Take a Chef 54

Quizás así hubiese prescindido de las cadenas autoimpuestas, pero no lo hizo y ahora, huyendo del Madrid devastado por ella misma, sólo le quedaba el recuerdo de aquella fuga donde fue inmensamente feliz.

- ¿Sabes que no he vuelto a conducir desde que aprobé el carné?

- Vera... Eso fue hace dos años.

- Aja...jajajaja

Los recuerdos que Vera se llevaba como compañeros de viaje, no eran compartidos por Mel, lo cual era un motivo más por el que la rubia miraba por la ventana, escuchando a la Madrid más bulliciosa con su cruce incansable de aviones y el llanto quejoso y borrachuzo de Mirta. Taciturna, miraba sin ver y oía sin escuchar. Hubo un tiempo muy prolongado, en que le bastaba hurgar en su memoria una noche vivida en particular para aislarse de cualquier dolor o decepción. Lo había hecho tantas veces en las decepciones recibidas de parte de Vera, que era de extrañar que ante la mayor decepción vivida por parte de ésta, no lo hiciera. 

- Si...bueno, no se hip..donde está jajajaja- la voz de Mirta a sus espaldas, le hizo dejar la ventana y asustarse al descubrirla en pésimas condiciones hablando por teléfono. La noche no se podía definir como larga, más bien eterna y lo que le quedaba. Porque Mirta bebida, podía ser todo un problema- Eso no significa que esté borracha..¿Mel borracha? Todavía no...ehm..no, yo no dije que esté conmigo ni dije que está bien- prosiguió Mirta y ahí si, se prestó a quitarle el teléfono. Quería estar desaparecida para el mundo en general y Francia en particular. Qué ilusa, por lo que escuchaba de Mirta no podía ser Arel y menos si esta ni tenía su número de teléfono- Aquí la jodida soy yo...soy yo la que no quería abrir los ojos. ¿Por qué no me dejó mirando para otro lado? Yo era feliz así, lo era- lloriqueando y a punto del histerismo, es que Mel consiguió arrebatarle el teléfono. Mirta era capaz de proclamar sus miserias a culquiera, aunque a quien lo estaba haciendo no era ningún peligro más bien al contrario.

- Eh...borra lo que hayas oído, tuvimos una noche digamos que... cuánto menos intensa- dijo sin saber a quien le hablaba y el cosquilleo inmediato en su estómago le hizo sacar la lengua asqueada. Sus películas mentales jugando a pensar que la dueña del silencio al otro lado, era una francesa de piernas kilométricas.

- Intensa y etílica diría yo- escuchó decir al otro lado reconociendo al momento a su padre.

- Estamos bien- habló enseguida queriendo tranquilizarlo. No sería la francesa pero qué jodidamente tranquilizadora podía ser sentir la respiración de su padre.

- Bien jodidas- la prosiguió su padre con toda la paciencia del mundo.

- Yay- exclamó Mel sin mucho entusiasmo.

- No hagáis tonterías- la aconsejo su padre con la suficiente experiencia de saber cuando retirarse.

- Ja...llevo toda la vida haciéndolas- se quejó Mel despeinandose superada.

- Cierto, no se lo digas a Mamá pero elegí a mi espermatozoide más loco, indeciso y dispar para concebirte. No seas dura contigo cariño; fue mi espermatozoide culpalo a él- tirando de humor, su padre supo como sacarle una sonrisa, si bien continuaba siendo su padre y ciertos temas, mejor ni tocarlos.

- Papa...he de confesarte que no me siento cómoda hablando de tus espermatozoides- dijo Mel agradeciendo en el alma esas chorradas de su padre.

- Oh...yo tampoco cuando de tus chicas se trata. Ok, cuida a Mirta y sobretodo, cuídate tú. ¿Quién es el mejor padre del mundo?- queriendo dejarlas lamerse las heridas como buenas amigas, su padre no se enrollo nada.

- Jajaja, elegiendo espermatozoide... déjame que lo dude- riendo a pesar de todo, Mel se dispuso a prometerle ser todo lo buena que ella podía ser, pero su padre cortó sus intenciones.

- Ah...se me olvidaba, dile a cierta francesa que siendo madrugada me sentaron genial sus dulcecitos, lo siento...a un macaro soy incapaz de decirle no..chau, chau cariño- se despidió a las prisas el buen hombre entrecerrando los ojos ante el grito que su hija debía dar por joderle un regalo, pero Mel se quedó inerte con el móvil en la mano. 

- Macarón- musitó tras unos segundos y después reaccionó al tomar conciencia de que Mirta la miraba esperando- Eh...nada- le dijo incapaz de ponerse romántica delante de Mirta. Primaba su dolor, decepción y...lo dicho por su padre sobre ella misma volvió a dejarla parada. Indecisa, dispar y loca habían sido los calificativos de su padre. Dispar valía y bueno, según su experiencia; ¿que mujer no lo era? Inconformistas, caprichosas...¿indecisa?  ¿Lo era en verdad? Si lo era o no, nadie como Mirta que la conocía de siempre- ¿Crees que soy indecisa?- le pudo la curiosidad. Tampoco es que para esas alturas en que se sentaba junto a Mirta en el suelo rodeada de botellas, ella estuviese muy sobria, menos si enganchaba una de esas botellas para abrazarla.

- Lo eres y demasiado políticamente correcta....también- afirmó Mirta doblándose sin que por perder una postura firme y segura, le supusiera perder la razón- Mírate, estás aquí consolándome como si yo fuese lo primero. Fuiste tras Tam necesitando de su perdón cuando es totalmente innecesario y puedes hacerte todo lo dura que quieras, pero te jode y mucho no saber de Vera. Eso así para empezar, me guardo tu indecisión inifinita a la hora de contarme lo tuyo con Vera y el que no estés cantando la Marsellesa en estos momentos- siendo increíble por cuanto había bebido, Mirta se sorprendió ante su propio discurso. Algo que enternecio a Mel. Pero su amiga no había terminado- La quiere y a mi también... Eso me dijo jajajaja, a las dos..que nos quiere a las dos, mira tú que completa es y yo sin saberlo. Pienso preñarme, me voy a inseminar a lo bestia. Quiero ser madre y lo voy a ser, no la necesito y no pienso quedarme llorando, saldré.. Lo haré contigo y quemaremos Madrid, hasta que mis trillizos me obliguen a no consumir alcohol y mujeres.

- Estás demasiado bebida, cielo- quitándole la botella, Mel la acunó. Demasiado drama y dolor para una sola noche, alguna que otra verdad dicha por Mirta y un interrogante por resolver- ¿Sólo hay un único amor?