Take a Chef 27

Y enredada era como a la misma vez, estaba Mel.

Enredada y sin salida de una cena orquestada por su madre bajo el beneplácito gustoso de Tam. Increíble que durante semanas ésta se hubiese mostrado tajante no queriendo escucharla y que ahora en cambio, todo fuese divino, incluyendo cena de lo más family happy.

Obvio, su madre no iba a desaprovechar la cena y bien que lo intentó.

- Nuria ya se casó, Vera está por hacerlo, dejarme que aunque parezca metiche os diga, ¿no deberías ir pensando en la vuestra?

No, ni en broma, ni de coña..le hubiese contestado con gusto Mel, pero le fue imposible. Tam se le adelantó.

- Aún estamos situando las cosas. Denos tiempo.

¿Tiempo decía Tam? Todo el tiempo que le llevase a Mel sentarse con ella a solas y decirle que tiempo era lo que no podía seguir dándole.

- Por favor, sois jóvenes... No veo la prisa.

"Lo amoooo" Normal que amase a su padre, no sólo por darle respiro rebajando las ansias de su madre por casarla, sino también por ser el único en esa mesa, que se estaba dando cuenta de su incomodidad.

- Yo tampoco- musitó ella tras su padre y bebió de su  copa de vino. ¿Cuantas llevaba? A saber, las suficientes para tenerle ganas a su madre.

- ¿Que has dicho Melania?- inquisitiva, su madre le hizo dejar la copa (vacía) sobre la mesa temerosa, aunque con los suficientes ovarios, no para arreglar su vida según se iba dando, pero si para corregirla.

- Odio que me llames así y lo sabes- le espetó buscado de nuevo la botella de vino que su padre le retiró.

- Es tu nombre- aseveró su madre, jugando a derretirla con la mirada.

- Pues lo odio- insistió Mel.

- A mi me encanta-halabó Tam y fue suficiente para Mel.

- Agh...necesito un cigarro- les dijo levantándose con toda la intención de salir de ese salón.

- No fumas- intentó detenerla su madre y ya no había caso.

- Ahora mismo, si- alzando la voz lo justo para dejarlos callados, salió con genio del salón- Joder- sólo quería darle el respeto que Tam merecía. Hacerlo suave, amoroso, tratando de hacer el menor daño posible, pero estaba claro que no tenía la suerte de su lado. El primero que quiso salir tras ella a la terraza fue su padre, siendo parado por Tam, quien fue la que al final salió a buscarla. Si no fumaba hasta ese momento, no tenía tabaco y si no tenía tabaco, no fumaba. Nerviosa y caminando de un lado para otro se la encontró Tam.

- Ya sabes como es tu madre y yo sólo le sigo el rollo- le dijo Tam con suavidad. Entendiendo de veras que Mel se asustase por el agobio de su madre con ese tema en cuestión.

- Aja- musitó Mel abrazándose así misma. No era la boda lo más jodido, lo jodido de verdad era borrarle a Tam esa preciosa sonrisa.

- No voy a arrodillarme, no aún- continuó Tam buscando hacerla reír, pero sin saberlo le lanzó un dardo directo a Mel. Un dardo que dolía en exceso como para aguantarlo como si nada. Sin querer hacerle daño gratuitamente más del que iba a tener que hacerle, se abrazó a ella.

- Pa colgarme, vaya que si- se dijo notando cómo Tam sonreía mimosa contra su hombro. Pues bien, por mucho que doliese debía atajar cuanto antes su situación- Estoy medio mareada, algo no me cayó bien. ¿Cenamos mañana? Necesito hablar algo contigo.

- Puf, mañana salgo para Barcelona, me llevara unos días- le contestó Tam dejándola helada. Una nueva piedra en el camino, a este paso su ruptura con Tam sería toda una misión imposible. Estaba claro que debía darse un baño urgente con luna llena. Que le habría sido del todo necesario, de saber lo que en casa de la Chef estaba ocurriendo.

Navegando en Vera, así se sentía la Chef en su ático. Desde que adentrase a la morena en su casa y la ropa de ambas fuese desgarrada por el fuego más abrasador, Vera se mostraba distinta. Que su primer encuentro sexual esa noche estuviese cargado de cierta desesperación en Vera, lo achacó a la extraña y chocante discusión mantenida en la casa de la que había sido su reserva esa noche. Si algo ya sabía de sobra la Chef, es que en el sexo Vera era un abanico de posibilidades. No le había importado recibir sus muerdos en ocasiones más dolorosos que placenteros, ni que la mirase retante llegando incluso a creer que algún momento a Vera se le podía ir la mano. Esa mala hostia ella supo rebajarla a base de caricias certeras y apasionados besos. Lo que fuese, por sentirla llegar. La forma de correrse de Vera era tan estremecedora que llegaba incluso a ser más placentera que su propia satisfacción. En el torbellino de pasión en que ambas se volcaban, todo cabía y esa era la norma no hablada. 

Lo distinto y lo que cambiaba el sabor de esa noche, en primer lugar fueron las intenciones de Vera de quedarse con ella. Sorprendente fue para la Chef que la misma Vera le avisase de sus intenciones mientras ambas se preparaban algo para picar. La familiaridad con que Vera se movió con ella por la casa, cambió por entero el sabor de esa noche. No era la Vera segura que cogía esto o aquello sin más, era una Vera que prescindía de florituras. Lo tomaba por igual dejándose en ello. Algo totalmente nuevo para Arel que por momentos la encogía y que en otros la realzaba. En su paladar la transformación de esa noche vendría a ser; de la fresa achampanada al chocolate suizo bañado en licor. Para colmo, en esos instantes Vera volvía al salón con la camiseta de la discordia puesta y se sentaba en sus piernas, regalandole un abrazo. 

Si Arel fuese alguien que se cuestionara el pasado o el futuro, habría sido el momento de hablar de ellas con preguntas sobre si existía un camino conjunto, a tramos, o simplemente con cruces intermitentes. Pero a Arel la vida le había enseñado a degustar el hoy como presente de ahora mismo en este instante. Por eso no preguntó sobre ellas, ni tampoco por la real situación de Vera. Lo que hizo fue limitarse a disfrutar del cariño con que por primera vez, Vera la trataba y como no, de lo escandalosamente bien que le sentaba su camiseta. Tanto que Vera se creció sobre ella, provocando que su pecho sobresaliese provocador. 

- No me queda nada mal, ¿ah?- disfrutando de la mirada fija de Arel en sus tetas, tuvo que detener el impulso de atraer su cara hasta ellas y presionarla ahí mismo. Si bien no le hizo falta y Arel acudió sola a morder una de ellas- Uhm...ya veo que opinas igual. Pero espera, te traje algo que quiero que uses- victoriosa notando como Arel estaba justo donde ella quería, aprovechó para zanjar un tema pendiente con ella- se que no te gustan los restaurantes de renombre, ni los chef vendidos a extravagancias absurdas, pero esa es la única forma posible para que consigas sostener tu cocina. Por eso te propuse para esa pareja y créeme que por lo que me han escrito, a partir de hoy te lloverán ofertas parecidas de su entorno. Úsalo Arel, úsalos. Que se jodan en sus paripes, en sus egos y en sus sibarismos. Toma de ellos lo que te interesa y no te molestes en darles importancia, porque no la tienen. Les puedes poner como tú esta noche el mejor bistec que puedan comer que les sabrá igual que una gilipollez de filete recostado en tonterías. Su existencia se basa en decir que te mandaron a la mejor carnicería del mundo sin haberse parado a disfrutarlo. Ellos no pagan una tortilla de 800 pavos porque esté hecha con los mejores ingredientes que se puedan conseguir, sino por decir que la han pagado porque pueden. Trabajo a diario con ellos, se lo que me digo. ¿Sabes como conseguí venderles esa casa?- buscando el propósito de hacer valer la cocina de Arel, Vera no guardó ningún esfuerzo. Sentada en ella, prácticamente la hipnotizó entre su forma de hablar, sus experiencias y sus nuevas caricias. Para la Chef fue como estar dentro en una burbuja que Vera mecía justo como a ella le gustaba. Pero una burbuja además de volátil, suele ser muy frágil. Su rotura y caída, llegó cuando Vera quiso entregarle su I,pad con aplicaciones que le permitirian guardar con facilidad sus nuevas creaciones y todo aquello que Arel escribía a mano en simples libretas. Ese no fue el pinchazo de rotura, lo fue que con el I,pad en sus manos, Vera le dijese: Tengo dos amigas muy frikis de estas cosas. ¿Alguna vez te he hablado de Mel y Nuria?

El nombre de Mel en boca de Vera, rompió la burbuja o más bien la explotó haciéndolo caer en caída libre y sin paracaidas. 

- Eh...pues- fue lo único que pudo musitar la Chef. Quizás había llegado el momento de ser sincera, por lo menos con respecto a Vera, pero ésta no la iba a dejar.

- Espera...pon tu contraseña- le pidió ofreciéndole el I,pad para que ella misma lo teclease. Y ahora no fue sólo haberla escuchado nombrar a Mel, ahora ver en un regalo de Vera la aplicación de Mel. Vapuleada, ni siquiera recordó que Mel se la había habilitado usando su propia cuenta de correo electrónico. Nerviosa la tecleo rápido intentando controlarse. Debía encontrar la forma de decirle a Vera, ¿pero que le iba a decir? ¿Que conocía a Mel? ¿Sólo que la conocía? 

- Agh...¿quien será? - el móvil de Vera sonando le dio una tregua para intentar respirar normal y calmarse. Pero fueron solo instantes- Bua...no me apetece ahora- tiró el móvil Vera sin haber contestado esa llamada y si Arel lo hubiese mirado, habría visto clarito el nombre de quien la llamaba. No lo hizo y Vera volvió a ella- Me apetece esto mucho más- regresando a su boca, el I,pad y el móvil fueron simples testigos de un nuevo encuentro sexual entre ellas.

Ya con el día despuntando, Vera salió del ático poco antes de que fuesen las ocho de la mañana. Tenía el tiempo justo de llegar a su casa de soltera y esperar. Así lo hizo, pasó de ir donde Candela y en misma puerta de su casa, consultó el reloj sonriendo. Bueno, todavía le quedaban unos minutos que aprovecharía rellamando a su llamada pérdida de la noche. 

- Ufff...me volví a pasar con el vino. Vera, necesito reunión urgente del gabinete de crisis- la voz de Mel al otro lado le hizo entrecerrar los ojos y aclararse la garganta.

- Cariño...¿sabes que el estrés es perjudicial en todos los sentidos? Hoy no creo que pueda, lo vemos mañana. Te dejo que aún ni me duche- volviendo a su sonrisa de medio lado despachó rápido a Mel. Lo justo para que como esperaba el timbre de su casa sonase y tras él le esperase un hermoso ramo de flores acompañado de una espectacular gargantilla- Jajaja. Así si, cariño..así si- orgullosa de haber acertado de lleno,  volvió a llamar. Esta vez a Candela, dueña de su regalo exquisitamente puntual.

- Hola- le contestó Candela.

- Me han encantado- le dijo Vera.

- Bien, porque seguro quieres llevarla esta noche.....