En un ascensor de un par de metros cuadrados de espacio, la huida era prácticamente imposible. Salvo que Arel inventase una parada de emergencia, detuviese el ascensor, saliese y así se salvase de respirar un aroma que era pura tentación; el aroma de Vera. El mismo que hizo sonreír a Arel, cuando tras detener el cierre del ascensor, la mujer se introdujo en él tras pedir una disculpas en un tono bajo demasiado masticado. El aroma que enseguida inundó el ascensor, no hizo más que corroborar lo que Arel ya había intuido.
El perfume de Vera debía ser de fuerte carácter, tanto como lo era la mujer erguida frente a las puertas del ascensor. Chipre floral sin duda, reposado sobre acordes de musgo de roble, ciste-labdanum, pachuli o bergamota, fácilmente reconocibles para una nariz capaz de escarbar en cualquier olor.
Fuerte, de raza y carácter, parecido a la idealización que en su cabeza Arel había hecho sobre la mujer que la acompañaba en el ascensor. Si Vera se mantenía erguida, ella en cambio, lo hacía un tanto desaliñada apoyada en la pared, tras su espalda. No había contestado a las disculpas de Vera, ¿para qué? Desde luego Vera no lo había esperado y ni un triste saludo salió por ninguna de las dos. Perfecto que mirase las puertas, a Arel le permitía espiarla sin comerse la cabeza. Y podría haberlo hecho, porque tenía su guasa compartir el ascensor con alguien que en teoría era una desconocida y en cambio, saber tanto de ella.
Chipre floral conteniendo la esencia deliciosa de un jardín londinense recién mojado por la lluvia como aroma y un culo redondo y duro, con en el que deleitarse. Como para no reírse de sí misma si parecía volver a la cocina de su maestro. Fases de la degustación; en primer lugar y sin juzgar el plato, cerrar los ojos y aspirar su aroma. Fase completada con Vera. Segunda fase, abrir los ojos y juzgar la apariencia del plato. Fase sin completar. Hasta ahora solo la había visto de lejos, en foto puede que retocada y de espaldas. Sin completar esa frase no podría pasar a la última, la degustación del producto final. Pero eso, solo era la teoría de un loco de las sartenes. En el ascensor donde ella subía, su plato gourmet se giraba dándole cara, entremezclando en Arel todas las fases. Aroma, imagen y sabor.
- Perdona pero...¿nos conocemos?- le preguntó Vera y antes de pensar si quiera en contestarle, Arel le puso nombre a su plato gourmet.
"Bondad de Aton, ha llegado la bella" o lo que es lo mismo, la reina Nefertiti. Pómulos prominentes, rostro simétrico, ojos almendrados y una boca que podría derrerir besos al "punto pomada" Con la mirada de esa mujer clavada en ella esperando una contestación, Arel tuvo que respirar conteniendo las ansias de delinearle el rostro. En conjunto con su aroma, imagen y personalidad, Vera para Arel, era como estar delante del famoso busto de la reina sin que te dejen tocarlo. Conociendo sus ansias y antes de que las sienes le palpitasen, Arel respondió a la mirada de Vera, medio entrecerrada por unas kilométricas pestañas negras, irguiendose como lo estaba Vera.
- Creo que no- terminó por contestarle y degustó el brillo de enojo que cruzó por la oscura mirada de la mujer. Estaba claro que la belleza de Nefertiti se sentiría molesta por el "creo" utilizado a conciencia por Arel.
-Mm- murmuró Vera manteniendo la seguridad y a Arel le divirtió verla ahuecar la molestia, sólo para tener la última palabra- Me habré confundido- dijo volviendo a girarse como si nada.
No hubo mucho más tiempo para espiarse ahora en común, el ascensor finalizó su recorrido y abrió sus puertas, por donde ambas debían salir.
Pues tuvo su gracia para Arel, la noche en la compañía de Candela, pareja de Vera, había comenzado de lo más aburrida, pero la segunda la había animado bastante y para más, caminaban por el pasillo del edificio en el mismo sentido hacia el mismo sitio. Su vestimenta, un atípico uniforme de chef, transgresor como su cocina, no daba para equívocos, pero tampoco es que Arel se consideraba alguien propicio a fastidiar sorpresas. Puede que Candela no le hubiese dicho nada a Vera de la cena, aunque para la chef fuese bien raro que ésta llegase a su propia casa vestida claramente para una celebración especial. Cosas de snobs, a las que ella no prestaba ni prestaría atención, pero el pasillo terminaba y debía hacer algo o jodería la posible sorpresa.
- Take a Chef, supongo- le dijo Vera sorprendiéndola o lo mismo se lo dijo a la nada del pasillo. Ellas dos eran las únicas que estaban por él, pero Vera en esta ocasión no la había mirado y para su sorpresa, con media sonrisa un tanto "chulesca" tocó el timbre de la casa sin esperar ninguna palabra de ella. La había pillado de lleno, no había sorpresa o pegando más con Vera, pasaba de la sorpresa. Candela y su enorme ego, no tardaron en abrir la puerta- Amor, como siempre tan bella- la saludó Vera escandalosamente falsa para Arel y ésta tuvo que retener una buena carcajada. Candela se creía las palabras de su pareja y su ego las aplaudía, mientras ella alucinaba por la falta a la verdad de ambas. Si la belleza estaba en esa puerta, desde luego no era la de pelo corto y sonrisa manía bien vestida con americana y camiseta de renombrada marca y sí, la de larga melena frondosa y brillante, con sonrisa maliciosa y vestido de arrancar antes de acorralarla en loca pasión.
Viéndolas, Arel de nuevo temió que las sienes comenzarán a palpitarle ansiosas. Las manos de esa mujer en la cintura de Vera, era el corte a destiempo en suculenta carne y el estropicio del plato con manido perejil. Pero allá ellas y su vida. Arel solo quería pasar a la bendita casa y retocar su menú sobre el pilar; la belleza es arte en un cuadro, en un busto o en un plato gourmet.
- Es Arel Dubois, ha estudiado con dos de los más prestigiosos Chef de Francia y está en España empapándose de nuestra cocina.
Las palabras de Candela sobre ella misma, la dejaron noqueada. No en vano resumían mal que bien, el porqué de su estancia en España y sus referencias culinarias. Ni idea de donde habría sacado esa información usada claramente en pro de su alter ego. Sin problemas, la cosa era ¿podían dejarla simplemente cocinar? Si, de hecho le abrieron la puerta y ella pasó centrada en lo suyo, su cocina. Pero al pasar, Vera le dijo:
- Espero que nos hayas preparado algo estupendo.
Tan simple como un sándwich mixto pero a la vez complejo como el más elaborado de los manjares. La simpleza venía por parte de Vera queriendo realzar el ego de su pareja, reduciendo su cocina a labores de sirvienta. La complejidad en cambio, llegó con el hilo finísimo de diversión que cruzó su mirada y en la sutileza con que se mordió el labio, mirando a la Chef.
Estas harían buena pareja, me refiero a Arel y Vera su forma de mirarse y retarse, me ha gustado, son dos personas peleonas, veremos cómo termina la cena.
ResponderEliminarGracias,
A.
a mim não e continuo decepcionada com Arel
ResponderEliminarEsta lucha continua por todo lo alto...inteligencia contra seduccion y una chef
ResponderEliminarde lo mas extraordinaria.....y aunque no adivino como acabara esto me encanta el relato...y sobre todo como ve a las personas Arel bajo su prisma de gourmet ...me gusta muchisimo Gemo...
Divina_Wilson