rozaba la de May, ese divino momento donde su aroma la inundaba. En silencio, sin que ni una ni la otra hablase, tomó aire suspirando sobre su mejilla. La tentación verdadera llegaba ahora, cuando tras ese íntimo contacto entre ambas, debía volver a mirarla a los ojos. La suerte fue, que los ojos guasones de May se le volvieron a ir al escote, provocando la risa callada de Angie.

-Tuve una amiga como tú..lesbiana- le dijo impidiendo que sus miradas se cruzasen. La excusa fue fácil, preparar un plato de croquetas. Algo que debería enfriar la tentación de la carne, pero no fue así.

- ¿Catalogas las amistades por su tendencia sexual?-entro al trapo May caminando tras ella. Ahora es cuando su alarma debería rescatar alguna frase machacona de su madre defendiendo al colectivo lgtb, pero como ella misma, su alarma estaba fija en el culo respingón y a la vista durito de Angie. ¿Donde había quedado su inapetencia sexual?

- Nop...lo dije porque le pasaba como a ti. En cuanto le hacía saber que tenía algo de comida aparecía y después...solía costarle mirarme a los ojos.

"Menuda pillada colega. Espera, ¿pera está no era medio tolai?"

Eso se suponía erróneamente. A May se le descolgó la mandíbula, pero tenía tanta hambre en tantos aspectos, que se dio a las croquetas. Claro que, fue probar la primera y gemir..como si los placeres carnales que hasta ahora veneraba fuesen cambiados de repente.

- A Keko también le encantan-le dijo Angie, cayendo en la tentación de coger una para ella.

- Dicen que eres de quién ronda tu cabeza como le da la gana- en un respiro croquetero, a May no le importo sincerarse- Oficialmente soy de ese enano, que es tu hijo.

- Jajaja- a boca llena río Angie en el momento justo, sino lo había sido antes, donde por fin se sentía una más en Madrid. Fuera miedos inducidos por estereotipos, se sentía bien en esa ciudad..bien rico comiendo sus propias croquetas de pie en una cocina, junto a una mujer que le hacía latir el corazón salvaje, solo con haberle declarado el amor a su hijo. El momento bien merecía sacarle una birra, para sorpresa mayúscula de May. En esa cocina, llegaba el momento de poder conversar en intimidad.

- ¿De donde pillabas esa comida por la que tú amiga se desvivía?-quiso saber May.

- Uhm...crecí entre otros sitios en un hogar provincial y digamos que mis mofletes sonrojados tenían enchufe en la cocina...

Entre confidencias las horas fueron pasando y era madrugada ya cuando ambos en el sofá, alargaban la noche cuanto podían, escondiendo más de un bostezo. En la mirada de May comenzó a mezclarse el escozor propio de quién no descansa con la mayor admiración posible. La historia de Angie, su periplo por casas de acogida, regresos a hogares provinciales y finalmente Keko, la tenían sumergida en un cómic real con la mejor de las súper héroes frente a ella, supurando humildad a espuertas llenas. 

- Te vas a comer Madrid-le dijo en un hilo de voz. Como si de repente tuviese una luminosidad divina y pudiera predecir lo que en verdad le deseaba desde lo más profundo.

- Solo quiero que él pueda elegir-contestó Angie, enganchándose a sus ojos. Ahí..navegando a solas y sin alarmas, también May se relajó.

- Háblame de esa amiga tuya lesbiana- retrepandose en el sofá, le apeteció jugar con Angie. Ignorando, que en su presencia Angie se crecía y de qué manera.

- Uh...¿no querrás que te la presente? Creo que chocaríais ...ya sabes, dos leonas no hacen pareja- le soltó dejándola de piedra, por la referencia clara a un artículo de cierto sacerdote un tanto homófobo. La cara de May tras sus palabras bien le valieron unas buenas risotadas a su costa.

- Oye...tú tienes mucha maldad. Parece que no pero si-fue lo dicho por May.

Y puede que si..¿quien no cuando ante si tiene la persona que te hace vibrar de una manera única y con la que el tiempo quiere ser ignorado?

Aunque, ignorar al tiempo puedo que no pudieran, pero a la química, rollo y feeling entre ambas, las dos se hicieron maestras en eso de la omisión.