Take a Chef 33

- Ay...fotografía el proceso, quiero tenerlo- se le ocurrió a Mel, cuando Arel volvió con ellas. Nada mejor para no estar pendiente de las reacciones de la francesa que esa, mantenerla ocupada. 

Tumbada en la camilla con May volcada en el tatuaje, Mel pasó de la tensión sexual, de su propio maremoto interior y de las ganas inmensas de tener esa noche a la Chef, para abrir los ojos como platos ante los primero pinchazos que sentía en su piel.

- Trata de no moverte- le aconsejó May y bien fácil parecía para ella pero no así para Mel. Quizás había sido muy atrevido y puede que arriesgado, dejar que la creativa eligiera el lugar donde tatuarla. En su costado derecho y demasiado cerca del pecho. Ahí le dolía horrores y sentía como si con mil agujas le pinchasen a la vez. Obvio, la creativa no iba a desaprovechar la situación- Cuando llegue al seno te dolerá más- ácida la creativa guiñó un ojo a la Chef.

- ¿Qué? El seno, no- horrorizada, a la rubia presa del miedo no le faltó agarrarse la teta para diversión de la creativa y no así de Arel, que conociendo a ésta última, fijó su vista entre la teta de Mel y la mirada divertida de May, temiendo que ésta hiciera alguna gracieta más. Con tanto cruces de miradas, May dejó de tatuar y miro donde lo hacía Arel. Así eran dos las que miraban el pecho de la rubia y normal, Mel acabo notandolo. Podía soportar la mirada de May, la de Arel sólo si era la antesala del mismo infierno. Pero como no era así, prefirió taparle la cara, para lo que tuvo que dejar de cubrirse la teta. Que su seno quedará otra vez al descubierto, no era culpa más que de Arel y esa manera tan candente y perturbadora de mirarla.

- Joder nena- con tanto movimiento y hormona segregada, la creativa alzó las manos, mordiéndose los labios con la mirada puesta donde Arel no aguantó que la tuviese ni un segundo más. Como si fuese un partido de quien salva la teta, Mel las miraba alucinando, mientras que Arel se quejaba.

- Ya vale, May- en completa seriedad le pidió Arel y en un acto totalmente inconsciente fue ella quien cubrió ésta vez el seno de Mel. La rubia para entonces ya no sabía donde meterse. Por un lado la provocadora creativa y por otro Arel tomándole el pecho- Perdona- torpe al ser consciente de lo que agarraba Arel soltó la teta, pero así quedaba libre y vuelta a empezar. La tapo, tú me miras, el pulso que se dispara y Mel que se echó a reír cómo terapia. Desde luego era la única forma que vio para no tirar de la mano de Arel, volcarla sobre ella y arder de una bendita vez.

- Jajajaja, ¿me queréis dejar la teta?- cubriéndose ahora los dos senos, enseguida contagió a May. Arel en cambió necesitó restregarse el rostro, suspirar y exigirse no caer en las provocaciones constantes de May. 

- Una rubia en la camilla, dos lesbianas y la rubia que enseña las tetas, ¿que película es?- bromeó la creativa. Había estado de coña, tratando que la tensión sexual a borbotones que esas dos destilaban se extinguiera lo justo para dejarla trabajar con buen rollo, pero ver a Arel sin saber como reaccionar y claramente agobiada por su propio deseo, le hizo variar el rumbo de sus bromas. Las contestaciones de Mel sobre el título de la película, consiguió que las tres volviesen a reír, como si en verdad estuviesen de fiesta. Ayudó y mucho, que May cubriese como debía haber hecho desde un principio el torso de Mel que no iba a tatuar. Fue así como Arel pudo disfrutar de Mel y sus efectos en May. La rubia conseguía revolucionar a la creativa a un punto de no reconocerla y para colmo, el dibujo y frase que presidiría la piel de Mel en adelante: La joie de vivre. Tras leerla una vez mas y mientras las otras hablaban sin ella prestarles atención, Arel vio la frase en el folio, en el calco, la intuyó en la piel de Mel y la confirmó en sus ojos. Brillantes y llenos de vida.

- Vamos May, lesbianas o no, ¿me dices que eres incapaz de estar normal ante una tía desnuda?- la conversación entre Mel y la creativa continuaba- Que al final son sólo unas tetas- afirmó convencida, recordandose compartiendo duchas en la Universidad, con sus amigas, en el gimnasio...y como no, esperando la escandalosa y caliente explicación que ahora le daría May. Lo que ni por asomo esperaba es que Arel participará como lo iba a hacer.

- Le diré lo mismo cuando tenga delante suya un macaro. Es solo un macaro- dijo Arel guardándose de mirar a May y no a la rubia. Pero ésta no necesitó que la mirase, para pillar lo que quería decirle. 

- Eso.. Es...eh- dudó como decirle Mel. Porque ahora sí Arel la miraba y lo hacía con una sonrisa de medio lado, que de ganas de besarsela, se le contraía el estómago. Difícil seguir hablando e imposible hacerlo, si Arel para su sorpresa, se acercaba a su oreja.

- Lo ves y con sólo verlo, quieres tenerlo en tu boca. Que su textura te conquiste, que su sabor te inunde y que sus sensaciones permanezcan en ti. No, no es sólo un macaro. 

El tsumani descomunal de pasión que recorrió a la rubia, la dejó agarrándose a la camilla. En la vida unas palabras le habían hecho arder de esa manera con lo irónico de ser comparada con un dulce. 

Y dulce no es que estuviese siendo la noche para Vera. 

Salir del ático de la Chef no había sido más que una huida a territorio seguro, aunque después el hogar construido junto a Candela, poco o nada, le había servido para guarecerse. No había que hacer muchas ecuaciones para adivinar quien había llamado a la Chef. Y aún a riesgo de equivocarse, casi que prefirió creer saber sin ningún género de duda, quien era. 

 La primera vez que se encontró con Arel en el ascensor le mintió, por supuesto que la recordaba. Había sido imposible no fijarse en la Chef junto a Mel en aquella Cafetería. A lo que había que sumar, la llamada de la rubia desde París con el teléfono de Arel, su cuenta de mail en la App de la Chef y el encoñamiento repentino de Mel para con alguien del que no daba detalles. A otra podía haberle pasado desapercibido, a ella no. Menos, compartiendo el pasado que compartía con la rubia.

Bastaba recordar como había llegado Tam a sus vidas...