Take a Chef 30

Pues ni modo, sin pensarlo más Mel se metió en el Salón de tatuajes sin saber porque Arel le había hablado justamente como ella sospechaba, escondiéndose.

Para la Chef ya no era sorprendente que Vera apareciese cuando menos la esparaba, como había sucedido esa noche. Como tampoco que entre las paredes alrededor de ambas que habían construido, Vera se mostrara no sólo como la mujer todopoderosa, sensual y extremadamente segura que era, sino que también dejaba escapar otra Vera más cálida e incluso divertida. 

Usual se estaba haciendo que mientras ella preparaba algo de cena para las dos, Vera le hablase de su otra vida siempre bajo el respeto a la persona con quien compartía esa otra vida. Usual, normal y familiar era escucharla hablar de su trabajo, de su familia y no tanto, de sus amistades. 

- Cuando se nos conoce puede resultar extraño que seamos tan amigas- le estuvo contando Vera causando en ella en una gran tristeza. No tenía derecho a saber de la vida de Mel por la boca de Vera. Era sucio a todas luces- Las tres somos muy diferentes. Nuria es la más tradicional, fue toda una sorpresa que se enamorara de una mujer y Mel

- Esto está listo. ¿Vino?- se vio obligada a interrumpirla o acabaría vomitando de nuevo. Ese era sin duda el gran obstáculo con el que la Chef se encontraba cada vez que Vera salía de sus paredes, encontrarse tras ellas a Mel y después tener que sortear a Vera y sus temas de conversación. Así normal que no supiese con qué se sentía más mierda, si esquivando a Mel o haciéndolo con Vera. Primera vez en su vida que se encontraba en un situación sentimental así y ante ella, iba viendo que tenía un sólo camino, perder a las dos cuando ambas en sus distintas formas la llenaban. Puede que volcada por sus propios remordientos durante la cena se volcó en satisfacer a Vera en todos los sentidos y así pudo sentirla totalmente entregada a ella. Algo que no calmó las miserias que iba acumulando. Después y para colmo, cuando había ido a por agua a la cocina su móvil sonó y Vera se lo entregó. Para Arel fue como verse frente a San Pedro y que el santo cabron se carcajeara en su cara. Desde luego, era penoso ilusionarse con verlo abrirle las puertas como si nada. Nerviosa atendió la llamada parada en su habitación con Vera increíblemente bella en su cama.

- Arel Dubois- respondió a la llamada de Mel cómo normal era en ella, pero con unos nervios impropios. Vera había podido ver el mombre de Mel en la pantalla de su teléfono. ¿ Cuántas Mel podía haber en Madrid?

- Te tengo una sorpresa que no esperas de ahí que sea sorpresa y te sorprenda- escuchó apurada e inquieta a Mel y fue suficiente. La chispa de Mel era igual a una sonrisa suya a todas luces impropia delante de Vera- Estabas pensando en mí, ¿ah?- prosiguió Mel en un tono tan sensual y lleno de vida, que el golpetazo que sintió al escucharlo la dejó más parada. Tan bestia el golpe sufrido que cerrando los ojos, Arel llegó a olvidar a Vera.

- Definitivamente- le contestó empleando el tono más íntimo  posible. Al abrir los ojos se dio cuenta de que Vera seguía ahí enfrente de ella, aunque no la mirase y prefirió salir de la habitación.

- Eso es demasiado complaciente- escuchó decirle a Mel y ya fuera de la presencia de Vera, pudo sonreír como le nacía.

- Touche...me gusta complacerte- afirmó sin querer distraerse con nada. Amaba y como, toda la vida que contenía la voz de la rubia. Pero eso no quitaba que no tuviese que tomar precauciones y hablar con ella en un tono más bajo.

- Uhm...y a mi que lo hagas. ¿Donde estas?- la pregunta de Mel la dejó parada de nuevo y ciertamente temerosa. Fue como si la rubia hubiese adivinado su real situación.

- Pues...ehm..en casa- dudosa le respondió inquietándose.

- Madre mía. Desde luego que no me he equivocado de sitio- escuchó murmurar a Mel sin entenderla.

- ¿Perdona?- le preguntó pérdida entre el mal, el bien y la jodida libertad que se le caía toda.

- Nada jajaja, es que verás. Voy a hacerme mi primer tatuaje y me apeteció contártelo- exaltada escuchó ahora a la rubia y tuvo que pararse y tratar de recomponer la situación o se volvería loca en segundos.

- Espera- le pidió saliendo deprisa a la amplia terraza de su ático. Tatuaje y Mel, era igual a un interrogante- ¿Has bebido?- le preguntó sin juzgarla, ya más libre en la terraza.

- Noooo, alguna copa cenando. Pero estoy genial y el sitio parece la leche. Música, no deja de entrar y salir gente, aquí pone que son creativos...me encanta- la exaltación repentina por los tatuajes proseguía en Mel a la vez que la cristalera de su habitación se abría.

- Un moment- tuvo que volver a pedirle. Vera salía a la terraza y los nervios hicieron mella en ella. Por eso habló en francés sin saber como seguir con Vera ahí mismo.

- No, si era que me apeteció muchísimo que lo supieras. Pero ya, yo debo entrar y tú pues...a lo que sea que te hace esconderte- sincera Mel tiró a matar. Dolía justamente por ser tan real.

- Me...- quiso excusarse pero Vera miraba la calle apenas a un metro de ella- Merde- musitó cagandose en su suerte y tuvo que atajar preocupada por Mel y sus ganas de tatuaje- Perdón, dime como se llama ese salón- le pidió apurandose y así se ganó la contestación de Mel.

- Naah...debo entrar. Nos vemos- la rubia colgó la llamada sin dejarla decir más.

Ante el corte de Mel continuó cagandose en su mala suerte y Vera no es que se lo pusiera fácil.

- ¿Que salón?- apoyada en la barandilla, Vera parecía la misma inquisidora de la noche de aquella reserva.

- Nada es...una amiga que bueno...eh, ¿que haces vestida?- trato como pudo de escabullir el bulto con Vera, ganándose una sonrisa de lo más retorcida que había visto en ella.

- Porque me voy- acercándose a ella, tan escandalosamente sensual como siempre, estuvo claro para Arel que la morena se había dejado meter el gol.

- Uhm- murmuró aceptándola entre sus brazos y mirándola a los ojos, le costará lo que le costase. 

Al final Vera se marchó de su ático dejándole un beso cargado de demasiadas cosas de las que en esos instantes, no podía ocuparse. Mel estaba en un salón de tatuajes siendo media noche. Podía ser cualquier garito de mierda que no le ofreciera las suficientes garantías y según la había escuchado, Mel estaba lo suficientemente entusiasmada para no distinguir nada a parte de no tener ni idea del tema tatuajes. Un salón de tatuajes que abriera en la noche, por la zona donde Mel se movía, con música, ¿y Mel había dicho creativos? Con muchísima suerte, sería el de May. Prácticamente cruzando los dedos, llamó a la creativa en quien ella confiaba y a las prisas fue a lo importante cortando el saludo a su amiga y tatuadora oficial.

- Necesito me digas si ha entrado a tu salón una rubia de lo más inquieta- pidió a May, quien como imaginaba no le hizo ninguna pregunta y esperó,  que ésta algo le dijese.

- Tengo dos rubias a mis doce. Una va puestisima y la otra...joder nena, la otra está muy buena- escuchó a May y tuvo que abrir los ojos ante la explosividad de la creativa. Mel junto a May, vaya buena mierda.

- Eh...May- la corrigió molesta.

- Jajaja dime algo más- le pidió May, descojonandose de ella sin reparos.

- Si...lo importante es que todavía no la tatues hasta que llegue yo. Es...metro sesenta y algo, larga melena en punta, tiene un pequeño lunar en la nariz..

- Desde aquí eso no lo veo- la interrumpió May cuando ya iba lanzada-  ¿Tiene un buen par de tetas?

- Maaay- fue suficiente. Oír hablar así de la posiblemente Mel, le retorcía el estómago.

- ¿Alguna Mel aquí?-  el vozarrón que dio May,  le hizo retirarse el telefono de la oreja. Pero por suerte, escuchó a Mel en ese salón. 

- Yooo...yo me llamo Mel. ¿Me toca a mí?