Otro cuento de Navidad 3

Hacia Belén va una burra, rin, rin, yo me remendaba yo me remendé, yo me eché un remiendo yo me lo quité, cargada de chocolateeeee….tiene su punto la Navidad. En verdad lo tiene, ¿sino de que iba a estar yo canturreando con un tío? Vale, no me voy a mentir, no es la Navidad…es que el tío y su zambomba me estaban obstaculizando el paso hacia el aseo y hacia lo más importante de toda esta Navidad…ELLA.

 

Juraría que el ruido estrambótico de la zambomba competía in-extremis con los latidos salvajes de mi corazón. Esto no lo había calculado yo. Están de cena de navidad de empresa y si…empiezan a estar mamados. ¿lo estará ella? No es ningún fetiche, pero el grado de alcohol justito me pierde en la boca de una mujer. Me dispara, me enciende y me apollarda a la vez. Porque si no me nublan las dos tías más que hay en el aseo, a quien le toca entrar en uno de los habitáculos es a la mía. ¿A que me caen a hostias cuando intente colarme?

Dentroooo…estoy dentro y que yo haya notado, ninguna me ha tirado de los pelos. Que estoy dentro joder, que lo he hecho..que estoy en el restaurante, en el aseo con ella y que ella me mira con una cara una mijita difícil de descifrar. ¿Sera que llevo a alguna de las de fuera enganchada en mi pelo? ¿Respira? ¿Me reconoce? 

- Ey…¿Qué pasa nena?-

Eso he sido yo dirigiéndome a ella. Con dos ovarios. Me cuelo en un aseo donde no me espera, que digo aseo en su vida directamente, ¿y la llamo nena? Si hubiese el corporativismo femenino que debería haber, alguna de las de fuera debería estar dándome de palos. Desde luego puedo ir despidiéndome de aparecer en los anales de la historia como una Don Juana.

- Eh….¿qué haces aquí?

Me dice…y  podría contestar que cagarme al escucharle el tono que ha empleado y como me mira, pero sería muy elocuente, si tenemos en cuenta que estamos encerradas en un aseo. Resumiendo; lo propio seria contestarle lo que fuese, pero que ovarios…creo que mi presencia aquí responde a cualquier pregunta, por muy metepatas que yo sea y al final…estamos en Navidad. Mejor paso directamente a felicitársela como yo quería. Eso sí…la cara la tenso por si me llevo la primera galleta.

Que locura le tengo a su boca, desde que la probé por primera vez. Esa boca que recibe mi beso en principio cerrada y que consigo abrir, encontrándola caliente. Esa boca donde se detiene mi tiempo, mi mundo y mi todo, hasta que un impacto en mi mejilla derecha me hace soltarla.  Acaba de salir el gordo de navidad y ya me he llevado la primera hostia. Quince mil quinientos veinticuatro…una hostia de regalo.

- ¿Cómo se te ocurre venir?-

Eso digo yo….como se me ocurre. Ah sí…porque después de la hostia, me viene un giro que no se ni como doy y ahora sí, su boca vuelve a ser mía o la mía suya, no sé bien. 

- He comido pavo, he comido pavo..todas las vecinas me chupan el nabo-

Dios, la galleta que se ha llevado el de la zambomba, me ha dolido más que la mía. Si es que…así somos valientes.