Emergencias 164

"Que yo quiero encontrarme en tus ojos, 

que me ganes y puedas perderme, 

que me queden algunos antojos 

y me dejes sabor al pensarte..."

La canción que Lucía usaba como tono de llamada recibida, despertaba de 

a poquito y sin sobresaltos a la mayor de las Merino. Pero no fue solo la canción, los rayos directos del sol en toda su jeta, una mano que se colaba por debajo las sabanas y el aroma que la inundó, fueron los culpables de terminar por despertarla del todo con la sonrisa "boba", según ella misma la había bautizado. No era Vanessa Martín quien cantaba y si Lucía con un tonito más candente que los mismos rayos del sol sobre hierro. Ayudaba su mano llegando al pecho desnudo de la piloto, los besos por su espalda alternados con pequeños bocados que la erizaron por completo. ¡Dios mío! Había estado a nada de tarear la cancioncita y peor, había querido tatarear justamente la parte más moña de la canción, la que sí cantaba Lucía entre susurros de lo más calentitos.

- Mi niña mimada- sonriendo contra su espalda, Lu apenas cantaba esperando  lo que seguro le iba a llegar.

- Jrum- el bramido de Susana llegó, aunque lo hizo ahuecado por estar boca abajo.

- Jajaja, mi amante paciente- insistía Lu, indagando bajo el cuerpo de Su.

- Adoro esa parte.... tanto- irónica la piloto ayudó a la manita que sin pudor llegaba a territorio prohibido. Ufff, pues la canción sería moña pero cantada por Lu tenía sus efectos.

- Uhm...esto lo adoras más- experta y ama y señora de esa cama, Lu mordió justito donde la piloto temblaba como hoja sacudida por el viento.

La pena, es que el Refugio al final estaba plagado por los componentes de la Panda: Sánchez-Merino, y los pocos que faltaban ya iban de camino. Algo que no debía interrumpir un magnífico despertar en la naturaleza, sino fuera porque la puerta se abrió con confianza justo en el momento en que ambas buscaban la boca ajena.

- Buenos días...Mamá, ¿te trajiste el kimono azul?- cantarina, Marina entró sin mirar mucho y si algo miró, fue lo justo para morderse los labios el tiempo necesario para el que su madre intercambiase con ella un guiño.

- Vamos a ver hija de mi vida- no creyéndose que ni en un Refugio perdido de la mano de Dios, su hija dejara de expoliarle el armario, Lu sacó la mano pese a la queja de Susana, que pasó a morder la almohada, sin ver Cuenca ni en el mapa. Y claro, el fresquito de la ventana, tras el tonto calentón, enfrió a Lu lo suficiente para tirar de la sábana y cubrirse- Si no sabías que estaba aquí, digo yo que te echarías ropa suficiente- ajena a las quejas ahogadas por la almohada de Su, la médico prefirió enrolarse con su hija. 

- Pues si, pero ya que estás- como buena hija a Marina se la sopló. El kimono de su madre era ideal para un domingo al sol y enseguida dio con él- Me encanta- con él en la mano, se congratulaba de haber pensado en él.

- No quisiste comprártelo- rodando los ojos, Lu también pasó, pero de los intentos de Su de taparse el culillo.

- No ibamos a ir iguales, Mama..es básico- insistió Marina en su habitual tira y afloja.

- Ya..básico- la imitó Lu y sin querer o queriendo, hija y madre se miraron, Marina le señaló el culito desnudo de Su, Lu se relamio y obvio....

- Ehm...Su, ¡que culito!- cañera como buena Sanchez y bajo la guasa de su madre, Marina se fue entre risas tras el nuevo bramido de la piloto.

- Jajaja, pero si es que lo tienes que aghhh- con su hija fuera de la habitación a Lu le faltó tiempo para morder un cachete de ese culito y ops, la puerta volvió a abrirse. 

- Ay Lucía, Fernando sigue con todo el equipo preparado. No se le baja. Su...ese culito- la otra que entraba, Fátima. Que oye muy preocupada por la excitación manifiesta y persistente de Fernando decía estar, pero tiempo para mirarle el culito a Su tenía. Natural, Lucía ahogó las ganas de reír, mas acuciantes por los nuevos intentos de Su de cubrirse el culo. Vale, el culo de Su al aire libre, su mejor amiga ahí pidiendo carnaza y así ella pues...

- Este culito conmigo no pasa hambre ninguna- lo palmeaba con alegría para desesperación de Su, risas de Fátima y sorpresa del primo Agustín.

- Joder prima...es que siempre supiste buscarte la vida- el primo babeando a lo máximo, no por el culo de su prima y si, por Lu mal cubierta por una sábana blanca y por Fátima en negligge de impresión. Ok. Demasiados viéndole el culo y Lu con demasiadas ganas de cachondeo. En un giro y una pirueta, Su acabó debajo la cama- Y ser agria de siempre también.

Por estas cosas es que había querido perderse con Lu, estando ellos cerca la intimidad no existía. Ahí debajo tuvo que escuchar hablar de los genitales de su amigo, de los vómitos de Mirta, de Marina y sus cambios de ropa y para cuando iba tocando Inés y sus mimazos con Lu, Susana ya se había previsto de una almohada. La comididad no estaba reñida con estar en el suelo enseñando culito. 

- Eqntonces a ver...como es eso de que me quieres, cuéntame. Que vea yo si es verdad.

La suerte es que ahí debajo podía sonreír a placer por Inés y sus cosas.

- Muchísimo, ay ven que te apriete.

E imaginar a Lu abriendo los brazos deseando que la pájaro loco cayese en ellos.

- Ay siii, ay que rico. Es que amanece distinto y todo.

Y volver a sonreír al imaginar a Lu apretando a Inés a muerte y a ésta disfrutándolo a placer. Lo malo es que, estar ahí escuchando sus apretones y besos, significaba pensar en como habían cambiado sus vidas en relativamente poquísimo tiempo. Pensar en ello la llevaba a reconocerse feliz y esto, a buscar el cielo, imaginar la sonrisa de su hermano y sentir profundamente que ni él ni Carmen pudieran verlo y compartirlo con ellos. ¡Ufff! Debía darle la razón a Karla, podían estar viviendo sin ellos, pero seguía doliendo horrores no tenerlos. Definitivamente estaba demasiado sensible, porque la congoja le llegó de tal forma que tuvo que abrazarse a la almohada, sin percatarse de si estaban solas o alguien más había entrado. Como fuese, lo increíble fue que justo en ese momento, Lu comenzara a acariciarle la cabeza y si, todavía no estaban solas.

- Que sepáis que sois mis mimadas oficiales, os traje el desayuno a la cama.

Mamen entraba en la habitación y sin que Lu dejase de acariciarle el pelo.

- Jajaja, que sepas tú que ya tienes tarjeta oro del club de locos que somos.

La risa que soltó Lu la contagió si bien tenía que estar al quite de mover la cabeza cada vez que Lu detenía sus caricias por la conversación con Mamen. 

- Uy....ya voy entendiendo a tu gruñona, lo que le pasa es que es una consentida.

PILLADA se sintió Su ante lo dicho por Mamen y lo peor fue, reír de...de esa manera.

- Jijijiji 

Pues no había empezado nada mal la mañana en el Refugio, como tampoco para Lau, Xavier e Ito que iban hacia él y no tanto así para Karla. 

Y eso que sus momentos de gracia vía wattsapp los había tenido. 

Mensaje de Lau a grupo 09:35 A.M: Pues yo lo siento, pero no me aguanto más las ganas de saber si hay bombo Lu&Su o no.

Mensaje de Nacho a grupo: Tranquila, ahí habrá ranas, digo yo.

Mensaje de Inés a grupo: Y hasta pirañas jijiji.

Mensaje de Marina a grupo: Inés, que haces con el móvil? No era que NO estabas enganchada a él? 

Mensaje de Inés a grupo: Uff calla, ven y tomame nena.

Mensaje de Xavier a grupo: Espartanoooos

Mensaje de Karla a grupo: Aur aur aur... dale cuñadita.

Mensaje de Marina a grupo: Jajaja paso de vosotros. Inés el móvil, no te lo digo más. 

Mensaje de Inés a grupo: Que viene a por mí, socorrooooo

Mensaje de Marina a grupo: Inéeees, joder. Ya se ha abierto la frente. Luego os cuento. 

Mensaje de Karla a grupo: Jajajaja fan a muerte de mi hermana.

Mensaje de Lau a grupo: ¿Como hacemos lo del test de embarazo?

Mensaje de Nacho a grupo: Cuak cuak..rana

Mensaje de Xavier a grupo: Que haga pis en trigo.

Mensaje de Karla a grupo 10:00 A.M.: También vale en cebada. Ok cerveza fijo que hay.

Mensaje de Ines a grupo 11:30 A.M: Jolines, ya estoy aquí. Cerré la puerta del coche y me olvide sacar la cabeza. Tres puntos me han dado.

Mensaje de Nacho a grupo: Vaya tela, y la puerta como está?

Mensaje de Lau a grupo: Jajaja, eso. Como quedo la puerta?

Gracietas comunes entre ellos, que no alivió las extrañas sensaciones que sentía la pareja más joven, tras el día compartido cuidando de Ito.