Emergencias 167

Una mañana ideal de verano en el pueblo segoviano. A primera hora fresca como la hierba recién mojada y después y progresivo, subiendo de temperatura hasta que la piscina se convertía en un lujo necesario. Ideal y fantástica para alguien como Lu, dispuesta a aprovechar una mañana de ese tipo, aunque las llamadas la interrumpiesen cada tanto.

- Ay perdona, es Inés- cogiendo el móvil, se disculpaba con quien compartía la espléndida mañana- Cariño- sonriendo se dirigía a Inés.

- Jijiji, tengo la pintura, los rollos, los salva y tengo todo para empezar con la habita de la peque- feliz escuchaba a Inés y de momento, no ponía objeciones.

- Genial mi niña. Pues listo, ponte cuando puedas y me vas mandando fotos- le pidió tirando de consentida, que para eso tenía 50 años y estaba embarazada. Su compañera de disfrute, la miró divertida negando con la cabeza y Lu terminó con Inés tan cariñosas como siempre. A punto estaba de volver a dejar el móvil y gemir gustosa, cuando otra llamada, le hizo volver a disculparse- Ay, ahora mi hija. Mi vida entera- la saludó aceptando la llamada y con ésta de principio no es que sonriera. Porque Marina sólo bramó algo que no llego a entender- Madre mía, ¿todavía estas de morros con Lau?- preguntó dando por hecho que así sería.

- Ja, no da señales. Pues yo tampoco le digo nada. Además, ninguneo a Inés- su hija sonaba tan indignada como la noche anterior. Vale, tocaba calmar a la Sánchez que había parido.

- A ver, ningunear es mucho. Sólo te dijo que pues...- se pensó las palabras a utilizar conociendo de más a su hija- pues que Inés te lo pone fácil, es un poco manejable- con temor finalizó y cerró los ojos esperando la exaltación de su hija.

- Jajajaj, ya claro. ¿Y Xavier no? Si lo tiene destrozado con sus antojos- según la escuchaba, su hija en vez de gritar había optado por el sarcasmo y Lu hubiese insistido en poner paz entre las dos amigas, pero el móvil sonó notificándole mensaje de wasap y deseando que fuera alguna foto de Inés, pidió un momento a su hija, consultó la foto, arrugó los labios y tuvo que pedirle unos segundos más a su hija para llamar a Inés. Un tono, dos y al de tres- Ay cariño. No me gusta- le dijo a Inés quien se quedó callada y Lu quiso entenderla. Se habían pegado tres horas eligiendo color, después Inés había ido a comprar las pinturas y todo lo demás y por lo que había visto en la foto ya llevaba pintada media pared- No te enfades, es que no es lo mismo verlo en la pared. En un tono más oscuro me encantaría.

- Eh- escuchó a Inés.

- Anda mi niña- empezó a camelarsela.

- Jijiji ay. Bueno- cedía Inés.

- ¿Si? Va a ser verdad que me quieres muchísimo- insistía en rematar Lu.

- Jiji, que si. Que voy y lo cambio- se rendía absolutamente Inés y...

Hecho. Ya iba a tener el verdadero tono que quería para la que esperaba, fuese su nueva niña. Ahora le tocaba volver a llamar a su niña más grande y horror, decirle que Inés pues...

- Inés no es manejable. Eso es lo que creéis, vivir con ella no es tan fácil como os parece- su hija defendiendo a Inés, le hizo mirar a su acompañante y retener unas risas. Para nada era Inés manejable. Never de never.

- Ayy, vaya tontería habéis cogido. Ya verás que en nada estáis como siempre- le dijo y Marina paso de comerse más la cabeza. No es que su madre se estuviese poniendo de su parte y así no había caso. Al poco ambas se despidieron y por fin, pudo dejar el móvil y estirarse en la cama balinesa que sostenía su cuerpo.

- Y que luego digan que un embarazo a cierta edad es peligroso- su acompañante que no era otra que Fátima, gozaba igual de la cama balinesa, su cóctel, las increíbles vistas panorámicas y del masajito en los pies.

- Al final es como todo, actitud- crecida Lu también disfrutó de su cóctel, el suyo sin alcohol.

- Y dime...¿como conseguiste esto?- todavía alucinando por el regalazo de Su a su amiga y a ella misma, Fátima quiso cotilleo.

- Jajaja, no dudes de mis increíbles poderes. Lo que no se es como lo ha pagado, estamos sin blanca- le explicó Lu y claro, para ella era un misterio que en ese preciso momento, poco le preocupaba.

- Que tu no estás para menudeces- su amiga rió como ella misma y bien fácil que era para ellas, no así para Su.

Desde que Fran les confirmara el embarazo, a Su se le hacía el culito pepsicola ante cada cosa nueva. Volcada en disfrutar cada etapa del embarazo con lo bueno y lo menos bueno, no había momento que no estuviese al tanto de las necesidades de Lu, ya fuera por si misma o recurriendo a cualquiera de la familia. Pero antes que nada y como buena militar, se preocupó del estado físico de Lu. Ella que era de runnig de toda la vida, se vió teniendo que equiparse para solo caminar. Ok, veía cada mañana a Lu salir con sus amigas a caminar y decidió que podía acompañarlas. Fijándose en sus atuendos para tal esfuerzo, se equipó ella sola, sin caer en que los cambios vividos habían hecho mella en ella. Algo de lo que fue consciente cuando se plantó ante Lu dispuesta a caminar con ella y sus amigas.

- Jajajaja, o sea...¿pero donde vas así? - la preguntita de Lu y sus risas, provocó que revisase su vestimenta. Pantaloncito corto, camiseta cruzada a la espalda y una visera. Puede que el color del conjunto en tonos rosas, fuese lo que desentonase. Pero es que ellas iban así- Jajaja yo es que no puedo dejar pasar esto para mi sola. Déjame que te haga una foto.

Ok. El rosa no había sido acertado pero con dos ovarios salió con él a caminar la única mañana que aguantó junto al grupo de parlanchinas. Eso si, de su foto supieron hasta en la Base Militar. No pasaba nada, estaban embazaradas y eso podía con todo.... o casi.