Take a Chef 39

Y puede que en su día, de haberlo sabido, se quedara con la chef besándola en esa puerta. Al bajar del ático el taxi ya la esperaba y en él se subió sin ver a Vera, estacionada a pocos metros. Pero ésta si que la vio bajar del ático y subirse al taxi con su sonrisa made in Mel. La sonrisa que en esos instantes, Vera odio con toda su alma, antes de murmurar envenedada contra su amiga.

- Puta- agarrando al volante, reconoció en sí que no sólo odiaba la sonrisa de Mel, también odiaba sus ojos brillantes. Los mismos que de cría, la miraban parada delante de ella, con su talonario de boletos de lotería vendido al completo. Talón que ayudaría a que se financiasen su primer viaje de estudios. El de Mel vendido y el suyo completo. Sólo había podido vender unos cuantos a familiares cercanos. Obvio, ella no tenía un padre empresario de éxito que en dos chasquidos de dedos colocaba todo un talón de boletos.

- Ay va, Vera...hay que entregar el dinero dentro de una semana. Bua...ven conmigo, ya verás como esta misma tarde vendemos casi todos los que te quedan.

No es que pudiera negar que ya por entonces esa resolución de Mel, no la fastidiase. Le irritaba que tras su perenne sonrisa, Mel creyese poder con todo. Lo peor, era comprobar que si...solía lograrlo.

- Jajajaa. Te lo dije. Tuvimos suerte en ese bar. Y siiii...nos vamos de viaje, juntas.

Como también siempre había sido contradictorio para ella, que mientras su amiga saltaba feliz por haber conseguido ir de viaje las tres juntas, ella se muriese de celos y a la vez, adorase que Mel la necesitase junto a ella. La contradicción que la había acompañado desde niñas, la mezcla de amor y odio, que en el presente, le hacía erguirse en su asiento y jurarse, que por ésta vez, Mel... NO ganaría.

No, no necesitaba remover más su pasado junto a la rubia de sonrisa enamoradiza y de insultante vida en los ojos, para afianzarse en su decisión. Mucho menos, buscar en su alma el recuerdo escondido en ella de una noche que ahora se le antojaba muy lejana. 

El reloj por aquel entonces marcaba un tiempo que transcurría veloz, sin prestarle atención. Era un tiempo donde compartían risas, sueños e ilusiones. Un verano que sería por siempre único. El mar, chicos y chicas divirtiéndose y ellas tres comiéndoselo entre aventuras, anécdotas que recordarían por siempre y días interminables donde amanecían frente al mar, sin haber cerrado los ojos. 

Volar a aquella noche, era volar hasta Mel bailando frente así mirando al mar. Los contrastes del agua con la luna, su silueta tenue moviéndose increíblemente sensual, la noche, la soledad y puede que el alcohol ingerido, la sumergieron en esa imagen de Mel, sin ser consciente de más. En teoría Mel tatareaba la canción que sonaba desde la jaima instalada a varios metros de ellas, donde la gente seguía divirtiéndose. Pero sentada en la arena, Vera sólo escuchaba la melodiosa voz de Mel. Siendo lesbiana, no se sorprendió de recorrer con la mirada el cuerpo de Mel placenteramente. El atractivo de su amiga era indiscutible, pero hasta esa noche, para ella había pasado desapercibido. Saberse degustandola, le hizo retitar la mirada de su cuerpo. Para entonces, podía notar en sí los estragos de estar deseándola. Influjo de la luna, del alcohol o del cuerpo torneado, tostado e endiabladamente sexi de Mel. A los estragos del deseo encendido en segundos, se le sumó la ansiedad de poder ser descubierta. Mientras que Mel ajena a su estado, se giraba hacía ella sin dejar de cantar.

- Dicen que soy un libro sin argumento. Que no se si vengo o voy, que me pierdo entre mis sueños- suave e íntima, como también dejándose llevar por un estado eufórico que más allá de exitarla, la relajaba al punto de moverse como si las olas la estuviesen meciendo. Al girarse, topó con la mirada de Vera subiendo por su cuerpo y entonces no fueron las olas ni la música quien la meció, sino la oscura mirada de su amiga- Hemos bebido mucho- musitó sin pararse a cuestionarse ni así misma, ni a Vera. Solas habían creado una atmósfera íntima, puede que para tratarse de dos amigas, fuese demasiado íntima.

- Dicen que soy una foto en blanco y negro. Que tengo que dormir más, que me puede mi mal genio- entonces fue Vera quien prosiguió la canción a un tono de voz, que estremeció a Mel. El tono de quien arde por fundirse en la piel que sus ojos devoran.

- Esa....esa parte eres más tú- dijo Mel entrecortandosele el aliento. Jamás antes había sentido esa mirada de Vera pérdida en ella. De seguro en la jaima había dejado de sonar esa canción y la siguiente en sonar se estaría mezclando con el vocerío de la gente bailando, pero ella sólo escuchaba el latido fuerte y patente de su corazón. Lo único que la mirada de Vera le dejaba escuchar.

- Uhm...sigue bailando- le pidió Vera retrepándose en la arena. Para cualquiera de los que caminaban cerca de ellas, serían dos amigas compartiendo confidencias, pero si se hubiesen acercado lo suficiente, lo que verían es a dos mujeres, esperando que una de ellas diese el paso. Aunque no hizo falta, Mel continuó bailando y ésta vez si, el alcohol ingerido traicionó sus movimiendos y acabó cayendo sobre Vera. Para ser dos amigas, deberían haberse reído bien a gusto por la patosidad manifiesta de Mel, pero ninguna lo hizo y Vera, la encajó en su cuerpo tomándole la barbilla.

- Vera- sin cuestionarse pero temblando, Mel se vio en los ojos de Vera y ésta no soportó las inmesas ganas de besar los labios entreabiertos de su amiga. Rojos, mojados y terriblemente apetitosos, al primer roce con ellos, le siguió un segundo y en el tercero, tomó su boca por completo sacudiendo su amistad. Probablemente Mel volvió a nombrarla, como se abrió de piernas sentándose en ella. Tan fresca, tan húmeda y tan adictiva encontró su boca, que no le soltó la barbilla y continuó bebiendosela como si la hubiese deseado desde el principio de los tiempos. Al poco el beso aceleró a ambas, y Vera no se conformó con el placer que encontraba en su boca. Sujetando su cuerpo contra el suyo, con la mano bajó por su espalda de a poco y gimió en su boca, al esquivarle el vestido y llegar a culo. El deseo mezclado con el placer, fue tan brutal para Vera que se vio capaz de tomarla ahí mismo, donde su amistad había sido invitada a pasear lejos de ellas. Pero esas fueron sus intenciones, fueron sus deseos y fueron sus ganas.  No así fue para Mel, que reconociéndose excitadisima y mojada, se detuvo el tiempo justo para carcajear apoyándo la frente en la de Vera- Jajaja. Definitivamente SI, hemos bebido demasiado. Te quiero muchísimo para joderlo con una tontería así. Mejor volvemos a la jaima con los demás- le dijo Mel dejándola totalmente inerte en esa playa cualquiera de aquel verano. Ese primer beso con Mel, duró demasiado dentro de Vera. Demasiado para alguien que no aceptaba una derrota, para alguien hecho así mismo y para alguien, que NO quiso dejar su corazón prendido a un beso.

Como en el presente, no se iba a dejar pisotear más por suertes, fábulas, cuentos ni hadas. Bastaba una llamada, un favor y esperar, que un día x llegase. 

Quien tampoco esperaba para poner su vida en orden era Mel. Daba igual los consejos escuchados del Chef a Arel, el futuro de ésta como el suyo propio. A Tam le había dado una palabra y aunque su corazón ya lo hubiese traicionado, no esperaría más para hablar con ella.