Emergencias 134

- Tia..Su... Joder, ¿que te pasa?- meneandola a Karla le entraron los mil miedos. Ni idea de porqué su Tía lloraba de esa manera tan sobrecogedora, pero ni caso le hizo ésta. Lo que hizo fue echar a correr y salir del hangar. Cuando Karla salió tras ella, la encontró de rodillas mirando al cielo y joder...ahí estaban los putos pájaros volando en círculo sobre sus cabezas. Desconcertada, Karla se quedó quieta sin saber que significaba, ni que hacer, y entonces los gritos de su Tía al teléfono acabaron por hacerla temblar totalmente atemorizada.

- Inés cogeme el puto teléfono... Cogemelo.

Ajena a su mal presentimiento Karla continuó muda sin poder reaccionar. Ni pajolera idea de porqué su Tía insistía a voces contra el teléfono en hablar con su hermana, ni tampoco de porqué los putos pájaros volaban de una manera tan extraña esa mañana. Por suerte, Susana se levantó del suelo y pudo verla sacarse las lágrimas de una pasada para después mirarla como nunca antes se había sentido mirada por ella.

- Saca la avioneta y ve pidiendo permiso para volar a Segovia- le pidió su Tía y fue suficiente.

- Te has vuelto loca...¿que cojones pasa?- le preguntó sin guardar las formas. Ya estaba bien la broma, Su la estaba desquiciando sin una mínima explicación. Llevaba meses y meses instruyendola sin dejarla acercarse a una avioneta y ahora le venía con esas. Pero no obtuvo contestación ninguna, su Tía hablaba con alguien, ella se quedó de nuevo sin saber y solo le quedó seguir escuchándola gritar al teléfono.

- Ya se que estoy llamando al 112, necesito hablar con la piloto de servicio... Inés Merino. Deje de decirme obviedades, soy su Tía y debo hablar con la piloto...se trata de una urgencia familiar- seguía Susana al teléfono sin que ella pillase ni media. Nada pasaba para que su Tía mintiese de esa forma y continuase desquiciandola sin compasión. Puede que para Karla, hubiese sido más entendible si en esos momentos hubiese recordado el libro que su padre dejó sin terminar. Aquel donde contaba todas las experiencias y premoniciones que el loco abuelo vivió con los pájaros. Pero le bastó una pluma cayendo por delante de sus ojos, para espabilar de golpe y porrazo. Los pájaros seguían volando en círculo, ella recibía el beso típico de su padre y lo peor, encima del hangar se acababa de posar un águila.

- Mierda es Inés, pon el altavoz- exigió a su Tía y las dos se miraron con el miedo reflejado en sus ojos. Su Tía entonces puso el móvil en modo altavoz, por fin la idiota y precavida operadora le pasaba con la Central del 112, donde esperaba poder hablar con el jefe del servicio. Ni siquiera esperó que éste saludase, no había tiempo para gilipolleces, no estando Inés en peligro.

- Por fin, soy la Teniente Coronel Merino, Tía de la piloto de servicio, ya me dijeron que salió a un aviso, pero me urge hablar directamente con el helicóptero- intentando mantener la calma, Susana sonó tan segura como siempre, mientras Karla se mordía los labios impotente. El águila de su abuelo estaba ahí mismo, como lo estuvo según contaba su padre los tres meses que Inés estuvo hospitalizada de pequeña.

- Me hago cargo que la urgencia familiar será para usted prioritaria, pero debe entender que la Comandante Merino se encuentra volando ahora mismo y no en las mejores condiciones meteorológicas- escucharon ambas la voz del tipo y por igual, las dos se estremecieron. Sin haber hablado con él nunca antes, al tipo se le notaba de lo más apurado y escuchándolo ninguna dejó de prestar atención a lo que se escuchaba alrededor del mismo, más allá de su voz- Se trata de un aviso lo suficientemente importante, como para verme en la obligación de comunicarle que no puedo atender su petición en estos- en ese punto se calló y las dos pudieron escuchar claramente porque lo hacía. Tras él y entrecortado se podía escuchar una frecuencia de radio.

- No veo el helicóptero, no lo veo desde ésta posición, ¿algún punto cercano que lo haya visto?- escucharon y cerrando los ojos,  las dos temieron lo peor.

- Lo siento- de nuevo escucharon la voz más nítida del Jefe de servicio que obvio, intentaba darles largas- tengo que dej

- Y una mierda- lo cortó Susana en tanto Karla ya corría hacia el hangar- es mi sobrina la que va en ese helicóptero, le exijo que me diga que está pasando. No me haga utilizar a mis superiores para saber que cojones pasa.

- Estamos en pleno rescate- la nueva exigencia de Susana surtió efecto pero no cuanto ella hubiese querido - y ufff, mierda joder. La ventisca no ayuda, tengo que dejarla, le prometo que en cuánto sepamos algo le aviso- le dijo el Jefe y ojalá hubiese cortado la llamada al momento, pero no lo hizo y Susana terminó escuchando lo que más temía.

- Ha caído...ha caído, ¿me escuchan? Hemos perdido el helicóptero.

A partir de entonces y hasta llegar a Segovia, ninguna fue consciente de nada. Karla como si hubiese nacido subida a un avioneta la sacó del hangar y obtuvo la autorización para volar a Segovia, pese a las advertencias que con su Tía cogiendo los mandos, les llegaron desde la Torre de control de Segovia.

- Estamos en pleno temporal, puede que sea necesario desviar la zona de aterrizaje.

Advertencias que ambas omitieron emprendiendo vuelo hasta Segovia. Obvio, después de lo escuchado, tras finalmente poder aterrizar en Segovia y mientras Susana pasaba el control rutinario, a Karla le tocó avisar a Marina, preveyendo que algún compañero del 112 que estuviese de servicio acabaría avisándola. Mejor era hacerlo ella misma, pero no tuvo el coraje suficiente de hacerlo directamente y como no, prefirió llamar a Lucía.

- Mi niña...tengo tiempo para un cafelito, ven y me invitas...¿uhm?- ajena a todo lo que estaba sucediendo, así le contestó a la llamada Lucía y a Karla le costó horrores no llorar como le nacía al escucharla.

- Mamuchi...pufff, verás... Su y yo estamos en Segovia y..y...joder, puede que mi hermana haya tenido un accidente con el helicóptero- resumió entre temblores agónicos como pudo y fue normal que Lu se quedase callada ante lo que acababa de soltarle- Vamos a la central, estaremos allí en cinco minutos...pero...pero, pensamos que era mejor que tú se lo dijeras a Marina antes de que algún compañero se fuese de la lengua- acabó suspirando puro miedo y como le gustaría que Nacho la despertase en esos momentos diciéndole que sólo era una pesadilla más.

- Es...esta bien...tu hermana está bien, ¿me oyes?- el temblor de Karla debió ser contagioso porque a  Lucía comenzó a temblarle la voz a pesar de querer erguirse como la leona de siempre- Karla, pasame con Su por favor.

- No puedo, acabamos de aterrizar y está con el papeleo. Te iré mandando por wa todo lo que vaya pasando, inventa algo con Marina...o que se yo- asustada sin ver lo valiente que en verdad estaba afrontandolo, no ocultó su necesidad de que alguien como Lu le dijese que todo estaría bien- ¿De verdad crees que Inés está bien?

- Si...eso quiero creer cariño- le contestó Lucía y mientras ellas llegaban a la central, ésta dejaba el ambulatorio para acudir a casa de su hija, adelantándose a las posibles noticias que pudieran llegarle a su hija, llamándola. Que los tonos fuesen pasando sin que Marina le contestase la fue poniendo nerviosa. Quizás algún compañero o colega ya le habrían dicho algo y pensar en su hija sola con Ito ante esas noticias, le hizo caminar prácticamente corriendo por Pedraza insistiendo en llamarla una y otra vez hasta que su hija por fin le contestó.

- Lo siento, me pillaste liada con la ropa. Hola, se que quieres un café- la saludo Marina y Lucía cerró los ojos sin saber muy bien que decirle. Lo mejor era seguir como si nada, por lo menos hasta que llegase a casa y estuviesen juntas.

- Si, me he escapado del ambulatorio, estoy ya cerca de tu casa- le dijo y enseguida se pellizco el labio. Ahora Marina querría cortar la llamada porque total, iba para su casa.

- Genial, pues cuelgo y te veo aquí- tal cual había imaginado le contestó su hija de lo más natural.

- Noo- corrió a pedirle y tuvo que disimular el grito que acababa de pegarle - quiero decir que...uff, no sabes que pesadilla de mañana llevo y el frío que hace.

- Jajaja, como buen mes de febrero. Imagino que te la has pasado recentando antiestaminicos- prosiguió Marina risueña y Lucía continuó llevándolo a una conversación de lo más normal entre ambas, costase lo que costase.

- Eso y que ayer Susana estaba cansada- le dijo y a dios gracias, ya divisaba la casa de su hija.

- Jajaja, goooolfa- se cachondeo de ella Marina.

- No te adelantes, simplemente dormí más de lo normal y sabes que me sienta fatal- siguió y por fin atravesaba la verja de su hija.

- Esto de saber que anoche si follaste, saberlo ¿viene en algún libro de educar a los hijos que yo no he leído? - a las bromas continuó Marina abriéndole la puerta y pena para ella que en ese momento no se fijó en la sonrisa forzada de su madre. Quizás así, hubiese amortiguado el mazaso que estaba por recibir.

- Jajaja, no...eso va en el paquete de tener una madre tan golfa- le contestó Lucía y no esperó ni mijita para abrazarla entre risas deseando no tener que hacer lo que iba a hacer, dejar a su hija sin risa alguna, cortándosela de cuajo.