Take a Chef 47

Si Mirta era una de las amigas de Mel y una de las homenajeadas se llamaba Vera, sólo había que sumar y llegar a la clarividencia; Vera se la había jugado.

Mucho se había dejado conocer Vera en la cama, no tanto en otras lides. Pero la morena se olvidaba, con una Chef diferenciaría una trufa recién escarbada de la tierra, a una copia de laboratorio. Una cabrona que pisa levantando polvo a su paso, no suele ser alguien que pueda encajar una derrota. Aunque, desde el punto de vista de Arel, ¿donde estaba la derrota? No había engañado a Vera, le había dado y ofrecido lo único que tenía para ella y en esta loca ecuación, lo que le retorcía las tripas era;  ¿como Vera la había unido a Mel? Y no es que Arel fuera a disponer de mucho tiempo para averiguarlo o puede que se estuviese excediendo y sólo fuera una puta casualidad. Algo que Mirta, ayudó a despejar.

- Primera vez que Vera confía en mí. Ya sabes en las amistades también hay preferencias y no es que le tenga envidia a Mel, pero entre ellas dos siempre había algo que me hacía sentir que estorbaba. Y mira, no. En un día tan importante para ella confió en mi. Sin quitar que he preocupado de dejar detallitos para que Mel no se sienta excluida- la verborrea incontenible de Mirta, a la Chef le estaba produciendo vértigo. En nada, estarían ahí las tres. Y no las tres amigas, sino las tres amantes. 

Con ganas de vomitar toda su vida comenzó a sentirse Arel. Todo el rollo de la libertad, no era más que una tapadera para no acabar siendo su madre. Alguien que pese a engaños y traiciones, seguía bebiendo los vientos por su padre. Verla llorar tantas noches le habían hecho mantenerse alejada de todo aquello que supiese a...macaro. Alguna vez ya había pecado de llenarse del sabor sumamente intenso de un beso cargado de amor, pero no lo suficiente para verse superada, no porque Vera la pudiera descubrir delante de Mel, sino por lo que Mel podría sufrir. 

Esconderse en un baño a vomitar sus miserias, no era ni por asomo la solución. Podría llamar a Mel y; "de casualidad soy la Chef en la pedida de tu amiga y..que sepas que me la he tirado. Tirar de pasármelo de puta madre. Oui, perdóname es que no estábamos juntas"

- Merde- al punto de ponerse histérica, la solución no llegaba. También podría marcharse, Vera entonces podría inventar lo que quisiera y...nada. Mel lo sufriría igual. 

- Escuchar a la Chef de la cena que una se va a comer vomitar, cuánto menos inquieta. Sal y déjame ayudarte- la voz de Tam en el baño y tocando su puerta, le hizo querer desintegrarse ahí mismo. Caersele la cara de la vergüenza era poco. Peor ya no podía estar. Por eso escupió los últimos restos y sin preocuparse por su rimel corrido, salió del baño. Obvio, su rostro no era el mejor y Tam se preocupó al momento por ella.

- Joder, vaya cara- dijo Tam tocándola. Arel esquivó su roce con suavidad, prefiriendo hundirse bajo el pequeño chorro de agua del lavabo, sin que los demonios dejarán de atormentarla.

" Creo que me va a dejar y mi solución más madura, es evitar ese momento. Vale, dicho suena aún más patético"

Lo dicho por Tam horas antes en el taxi, la sacudió de arriba a abajo. Esa mujer que tenía al lado en ese baño, era la pareja de Mel. Esos dedos que tomaban su pelo con mimo, habían gozado de la piel de Mel cuando les había dado la gana, sin esperar una llamada y sin secretos ni mentiras. 

"Creo que me va a dejar"

Como una alimaña egoísta podía aferrarse a lo dicho por Tam. Pero no, el pinzamiento en su estómago pedía más castigo. Tam era quien estaría en la cama con Mel aquella mañana en que despertó a la rubia. Sería la boca que ahora le sonreía amigable, la que habría recorrido el cuerpo de Mel una y otra vez, e incluso podían haberla estado compartiendo. La vergüenza ante Tam, se fue diluyendo como el agua que corría por el lavabo, sustituyéndola por unos celos que no reconocía. Ilógicos, quemasangres, vergonzosos, impropios y una eterna lista descalificativa, deberían poder detenerlos. Entre la lógica de Arel y los celos que estaba sintiendo, no le permitieron encontrar la paz. Cerrando el grifo de un golpe, no consiguió tranquilizarse, pero al menos, se pudo prometer algo, pasara lo que pasara, sería fiel a sus actos, aguantando lo que viniese de pie. 

- Gracias por preocuparte pero créeme, mejor mantente lejos de mi- advirtió a Tam, antes de salir de ese baño y aislarse en el montador dispuesto para que terminase el menú a ofrecer. De vuelta a su sitio, cayó en como Mirta o más bien, la maldad de Vera, la había expuesto como a un mono de feria, frente a las mesas de los invitados. Así sería imposible que Mel no la viese. ¿Qué pretendía Vera? ¿Qué podía pretender con todo ese circo montado? Para lo que fuese que quisiera Vera, al menos ella estaba avisada. Cosa muy distinta era Mel. Ni idea tenía la rubia de lo que se iba a encontrar en esa cena, hacía la que iba acompañada por sus padres. Como siempre, su madre se deshacía en halagos hacía Vera mientras su padre y ella escuchándola, compartían risitas y miradas cómplices.

Para cuando los tres llegaron al lugar, la mayoría de los invitados compartían una copa de bienvenida departiendo entre ellos. Y entre ellos, Tam acercándose a saludarlos. 

- Ufff- resoplando, Mel cogió fuerzas creyendo que lo más duro de la noche, sería terminar con Tam. Pero esos no eran los planes de Vera y Mel no tardó en comenzar a sufrirlos, en cuánto Tam le informó de la presencia de una Chef en especial.

- Es cocina de innovación y la Chef es de lo más rara- dijo Tam y de inmediato Mel buscó y tropezó con dos ojos azules únicos, cuando la noche, no había hecho más que empezar.