El ritmo de sus dedos alcanzaron la velocidad precisa, para que todo el cuerpo se le encogiese de puro gusto. Rozaba el orgasmo y la almohada aguantaba el bocado de satisfacción, mientras podía sentir la fuerza de su interior enterrandole los dedos. Suave, ahora más suave, saliendo de a poco entre deliciosos círculos de unos dedos expertos. Empapada era poco para como estaba y la tensión aún la agorrotaba.
- De puta madre- se quejó despreocupándose de vestirse y si, de dejar el barco como si no lo hubiese tocado. A prisas cambió las sábanas, limpió el baño y se esmeró en que ni una huella quedase en la lujosa tarima del interior. Por suerte el exterior estaba impoluto, tal cual lo había dejado por la noche. Prácticamente a contrareloj pudo entregar el barco al Capitán de puerto y salir de ese puerto deportivo, para disfrutar de dos días de descanso.
Aunque, descansar no era la mejor definición. Desde que supo la localidad de entrega de ese barco, un mes atrás, sabía que esa entrega sería diferente, porque la devolvía a la ciudad que conocía a ojos cerrados y a la que se había negado a volver. Pero ahí estaba, con un macuto medio lleno con alguna muda y su inseparable neceser.
Así es la vida, esa que nunca te deja huir del todo.
No caminó por las calles de esa localidad, ni se aseguró donde dormir, se limitó a caminar hasta la cala más cercana donde se dejó caer en la fina arena, evocando algo más que una canción.
Vuela esta canción para ti, Lucía,
la más bella historia de amor
que tuve y tendré.
Es una carta de amor
que se llevó el viento pintado en mi voz
a ninguna parte, a ningún buzón.
No hay nada más bello
que lo que nunca he tenido,
ni nada mas amado que lo que perdí,
perdóname si hoy busco en la arena
esa luna llena que arañaba el mar.
Siendo de día era imposible que la luna llena arañase el mar. Pero si lo hacían sus dedos, arañando la arena, que un día sostuvo sus dos cuerpos. Cerrando los ojos, con el sol cayéndole directo, ahueco el macuto y se apoyó en él. Sin miedo a llenarse de recuerdos.
La brisa del mar y su hipnotizador ruido, eran rotos por sus risas. Culpa de una conexión única entre dos tías que se acababan de conocer, puede que influenciadas por alguna copa tomada de más, las tenía tumbadas en esa misma arena.
- No me puedo creer que haya vuelto a jugar al; beso, atrevido o verdad. Son cosas que creí haber dejado en mi adolescencia- giradas sobre la arena, Lucía le hablaba en una intimidad única creada en tan sólo un día con ella. Escuchándola tuvo que hacer verdaderos esfuerzos por no sucumbir a los deseos que la asaltaban. Acariciarle los labios, sonreír cómplice antes de besarla o rodar con ella por la arena. Controló algunos y en cambio no pudo con otros.
- Que te pongas nostálgica no te va a librar de seguir. Te tocó verdad- le dijo arañando la arena como lo hacía hoy, recordando su increíble sonrisa a centímetros de su boca. Lucía se carcajeó aceptando que el juego continuaba. Y era gracioso, porque para ser ese juego, sólo estaban ellas dos jugando en una cala pérdida- ¿Alguna vez has besado a una chica?- se aprovechó del juego como lo hiciera en la adolescencia de la que Lucía le había hablado y aguantó las ganas de reír por unos segundos. Según su intuición Lucía debería pasar de la sorpresa por su pregunta a la coña y guasa con ella. Pero Lucía no mostró sorpresa, ni se rió, prefirió hacerle arañar arena con apremio al acercarse a su boca y besarla, convirtiendo la verdad en atrevimiento. El beso no llegó enseguida, a ella se le antojó deliciosamente lenta, la aproximación de sus labios y aliento, convirtiendo a Lucía en el único momento previo al mejor beso por recibir.
- Uhm...si, acabo de hacerlo- le contestó Lucía perdiéndose en sus ojos y esa forma de mirarla.
El sol quemando su ropa y rostro, le hizo abrir los ojos y descubrir, que esos recuerdos, ya no le provocaban llanto y si, una sonrisa con la que volver a recorrer cada rincón de ese pequeño pueblo, donde con Lucía fue feliz.
Si alguna ves fui un ave de paso,
lo fui para enredarme ahí en tus brazos,
si alguna vez fui bello y fui bueno
fue enrededo en tu cuello y en tus senos.
Si alguna vez fui sabio en amores
lo aprendi de tus labios cantores.
Si alguna vez amé,
si algún día después de amar amé,
fue por tu amor Lucía, Lucía...
Tus recuerdos son cada día más dulces,
el olvido solo se llevó la mitad
y tu sombra aún se acuesta en mi cama
con la oscuridad,
entre mi almohada y mi soledad.
Pero esos recuerdos, podían ser traicioneros y llevarla a esos rincones, donde Lucía sacó su mejor yo. En una terraza de cualquier chiringuito un día x de tiempo atrás. Podía haberse sentado en cualquier mesa o en otra terraza, lo más normal hubiese sido dejarse llevar por los compañeros de parte de la tripulación del crucero. Haber ido donde ellos quisiesen a disfrutar del único día de descanso. Pero no, su afán de comportarse como una exploradora que tras meses de navegación pisa tierra, la llevó a separarse de ellos y acabar en esa terraza y en esa mesa, próxima a Lucía.
Imposible le fue no fijarse en ella, y eso que llevaría sólo algún minuto ahí sentada. Lucía estaba acomodada cual turista amante del sol espléndido del mediterráneo. Los pies descalzos en otra silla, cara a ese sol, con auriculares puestos y el cabello suelto y desordenado, asalvajandole un rostro medio aniñado. Verla ahí, ajena al bullicio del verano en ese pueblo orquestado para sus visitantes, fue lo más armonioso que había visto en meses. Lucía pasaba del niño insolente que corría por las mesas entre gritos de sus padres, pasaba o mejor, sonreía ante las falsas disculpas de los dos payasos que le movieron la silla a posta, para distraerla del mundo aparte que ella había formado entre tanto jaleo. Tampoco pudo culparlos, Lucía les contestó como lo había hecho con el niño y sus padres, con una sonrisa abierta y blanca, que daba para querer quitarle la silla y cotemplar a placer su reacción.
¿Que estaría escuchando? Verla sentada ahí, tan ausente y presente a la vez, y sobre todo tan sumamente bonita, fue toda una tentación. ¿Que escucharía? ¿Estaría esperando a alguien? ¿Y si era así? ¿Tendría que ver desde silla como alguien rompía una imagen tan bonita?
Para su suerte, el niño continuó tan malcriado como había venido mostrándose y pasó entre ellas corriendo llevándose consigo una de las sillas que había entre ambas mesas. Con los mismos reflejos las dos evitaron que cayera la silla y se llevase la mesa. Lo que las dejó, mirándose por primera vez.
- Le deben dar RedBull en vez de Cola Cao- le dijo firmando en sus adentros, no haber visto una carita bronceada más bonita antes. Lucía entonces nada le contestó, prefiriendo sonreírle como había hecho antes con el resto. Tampoco podía sorprenderse. Lucía debía estar más que acostumbrada a que le metieran baza, en cualquier momento y situación. Lo que en ésta ocasión cambiaba, es que ella no era tan conformista como el resto y continuó- Pena de auriculares, te estás perdiendo la música real de esta terraza. El ruido del niño liandola parda, los babosos que suspiran ante cada uno de tus movimientos, los alaridos de los padres del niño y el cansino motor de la dichosa moto de agua que no me deja oír el mar.
- Jajaja, cómprate unos- le dijo Lucía volviendo a la comodidad de su asiento, incluyendo que cerró los ojos de vuelta a su sol. Vale, le había dejado sin saber como continuar llamar su atención o eso pensó en un principio, porque una vez acomodada, Lucía siguió- Mm...debes ser una turista del crucero, de esas que creen que por pagar un viaje así, encontrarán pueblucitos dispuestos para su confort, con niños amordazados, por supuesto.
- Uy si...incluyendo motos sin gasolina y morenas contestonas. Pero vamos, soy ayudante de máquinas, no turista- contestó a su ironía sin ninguna mala pulga y gozó, de Lucía abriendo los ojos cara a ella. Definitivamente esa mujer tenía toda la vida en esos increíbles ojos. Los mismos que le dejaron ver cual sorpresa había sido para Lucía su trabajo. Otra más que se sorprendía por ser un trabajo mal catalogado de hombres.
- Por un momento, te he imaginado en tirantes, con un cigarro en la boca y echando carbón toda sudada- se cachondeo de ella Lucía con la suficiente clase como para rodar los ojos gustosa de su recochineo- No sabía que aceptaban mujeres ahí.
- Ehm..te diré lo que escuché una vez. No hay trabajos de hombres o mujeres, los hay donde tienes que ser muy mujer para desarollarlos- pelín sobrada le quedó su defensa pero Lucía le iba a demostrar estar venida de todo.
- Wau....¿ahora es cuando me enamoro fuerte de ti?- picosa continuó con ella Lucía, inaugurando una complicidad innata entre ambas.
- Jajaja, no. Ahora es cuando me dices donde encontrar la cerveza más fría de aquí- le pidió satisfecha con el agradable y divertito rato con Lucía. Pero ésta iba a sorprenderle.
- Fácil, espera que vuelva del aseo y te digo- como advirtió hizo Lucía y viéndola marcharse hacia dentro del chiringuito con un bolso de considerable tamaño se quedó ahí sentada. Vale, el niño no daba tanto por culo y el de la moto sólo estaba disfrutando. Ni el sol pegaba tanto como para picar.
- Perdone, ¿que va a tomar? - la pregunta del camarero le hizo darse cuenta, que estaba sonriendo como tonta y que hasta las gaviotas cantaban como pajaritos en primavera. Venga ya.
- Nada, gracias...ya lo tome- le había contestado al camarero y fue normal que éste flipase mirando la mesa vacía. No, por mucho que buscase, la sonrisa de Lucía no estaba en esa mesa. Donde estaba era regresando a la terraza, ahora en falda y chaqueta.
- Lista, tengo un café para hacerte una mini guía turística. Después tendré que volver a comportarme como una honorable cuidadana.
Fue un café, fue esperar que Lucía trabajase esa tarde y fue llegar donde en el presente llegaba, a las puertas de su trabajo en aquellos tiempos. ¿Seguiría ahí donde Lucía era la honorable ciudadana o estaría en una terraza enamorando a cualquiera que tropezara con su sonrisa?
No hay nada más bello
que lo que nunca he tenido,
ni nada más amado que lo que perdí.
Perdóname si hoy busco en la arena
esa luna llena que arañaba el mar.
Si alguna vez amé,
si alguna día después de amar amé,
fue por tu amor Lucía, Lucía...
Y Lucía era quien salía por la misma puerta donde la esperó aquella vez y unas cuantas veces más y donde mismo, la dejó aquella última tarde. Lucía seguía trabajando en el mismo sitio que entonces y su sonrisa, su sonrisa continuaba enamorando a cualquiera. Parecía estarlo el compañero con el que Lucía charlaba y a metros, a pesar del tiempo transcurrido sin verla, podía adivinarla contándole sus miles de planes para su hora y media de descanso.
Genial, ahí parada contemplandola, las viejas heridas, el daño, la distancia y el extrañarla hasta doler, se evaporaron. Porque volver a verla sonreír podía con todo, incluso con su temor a volver a sentirse esclava de un pueblo y la sonrisa de una de sus ciudadanas; Lucía.
De haber podido, le habría dicho al tipo que continuaba charlando con ella, que siguiese, que no la dejase parar. Permitiéndole empaparse de ella, sin reproches o bofetones bien merecidos. No pudo avisarlo, obvio. Y tampoco fue natural que frente a la Inmobiliaria, una tipa de pelo mal cortado, rostro castigado por el mar y el sol, los estuviese mirando con un macuto colgado al brazo. Toda una pirata, pelín desgastada, que regresaba sin oro en los bolsillos. Lucía no tardó nada en reconocerla. Pudo sentir su mirada contrariada bajo las gafas de sol que llevaba. Los segundos de incertidumbre, los de negación, sorpresa y los que tardó después en acercarse hasta ella.
- Alba
Su propio nombre en boca de Lucía después de tanto tiempo, le hizo temer marearse como si estuviera luchando contra una tormenta marítima. Sonaba igual de delicioso que entonces, que ahora, que siempre.
- Lucía
Su voz en cambio, sonó cansada, vieja y lienal. Puede que a Lucía no le llegase tal cual y puede que no lo fuese. La diferencia era, que ella se había escuchado nombrarla, cada noche, cada barco, cada destino, cada tormenta...
- No...no puedo creer que seas tú.
No hubo reproche por parte de Lucía, tampoco bofetón. Pero que se bajase las gafas y la escudriñara en segundos, la dejó con cierto miedo. Porque "Mierda" se había presentado ante ella, con la misma imagen de siempre. La de la loca rebelde, amante de la libertad, que no necesita de ropas de marca, ni maquillajes que camuflen ni realcen. Que no tenía nada de malo, pero gritaba a cualquiera y más a Lucía, no haber cambiado más que en los signos evidentes de la edad. ¿Entonces que? ¿Que hacía frente a ella parada e incapaz de hablarle? Algo debía contestarle o por lo menos saludarla o lo que fuese, que no fuesen simplezas que a Lucía molestarían.
- Ehm...joder, parezco imbécil- le dijo finalmente llevándose las manos a la nuca y desvió a propósito la mirada. Sería demasiado para su desgastado corazón volver a verla sonreírle cómplice.
- Un poquito lo fuiste siempre, ¿ah?- se burló Lucía y pudo estar tranquila o no. Lucía no le sonrió como ella temía- Y déjame abrazarte, piratilla.
- Noooo- le gritaron las mismas entrañas. Pero fue un grito sordo, que sólo escuchó ella, antes de que Lucía volviera a acogerla entre sus brazos. Otra vez su calidez reconfortante, otra vez su atrayente olor, otra vez Lucía.
- Déjame despedirme del compañero y me cuentas que haces aquí- continuó llevando la voz cantante Lucía y se marchó a lo que había dicho.
- Puta madre- musitó Alba al verla junto a él. ¿Ahora que? Con recordarla en ese pueblo, había sido bastante para destapar de nuevo todo lo que aún sentía por ella. Verla había sido la confirmación, pero ¿que provocaría compartir más minutos con ella? Tendría que vivirlo, porque Lucía volvió junto a ella y sin que ninguna dijese más, la hizo seguirla.
- El..el pueblo está como siempre- le dijo a los pocos pasos, con muy poca originalidad. Lucía no pareció molestarse, aunque...
- Si, turistas, los mismos pueblerinos que dejaste y los aburridos que nos dejamos esclavizar por un sueldo- le soltó dudando sobre que camino tomar. El bofetón físico o de palabra como había sido, llegó, y Alba lo aguantó callada- No se, si el que tenga alguna cana suelta y proyecto de arruga, le da algún cambio significativo- continuó subiendo el tono y detuvo el paso de ambas resoplando. Estaba claro para Alba que mostrarse tan hiriente a Lucía no le estaba gustando, aunque puede que fuera lo que necesitaba- No se donde llevarte. No se si ir al bar de siempre donde comportarnos como dos viejas amigas o llevarte a algún sitio donde cruzarte la cara. Me has tenido tres años sin saber de ti, Alba...tres años. ¿Que se supone tengo que hacer?
Nada o todo. Ante los reproches de Lucía, Alba no tuvo defensa. Esos tres años de silencio eran innegables e inexcusables. Quizás un poco de sinceridad le habría ayudado o no. Porque confesarle que no la había llamado, ni escrito, ni visitado por tratar de mantenerse ecuánime con la decisión tomada en su día, enfadaría más a Lucía.
El silencio que se creó entre ambas, no desesperó a ninguna, e incluso sin darse cuentas, ese silencio las encaminó hacia un punto, que no reconocieron hasta llegar a él. La vieja y desgastada barandilla del paseo marítimo, desde donde se veía la amplia playa, con gran extensión de arena y sus cientos de amantes de sol y mar. Tres años habrían pasado desde que juntas volvieran a esa barandilla, pero como si fuese ayer, Alba se sentó en ella y como tantas veces hicieran antes, ayudó a Lucía menos ágil por la falda a subirse junto a ella. No hablaron enseguida, quizás por estar ambas buscando palabras que no escupieran más reproches. Lo que les permitió espiarse a hurtadillas.
- Estás igual de increible- tuvo que decirle Alba, tal cual lo sentía al poder volver a verla cara al sol.
- Vaya...a tus ojos todo está Igual- con toda la ironía le dijo Lucía.
- Vale, trataba de ser un poco formal. En verdad estás mucho más buena- rectificó Alba y la media sonrisa, se les escapó a las dos. Ahí estaban, picándose cómo si se hubiesen visto ayer mismo.
- No es ser formal, es ser más tú- la corrigió Lucía retirándose la chaqueta. Aunque sonríesen y empezarán a tratarse como siempre, estaba claro que para ella estaba siendo de lo más desconcertante tenerla ahí al lado.
- Pues bien, siendo yo, ¿puedo preguntarte como te va?- quiso aprovecharse Alba y saber rápido como estaba. Con alguien, sin alguien, feliz, tirando, lo que fuese. Pero no lo iba a tener tan fácil, no con Lucía.
- Claro, otra cosa es que quiera responderte- le respondió Lucía, cada vez sintiéndose más cómoda.
- Naah...era por saber si me ahorraba la noche de Hotel- ironizó Alba, entendiendo esa comodidad de Lucía, que las llevaría a un intercambio rápido de opiniones
- Despreocupate, a mi mujer y mis cuatro hijos les encantará conocer y cenar con la mujer que me dejó aquí tirada por irse a ser libre.
- Joder...tardo más y hasta nietos tienes.
- Jajaja, que te jodan...en serio, que te jodan.
- Pues que sea ahí abajo.
- Alba
Tarde, para cuando Lucía quiso sujetarla Alba ya saltaba hacía la arena, llamando la atención de los viandantes y playeros. Poco importaba. Esos puntazos de su "pirata" siempre habían significado vida y sin Alba en la propia, le habían faltado muchos así.
- Vamos, quitate los zapatos y salta.
El apremio de Alba ahí abajo en la arena, la hizo mirar a ambos lados. Sólo minutos con ella y volvía a sentir la adrenalina recorrer su cuerpo. A la mierda el que dirán, los zapatos y la correcta vestimenta. Iban para cuarenta años, pero no eran los cuarenta del resto y si los suyos propios.
Lucía saltó, se baño, jugó y rió y Alba tuvo que volver a esperar que volviese al trabajo y que de nuevo saliese y estuviese libre para ella.
Esa noche no estuvo echa para dormir y si para ponerse al día. Pero por mucho que estiraron el tiempo, la partida a otra entrega de Alba, llegó.
- ¿Donde vas ahora?
- Qatar. Es un Philip Zepter Yacht, seis camarotes, 50 metros de eslora, acabados en oro, interiores de roble y esas pequeñas cositas pijas.
- Al final, libre pero esclavizada a los todopoderosos. Llevando de aquí para allá sus caprichos marítimos.
- Y sin ti, lo cual es mucho peor.
- Qatar
- Lucía
- Qatar es...
- Lucía
- ¿Y después de Qatar?
- Lucía
Vuela esta canción para ti Lucía, la más bella historia de amor, que tuve y tendré.
Es una carta de amor que se lleva el viento pintado en mi voz a ninguna parte a ningún buzón.
No hay nada más bello que lo que nunca he Tenido, nada más amado que lo que perdí. Perdóname sí hoy busco en la arena, esa luna llena que arañaba el mar.
Si alguna vez fui un ave de paso
lo olvide para anidar allá en tus brazos
Si alguna vez fui bello y fui bueno
fue enredado en tu cuello y en tus senos
si alguna vez fui sabio en amores
lo aprendí de tus labios cantores
si alguna vez ame si alguna día después de amar amé fue por tu amor Lucía.
Tus recuerdos son cada día más dulces
el olvido solo se llevo la mitad
y tu sombra aún se acuesta en mi cama
con la oscuridad entre mi almohada y mi soledad
No hay nada más bello que lo que nunca he tenido nada más amado que lo que perdí. Perdóname sí hoy busco en la arena, esa luna llena que arañaba el Mar. Si alguna vez ame si algún día después de amar amé fue por tu amor Lucía.
- Qatar....¿partimos mañana?
- Lucía
me ha encantado! lo malo no es que tu te enganches a escribir mini historias de canciones si no que nosotras nos enganchemos a leerlas! correeeeeeeee ponte a escribir más! correeeeeeeeee jajajajaja
ResponderEliminarGracias Gemo!
¡¡Que va!!, lo peor será como un día deje de escribir... a ver tú que hacemos...¡¡toco madera!!
EliminarPrecioso, encantador, atrapante. Como la canción. Gracias , Gemo.
ResponderEliminarConstance
....''' SI ALGUNA VEZ AmE...SI ALGÚN DÍA DESPUÉS DE AmAR....AMÉ..FUE POR TU ...AMOR....LUCÍA.'''..
ResponderEliminarESCRITORA...¡¡ ME ENCANTO¡¡¡ SENCILLAMENTE SUBLIME¡¡¡..LA MEJOR CANCIÓN...PARA LA MÁS BONITA HISTORIA DE AMOR...DE ESE AMOR QUE SE QUEDA Y PARA SIEMPRE EN LA SANGRE....LA PRIMERA VEZ QUE LA ESCUCHE...FUE COMO ESE GOLPE QUE TE DAS...QUE TE DEJA SIN RESPIRACIÓN...HOY...AHORA...AL LEER LO QUE HICISTE DE ELLA...HAS VUELTO A PRODUCIRLO EN MI...ES INCREIBLE LO QUE A VECES LAS CANCIONES PUEDEN HACER EN NUESTRAS VIDAS....¡¡INCREIBLE¡¡....Y YO..YO SOY UNA ETERNA ENAMORADA DE ELLAS...POR ESO....POR ESO..ME REPETIRE UNA Y MIL VECES PARA DECIRTE...'''GRACIAS'''...GRACIAS POR CADA REGALO QUE NOS HACES GEMO...EN TUS MANOS CADA MUJER...CADA UNA DE ELLAS...AL HACERLAS ''GEMOLARES''' DES DAS ESA VIDA...QUE CADA UNA DE NOSOTRAS...ESTOY SEGURA...QUISIERAMOS SIEMPRE TENER...¡¡SI¡¡..
CADA CANCIÓN QUE ESCUCHAMOS....PUEDE DECIRNOS ¡¡TANTO¡¡....QUE PUEDE LLEVARNOS A SUEÑOS QUE SIEMPRE QUERREMOS REALIZAR....Y ESTA...ESTA TANTAS VECES ESCUCHADA...NUNCA PUDO TENER MEJOR ARGUMENTO...ES..ES...SIN PALABRAS..SIN PALABRAS ME QUEDO PARA PODER DECIR AQUELLO QUE HACE SENTIR...ESA MAGIA QUE DESTILA...LO DICE ¡¡TODO¡¡ TODO¡¡¡..
GRACIAS...SIEMPRE...SIEMPRE...POR ¡¡TANTO¡¡¡¡
CELESTE-NEGRO.
Guau!! fantástico la forma de plasmar la canción.
ResponderEliminarGracias.
A.
"No hay nada más bello que lo que nunca he tenido nada más amado que lo que perdí. Perdóname sí hoy busco en la arena, esa luna llena que arañaba el Mar."
ResponderEliminarEste poema de Serrat sempre me fez sonhar e me doeu como algo muito secreto e longínquo, fechado no segredo da memória...
A tua criação à volta da canção é deliciosa, obrigada, Gemo.
Flechazo1958
"No hay nada más bello que lo que nunca he tenido nada más amado que lo que perdí. Perdóname sí hoy busco en la arena, esa luna llena que arañaba el Mar."
ResponderEliminarEste poema de Serrat sempre me fez sonhar e me doeu como algo muito secreto e longínquo, fechado no segredo da memória...
A tua criação à volta da canção é deliciosa, obrigada, Gemo.
Flechazo1958
No palabras para darte las gracias infinitas por taaannnntiiisimo
ResponderEliminarMe como tu cerebro
Artisssstazaaaa
Fascinante, que deleite
ResponderEliminar