Take a Chef 26

Que Vera a media noche se hubiese presentado en casa de la Chef, no había sido nada planeado por ésta. De hecho horas antes, cuando Vera se había marchado de casa de sus clientes, lo único que le apetecía, era su hogar.

Puede que buscando resguardarse en él o puede que buscando amarrarse a él. Como fuera, Vera había regresado a su casa con la intención de darse un baño escuchando su música preferida y por supuesto, saborearlo con un buen vino. Pero nada más abrir la puerta, supo que se había equivocado de casa y hasta puede, que de hogar. Las voces que le llegaron desde el salón le hicieron tomar cuenta de que nuevamente, Candela cenaba acompañada. Seguro que con alguna amistad poco amantes de su hogar. Sin humor para acompañarlos, ni saludarlos si quiera, se fue directa a su habitación.

En ella estuvo musitando el tiempo que tardó en quitarse su elegante traje. Le había jodido bastante llegar a casa y no tener la intimidad mínima que le apetecía después de haber tenido el día que había tenido. Pero se había olvidado que compartía hogar con alguien demasiado social. Podía haberse frenado recordando que eran amistades de las dos, pero no lo hizo y para cuando Candela fue a buscarla, su humor no era el mejor. 

- Pasaste sin saludar. Ya cenamos, ¿te preparo algo para ti?- de lo más normal se interesó por ella Candela. Era muy habitual que Vera llegade tarde o a deshoras, su trabajo así lo requería. Pero lo que era normal para ella, para Vera estaba siendo de lo más tedioso. Nada nuevo en el frente, la misma sonrisa, las mismas formas, el mismo interés.

- No. Sólo vine a coger ropa para mañana, saldré temprano es tontería que te moleste- le contestó sin haberlo pensado. Tal cual le salió y apeteció. No iba a aguantar las mismas conversaciones de cada noche con la misma gente. 

- ¿Te vas a tu casa?- a Candela le sorprendieron sus planes y a cualquiera que como en su caso, compartiera hogar con quien pretendía marcharse por sólo tener que madrugar.

- Si. Aún no la tomaron los nuevos inquilinos. Míralo por el lado positivo, podrás disfrutar más de tus amigos- con evidente sorna, Vera canceló sus ganas de baño, prefieriendo vestirse rápido con algo cómodo, ante el asombro mayúsculo de su pareja.

- Ésta es tu casa. Si tienes que madrugar; sales, te disculpas y entonces descansas- le pidió Candela creyéndose capaz de convenverla. Pero ni por asomo, lo que hizo fue molestar todavía más a Vera.

- He dicho que me voy y punto- categórica buscó un bolso de mano como si el tiempo le apremiase. Algo incomprensible para Candela.

- Deja el bolso, no te vas- le exigió Candela agarrando el bolso. Paradas frente a frente con ambas tirando del bolso, ganaron las ansias de Vera por salir de esa, su casa.

- Por supuesto que sí que me voy- ganado el bolso, Candela tuvo poco más que hacer.

- Vera...- con calma lo intentó- para una vez que llegas temprano...

- Para una vez que llego temprano- la interrumpió Vera necesitando con urgencia salir de ahí- te encuentro rodeada de gente y prefiero largarme de aquí, que cuestionarme si eres incapaz de estar contigo misma o si te soportas a tí misma. Te lo advertí en su día, no intentes asfixiarme o conseguirás que me largue por más de una noche- sin dejarle ocasión de réplica, cargó con sus cosas y salió de la habitación. Al hacerlo tropezó con su propia imagen en una fotografía en blanco y negro. De mala hostia soltó el bolso y descolgó la fotografía, regresando con ella a la habitación con la intención de tirarla en la cama con hizo- Con esto seguro que no me extrañarás.

Listo. Cruel para alguien que no fuese Vera, pero no para ella. Asfixiada por Candela en segundos, salió de su casa sin despedirse de nadie. A las prisas pidió un taxi y sentada en él, una concreta dirección salió de su boca sin pensarlo. 

Así fue como llegó a casa de Arel y como ésta se la encontró frente a su puerta. La diferencia con otras veces, es que Vera en ésta se quedó apoyada en la pared del pasillo y lo que se repetía, era la mirada indescifrable de Vera sobre ella. 

Ni idea que significaba o que pedía Vera con esa forma de mirarla, lo que si tenía claro Arel era lo mal que la morena se lo había hecho pasar esa noche.

- Lo siento, no he quemado la camiseta- aún con "esa" camiseta puesta, se la mostró a Vera, sin caer en la imagen que estaba proyectándole. Infinitamente sexi para cualquiera y más para Vera, que ya de por sí tenía la noche calentita. Las ganas de ir hasta la Chef y arrancarle la camiseta eran proporcionales a las ganas de ir hasta su boca y callarla. Si bien no hizo nada, más que arañar la pared que la estaba soportando. Quietas y una enfrente de la otra, Arel apreció un cambio en Vera. Puede que fuese la variación de la intensidad en su mirada, o su forma de casi agarrarse a la pared o lo que fuese, Arel no soportó verla así y quitándose la camiseta, le pidió entrar- Ven de una vez, por favor- con solo un gesto  consiguió que Vera fuese a por ella. A por ella y su boca, a por ella y sus brazos- No me mires más así- le pidió en cuanto Vera le permitió respirar un segundo, antes de adrentarse enredadas en el ático de la Chef. 

Y enredada era como a la misma vez, estaba Mel.