La seriedad con que Arel lo dijo arrugando sus carnosos labios, hizo reír a ambas, relajando el ambiente. Al poco, Mel prefirió alejarse de la tentación constante que era Arel. Amigas también deberían ser las dos que tenía de toda la vida. Debían serlo y así podría haberlas llamado nada más salir del ático de Arel para contarles que se acababa de enredar a besos con una tía de infarto que además era simpática y tenía un rollo místico de arañar. Pero bien que sabía que sus amistades no eran de ese estilo y ni se atrevió a llamarlas para contarles algo así. Pues bien, no le quedaba de otra; Arel sería su amiga secreta desde ese mismo instante.
---
Puede que no la viese más, pero del rato pasado junto a ella, Arel era capaz de exprimir cada segundo. En el fondo de la calle apareció el taxi para su disgusto. Mel aún parada en mitad de la calle como estaba, daba para seguir alimentándose de ella. Su pose de espera, con el brazo arqueado sujetando el bolso, el ángulo perfecto que formaban sus pies y la inclinación justa de su cabeza hacia un lado, era la imagen perfecta que contenía toda su belleza. No la física, de la que por supuesto Mel iba sobrada, sino la de espíritu; alegre, social y vivo. Sólo alguien con ese espíritu era capaz de esperar un taxi repartiendo buena onda sin ni siquiera ser consciente de que lo hacía. Por eso a Arel, le disgustó que el taxi llegase hasta Mel, amenazando con llevársela.
Que Mel gesticulase salundando al taxista como si tuviese que competir por cogerlo, a Arel le arrancó una sonrisa y fue la misma que permaneció en su rostro cuando Mel miró hacia la terraza presintiendola antes de introducirse en el taxi. El brillo de sus ojos se podía apreciar a tantos metros de distancia y Arel suspiró, asumiendo la despedida.
Una vez se marchó el taxi con Mel dentro, Arel dejó la terraza y volvió al chester donde habían compartido la mayor parte de la noche. Cerrando los ojos, quiso mantener en ella todas las sensaciones que Mel le había ofrecido tan generosamente.
Viveza, alegría, chispa...ese era el resumen de lo que Mel generosamente le había ofrecido. Eso era, chispeante como lo son los destellos de una vengala o las burbujas de un buen champán. Ahí lo tenía. Ese sería el mejor resumen de la noche y del plato que esperaba ser cocinado por ella. No podía perder esas sensaciones si quería que el plato las contuviese y dispuesta a ello, se encerró en su cocina olvidándose de tiempos.
Pasados los días y mientras Arel se cargaba con los viveres que acaba de comprar, haciéndolo deprisa por tener su furgoneta mal aparacada, su móvil sonó haciéndola maldecir en francés. De buena gana lo dejaría sonar, introduciría las cosas en el portal, se llevaría la furgoneta y entonces se preocuparía de quien fuese que la estuviese llamando. Pero esperaba una llamada demasiado importante y tuvo que soltar las cosas claramente disgustada para atender la llamada que continuaba sonando incansable.
- Arel Dubois- contestó revisando que por la calle no apareciera ningún policía dispuesta a joderla por aparcar donde no debía.
- Me mata tu acento, es de lo más sensual- escuchó que le decían y se apartó el móvil de la oreja para ver el número. Ni idea de quien era y por supuesto no lo tenía guardado. Para bien de sus nervios, la mujer siguió hablándole- Jajaja, no me reconoces. Soy Mel, la chica con fobia a las mujeres- le dijo y fue suficiente para que Arel sonriese recordándola.
- Ma bulle- musitó sin intención de que Mel la escuchase, pero lo hizo para su sonrojo. Y no solo lo hizo, es que lo disfrutó a placer.
- Dios...no me hagas eso, deberían prohibirte tener ese acento- le dijo Mel y ni tiempo tuvo de contestarle. La rubia prosiguió haciendo honor a su apelativo, burbuja. Una bien cargada de vida y chispa- Te cuento, estoy cerca de tu ático y quiero verte- ajena a su sonrojo, Mel apuraba queriendo llegar al motivo de su llamada. Tal cual lo dijo, lo quería y se aseguró de conseguirlo- Si quieres allí o si quieres tomamos algo, pero no me voy sin verte. Miento, te estoy viendo- divisandola a lo lejos alzó la voz. Demasiados días se había aguantado las ganas de volver a ver a la Chef y su espectacular figura. Sincera, no se lo calló - Y éste es el momento en que siento super lesbiana y sería capaz de silbarte- confesó en un suspiro y Arel comenzó a buscarla.
Si Mel aseguraba estar viéndola es que sería así y Arel miró para un lado y otro de la calle. Efectivamente su burbuja caminaba a pasos no enérgicos y si eléctricos hacia ella. Si no quería quedar de rarita, algo debía decirle.
- Hazlo- le pidió reconociendo la alegría que le producía verla de nuevo- si ves llegar a la policía- continuó para pena de Mel que estaba dispuesta a hacerlo.
El pantalón de chandal de Arel tipo "cagao" le hacía un culo redondo y respingon que amenazaba con hacerle crecer las uñas para arañarselo sin compasión. Por no fijarse en la estrecha camiseta que llevaba resaltando todo lo suyo.
Cuidado, fue la advertencia que se hizo Mel mientras ambas colgaban la llamada. Cuidado porque de nuevo y con solo haberla visto e intercambiado dos palabras con ella, volvía a sentirse en el punto cero con Arel: el chester y sus besos rojo pasión. Por eso no quiso saludarla con dos besos al estilo español, ni con uno a lo francés. Directamente se dispuso a ayudarla con las bolsas y Arel la copió. Vale, en verdad no pudo evitar darle con el culo como muestra de cariño. Con ambas cargadas de bolsas, Arel sostuvo la puerta dejándole paso y Mel corrió a hablar de lo que fuese, antes de detenerse a olerla como perra en celo.
- ¿Sabes lo más gracioso? Me cae fatal Francia- le dijo obligándose a pasar por su lado sin querer empaparse de su olor. Total, de conversación iba sobrada- O sea, sois el país vecino que nunca nos vota en Eurovision- siguió sabiéndose seguida por Arel hasta el ascensor y le encantó ser ella esta vez quien retuviese la puerta, por supuesto sin dejar de hablar- sois los que lloráis y mentís porque nuestros deportistas son mejores y odiáis que tengamos el jamón y el aceite de oliva.
- Te faltó la gitana- le dijo Arel justo al pasar por delante de ella y Mel dudó en que hacer, tirar las bolsas y atraparla, o seguirle la guasa, como terminó haciendo.
- También la tenemos- chulita le contestó y horror sintió. Ahora debía dejar que las puertas se cerrasen y compartir ascensor con ella. Bueno, era lo que había buscado al llamarla, tenerla como tentación.
Lo fue subir en el ascensor con ella y sus magnéticos ojos, volver a ver el chester también lo fue y más, cuando mirándolo pudo sentir a Arel desnudarse a su lado.
- Deja que me duche y te llevaré al mejor café de ésta zona- le avisó Arel antes de perderse camino a la ducha.
La relación esta chispeante, ambas se necesitan y ambas se atraen. Veremos el devenir de los días como se acoplan en la vida de cada una.
ResponderEliminarGracias,
A
UN ENCUENTRO ELECTRIZANTE Y ANTESALA DE MUCHAS COSAS...
ResponderEliminarCLARO QUE A VECES TE DEJAS LLEVAR Y ACABAS ATRAPADA PARA SIEMPRE...CAMINO LLEVAN ESTAS PERO CLARO..LA VIDA DA MUCHAS VUELTAS...
ME ENCANTA EL CARACTER DE LAS DOS..VEREMOS...
DIVINA-WILSON
Me acabo de leer ahora los 3 trozos de esta historia y ya estoy con ganas de má!
ResponderEliminarCris
..... CHISPA¡¡¡ ESO ES LO QUE DESPRENDE ESTA HISTORIA...DONDE LOS '''SABORES'''' NOS LLEVARAN POR UN MUNDO DE SENSACIONES....YA LO ESTA HACIENDO¡¡¡ YA SE VE ESA ¡¡CHISPA¡¡¡ POR TOITOS LADOS....
ResponderEliminarDOS MUJERES....FRENTA A FRENTE....¿ QUE PASARA?..
SIEMPRE ESPERANDO ESCRITORA A QUE TU NOS LO DIGAS EN ESE BORDADO QUE CON TUS LETRAS SABES HACER..
GRACIAS....POR ¡¡TANTO¡¡¡
CELESTE-NEGRO