Take a Chef 12

Sin apenas haber dormido, no es que Arel abriese a Vera en las mejores condiciones. Más allá de abrirle con sólo una camiseta mal cubriendo su desnudez, la cual le preocupaba cero, era que su mente tras horas de insomnio y en consecuencia pocas de real sueño, no estaba de lo más activa y ni siquiera, le permitía asociar que hacía esa mujer en la puerta de su casa.

Lo que fuese, ella no le respondió a su saludo y simplemente le dio paso a su hogar. Pero Vera no pasó, prefirió apoyarse en el umbral de la puerta y repasar las "pintas" con la que la Chef le había recibido. El repaso que le estaba dando, le ofreció a Arel la posibilidad de hacer lo mismo con ella y joder, la encontró de lo más atractiva, vestida cómo iba en un elegante traje ejecutiva de falda. Puede que influyera el gesto medio asqueado con que la mujer la observaba, destilando desaprobación. Lo cual la llevaba a recordar, que esa mujer de enormes ojos negros, gozaba de una excitante personalidad. En esos momentos, en que ambas por fin dejaron de curiosearse para enfrentar de lleno sus miradas, Arel debía reconocer que para llevar una mierda de noche y según la luz que había de medio día, tener a esa mujer en su puerta, era como tener un dulce bombón entre montañas de sal. Si bien, sus ganas de bombón eran nulas, prefiriendo enterrarse sola en una gigante montaña de sal. Quizás lo mejor era sacarse la sequedad que le agrietaba la garganta carraspeando, y sacarla de ahí con alguna excusa, pero Vera no iba a darle lugar.

- Uhm...será mejor que te des una buena ducha- le dijo desapoyandose de la puerta y entrando, como si nl entrase por primera vez en esa casa. Arel apenas se movió sorprendida con el mandato de Vera y en apenas un paso, la mano de ésta en su vientre, le despertaba unos pocos de nervios aletargados- Apestas a insomnio- afirmó Vera y fue un alivio que le retirase la mano, aunque no lo suficiente. El cosquilleo que había provocado su roce duró unos segundos más y la chef, pese al hormigueo, continuó estática en tanto Vera llegaba hasta el llamativo chester de su salón- Por favor- exclamó mostrando cierto disgusto, que pasó a explicar- Creo que fue Yves Saint Laurent quien dijo que la manicura roja debía ser obligada en la mujer- prosiguió y Arel pasó a mirarla. De espaldas a ella, Vera se veía igualmente atractiva y por lo menos, con sus palabras estaba consiguiendo que sonriese- Supongo que él buscaba a su musa, toda una femme fatal que viste de smoking y lleva manicura y labios color rojo intenso. Pero que quieres que te diga- hizo una pausa sabiéndose observada por Arel y se giró para darle cara- a mi siempre me ha parecido el color de las busconas y tesoro, todas llevamos una zorra dentro, sólo que hay que tener la suficiente clase para no demostrarlo- pareció terminar sin que a Arel se le retirase la sonrisa. Si esas palabras iban dedicadas a ella y su adoración por el rojo, no se estaba molestando en absoluto. Algo que Vera intuyo como toda buena zorra- Claro que...debo admitir que a ti el rojo te sienta indudablemente bien- concluyó entrecerrando sus misteriosos ojos negros y ambas quedaron calladas. Vera no dejó que el enredo de sus miradas no se convirtiese en un juego de quien aguanta más sin bajar la mirada. Desde luego no estaba en esa casa para jueguecitos, ni retos. Por eso, acortó distancias y cerró la puerta, que aún seguía abierta tras Arel- Es evidente que estás inmunizada a los halagos. He sido poco original, que estás muy buena no es nada nuevo. 

- Mm- musitó Arel nada inmune a la proximidad que de nuevo había provocado Vera. La tensión que la invasión de su espacio más íntimo le producía, conseguía ponerla nerviosa, algo que para Vera no podía pasar desapercibido.

- Ve a la ducha, no soy Chef pero estoy segura que algún provechoso aperitivo puedo preparar- le ordenó de nuevo y en ésta ocasión los nervios despertados en Arel fueron en su rostro. Allí donde la yema del pulgar de Vera limpiaba los restos corridos de rimel. Para la chef fue más que evidente que Vera sentía esa tensión que la atenazaba sin dejarla articular palabra y de momento, la mujer fue condescendiente con ella, dejándola libre de su roce y cercanía- Va...duchate- volvió a su empeño tirando el bolso en el chester esperando que Arel le señalase el camino a la cocina. 

No fue hasta que Vera se perdió por el pasillo, que Arel reaccionó restregándose la cara. Vale, esa mujer estaba en su casa para hablar sobre la celebración de su pedida de mano con otra mujer y además, era una de las amigas más íntimas de Mel, quien poco menos que la había mandado a la mierda por querer volver con su pareja, también mujer. Llegado a este punto, puede que estuviese a un paso de acabar como su "macaro", odiando a las mujeres. Pues si, la ducha comenzaba a serle más que necesaria y dándosela, trató de mantenerse con la mente en blanco. Pero no fue más que eso, un infructuoso intento. No debía y no podía seguir comiéndose el tarro con lo que ocurrido con Mel y quizás fuera más conveniente, dejarse llevar por las sensaciones que Vera despertaba en ella, que no eran pocas. Tras salir de la ducha y vestirse con uno de sus uniformes de larga falda y mal recogerse el pelo con alguna pinza, buscó a la mujer en su cocina y al diablo. Esa mujer bebía vino y de poderla ver el famoso Yves, de seguro la utilizaría como musa allá donde el diseñador siguiera creando. 

- Rápida fuiste- le dijo la mujer apoyándose en la encimera y de nuevo, ante lo directo de su forma de mirarla, Arel quedó callada- Ha sido muy excitante profanar la cocina de toda una Chef- para suerte de Arel, Vera dejó de perturbarla con sus ojos clavados en los suyos y pudo verla moverse con soltura por la cocina profanada, hasta terminar ofreciéndole una copa de vino, que la Chef ingerió de un trago- Wau- exclamó Vera obligada a volver a llenársela- menos mal que elegí un vino joven, una copa más y estaremos en esta tesitura; fingir que tropiezo y caigo en tu boca, o directamente mordertela.