Take a Chef 32

En el aseo de su madre, Mel que había acudido a París desde su trabajo, iba con un clásico traje de falda y chaqueta, que en ella dejaba de ser clásico. Aunque para ser precisos, cuando Arel había entrado al aseo de su madre a petición de la rubia, del traje sólo quedaba la falda.

Normal si la inquietud propia de la rubia le había llevado a querer ayudar a la madre de la Chef a recoger la cocina y su torpeza, a mancharse la camisa. Lo que dejaba debe ser normal, es que ambas encerradas en el baño con Mel en sujetador, no fueran capaces de articular palabra, mirándose como si la una pudiera romper a la otra. Los alientos contenidos, sus pechos mostrando la agitación de sus pulsos, la temperatura del baño subiendo y sin ser conscientes, sus pieles transpirando deseo a borbotones. Cuando Arel se dejó vencer por las ganas de resbalar su mirada por todo el torso de Mel, la rubia no pudo aguantar quieta y mucho menos, callada.

- Ya te vas dando cuenta de lo torpe que puedo llegar a ser. Me manche de café y salimos en una hora de vuel..ta- para cuando quiso darse cuenta, estaba a sólo centímetros de la Chef y podía sentir el estómago arderle, solo por la aproximación temerosa de los dedos de Arel a su tripa.

- Me encanta tu piel, me fascina- tan cerca y rozando con sus yemas la piel de la que hablaba, ninguna fue capaz de mirarse a los ojos. Y si Mel adoraba el acento de la francesa, ahí en ese baño, directamente lo amó.

- Arel- nombrandola al tiempo que temblaba por sus caricias, su piel ya no sólo transpiraba deseo, su propia alma se escapaba a cachitos muriendo por alcanzar los labios de Arel. Pero la madre de ésta llamando a ambas justo en ese instante, rompió esos cachitos por el camino. 

En el presente y en el estudio de May, ambas recordaban lo sucedido en ese baño ante la petición de May de que Mel se quedase con el torso libre de prendas. En teoría no había problema, tres mujeres y unas tetas no debería suponerlo. Pero en verdad, la única libre de problemas era la creativa. Mel se había quedado muda. Quedarse nuevamente desnuda o casi, delante de Arel le cortaba todo y para ésta, era a todos luces imposible mantenerse ahí con Mel desnudándose como si únicamente fuese la amiga que ambas decían ser. 

- No te lo pienses más, vas a flipar con lo que pienso hacerte- libre de prejuicios y deseos callados, May preparó la camilla. Estaba segurisima que en cuanto calcase en la piel de la rubia su frase, le encantaría. Pero Mel continuaba estática y tras ella, Arel no es que gozará de mucha movilidad. Estuvo claro para la creativa en un simple vistazo que les echó, que esas dos estatuas necesitaban soltar adrenalina, a poder ser juntas y boca a boca. Si bien, ese no era su rollo- Franchute, dile a Luka que te de anestesia- con confianza se deshizo de Arel y ésta tras un nervioso carraspeo pareció recuperar la movilidad, hasta que Mel se giró cara a ella y con torpeza contagiada, la Chef quiso decir algo sin decirlo y moverse sin hacerlo. 

- Eh...ve a donde dice- le susurró Mel no mucho mejor que ella.

- Si- tomándola de la mano, la situación les daba para ahogarse. A ojos enredados los labios de ambas se entreabrian lo mismito que en París. 

- Ve- la animó Mel, jurándose que no aguantaría dos veces más la boca de la chef tan cerca de la suya. Y ni dos, ni una. Porque Arel se aproximó más a ella apretando su mano, olvidándose de todo menos de su nombre.

- Mel- como una caricia la nombró y la rubia no aguantó. Tomándola del cuello, varió el rumbo hacia su mejilla en el último segundo, besandola como si fuesen sus labios.

- Trae esa anestesia, por favor- suplicandole, se soltó de ella, su cercanía y su presencia. Odiando que su corazón le mintiera de esa forma, viendo en Arel lo que no existía más que en sus sueños. Sin aliento la vio salir de la sala y sin él, escuchó tras ella a May.

- Guau...ese rollo vuestro debía incluirse como ejercicios de cardio. Va rubia, ven aquí y déjame dibujarte.

Para suerte de Mel y de las lágrimas que se precipitaban por su rostro, May se volcó en ella. Primero espabilandola, después haciéndole natural desnudarse delante de ella y dándole conversación mientras se tumbaba en la camilla. Hasta le dio, para sonrojarla entre risas.

- Uy uy uy...¿te había dicho que soy lesbiana?- con Mel tumbada desnuda de pecho, May no desaprovechó para darle cierta cañita. Lo que fuese, que devolviese a su estudio a la rubia viva, alocada y risueña que había entrado hacía un rato. Obvio, a Mel le sacó los colores y la sonrisa, pero May aún quería más- Tienes un pecho la hostia de...bonito- tuvo que variar la frase May al entrar Arel de vuelta en la sala con la anestia, más una mirada de muy mala leche. Lo que supuso más risas calladas para la creativa. Follar hasta reventarse, fue su diagnóstico al momento. Lógico, si Mel en cuánto noto la presencia de la Chef de vuelta quiso cubrirse como fuese y que la Chef se girase rápida huyendo de un par de tetas- A ver.... esa anestesia- divertida pidió sus tres bolletines de cerveza, anestesia demasiado suave para como estaban esas dos. Otra vez le tocó ser ella, la que espabilase a ambas. Arel le entregó las cervezas cersiorandose de mirar a cualquier punto que no fuese Mel y sus...demasiado anhelado, demasiado apetitosos y demasiado asfixiante. Para suerte  de sus sienes palpitandole salvajes, Mel se cubrió parte de su pecho con la camiseta plata. Al menos así y siempre bajo la conversación que les daba May, pudo aguantar en esa sala con Mel absolutamente increíble bella tumbada en esa camilla. La primera fase del tatuaje, el calco sobre la piel de Mel, se les fue atendiendo a May y sus cosas, sin dejar eso sí de espiarse cada tanto. Cada minuto, cada segundo, cada respiro. Y cuando May terminó de calcarlo, ambas creían poder volver a respirar tranquilas, olvidando que una vez calcado...- Listo, levantate y miratelo, es una pasada- la creativa les pediría que Mel se incorporarse para vérselo bien.

- Ya te digo- musitó Mel, más por como Arel le miraba el costado que por el propio tatuaje. Pegada a él, así parecía la Chef leyendo perfectamente la frase tatuada en el dorsal derecho de la rubia.

- Es...- balbuceo Arel, loca por acariciar esas palabras calcadas en Mel.

- Jajaja, si. La joie de vivre- vérselo en su piel, a Mel le subió el ánimo. Al pensar en tatuarsela, jamás creyó que se le vería así y menos, que a Arel le gustase tanto. Pero ella seguía medio desnuda y las pieles de ambas, seguían transpirando ansiosas. De nuevo Arel quiso tocarlo, de nuevo las distancias se acortaron y el espejo de pie puesto por May, las hizo enfrentarse de lleno, al retrato perfecto del deseo más desesperado. Ese que llega a doler, que irrita la piel, que acelera y que a la rubia le hacía ahogar un suspiro, tragar lágrimas y sonreír, como si estar enamorada de tu amiga, fuese una condena que pensaba llevar con la cabeza MUY alta. 

- ¿Te gusta?- quiso saber sin perder la sonrisa que se había exigido, pese a que los labios le temblasen. Algo que Arel detectó y que enseguida cubrió con una sonrisa. 

La contestación de Arel, en forma de caricia, fue una contestación que la creativa no pudo escuchar. Para esta había dos opciones; una salir de ahí y dejarlas en sus paranoicos ejercicios cardios para los que ella tenía un fácil remedio, o acabar cuanto antes su creación y que el par de dos que se devoraba con los ojos ignorando su presencia, se comiesen de una bendita vez. Fácil para ella que no estaba nada involucrada, no así para Arel que nuevamente necesitó un respiro y salió de la sala. Nada más irse, la rubia soltó un suspiro que lo decía todo.

- Ufffff- cubriéndose el rostro, ya ni sabía que pensar, olvidándose que lo mejor hubiese sido simplemente sentir. Cuando se descubrió y se giró a por la creativa, la sonrisa de ésta le hizo ser sincera- Estoy jodida, rematadamente jodida.

- Pues....pues no lo sé, pero yo agradezco que se haya ido, me estabais poniendo cachonda. 

Vale, la franqueza de May provocó unas risas y la siguiente fase del tatuaje, la más dolorosa, comenzó con Mel prometiendose no cagarla con Arel, ni cargar sus encuentros con ella, con esa tensión desesperada. Para eso, tenía que seguir sonriendo y comportándose como la chica alegre de siempre.

- Ay...fotografía el proceso, quiero tenerlo- se le ocurrió cuando Arel volvió con ellas. Nada mejor para no estar pendiente de las reacciones de la francesa que esa, mantenerla ocupada.