Take a Chef 42

Minutos que a Mel, le estaban sabiendo como el más exquisito gintonic. Base común sin inventos, aderezado con su pizquita de tomillo, hojitas de romero, un poquito de albahaca y el limón como nexo de unión entre todos. Un sabor único, que la llevaba justamente a los momentos compartidos con Vera que salvaron su amistad y que a su vez, le traían del recuerdo a la Vera más libre y pasional. La de hacía unos años en una noche cualquiera de verano con ambas escapándose como furtivas.

Aquella fue una de esas noches donde la edad les permitía beber sin temer una resaca que por seguro las llevaría a dormitarla tirados sobre cualquier cosa en la arena y que además, vendría acompañada de nuevas cervezas con la excusa de ser el líquido popularmente conocido como remedio. Pero Vera cambió lo que sería una borrachera más entre jóvenes amigos, por una única botella de alcohol. La que Mel sostenía en sus manos mientras su amiga, la atractiva, elegante y siempre intachable Vera, robaba el coche de un amigo en común.

- Jajajaja, me muero. ¿Tú sabes lo que estás haciendo?- despreocupada se cachondeo esperando  que Vera se detuviese o mejor, que siguiera. Que lograse abrir la puerta del coche, que metiese sus largas piernas en él, que lo arrancase y que con sólo mirarla, le hiciera morirse por subirse junto a ella. En aquél tiempo, cuando Vera se giró con las manos en el picaporte de la puerta, la respiración se le detuvo por completo, olvidando el rechazo de hacía un rato en la orilla de la playa. Juraría que la misma alma se le escapó por la boca queriendo impactar de lleno en la sonrisa con que Vera la miraba.

- Si...un Thelma y Luise contigo- fue lo dicho por Vera antes de alzar las cejas victoriosa. El picaporte cedía y estaban a un plis, de largarse en ese coche.

- Yayyyyyyy- gritó entusiasmada Mel, llenando el vacío de ese aparcamiento- Me encantas así, es que me encantas- había confesado cuando aún hoy, frente a la puerta de Vera, sus risas de aquella noche, le traían ecos con forma de sonrisa en sus labios. El dibujo en recuerdo de esa Vera, era el mismo que dentro de sí guardaba cómo oro en paño. La Vera que le hizo subir al coche, la Vera con la que rió hasta doler cuando se quedaron tiradas sin gasolina a los pocos kilómetros, la misma con la que caminó por el asfalto jugando con fuego y aquella, que la besó en una puerta de hotel, deteniendo su mundo en cuatro mil kilómetros a la redonda. Volver a revivir parte de los mejores momentos de su vida y sobre todo volver revivir y sentir ese beso, congeló su sonrisa ante la obviedad a la que acababa de llegar. Después de Vera, sólo Arel le había detenido el mundo en un beso. De no ser, porque Vera le abría la puerta en esos momentos, hubiese sentido otra vez profundo asco, por toda la mentira en que había envuelto a alguien como Tam sin darse cuenta.

- Cuando te veo tan increíblemente mujer, entiendo que cambiase de gustos por ti- la halagó Vera o al menos lo hizo su voz. Porque Mel todavía con los ojos empapados en recuerdos, ni siquiera podía distinguirla. De haberlo hecho, había podido apreciar en Vera vestigios de estar incubando algún virus o al menos, estar maquillada para así parecerlo. Como fuera, con sólo esa voz le bastaba para abrazarse a ella, calmando ascos en ese abrazo- Me alegra que aún hicieras caso a mi mensaje- prosiguió Vera envolviendola en una calidez que guardaba secretos de ambas.

- Ufff- suspirando, Mel dejó atras sus miserias para percartarse de la extrema calidez de Vera- Estás hirviendo. ¿Que tienes?- preocupada por ella, tomó su frente y rastreo su rostro, en busca de la confirmación que Vera arrastrándolas dentro del piso iba a darle.

- Uhm...ganas de ti y parece que un gripazo- volviendo a abrazarse, la morena escondió la sonrisa antes de cerrar la puerta. Mel había vuelto a acudir a su llamada y estaban solas...como había querido. 

Los recuerdos dejaron de empañar a Mel en cuanto la preocupación por Vera ganó terreno. Era un día laboral y si bien, el aspecto y lo mimosa que se mostraba Vera daba para entender que la gripe o el virus que fuese la tenían en casa, pocas o casi ninguna vez que ella recordase, algo así había apartado a Vera de su trabajo. Confiada y buena amiga, no se guardó en cariños hacia Vera. No, hasta que se vio compartiendo cama con ella, abrazadas por una calidez que podía pervertir su amistad...de nuevo. Y fue justo, cuando el pasado regresaba con una fuerza descomunal en Vera.

Piel, sólo era piel lo que las yemas de sus dedos acariciaban en dibujos inconscientes. Pero eso fue lo que quiso imponerse, porque dentro de sí no era sólo piel, era la piel que sus yemas, dedos, articulaciones y hasta sangre, adoraban. La misma que tras mucho añorarla, resquebrajaba la propia ante el gozo, de volver a tocarla. 

- Tú..tu mensaje me hizo recordar, cuando...bueno- rompió el silencio en el que se habían dejado envolver Mel y lo hizo dubitativa, reconociendo que ese pasado conjunto con Vera, para bien y para mal, continuaba removiéndola. Puede que si hubiese roto ese silencio antes de que Vera la tocase, la contestación de ésta hubiese sido la de la Vera que le había abierto la puerta y enviado ese mensaje, después de tocarla, fue distinta. Vera sonrió sincera y dejo para después, la inquietud sentida cuando sus propios ojos brillaron de golpe. 

- Hubo partes, muuuuy buenas- divirtiéndose Vera la siguió, dándole el punto picante, que desató la atractiva y enganchadiza, risa de Mel. Una tontería de nada, que las conectó enseguida. Ya no había rigidez impuesta en Vera y si en Vera no había rigidez, ni estiramientos innecesarios, ni barreras, ni nada extra autoimpuesto, volvían a ser las dos locazas que se fugaron aquella noche que Mel había recordado robando el coche de un amigo.