Take a Chef 29

Y cierto era que esa palabra "Mamihlapinatapai" en Yaghan, definía perfectamente sus encuentros con Arel, pero la que esa noche se grabó en su mente fue; La joie de vivre. Tanto que un par de horas más tarde y frente a un salón de tatuajes, tuvo clarisímo que también la quería grabada en su piel. Ani le había dicho que era una pasión desbordante, unas ganas tremendas de vivir, sentir y experimentar. Una exaltación que recorre todo tu ser y que te hace maravillarte por todo lo que te rodea. Es una filosofía de vida. Es ser feliz. 

Y lo era, lo era el despertarse cada día y antes que nada pensar en Arel, que estaría haciendo, donde iría, tendría reservas...como lo era al tener cualquier mínima noticia de ella y lo era, cuando recibía cualquier mimo de la Chef. Feliz por vivir aunque incluyese celos de quien pudiera compartir el tiempo con ella y peor, celos por quien pudiera compartir sus sueños. 

Si algo había aprendido de todo lo vivido en las últimas semanas, era justamente eso..que vivía y lo hacía intensamente. Pues no lo iba a pensar más. Entraría en el salón de tatuajes que más pareciera una discoteca que otra cosa. Aunque, quizás debería pensarlo. Jamás se había tatuado ni pensando en esa posibilidad.

- Ay Mel..deja de dudar-se pidió y para lo que no dudó, fue para sacar el móvil y llamar a la persona con más tatuajes que conocía. No podía ser otra más que, la Chef.

- Arel Dubois- escuchó el clásico saludo de la Chef y de primeras, por estar tan entusiasmada con su primer tatuaje, no se percató del extraño tono empleado por Arel.

- Te tengo una sorpresa que no esperas de ahí que sea sorpresa y te sorprenda- le soltó y pasó a maldecirse. Le faltaba sólo quedar como pava delante de ella con semejante estupidez dicha. Pero como siempre, salida tenía- Estabas pensando en mí, ¿ah?

- Definitivamente- le contestó Arel en un tono más que extraño, Mel diría que bajo.

- Eso es demasiado complaciente- le dijo Mel mordiéndose los labios. Ya lo había dicho Ani, ser zorra no era tan difícil y ese tono tan suave de la Chef daba para serlo y querer más.

- Touche...me gusta complacerte- le rebatió Arel deliciosamente. La pena es que el ruido de la música del salón de tatuajes, de la gente entrando y de la misma calle, apenas la dejaban escuchar.

- Uhm...y a mi que lo hagas. ¿Donde estas?- le preguntó sin ninguna importancia, al sorprenderse ante el reflejo de si misma que le ofrecía una de las grandes lunas del estudio. Los ojos brillantes que en alguna ocasión Arel le había halagado a esas horas y escuchándola, estaban la hostia de brillantes. Vivos...la joie de vivre.

- Pues...ehm..en casa- las dudas en la contestación de Arel le extrañaron pero volvió a obviarlo, al ver aparecer s una tipa vestida de negro con numerosos crucifijos por toda su vestimenta, incluyendo su cara. De la que además, le colgaban clavos.

- Madre mía. Desde luego que no me he equivocado de sitio- musitó siguiendo a la tipa con la mirada. Si esa mujer entraba ahí es que el trabajo que hacían debía ser bueno, según su nula experiencia en el sector.

- ¿Perdona?- normal fue que Arel se perdiese si nada clara estaba siendo con ella.

- Nada jajaja, es que verás. Voy a hacerme mi primer tatuaje y me apeteció contártelo- exaltada se fue a lo importante, contárselo cuánto antes.

- Espera- le pidió Arel y a Mel le hubiese encantado que todo el ruido desapareciese para poder intuir que estaba haciendo o donde estaba Arel. Nada escuchó y dejándose llevar por la música del salón, incluso la esperó bailando- ¿Has bebido?- la pregunta de la Chef no la disgustó y rió sin problemas.

- Noooo, alguna copa cenando. Pero estoy genial y el sitio parece la leche. Música, no deja de entrar y salir gente, aquí pone que son creativos...me encanta- afirmó con cada vez más ganas de entrar y otras muchas de que Arel no le contestase tan parca y tan a baja voz.

- Un moment- en francés la escuchó de nuevo pidiéndole espera y hasta ahí llegó su paciencia.

- No, si era que me apeteció muchísimo que lo supieras. Pero ya, yo debo entrar y tú pues...a lo que sea que te hace esconderte- sincera al final comenzó a arrepentirse de haberla llamado.

- Me...- el remate fue escuchar como Arel no terminaba de decir su nombre- Merde- y en cambio soltaba lo que podría entender como un joder. Genial un nuevo chasco se llevaba- Perdón, dime como se llama ese salón.

- Naah...debo entrar. Nos vemos- corto rápido no queriendo sentir a Arel disculparse o lo que fuese. Tenía su vida como ella la propia. La salvedad es que ella estaba totalmente colada por la Chef- Jajaja, JO DE TE Mel.

Pues ni modo, sin pensarlo más se metió en el Salón de Tatuajes sin saber porque Arel le había hablado justamente como ella sospechaba, escondiéndose.

Para la Chef ya no era sorprendente que Vera apareciese cuando menos la esparaba, como había sucedido esa noche. Como tampoco que entre las paredes alrededor de ambas que habían construido, Vera se mostrara no sólo como la mujer todopoderosa, sensual y extremadamente segura que era, sino que también dejaba escapar otra Vera más cálida e incluso divertida.....