Take a Chef 43

Ya no había rigidez impuesta en Vera y si en Vera no había rigidez, ni estiramientos innecesarios, ni barreras, ni nada extra autoimpuesto, volvían a ser las dos locazas que se fugaron aquella noche que Mel había recordado robando el coche de un amigo.

Siendo así, para Mel fue natural dejarse abrazar por la calidez de su amiga. Conversando sin entrar en profundidades, una se dejó llevar por la infinita amistad que sentía hacía Vera y la otra, se dejó arrastrar por una pasión que había resurgido con una fuerza arrolladora. Como siempre les había pasado, cualquiera que pudiera verlas abrazadas en una cama, dudaría de su verdadera relación. Pero Vera se dejó llevar demasiado para alguien como Mel, colada hasta las trancas por una Chef.

- ¿Candela?- preguntó Mel, deteniendo momentáneamente la mano de Vera avanzando por su muslo. No lo hizo por incomodidad ni por haberse percatado de las reales intenciones de esa mano, fue un simple gesto que pasó a ser una muestra de incomodidad, en cuánto Vera le contestó.

- Que se yo...trabajando- respondió Vera denotando que le importaba muy poco el paradero de su pareja, próximamente mujer. Pérdida en Mel, removiendo todo lo que por ella aún sentía, buscó su cuello, tropezando con la repentina quietud de la rubia.

El mensaje había devuelto a las dos chicas que un momento de sus vidas, lo habían compartido todo llevadas por una magia a la que Vera sin ser consciente, quería volver. Pero para Mel, aquel tiempo no sólo fue beberse a tragos a una Vera única y especial, también a la Vera más posesiva y controladora. Aquella que estuvo a punto de terminar con ellas arrasando con una amistad que para Mel lo era todo. En nombre de esa amistad es que había detenido sus acercamientos secretos cuando Tam llegó a sus vidas y ahora, con los ojos inundados en Arel, no iba a ser diferente.

- En cuánto sepa que estás regular, vendrá a casa- sin querer ser brusca en su frenada, se pasó de gas. A Vera parecía darle todo igual y encogiendose de hombros, logró darles la vuelta y que Mel cayera encima suya- Jajaja- nerviosa Mel rió. No podía ser que Vera volviese a aquellas, pero fue verse en sus ojos y tragar saliva. Lo que no le impidió poner su mano como barrera en el beso que la morena pretendía darle- No, no lo hagas- dispuesta a no resquebrajar su amistad por un...por algo que ni siquiera sabía definir, temió el brillo de ojos que cruzó la mirada de Vera y se enderezó queriendo explicarle. Pero la puerta del piso se escuchó, Candela llegaba a casa y ella estaba subida en Vera con el vestido descolocado- Vera-llamándola tuvo que forzar para que Vera la soltase, no con el suficiente tiempo, para que Candela entrase en la habitación y aunque, lo intentara disimular, se extrañase. Vera ni saludó, girándose en la cama como si la que las hubiera pillado no fuera su pareja, ni nadie que le importase, . Con Candela descolocada y Vera déspota, le tocó a ella intentar dar normalidad- Dejémosla dormir e invitame a un café- tirando de su habitual desparpajo, se llevó a Candela a la cocina. Allí continuó parloteando incansable, quizás así Candela relajaría sus mandíbulas- Buena mierda- pensó ante el silencio tenso e incómodo de Candela. Si ahora le preguntasen como demonios había llegado a esa situación, juraría no tener ni idea. Y peor, ni siquiera podía ser franca. Oye Candela, mira que tontería. Me envió mensaje, recordamos y tal...y nada, sigue primando nuestra amistad al sexo, por muy bueno que lo tuviésemos- Ay mi Dios- en esos momentos. Mel sólo pensaba en poder salir de esa casa, tomar aire y correr en busca de unos ojos azules. Para colmo, no es que Candela ayudase.

- Últimamente está muy rara- rompió  su silencio Candela y Mel rodó los ojos. Lo único que le faltaba era meterse en medio de esa relación, algo que Candela parecía querer- No consigo pillarla. Parece que todo le molesta o que está a disgusto o...- se calló la empresaria, sin saber muy bien como seguir. Para Mel estaba claro que el orgullo no la dejaba acabar y casi que mejor. Ni idea tenía la rubia si Vera le había contado algo de lo suyo a Candela, o si ésta por haberlas pillado tan íntimas podía malentender. Como fuera, debía salir de ahí. Algo en el ambiente, puede que los recuerdos o quizás la misma Vera, le hacían no soportar estar bajo el mismo techo que ellas dos. De nuevo aprovechándose de su don de gentes, consiguió salir de la casa, sin meterse donde no la llamaban. Todo había sido tan extraño, que nada más pisar la calle, sacó su móvil con una necesidad imperiosa. Incluso reteniendo el aliento, llamó a Arel. 

- Hey, ¿que pasa?- la respuesta de Arel, imitando el saludo español, le devolvió el aliento.

- Oh...avanza usted muy rápido con el uso del español- le dijo llenando sus pulmones de aire, consciente de que pareciera llevase horas sin respirar.

- Tengo buena maestra- la secundó Arel, con su increíble acentazo- Mi avión sale en veinte minutos.

- ¿Ya? Joder- desesperándose, a Mel le faltó patear el suelo. Necesitaba estar con ella, lo necesitaba de veras.

- Joder- la imitó Arel y ahí estaba de nuevo Mel, respirando vida y alegría.

- Jajajaja, hasta las palabrotas en tú boca suenan sexi- bromeando con ella, no pudo evitar sentir un mal presentimiento colándose en ella. El roneo con la francesa pudo durar poca más. Con ese mal presentimiento, le apetecía cero despedirse de ella hasta que Arel llegase a Sevilla y que desocupara en el evento benéfico al que acudía. Lo mejor para su palpitante corazón, era colgar y coger un taxi que la llevase directa al Aeropuerto. Sin pensarlo más se despidió cariñosa de la Chef y cuando estaba por meterse en su taxi, el mal presentimiento se hizo aún más presente. Vera la espiaba desde su ventana y su imagen, vista desde la calle, le provocó un tremendo escalofrío- Al Aeropuerto, lo más rápido que pueda.