112- Emergencias 175

De nuevo el WhatsApp creaba conflictos entre las parejas, sin contar con que Lau y Marina, habían iniciado una operación de investigación y que CUIDADO, siendo un grupo estrecho, algun@ se podía ir de la lengua respecto a la psicópata que perseguía a Inés.

Pero ni tan psicópata. Estaba claro que habían exagerado con la enfermera. Ese mismo día, a Inés le tocó compartir vuelo con ella. Por transportes de ese tipo, es que amaba pertenecer al 112 Emergencias. Vida, llevaba vida transportada en una nevera con todo el cuidado del mundo. La nevera podía guardar un corazón, un riñón, pulmones o lo que fuese, era Vida para alguien al fin y al cabo. Conscientes de ello, tanto ella como Oscar su copiloto, como los sanitarios que los acompañaban, guardaban la misma profesionalidad que si llevasen un herido en estado grave. Y profesionalidad no estaba reñido con amenizar el vuelo con algún cotilleo del 112, algún chascarrilo sobre la ola repetitiva de calor que sufría España y entre tanto, caerse entre todos genial para un vez acabado el servicio tomarse algo. Todo de lo más normal entre profesionales compartiendo espacio, sino fuera porque la enfermera era la bautizada por los íntimos de Inés como la "psicópata"

Vale que la chavala en su día había sido muy persistente en querer quedar a solas con Inés, vale que no era muy original eligiendo canciones, pero leches, en ese vuelo estaba siendo de lo más simpática con todos y en ningún momento había mostrado un lado psicópata. Puede, que sólo le hubiese gustado y echada para adelante, lo hubiera intentado. Pero eso fue antes, ahora era una compañera más o eso quiso creer Inés. Descontando, que Óscar mientras apuntaba en su hoja de ruta el rastreo de vuelo realizado, le advirtiera.

- Cuidado que a la niña le gustas- le dijo Oscar, sin escasear en risitas tontas. Ser compañero por años de una lesbiana con bastante éxito, daba conocimientos y oye, tampoco es que al chaval se le diese mal el género femenino, como para no distinguir ciertos pestañeos, sonrisas, caída de ojos, sonrojo inesperado y más y más. Para Inés la chica se había comportado como una compañera altamente simpática, para Oscar era una chica "pillaita" por una atractiva piloto. Su advertencia provocó que Inés lo mirase molesta. Otro que le venía con el mismo cuento. 

- Estoy empezando a pensar, que me tenéis una poquita de envidia. Además, si un hombre hetero puede ser amigo de una mujer que está buena, una lesbiana también puede serlo- categórica se mostró Inés. Vamos ya, era de locos rechazar una amistad con alguien que le caía de coña, por pensar que a ésta pudiera gustarle. De ser así, la chica acabaría entendiendo que ella estaba felizmente casada y obvio, según ella misma, disfrutaría de la amistad que ella le ofrecía. Con esa mentalidad y buen rollo, es que fue a la quedada en la Cafetería del Hospital. Ojo, con las precauciones normales de alguien que comparte su vida con una celosa, jamás de los jamases reconocida oficialmente.

Mensaje de Inés a MarinaLove: Jijiji, luego te llamo. Es que quedamos a echar una cerveza en la cafetería con los de donación. ¿Quien te quiere a ti? ¿Quien?

Ahí estaba. Con dos ovarios. Marina últimamente estaba descontrolada con el tema móvil. Inés diría que incluso le espiaba cuando estaba en línea y cuando no. Algo que de a poco podía empezar a ser asfixiante, pero que de momento controlaba. Ya cuando pasase la caloraza que azotaba España, podría hablar con ella al respecto. Ahora lo guay, es que había usado el plural. Lo que debería tranquilizar a la fiera posesiva de Marina. Plural, masculino y un mojón muy grande para ella. Porque tras enviar el mensaje, se guardó el móvil y entró en la cafetería esperando que hubiesen juntado un par de mesas, para estar a gustito y nones, en la cafetería de ese grupo, sólo estaba sentada la enfermera. Relax, se pidió Inés. Estarían liados con informes y burocracia variada, después se les unirían. 

Pero ya lo cantó Sabina; y nos dieron las diez y las once, las doce y las una. Por allí no apareció ni Oscar y cuando Inés se quiso dar cuenta, estaba a punto de quedar para cenar con esa chica. El tiempo charlando y riendo con ella, se le había pasado volado. Tanto, que ni había consultado su móvil en todo ese tiempo.

- Mierda- se cagó en cuanto cayó en la cuenta y no joder. Para colmo de males, la  corazóncito con piernas y escote de infarto más similar a Marina, la miraba desde la mesa de lo más enfadada. Para su suerte, apareció otra más de su estilo descojonándose.

- Tira para el baño, artista...la que estás liando- la que se descojonaba fue quien le invitó a ir al baño. Ok, no le venía mal tomar un respiro y recapacitar.

Con la tranquilidad que no sentía se despidió de la chica y no, vale ya joder. Ésta le sonrió, pues le sonrió...le sonrió como NO debía. 

¿Se había pasado con la simpatía empleada? ¿Implicaba eso algún tipo de infidelidad? Lo hiciera o no, lo cierto es que entró al baño un tanto cabisbaja. No podía mentirse pensando que no se lo había pasado de coña con la chica y no joder, sólo había sido simpática ni más ni menos, aunque la corazoncito cañera, volviera a descojonarse de ella desde el lavabo.

- Jajajja, ole, ole y olé. Seguimos en forma- descojonándose y celebrando a saber qué. La cosa es, que acabó por hacer reír a Inés.

- Jijiju la que tuvo retuvo nena- a punto de palmearse con la cañera se vino arriba. Ahí estaba. Su mecanismo atrapa chicas funcionaba como siempre y sería mentir, decir que eso no le subía el ánimo. Pero eso eran ellas, la corazóncito Marina, entró al baño moviendo las caderas con genio y paso seguro. Tanto la cañera como Inés, siguieron sus pasos por el baño con la boca abierta. Que feminidad al andar, que arte en la seducción que emitían sus gestos y que ojazos clavandose en ellas.

- Sólo te diré una cosa, corazón- deliando su cuerpo, las dejó mudas- La libertad que tú te cojas, será la misma que coja ella- concluyó la pedazo bombón para marcharse del baño sonriendo. Eso había dolido, había dolido mucho.

- Oye...que yo no he hecho nada, ¡eh!- por si acaso le gritó Inés. Menos mal que eran visiones suyas y que Marina estaría llegando a casa con Ito, sin tomarse ninguna libertad innecesaria. Vale, pasado el momento flipao, se miró en el espejo- Ey, ey..ey- o ese espejo mentía o se veía de muerte. Normal, que la chica alucinanase con ella. Estaba en su mejor momento y bien crecidita salió del baño. Fue hacerlo y tropezar con la chica.

- A ti te buscaba, me voy ya..que estoy cansadisima, dale un beso a la familia tan bonita que tienes- despidiéndose dejó un beso en su mejilla y una sonrisa de lo más tonta. Eso era, joder. Se podía coquetear lo justo para sentirse así de rico, de guapa, de simpática y de viva. No había nada malo. Menos, si tras despedirse de la chica, tropezaba a continuación con la Doctora Ángeles, una tía de puta madre, que enseguida se contagiaba de su sonrisa.

- Que estarás tramando, tira ya para casa- otra que la besaba y se despedía. Oh si joder. Eso era la vida juntar cachitos de felicidad y acabar el día con el deseo loco de llegar a casa y besar a tú mujer. Y así iba Inés por la salida del hospital. Así de eufórica se despidió también de Oscar y con tanto subidon, acabó saliendo por la puerta moviendo el cuerpo al ritmo de...I am sexy, very very sexy. 

Y pues claro, estando en España, no es raro ir a dar con alguien con arte para reventar, como era la anciana que la imitaba bailando entrando al Hospi. 

- Jajaja eso es- la piloto no tardó en recrearse bailando con la anciana y siendo Inés pues...- Así... Así se entra a un Hospital. Con ánimo, alegría.. Nueva la van a dejar, ya verá que si- venida arriba no se midió y la anciana dejó de bailar.

- ¿Tan mal me ves criatura? Si es que me ha nacido otro nieto- rebajó sus ansias la anciana y mejor, mira tú. Mucho mejor, tan mucho mejor que Inés le pego un besazo y siguió a lo suyo. Conducir hasta casa cantando, llegar a ella feliz, abrir la puerta y encontrarse con la cara vinagre con que Marina la miraba. A simple vista, Marina no había tenido un día tan bueno como el suyo. "Oh, oh"