Tres 8

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Acababa de mentir a Ro y lo peor, es que Cayetana empezaba a asumir esas nuevas formas. Nunca había sido una mujer de engañarse y el plan que estaba dispuesta a poner en marcha, no iba a cambiarla. Por eso al llegar a casa, aparcó su mente. Varada como ballena en la orilla, dejó caer el bolso  al cerrar la puerta, después los zapatos y desnudándose, guió sus pasos hasta la sala de los sueños.

Le bastaría tirar de recuerdos, para verse así misma y prácticamente como en el presente lo hacía, entrando en esa sala. Cambiaba la edad, el brillo impresionante que colonizaba su mirada, y la estancia vacía que a lo largo de los años, se fue llenando. Para todo ello, había una culpable. La que años atrás entraba antes que ella en esa sala y se quedaba parada en medio, como si hubiese descubierto un tesoro.

-Lo tienes aquí mismo, Caye....en esta sala que vacía parece enorme, debes ponerlo. Si joder...llénala de sueños cumplidos, ten un espacio que hable de ti. Un espacio donde entres y sonrías porque lo hiciste y no...no me refiero a la estatuilla que llevo en la mano, me refiero a que creaste la película que querías y lo más importante...la gente la ha entendido, la ha gozado...joder Caye cuando dijeron tu nombre como ganadora no hubo una sola persona que lo cuestionara. Eso es la puta hostia, de....debe serlo- la fascinación de Ro, ya aquel día lleno la sala de justo los que sus ojos y su manera de mirarla despertaban en Caye...sueños. Sueños por verla igual o más ilusionada que ella misma.

-Esta noche en verdad esperaba otra clase de premio- dijo Cayetana, deslizando la cremallera de su vestido. Acababa de dejar caer el pañuelo que cubría el atrevido y vertiginoso escote del mismo y hasta el delicado sonido de la cremallera bajando, la excitó. Algo que no disfruto en soledad. Ro paso de mirarla con auténtica devoción a estrujar la estatuilla, lo cual era arduo complicado y a temer mirarla de frente.

-Deberían advertirte que esa forma que tienes de mirar...intimida y mucho-contestó a su provocación Ro, sincera como para hacerla sonreír por dentro.

-Ujum....no es mi idea intimidarte-fue su contestación al tiempo que su vestido se precipitaba por su cuerpo, como el faldón de seda que cubre una prodigiosa obra de arte. Al menos así de bello le resultó a Ro que en esos momentos, envidio hasta el mínimo aire que recorría la carrera hacia el suelo de la divina tela, dejando al descubierto una tremendisima mujer.

-Que no te engañe eso de ser rockera, hay muchos mitos en mi mundo. Me tienes acojonada, te lo digo- la sinceridad brillante y muchas veces rompedora de Ro, le supuso reír. Ro podría venderse como una chicaza con ciertos miedos a mujeres seguras que pisaban la moqueta decididas y a por todas, pero mentía. Sus ojos no mostraban temor sino verdaderas ansias por tomarla, como su manos dejaron de jugar con la estatuilla dejándola caer, esperando seguro tenerla a ella entre sus manos.

-Quieres que llene esta sala de sueños, pero te has dedicado a esquivar uno que hace días anhelo- le dijo viciando todo el aire de esa sala, cortando de lleno la respiración a Ro. Se acababan los juegos y tonteos entre ambas.

-Me flipas demasiado, Caye... y se lo que me ocurre cuando algo me gusta tanto-le había confesado Ro, sin mentiras. No había una en su forma totalmente amante de mirarla-No lo suelto...jamás lo hago.

La confesión de Ro, fue el primer sueño de la sala que ahora pisaba. Aquella noche Ro le regaló varios; el crujir que sintió al abrazarse desnuda a ella, la certeza que su cuerpo mostraba ante sus caricias, la rendición de su alma ante sus besos y la llegada a su estilo interrumpiendo y loca de su escudera.

-Joder ...me acaba de morder el culo un puto perro-las quejas de Vega apareciendo por la ventana, cuando ambas rodaban gozando por la moqueta, supuso también unas cuantas risas.

-¿Qué haces aquí Vega?-la voz de ultratumba de Ro, supusieron otras cuantas y no fueron las únicas ante el intercambio también loco entre ambas amigas.

-Me ha mordido un perro, ¿no me escuchaste? Y además que venía a ver a Caye y...joder...joder joder joder...¿qué estáis juntas?-alucino Vega.

-Intentándolo estábamos-contestó Ro.

-Es verdad joder....pero pero joder...que sois la hostia ahí juntas tope desnudas-prosiguió Vega.

-Vega-se impaciento Ro.

-Me estoy emocionado mazo-afirmó Vega, sin mentir.

-Vega-prosiguieron las prisas de Ro. 

-Yo esto lo tengo que contar-a las suyas lo hizo Vega.

-Vega-volvió a insistir Ro.

-Qué primero mejor os dejo ahí liadillas, ¿no?- se dio por vencida Vega y si, las dejo juntas y desnudas en la moqueta. 

Su interrupción y posterior salida de la sala, las dejo riendo. Ro trato de disculpar a la loca de su amiga aunque para  Caye no había problemas. El sueño de vibrar cuerpo a cuerpo con Ro, se interrumpió. Ninguna fue capaz de seguir dejando fuera a Vega. Cuando bajaron al salón, se encontraron a la locaza con una bolsa de guisantes congelados en el culo y entonces otro sueño se cumplió para Caye. Ahí tuvo por primera vez, la conexión entre dos almas palpable. Distintas almas, distintas formas de sentir y una unión que emocionaba en lo más profundo, envidiandolas.

-No supe dónde ir, Ro...y empecé a rayarme, después el puto perro...y-perdida como ante sus ojos se mostró por primera vez, Vega...así la vio con Ro corriendo a por ella sin cuestionarla.

-Hiciste bien...cuando te rayes siempre búscame-escuchó decir a Ro, viéndola tomar el cuello de Vega acercándola a su rostro.

-Pufff estaba de fiesta. Otra vez estaba de fiesta, ni puto caso me hizo-escucho a Vega sollozar, sin saber muy bien qué hacer.

-Que la jodan, Vega...que jodan a tu madre, me tienes a mí-la convicción de Ro, la llenó de orgullo y eso que no sabía nada de lo que pasaba.

-Jajaja, que la jodan joder. Eso es- rió Vega y después...después las tres compartieron una noche que recordaba y recordaría siempre.

Pretendiendo tener la mente en blanco, había conseguido lo contrario. Pues no pasaba nada. Después de la cena agridulce que había tenido, varió sus planes. Sabiendo a Ro ocupada, se aprovisionó de una buena botella de vino y con ella se encerró en esa sala, tirando de recuerdos de cuando aún su cuerpo vivía.

-Las amo...las amo como a nadie-dijo en voz alta, yéndose al momento justo en que ese par llegó a su vida.

Mientras ese par....