Take a Chef 55

- Estás demasiado bebida, cielo- quitándole la botella, Mel la acunó. Demasiado drama y dolor para una sola noche, alguna que otra verdad dicha por Mirta y un interrogante por resolver- ¿Sólo hay un único amor?

Demasiada pregunta para estar ambas como estaban. A la mañana siguiente, con un resacon importante y sin que Mirta hubiese despertado, Mel recordaba la contestación de su amiga tomando un simple café.

- Psss.. Una vez leí algo así como; de todos los fantasmas, los fantasmas de nuestros antiguos amores son los peores. Jajajaja, la mujer con la que ésta noche iba a ser madre puede que en adelante sea eso...mi peor fantasma. Pero bueno, la frasesita deja entrever que habrá más de una mujer para mí.. Aunque eso si, cargare con su fantasma. Creo que necesito follar, Mel. Si, yo creo que necesito sexo salvaje ahora mismo, que alguien me alivie esto que me quema...me estoy muriendo por dentro Mel..me muero- dijo Mirta, llevándolo inexorablemente a su propia pesadilla con exclusivo fantasma. Consolarla o simplemente hacerla dormir llevo su tiempo y egoístamente mirado, fueron los últimos momentos en que Mel tuvo paz. Era muchísimo más fácil a pesar del dolor que conllevaba, aliviar a Mirta que aliviarse a ella misma.

"De entre todos los fantasmas, los fantasmas de nuestros antiguos amores son los peores" Recordar esa frase era pensar en Vera. Poca o ninguna atención había prestado a su móvil desde que llegase a la maldita celebración de ésta y ahora que lo hacía, el café que se tomaba se le antojo más amargo de lo normal. Ni una llamada, ni un mensaje, nada. Tantos años de amistad y tanto compartido merecían eso...la nada por su parte. Pues no iba a ser ella quien la llamase ni buscase. Qué menos que esperar de su parte un encuentro, verse cara a cara y poder escupirse cuatro verdades. Pero cuánto de Vera era, crear una barrera inmediata entre ellas. 

- Hija de...- mordiéndose la lengua usó su móvil bajo un presentimiento. Era capaz, Vera era muy capaz de intentar desaparecer y no sería la primera vez que lo hiciera.

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El lado más posesivo de Vera, le había llevado a llegar a temerla. Aquel día debía marcar un antes y un después entre ellas. El recuerdo de su discusión a voces, de su mirada más cruenta y un adiós entre lágrimas, la dejó sin querer salir durante unos días. Lo peor de todo, era que Vera no apareciese a mermar algo lo que había conseguido de ambas. Días que pasaron esperando una señal o simplemente... su mensaje. No hubo nada en ese tiempo y su espíritu alegre, pudo con todo, incluso contra la ausencia de Vera. Por eso, encontrarla justo en el local donde acudió aquella noche, la dejó paralizada. Vera departia con sus amistades como siempre y como si nada. Le costó un esfuerzo pretar atención a esas mismas amistades y agradeció que en un principio Vera no se diese cuenta de su presencia entre ellos. Pasada la primera impresión de encontrarsela allí, la noche y los amigos la invitaron a compartir entre risas, bailes, alcohol y en un preciso instante salió a fumar a la calle.

Cuando lo hizo, tanto Vera como ella se habían visto en el local sin cruzar palabra. Maldiciendo no ser capaz de plantarse ante ella indiferente, salió a fumar y fue ahí fuera, donde Vera la buscó.

- No fumas- retirándole el cigarro que acababa de prenderse Vera se apoyó en la pared como ella misma estaba y pegada hombro a hombro. 

- Hoy sí- arrebatandoselo de nuevo, arqueo las cejas. Indiferente no podía serle Vera, pero eso no implicaba que se achicase ante ella- Ya pensaba que tu memoria me había borrado en una especie de amnesia selectiva- dijo volviendo la mirada al frente, allí por donde los transeúntes y coches se movían sin hacerlas caso. 

- Mm- musitó Vera apoyándose ahora de lado, mirándola directo- Selectiva soy- en su tono más sensual, la provocó en un instante. Algo que Vera pareció esperar.

- Selectiva y odiosamente arbitraria- saltó Mel encendida, como pocas veces podía ocurrirle- No vas a entrar y desaparecer de mi vida cuando te dé la gana. No voy a dejar que te acostumbres a aparecer y actúar como si nada hubiese ocurrido, como tampoco voy a dejar que manejes mi vida a tu voluntad. No sé que narices pasa entre nosotras pero..pero- en ese punto en que sus propios gritos la pertubaban y cara a una Vera semirigida que le aguantaba la mirada sin dejarla ver más allá, se aturulló prácticamente asfixiada. Momento que Vera utilizó para dejar la maldita pared que sujetaba su frialdad.

- Pero estoy deseando besarte... a pesar de todo- soltó Vera paralizando su mundo con ocho palabras y un paso dado hacia ella.

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- No me lo puedo creer- ofuscada por sus propios recuerdos, que no eran más que vivencias cosidas a sus mismas entrañas, dejó el móvil contra la mesa. Todo su mundo había sido vapuleado y ahí estaba, perdiendo el tiempo con Vera... otra vez. La frasesita de marras dicha por Mirta no se podría considerar como célebre pero vaya que acertaba. Como fuese, debía hacer algo. Debía hacerlo por la misma Mirta y debía hacerlo por ella. La desgarradora noche pasada debía servirle para retomar su vida y puede que por una vez, ver su presente como tal. Al fin y al cabo, es el que debía cuidar pues en él viviría cada día. En ese punto envidio la decisión de su amiga. Mirta apostaba por no quedarse en la cama llorando un amor pérdido y si, por caminar buscando alcanzar sus sueños. Aunque, esa decisión había sido más fruto del alcohol que de la propia Mirta. Ni tiempo le dio a Mel de asegurarse si en el golpe contra la mesa la pantalla de su móvil se había resquebrajado, cuando Mirta llegó hasta ella literalmente echa un trapito.

- Voy a intentar verla, quizás todo fue fruto de verse descubierta. Podemos ir a terapia, puede que..si ella deja a esa mujer y nos ayudan..salgamos de ésta. No puedo vivir sin ella Mel...no puedo, yo no puedo- llorando y un estado deporable, Mirta jugó a las mismas cartas que Tam, rompiendo un poquito más a Mel. De pronto era como sufrir en sí, todo el daño causado por unas y otras.

- Cariño- contagiada del llanto de Mirta acudió a consolarla- si ella quisiera eso, estaría buscandote y no lo hizo- sincera aguantó el ahora desgarrador llanto de Mirta.

- Puede que...puede que no sepa como acercarse- desesperada, ni ella misma se creía, aunque se obligase a ello.

- Sush..estarás bien, ya veras que si- prosiguió consolándola Mel. No iba a ser fácil para Mirta aceptar que su mujer había aprovechado para volar lejos de ella, eso estaba clarisimo para Mel. Lo que no, es como diantre ella iba a conseguir sobrevivir a su propio caótico mundo.

- Mel..ya se que dijiste que hoy no vendrías, pero te trajeron desayuno especial- la informó en una llamada su secretaria. 

Cómo sobrevivir a las ganas inmensas de degustar ese desayuno único.

- Pedazo de zorra...puso a traspasar su negocio. Vera se fue- la informó Mirta tras consultar la pantalla rota de su móvil.

Y cómo sobrevivir a tú peor fantasma, aún cuando éste se ha marchado. 

- Todo es culpa mía...no se en qué momento deje que Vera significase tanto para mí. No se en qué momento le di el derecho de jodernos así, como tampoco sé, como pude esperar de una tía que va recibiendo gente en su casa para ofrecerles su alta cocina más que sexo...solo se que ahora si que soy una puta indecisa que no sabe si alguna de ellas en verdad me ha querido- explotó siendo consciente de una sola cosa; Tam no merecía el desprecio de la ignorancia.