Sexo....ese gran incomprendido

No lo digo por decir, desde peques en cines, televisión, revistas y pocos medios más, que las de mi edad o en adelante teníamos, solían camuflarlo bajo el gran lema; hacer el amor.

"Toda la noche, haciendo el amor y por el día, haciendo el amor"

Si, la canción también nos la tatuaron "a hierro". Hoy día se puede desvincular de la frasesita y hasta hacerlo en público sin que nadie te acuse de facilita.

"Aunque me interese yo no soy una de esas que tan fácilmente se deja enredar"

Esta otra canción es más de nuestro tiempo, si bien bajo un examen breve caería desterrada. Ojo al dato: yo no soy una de esas...cuidado porque lo canta una mujer y obvio, no hace falta descifrar mucho más. Él es un campeón que se lo folla todo y ella una dama que, si bien tiene las mismas ganas que él, debe reprimirse. 

No voy a entrar en los obvios motivos que durante demasiados siglos hicieron que las mujeres que se atrevían a disfrutar su sexualidad fueran tachadas de; putas, zorras, fáciles, golfas...e incluso que recibieran tales improperios por solo disfrutar de gustar. No entrando en ese debate, me permito entrar en otro. Hoy que poco a poco avanzamos en derechos y libertades, no a la velocidad que querríamos, mi pregunta es...¿cuán de importante es el sexo en nuestras vidas? 

Todaaaaa y a boca llena contestaría sin dudarlo yo desde el otro lado. ¿Pero con un pity en la mano en actitud conversación filosófica de la vida contestaría igual? ¿Puedo recoger que le daré la misma importancia toda mi vida? Creo que de ser así estaría mintiendo. El sexo nos acompaña desde que a cierta edad, descubrimos un inquietante gustirrinin. Ese gustirrinin nos lleva por lo general a querer alargarlo y perfeccionarlo. 

Durante esa primera fase, el gustirrinin va acompañado por un bombardeo de reacciones a tu alrededor. En mi caso, teniendo una madre muuuuy pegajosa, venía acompañado con advertencias vía pellizco en...ahí mismito.

- Este bollo mío que nadie me lo toque- era alguna de sus advertencias. Imaginaros la cara que se me  quedaba y no profundicéis en las dotes (bollo) adivinatorias de mi madre. Pues ella que me decía que nadie me lo tocase, yo que me lo tocaba y suerte de tener una hermana mayor...

- A ver....¿Antoñito te da besitos?

Si, ya se que estáis flipando y preguntadoos por Antoñito y por la crueldad de llamarlo así. Antoñito fue mi primera tapadera y encima era guapísimo y un colega que te cagas. Fuera de ahí, mi hermana no ha sido nunca de ir directa al tema, cosa distinta era yo y mis contestaciones.

- Yo que sé ahora...te digo que la cosita se me aprieta sola.

Ok, tampoco es que mi hermana se santiguase, le iba más "jartarse" a reír en mi cara. En esta fase no es que sacara mucho en claro, cuando mi prioridad en la vida y en ese momento, era fugarme a la calle en cuanto fuese posible. Pero el sexo, ya me acompañaba.

Antoñito finalmente me besó, no vayáis a culparlo, la chica lo merecía jjjjjjj y zas...el sexo comenzó a tener acción-reacción y viceversa, pero ay amigas fue nada comparado a cuando bese a una chica. Doy gracias a Xena la princesa guerrera, de en aquellos tiempos comerme la cabeza cero. Y si, el sexo entonces no solo me acompañaba, sino que comenzó a ser furtivo. Tenía su morbazo esconderte donde cualquier adulto no viniera a joderte y eso que no había pasado a la fase plena. 

La siguiente fase llegó y en esta, el sexo misteriosamente se convirtió en hacer el amor.

"Ah joder...maldita sea, panda de aburridos"

No, cuidado tampoco es eso. Puedo recordarme con las chicas de la pandilla jugando a ser adultas en nuestra quedada de los viernes por la tarde. Se trataba de acordar pactos de pareja como si cada una de nosotras fuéramos Isabel La Católica.

"Ayyyy...Javi me ha dicho que le gusta Maribel"

"Pues Alejandro está loquito por Gemo"

Y si, Alejandro fue mi segunda tapadera, pasa que no se a quien darle las gracias pero mis tapaderas siempre me gustaron. Correcto es lo que estáis pensando, no darle más vueltas. 

En esas reuniones, fui descubriendo que hay quien esconde el sexo, trayendo el tabú en que algunos lo envuelven. "Oh, oh", como decía había llegado el momento de cambiarlo de nombre para que fuese correcto; hacer le amor. Yo no sé si fue mi época o qué, pero lo que nos podíamos contar en el tú a tú, no era lo mismo que se contaba en esa mesa. Menos mal que esa época llego y los noventa trajeron aires de libertad casi absoluta.

"Yujuuuuuuu"

Pero ayyyy, nadie se preocupó de desvincularlo de ese; hacer el amor y hoy, mismamente, me puedo encontrar con amigos o compañeros que definen su vida sexual como: lo que me dejan.

"Pringaoooo"

Tampoco hay que generalizar, hay parejas que trabajan su vida sexual, personas que no descuidan su salud sexual y quién la vive libremente.

 La cuestión que me lleva a soltaros todo este rollazo es, sin querer nunca generalizar, unir el sexo al amor nos lleva a un consenso y ese consenso influye sí o si en nuestra vida sexual. 

Con lo cual, ¿nos puede hacer cambiar la importancia que le damos al sexo? La vida es muy cabrona cuando quiere y ahí, siendo muy cabrona es como la quiero en mi próxima historia:

Tres....ese peculiar número.