Tal cual se dio la noche, no era de extrañar que dieran la bienvenida al día sentadas en una terraza, dando cuenta de los típicos churros con chocolate. Desayuno español post-juerga, junto a una libreta con dos listas por hacer encabezadas con; Contras y Pros.
- Me están dando muchas ganas de sacarles el dedo- se quejó la médico en la misma boca de Susana
- Hazlo y salimos corriendo- la animó Susana, irreconocible a todas luces. Sin separarse ni una mijita de la boca de la médico. Que los jovenes dijesen lo que quisieran. La verdad es que ese día a esa hora, podía estar besando a la única mujer capaz de volverla mantequilla. Que se guaseasen lo que quisieran si eso les hacía sonreír como ella lo hacía.
- El día que lleves mis tacones, lo hago- en desventaja por esos tacones, Lucía prefirió no tener que salir corriendo- A ver...Miguel Bose, él lo ha hecho más o menos a nuestra edad- volvió a su tema, ahora que el grupo aburrido de no provocarlas seguía su camino.
- Él no tiene nietos. Nosotras si- le respondió Susana, aprovechando para consultar su móvil. Vale, Lucía la vió hacerlo y en cuánto vió la sonrisa de oreja a oreja con la que Su lo miraba, dejó la lista de pros y contras, para literalmente... acojonarse.
- Ay no- musitó temiendo lo que significaba esa sonrisa de la piloto.
- Uy si- afirmó Susana dejándose tirar de la camisa por la médico. De nuevo boca a boca, el tonteo entre ambas fue máximo.
- Susana..amor- roneo la médico usando sus últimos cartuchos para escaquearse de saltar.
- Cariño mio- la imitó Susana.
- Luz de mi vidaaa- insistió Lucía.
- Trocito de cielo- lo mismo hizo Susana. Pero, debían pasar del pasteleo, el coronel ya las esperaba en el helipuerto- Serán sólo minutos y verás que seguro quieres repetir.
- Me embarazo, ya está- la soltó Lucía adquiriendo una postura muy digna. Bueno, la dignidad que puede dar sentirse una niña de quince años a la que no consienten.
- Jajaja, buen intento. Pero no. Ahora mismo vamos a saltar, luego ya veremos- la informó Susana adorando las artimañas de Lucía para escaquearse y una mano en su hombro, sumado a la seriedad repentina de Lucía, le hizo adivinar quien era.
- Lucía, te hacía durmiendo hace rato- les dijo Sonia, la dueña de la mano que continuaba posada en el hombro de la piloto, para gusto de Lu, con demasiada confianza. Pero no había problema, la niñata lo estaba pidiendo a gritos.
- Pues fijate que ni pensamos hacerlo. Nos vamos a hacer paracaidismo. Tú mejor vete a dormir, que eres muy peque aún- contestó a su gracia Lucía levantándose de su silla con toda la intención de dejarla ahí de pie como pava y así ocurrió. Después, caminando con Su en busca del coche, se recreó en la espantada que acababa de darle a la niñata- Cualquier día le corto las manos, sin acritud.
- Sólo quiere ser amable- paciente le dijo Susana. Debía hacerle caso a Inés y tratar ese tema con cuidado, por muy raro que le resultase hacerle caso a Inés.
- No si...por eso no se las corto- con chulería le contestó Lucía- Porque yo también soy amable. Pero cuidado, a una Leo no se la provoca. Lo suyo es suyo, punto- sentenció antes de ponerse las gafas de sol, con un arte de aplaudir. Desde luego que callar a la niñata le había sentado genial. Y así, normal que la piloto flipase.
- ¿Desde cuando crees en el Tarot?- se preguntó Susana y fácil, se lo puso a la médica, demasiado fácil.
- Desde que hago paracaidismo- le contestó Lucía antes de darle una palmadita en todo el trasero. Si no fuera porque se iba a subir en un 4 latas, cualquiera diría que era una celebrity subiéndose al ultimisimo Lamborgini.
Y marchándose en el 4 latas es que las vió Karla, para disgusto de Nacho.
- Vamos que las pillamos antes de que suban a la avioneta- animó a que corriese Nacho tras de ella, pero el angélico bastante tenía con que sus piernas le aguantaran el miedo que saltar le suponía.
- Pero...¿por que no lo hacemos nosotros otro día?- intentó librarse Nacho, pero poco pudo hacer y termino subiéndose a la moto de Karla, la cual salió bien rápido quemando ruedas.
Y así, a toda prisa los vió Inés saliendo del Pub y claro...
- Ay ay ay... Que van a saltar, vamos a por Ito. Corre.
Otra a la que le entraron las mil ganas de salto y una otra, que se cruzó de brazos sin temores a saltos; Marina.
- Ehm..cariño, ¿que me has encendido cómo te ha dado la gana y ahora no vamos a casa?- quiso saber Marina y su contestación fue la sonrisa conejilla de Inés. Estaba claro que si, tocaba salto en paracaídas.
Aunque, rato después tomando sol mientras revisaba documentos de última hora del partido, Marina debía reconocer que había merecido la pena. Ella en una mesa atada a su portátil e Inés con Ito en brazos sentada en el ala de una de las avionetas. De lejos podía apreciar los bracitos de su hijo moviéndose inquieto, seguro que por lo que Inés le iba contando y arriba en el cielo, la avioneta donde iba su madre y los demás, cogiendo altura para iniciar el salto. Viéndola allí, se rió. El poder de las Merino, sería título para esa mañana. Pero debía aprovechar para adelantar algo de trabajo, la tarde se les iría durmiendo un poco. Y eso quiso, volcarse en trabajo, pero una ráfaga de viento, le hizo dejar de mirar a la pantalla del ordenador y buscar a Inés, cuando la halló el corazón casi se le detuvo. La piloto seguía con Ito en los brazos mirando el vuelo de la avioneta, lo que cambiaba y detenía el pulso de la médico, eran las dos increíbles alas que Inés tenía sorprendentemente en la espalda. Debía estar alucinando o sería la noche en vela. Asustada abrió y cerró los ojos, no queriendo pensar en el loco abuelo o Roberto padre, pero otra ráfaga de viento, le sacudió en la cara y entonces dejó de ver alas en Inés. El vuelo de unos cuantos pájaros después, le hizo reírse de sí misma, consiguiendo que otra ráfaga moviese su silla y mesa.
- Jajaja está bien, Roberto... Ya voy con ellos- dijo al aire, dejándose llevar por la locura que era, sentir a Roberto allí con ellos haciendo de las suyas. A nadie podía contarle tal cosa o la tacharian de trastornada, pero que bien y feliz le hacía sentirlo.
Ya no hubo tareas por terminar ni agendas que comprobar, lo dejó todo para subierse con Inés e Ito, mientras a 4000 metros, su madre se crecía ante el acojone manifiesto de Nacho. Mal de muchos, consuelo de tontos, decía el dicho pero en momentos así, que bien que le venía ver a alguien tan acojonado como ella.
Susana y Karla, se esforzaban en colocarles el doble arnés que los uniría, mientras Nacho suplicaba con la mirada a Lu, que detuviera la locura que suponía saltar con esas dos. Pero, curiosamente a Lucía según cogían más altura, más ganas le iban entrando de saltar. Tantas que dio un paso para acercarse a la puerta, y Su se vio obligada a frenarla.
- ¿Que hemos dicho de mis señales?- ironizó Susana estricta. Nada dada a las bromas en esas y Lucía pues...
- Cielo...te advierto que a mí la adrenalina me pone, pero que mucho. Así que, no me avives más, que no hace falta- le advirtió mordiéndose los labios y el pobre Nacho perdió toda esperanza de no tener que saltar. Llegados a los 5.000 metros, las Merino les pidieron adoptar la posición de seguridad. El salto ya era un hecho y Su sólo esperaba la señal del coronel, para acercarse a la puerta y saltar- Esperaaaa, espera. Por muy arrisgado que sea un embarazo a mi edad, lo mismo lo prefiero a esto. Estamos demasiado arriba, ¿no crees?- volvió al temor Lu al verse frente a la puerta y Su, le hizo echar la cabeza para atrás. Por seguridad y porque así podía gritarle...
- A la de tres....uno, dos y...te quiero- gritó la peculiar cuenta atrás Susana saltando de la avioneta, sin dejarla pensar más. El eco de su te quiero persistió en el aire, los 20 segundos primeros que cayeron en caída libre. A ojos cerrados la médico aguantó las miles de sensaciones que sentía cayendo acompañada de ese eco. Después siguiendo las instrucciones de la piloto, abrió los ojos y brazos, disfrutando como loca.
- Jajajaja me encantaaaaaaaaaaaa- su grito sería copiado minutos más tarde por Nacho guiado por Karla. Lo había hecho, estaba volando tan feliz como vuela un pájaro, mientras su hija, nieto e Inés, los aplaudían desde el ala de la avioneta. La pena es que el vuelo una vez desplegado el paracaídas no duró ni diez minutos. Aunque fue lo bastante para aterrizar pletórica pegada a Susana. Todos los nervios padados y la emoción de haber conseguido volar, le provocaron estallar en risas, que derretían a la piloto- Jajaja, quiero hacerlo otra vez y quiero ir a la laponia finlandesa contigo y que me lleves a África y....tener un hijo contigo, por mucho que nos llamen locas.
Ella exultantemente feliz y el pobre Nacho....
- A mi lo de África...es que ahí sigue habiendo leones, ¿sabes?- el pobre Nacho todo tirado sobre Karla tras escuchar las voces de Lu, ya se veía en plena Sabana africana.
- Jajajaj, tranquilo...yo soy más de los Chicago Bulls.
muito gostoso de ler, obrigada Gemo
ResponderEliminarbrigoninha
Genial, me he quedado con ganas de más, muy divertido, y sobre todo las alas sobre Inés. jaja
ResponderEliminarGracias.
A.
.....Mágico ¡¡ con ese encanto que solo va de la mano de aquello que nos hace soñar...estar vivos...¡¡¡ y poder volar cuando quienes nos quieren nos ponen alas¡¡¡.
ResponderEliminar.....gracias.....por ¡¡¡tanto¡¡¡
.....Mágico ¡¡ con ese encanto que solo va de la mano de aquello que nos hace soñar...estar vivos...¡¡¡ y poder volar cuando quienes nos quieren nos ponen alas¡¡¡.
ResponderEliminar.....gracias.....por ¡¡¡tanto¡¡¡
Leerla es adentrarse, abrir la puerta de par en par a casa y familia, graciassss artisstazaaaaa
ResponderEliminarGracias Gemo. Maravilloso.
ResponderEliminarConstance