Take a Chef 46

- Jajaja, ¿nos piramos? Te estás españolizando, gabacha- había reído Mel junto a ella.

- Es porque por fin, tengo gitana- continuó con su tonteo Arel y hubo unos cuantos más, hasta que Arel regresó a Madrid, tropezando sin querer con Tam a la salida del Aeropuerto.

El destino, que a veces gusta de estos jueguecitos.

Para Arel aceptar ser la Chef de una pedida de matrimonio había sido un problema, por contar con nada de tiempo para prepararla. Primero por estar en Sevilla y segundo, por haber fijado una fecha tan próxima. Imaginación y creatividad le sobraban para entre ratos, haber elaborado un menú acorde a las directrices que le habían dado. Siendo cocina de autor para tantos comensales, desde Sevilla tuvo que contratar una empresa de catering, que resultaron ser toda una joya. Bastó enviarles su idea del menú, para que se ofrecieran encantados a resolver todo aquello que por estar lejos ella no podía, como la disposición de mesas, los pedidos y hasta la decoración inherente a su menú. Así pudo llegar la misma mañana de la celebración, con la inquietud propia, de una profesional que odia no haber podido controlarlo todo ella. Normal entonces que nada más aterrizar, corriese a la salida queriendo llegar cuánto antes al sitio elegido para la celebración, que menos mal, sería en la noche. Pero fue llegar a la línea de taxis y parecer que todo los vuelos con llegada Madrid, hubiesen aterrizado a la misma hora. Por muy cantazo que diese a extranjera, no pudo adelantarse en la cola. Menos mal, que una tipa de aspecto ejecutiva, le sonrió adivinando sus ansias por coger un taxi. 

- En este Aeropuerto pasa siempre igual- dijo la mujer, suspirando el mismo problema; prisa.

- Me espera un menú por preparar para 150 personas- dijo Arel bajando los hombros. Escucharlo de su propia boca hacía que sonase todavía menos profesional. Sería culpa de Mel, por tenerla tan boba. Sólo por el atontamiento en que la rubia la tenía, podía ser el culpable de que hubiese aceptado preparar un menú sin estar presente. La mujer obvio, alucinó.

- Joder, yo voy a que me den de cenar. Bueno, en verdad voy a hacer tiempo antes de que me den de cenar- prosiguió la mujer en su misma línea. 

- Muy rápido para mi español- pidió clemencia Arel. Su manejo del español, no era tan alto.

- Jajaja, ¿eres Chef?- se interesó la mujer de super amable sonrisa. Observándola, Arel diría que pese al traje que llevaba tan serio y formal, esa mujer aparentaba ser alguien de lo más ameno. Alguien a quien no engañar.

- Lo intento- confesó con su natural humildad Arel.

- Y francesa- afirmó la mujer sin dejar de sonreír. No le iría mal la vida o puede que ella no estuvise siendo una pésima profesional, como Arel se sentía en ese momento. 

- Oui, mademoiselle- la secundó Arel ganándose una carcajada de la simpática mujer.

- Soy Tam...un placer- ofreció su mano, teniendo que hacer malabarismos con los bolsos y maleta que llevaba. Arel la aceptó gustosa y ambas alzaron las cejas complacidas. A Tam le tocaba coger taxi. Conocerse había sido tan breve cómo un hola y adiós. Pero Tam había entendido el apuro de la Chef, por eso quiso saber- ¿Donde vas? Si está de camino, podemos compartir taxi- ofreció Tam y que ambas fuesen al mismo lugar, tuvo su gracia. Amables ambas tomaron el taxi, sin dejar de observarse. Puede que influenciadas por Mel las dos sin saberlo, pero a nada de estar subidas, las dos se dispusieron a conversar- Podía imaginar que sería cocina de autor. Ey, prepárate que tus platos serán juzgados por snobs varios.

- Jajaja, sin problema. El menú lo preparé único y exclusivo- dijo Arel y el silencio en ese taxi quedó votado por la ventana. No les faltó repasar los jardines donde era se celebraría y llegado el momento, a la Chef le picó la curiodad por lo dicho anteriormente por Tam- Eso de hacer tiempo, ¿es que te ofreces como pinche?

- Naah...soy pésima en la cocina. Básicamente me refería a que estoy huyendo de mi pareja. Creo que me va a dejar y mi solución más madura, es evitar ese momento. Vale, dicho suena aún más patético- confesó Tam. Total, esa tipa no la conocía de nada y seguramente, ni se volverían a ver. Arel no mostró sorpresa ni hizo ningún gesto que alertara a la ingeniera. Limitándose a no juzgar.

- Mm..no soy buena en relaciones. Nunca se me dieron bien. Como tú con la cocina- de vuelta al humor, Arel le quitó peso a Tam. Si algo le había enseñado la vida, era a no meterse en una pareja. Lo cual, en su caso era paradójico. Vera y Mel no eran pareja, cierto. Pero aún más cierto, que meterte entre dos amigas, puede ser mucho peor. Sin saberlo, compartía taxi con la que SI era pareja de Mel e iba directa junto a ella, a la boca del lobo con cuerpazo de mujer fatal. 

El plan orquestado por la maldad más profunda de Vera, estaba a punto de ser un hecho. Tam y Arel fueron las primeras en llegar a esos jardines. La Chef obvio, se dedicó a su labor, mientras Tam adelantaba proyectos. A las horas de que ellas estuviesen allí, llegaron los primeros invitados, entre tantos, Mirta y su pareja. Habiendo sido la elegida por Vera para organizar esa cena, enseguida fue a buscar a la Chef estrella. Al poco de que ambas se saludaran, Arel comenzó a cargarse de malas energías. Mirta se llamaba la otra amiga desde la infancia de Mel y...

- A Vera le encantará éste menú, la conozco desde que llevábamos pañales- dicharachera, Mirta no supo porqué al decir tal cosa, la Chef se había quedado blanca.

Si Mirta era una de las amigas de Mel y una de las homenajeadas se llamaba Vera, sólo había que sumar y llegar a la clarividencia; Vera se la había jugado.