Ay, Trini 13

Pues si, no había que ser licenciada en ciencias matemáticas para sumar que en ese Pub en ese instante había más de una gallita. Trini podía enumerarlas; la primera ella. Porque en ocasiones el/la burra debe ir delante. Ella debía ser la gallita suprema si el corral a gobernar era el de su Alba. 

Que jodidamente bien, sonaba ese mi Alba. Es que Trini hasta podía imaginarse, sentada siempre cuidadosamente en su sofá, hablando con su madre:

-Aja..pues como te digo Mamá, mañana en cuanto mi Alba se desocupe, ya sabes lo liada que va siempre, marcharemos a Dubái. Jajaja..tranquila, ya fui de compras a Milán. 

Fantasías que podían llegar a realizarse, pero antes Trini siguió enumerando gallitas. La segunda sin duda era la bonita camarera. Una mujer de rostro afable y odiosamente guapa. Alguien que contaba con la más absoluta confianza de Alba y en consecuencia, alguien a quien vigilar. La tercera era la mujer que se había llevado la atención de Alba y a la misma Alba. Sin saludar a nadie, la mujer perseguida por un séquito de dos chicas y dos chicos trajeados, se había dirigido hacia la zona más apartada del local, probablemente a un reservado y por el caminar lento y pesado de Alba tras el grupo, se podría decir que la seguía a regañadientas. La mujer de unos cincuenta años, se la veía extraordinariamente elegante, por su vestimenta y por su forma de caminar. De pelo corto y canoso, se podía decir que impresionaba y captaba toda la atención. 

-Ay Trini...cuán inteligente eres- se dijo Trini. Pero no, no había tiempo de adornarse. Debía controlar el espacio, pero no el astral. Eso lo dejaba para su revisión del horóscopo semanal. Se trataba de controlar lo que estaba pasando ahí. Bien, mirando sigilosa a su alrededor, pudo ver cómo la camarera preparaba una botella de champagne con dos copas. Paz cantaba animando al personal, y Alba junto a esa mujer debían estar en el reservado esperando esas dos copas. Mientras Paz, seguía cantando..

-Mi caballo camina pa,lante, mi caballo camina pa,tras eo eo eo-

Y lo hacía en un Pub de lo más chic. Trini la miró prácticamente sin pestañear, la cuestión de cómo había llegado a cantar esa cosa en ese sitio, quedaría para otro momento. Paz le respondió con un guiño y genial. Eso debía significar que había captado las premisas de Trini y daba el cante de esa manera con el único propósito  de ayudarla despistando al personal. Que podía saber Trini. Paz simplemente disfrutaba de un sueño conseguido, ser solista de una orquesta de verbena. Toda la atención para ella, no se podía pedir más, que continuar su actuación con el paso doble por excelencia de cualquier verbena; Viva España. 

Dejándola a su bola, Trini se cuadró rápido una hoja de ruta. Debía llegar a ese reservado y saber quién era esa misteriosa mujer. ¿Para arañarla por disfrutar de un champagne de gotas mileuristas? Puede, pero principalmente para estar en el ajo de todo lo que estuviese ocurriendo. Era la única manera de poder dar con lo que estaba pasando con Alba. 

-Quid pro quo- pensó Trini equivocadamente- Ah no, no..esa no es de Bond, es de Hanibal Lecter.

Con un jaleo importante de frases místicas de películas, Trini dejo la mesa y a Trini cantando rodeada de tipos que la devoraban con la mirada. Aquello parecía más que un pub-chic, un burdel del oeste con la damisela dándolo todo por dos tragos de wisky. Como fuera, Trini debía seguir su hoja de ruta por mucho que le apeteciera ir junto a Paz y bailar el can can.

Su primer obstáculo camino al reservado fue el obvio; la camarera. Sonriente la chica se paro en su frente cortándole el camino, manos en jarra. De esa sonrisa sobrada y creída, ya se ocuparía Trini. Ahora simplemente le pestañeo dos veces, ingenua como pocas.

-Necesito pasar al aseo- le dijo.

-Vas mal, está al otro lado-le respondió.

-Ya..pero está fatal de gente- insistió y  lo supo. La camarera no se lo iba a poner fácil, por eso atajo- Si me dejas pasar a ese baño, vuelvo y callo a mi amiga.

-Jajaja ni de coña. Esa chica es lo mejor que ha entrado aquí en mucho tiempo-le replicó la camarera. Lo que hizo rectificar a Trini.

-Ujum..pues si no me dejas pasar, si que la callo-le advirtió habiendo apreciado como a la payasa camarera de sonrisa profident, babeaba y no por la boca mirando a Paz. 

¿Acaso era Paz otra gallita que sumar?

-Está bien...pero rapidito-la apremió.

Bue, otra cosa más de la que ocuparse más adelante; la camarera.

Si Trini lo pensaba, que mal se había llevado siempre cuando las guapitas de cara. Si no era porque se le picaban en una competición de belleza que nunca había llegado a entender, era que miraban babosas a su Paz. Su Paz. El eco de sus propios sentimientos, le hizo girarse a mirarla. La sonrisa de Paz, rodeada de gente y contando vete a saber que, si que era una sonrisa. Pletórica, sana, optimista, insultante y...llena de vida. Por contagio, ella misma sonrió. Pero tenía una misión, entrar al dichoso reservado y saber que se cocía ahí dentro.

Lo que Trini no supo, es que entrar en ese reservado, iba a cambiarle su destino más inmediato y con ella, el de Paz.