Take a Chef 50

- Por eso me buscaste, lo habías planeado todo- le gritó Mel odiando todo lo que había sentido por esa mujer. Todos sus esfuerzos por mantener su amistad, todo lo vivido junto a alguien, que bebía de su copa sin importarle que su pareja bajo un foco de luz y ante el jardín callado por sus gritos, las miraba sin entender qué estaba pasando.

- Ahora sí que estamos todas, saluda cariño. Saluda a tú público- dijo Vera sonriendo una vez más a Mel y a Arel, antes de girarse hacia los focos que iluminaban a su prometida. Sin perder la sonrisa, la atención de los invitados pasó a iluminarla a ella. Ahí estaba toda la basura que una mañana cualquiera de hacía pocos días, había pasado de amar a odiar con todas sus fuerzas. Ante ellos caminó firme sin perder su natural elegancia. No le faltó recrearse deteniéndose lo justo para dejar su copa en una bandeja y coger otra. La extrañeza en Candela y en los asistentes era palpable, si bien conociendo a las dos protagonistas de la noche, en el fondo esperaban alguna salida excéntrica. Pero no la hubo, Vera caminó hasta Candela y al llegar a ella, prácticamente sin mirarla, tomó el micrófono que había sido dispuesto para ellas. Los focos de luz cayendole directos, hicieron que no pudiese ver a su principal víctima, aunque bien pensado, le bastaba mirarse por dentro para hacerse una idea de como estaría Mel. Como fuese, con Mel aún en ese jardín o no, el fin de fiesta debía de llegar. Aclarándose la garganta, los invitados rumerearon entre ellos esperando lo que Vera fuera a decirles, mientras que Candela sin haber escuchado nada, en un impuslo trató de detener a Vera, pero no lo hizo a tiempo- Os doy de nuevo las buenas noches ahora que llegó Candela y mi más sincero agradecimiento por habernos querido acompañar esta noche- comenzó a hablarles, tan calmada y serena, que ella misma se asustó- Crecí rodeada del amor más añejo. Ese que desayuna rebanadas de pan congelado con mermelada industrial, que hace que la casa huela a café de oferta y que cena sopa de fideos por aquello de acostarse con el estómago lleno. Ese era el amor que se tenían mis padres, el amor que les hacía renunciar a sueños y metas, a cambio de dormir abrazados en un colchón con más de veinte años. Obvio, los que algo me habéis llegado a conocer, sabréis que odie ese amor. Lo odie porque convirtió a mi madre en una esclava del día a día y porque hizo de mi padre un desgraciado sin aspiraciones. Verlos reducidos a la subsistencia marcó  mi vida. Lo hizo verlos morir en un Hospital público compartiendo habitación con dos moribundos más, como lo hizo verlos destrozados por la pérdida del otro. Fue entonces cuando aprendí, que una pareja fuera quien fuera, no sería mi felicidad- proseguía Vera escandalizando con sus palabras a los invitados, en tanto Candela trataba funestamente de callarla- Deja cariño que me escuchen, deja que sepan quien eres y cómo me has usado- cortó sus intentos por callarla Vera, continuando para su público- Esto soy para ella, esto que veis. Un cuerpo perfectamente ataviado para gustar, para causar admiración y para desear. Candela creció rodeada por otro amor. Ese que se expone como joya única y exclusiva. Algo que tienes sólo por lo que vale cara al público, pero que después se empaqueta esperando otro evento de exposición. Y creí..creí de veras que este amor si me gustaba. Al fin y al cabo, en mis períodos de empaquetamiento podía hacer lo que me diese la real gana, sin que ella se enterase, bastante tenía con ocuparse de mantener su ego en alza. Pero no, preparando esta fiesta, fui consciente de que el amor;  el amor es el mayor de los engaños- sentenció cuando alguno de los invitados, sobre todo los llegados a esa fiesta por Candela se marchaban. Ante el tono empleado por Vera, los camareros se detuvieron escuchándola, no así dos de las pocas que no la escuchaban. 

Imposible atender a lo que estuviese diciendo Vera para Arel. La morena ya había dicho lo más importante, volcando sobre ella un montón de pestosa mierda, que la tenían frente a Mel sin saber que decirle a ésta. Para Arel, dada su forma de vida sin cadenas, ni alianzas carnales, lo de menos es que Vera y Mel en algún momento hubiesen compartido caricias más íntimas que las que propicia una amistad. Lo peor era tener la certeza mirando cara a cara a Mel, de que ésta le había entregado una lealtad mucho más difícil de conseguir que la carnal y que Vera de un plumazo, le había hecho caer ante los ojos con más vida que había visto nunca. Los vómitos al inicio de la noche habían sido nada comparado con el revuelto que sentía ahora. Se retorcía ante Mel; su forma de vida, sus hasta ahora creencias y toda su jodida vida. 

- Sólo...sólo dime si sabías que era mi amiga- la espetó Mel, quebrada de todas las formas posibles. La voz de Vera de fondo, la sacudía al haberla visto disfrutar de su desdicha. Vera lo había buscado, conseguido y disfrutado. El dolor de saberse la víctima de Vera estaba acompañado por el que sentía al vivir la vergüenza con la que Arel la miraba. Daba igual que le contestase la francesa si sus ojos le gritaban avergonzados que así era- No...no se que pretendiais con esto, si era romperme...bravo, lo habéis conseguido- dijo sin fuerzas para lanzar reproches, ni tan siquiera para darle una bofetada por tirar por tierra todos los sueños que había creado de la nada, porque al final nada había más que mentiras. Asquerosas mentiras.

- Lo supe...da igual Mel, no me explico bien en español, vamonos de aquí.. Déjame que te hable lejos de aquí- pidió la Chef olvidándose de sus platos, de sus mezclas y creaciones. Si Mel quisiera escucharla, importaría muy poco lo que Vera hubiese querido o no. Pero no eran dos, ni siquiera eran tres con Vera, eran cuatro con Tam acercándose hasta ellas y habiéndolas escuchado. 

- ¿Puedo...puedo saber que diantres está pasando aquí?- inquirió claramente jodida, mientras Vera continuaba hablando.

- El amor es un engaño...que sólo me ha conseguido hacer feliz cuando lo he destruido por completo. Ahora mismo en este instante, puedo decir que fui una enamorada. No fue sientiendo el amor de mis padres, ni el de Candela. Fue esperando que la mujer a la que he querido toda mi vida sufriera cómo lo había hecho yo....por ella- terminó y para cuando lo hizo, los focos de luz le permitieron ver a Mel corriendo tras Tam y a Arel marchándose sola de esos jardínes. Los únicos ojos por tanto, a los que tuvo que enfrentarse, fue a los de Candela- Jajaja y sigues aquí...Candela hazme un favor.. JODETE.