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El taxi la dejó a la misma altura del número indicado. Como sabía, se trataba de una calle de lo más céntrica. De antiguos y enormes edificios y muy transitada a esas horas de la noche. Verse ahí parada, a punto de tocar el timbre de una casa totalmente desconocida para ella, le dió cierta gracia. Sólo a ella se le podía ocurrir presentarse a cenar en un Chef-House sin ninguna compañía. Tampoco es que fuese la primera vez aunque no hubiera sido en la casa de un chef. De normal así se distraía cuando algo en su vida no marchaba como ella quería o le daba la gana, una copa sola, comprar sola, pasear sola y cenar sola, como era el caso. Antes de llamar al timbre, sacó la tarjeta de ese sitio revisando que fuese ahí. Arel Dubois, era el nombre del Chef y ella deseó con todas sus fuerzas que fuese el típico chef; de barriga gruesa, grácil conversación y sobre todo...hombre.
- Un ático... Me gusta- se dijo sonriendo al espejo antes de salir del ascensor. Siendo ático y siendo el centro como era, debía tener una terraza inmensa como a ella le gustaba- Pues ya estoy aquí, Arel- bromeó con ella misma de excelente humor. Desde luego que si, había sido una gran idea pasar de todo esa noche y presentarse como lo hacía en la casa de un tío. Que al final era eso, cenar en casa de un hombre sin presiones de gustar, de ser simpática, correcta, amable y agh...todo lo que una mujer lesbiana debe ser con sus semejantes. Menudas chorradas era capaz de pensar como el chef, tardase más en abrirle la puerta. El sonido de un antiguo y pesado cerrojo al otro lado de la puerta, le hizo erguirse y sonreír. Vale, simpática debía ser y estar atenta también, por si resultaba ser un loco que usaba la cocina para atraer a rubias super monas como era su caso. Por fin, la puerta se abría y para su sorpresa, no era el Chef quien la recibía o eso pensó al ver aparecer a una mujer- Wau- pensó impactada por los ojos verdes inmensos de la tipa de alta coleta y labios rojo intenso- Justo...lo que no quería- se dijo antes de carraspear para saludarla- Eh...Hola, tenía reserva para esta noche, soy Mel- le dijo teniéndole la mano desesperandose un poco por el silencio de la que desde ya, bautizó como morritos. Vale, al menos consiguió que morritos se moviese y le tendiese la mano- Oh mi madre- pensó queriendo morderse los labios. Morritos no sólo usaba el rojo intenso para sus labios, sus uñas aunque cortas, llevaban el mismo color.
- Pasa- tras saludarla, la mujer abrió del todo la puerta, cediendole el paso. Ok, para venir huyendo de las mujeres era muy paradójico que la recibiera justo una mujer así de tremenda. A Mel le hubiese encantado seguirla sin fijarse en sus pies desnudos, ni en sus vaqueros exageradamente pegados a su piel, ni en su ancha camiseta, ni en los tatuajes que dejaba adivinar, ni en sus...suficiente. Estaba tremenda, había sido un tanto seca y ella venía a cenar con un hombre, que saliese ya...por favor.
- Disculpa- dijo la mujer, deteniendo los pasos de ambas y se giró para sonrojo de Mel, al ser pillada de lleno, mirándole el culo- Estaba probando algo nuevo- prosiguió para bien de Mel la mujer, obviando su pillada- y soy tan estupidamente perfeccionista que acabé enfadandome conmigo misma. Soy Arel, tú chef de ésta noche- terminó por presentarse y Mel tuvo que morderse la lengua.
- Mierda- pensó Mel maldiciendo que ese pibonazo de increíbles ojos verdes y piel extremadamente blanca, fuese su Chef- Eh...joder, yo creí que serías un hombre- soltó natural como era y Arel, subió una ceja haciéndola querer explicarse- A ver...no por chef, yo paso de esa movida de que los mejores Chef son hombres, lo hacía básicamente porque así no serías mujer- terminó y rodó los ojos. Patética era poco para como se estaba sintiendo con Arel mirándola sin decir nada en mitad de un salón de estilo muy minimalista. Pues ahí estaba su salida para tan bochornosa explicación- Muy...muy bonito el salón- dijo y sin querer los ojos se le fueron, por suerte no al voluptuoso pecho que marcaba demasiado bien la camiseta de Arel y si, a un sofá chester enorme, en blanco y gris adornado por dos rostros de mujer de labios tan rojos como la Chef que continuaba mirándola- Agh...odio a las mujeres, ¿a ti te pasa?
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- Agh...odio a las mujeres, ¿a ti te pasa?- acostumbrada y fiel a la naturalidad, lo soltó quitándose el abrigo que enseguida le cogió Arel. Cielos, lo más narural en ese salón no era su foma de familiarizarse en segundos o su disposición a hablar como si nada y en abundancia, lo increíblemente natural era Arel y su forma de exhibir su gran belleza como si nada. Para Mel era como si esa mujer no le diese ninguna importancia a lo inmensamente atractiva que era. Lo era hasta su coleta que dejaba adivinar un melenon larguísimo medio ondulado. Vale, Arel dejó su abrigo en una modernisima percha sin contestarle y ella se sentó en el divino chester. Debería estar un poco intimidada, estaba donde no quería, en un salón sola con una mujer a la que era imposible no mirar, descubriendo nuevos detalles en ella. Lo fue, ver que los dedos de los pies también los tenía tatuados y que por supuesto, sus uñas estaban pintadas en el mismo tono de rojo intenso- Tendrá alguna loca obsesión con ese color- pensó antes de volver a romper el silencio. Arel la miraba con los manos anudadas en su nuca y no, por favor...así mostraba un vientre demasiado apetitoso- Ya...imagino que todas las noches no se sentará en tu chester una tía como yo. Sola y declarándote su fobia por las mujeres.
- No suelo prejuzgar a mis comensales- le dijo Arel arrugando los labios y pasó a soltarse las manos, como si hubiese encontrado la solución a algo, que Mel no adivinaba- Me trajeron un fantasía que le irá genial al aperitivo que pienso prepararte- la informó descolocando a Mel y peor, la dejó en su chester para irse a la cocina. Normal que se descolocase, le había dicho dos veces que odiaba a las mujeres, si fuese al revés ella se hubiese mostrado interesada, porque si alguien te deja caer algo dos veces es porque quiere hablarlo.
- Yo quería un hombre, un hombre- musitó viéndose sola en ese chester y no, no se iba a quedar ahí sentada esperando que la chef volviese con otra brillante idea. Confianzuda siguió los pasos de Arel y un poco se arrepintió. De haberse quedado en el salón podría haberlo cotilleado. Vale, esa imagen de si misma cotilleando como vecina aburrida le hizo gracia y pasó de ella, prefiriendo la compañía de Arel. Salón, un largo pasillo y la cocina- Wau- exclamó al entrar en ella y no fue por la nevera inmensa que había en ella, ni por la isla y sus muebles. Fue por la cantidad de cacharros que había en ella, algunos totalmente desconocidos. Bueno, ante ella estaba la diferencia entre una cocinera mesón y una cocinera gourmet; la primera cocina, la segunda crea.
- Siéntate por donde puedas- la invitó Arel parada frente a una pequeña bandeja con restos de algo que Mel no llegaba a saber que era. Esa cosa debía guardar relación con lo dicho por Arel al entrar a su casa, algún invento de cocinillas. Pensando en ello se sentó en el primer taburete que encontró, acordándose de una de sus amigas y su adoración por la cocina moderna. Seguro ella sabría viendo todos esos cacharros más comestibles varios, que intentaba Arel. Ella idea ninguna tenía y callada más tiempo, no podía estar.
- Es la primera vez que vengo a un Chef-house, no se si te estoy molestando, si debería quedarme aquí callada, esperarte en otro lado o qué- sincera se acomodó en su taburete sin dejar de observar a Arel mientras esta dejaba en el lavadero la bandeja que tanto había mirado. Arel sin bandeja, la miró sonriendole por primera vez. Genial, así se veía aún más sexy. Cuanto envidiaba en momentos así, la vida de una hetero. Seguro estaría platicando como si nada con ese bombón que era Arel, sin estar pendiente de lo guapísima que le resultaba. Aunque para ser sinceras, le había encantado desde siempre perderse en cada forma o gesto de una mujer.
- Yo tampoco lo sé- le habló Arel, más suelta seguro que superando su enfado por esa cosa de la bandeja- Llevo poco en esto y lo compagino con Take a Chef- se fue hacia una pequeña bodega de donde cogió una botella de vino, mientras seguía explicándole con un delicioso acentazo francés- Supongo que sólo deberás estar a gusto, es la única forma de que disfrutes de mi carta.
A gusto le había dicho Arel y Mel comenzó a estarlo en cuanto la sintió cómoda a ella. Si fuese alguien más organizado, hubiese acudido a ese Chef-House sabiendo algo más de la Chef. Nuria conocía la vida y obra de cada uno de los Chefs más importantes donde habían ido a comer, en cambio ella se presentaba en la casa de una sin tener ni pajolera idea de que había hecho o cual era su estilo de cocina. Como le ocurriese en otros países, rápido disfrutó viendo a Arel desenvolverse en su cocina y poco a poco, perdió tensión porque fuera mujer. Su gay-radar no sonó en ningún momento y conforme fueron pasando los minutos con ella, tuvo claro que Arel debía ser heterosexual y para su sorpresa, resultó que sí había escuchado sus manifiesta fobia a las mujeres.
- ¿Como es eso de que odias a las mujeres?- se interesó Arel, terminando el aperitivo, que a Mel se le antojó delicioso con sólo verlo. Volviendo a su pregunta, para Mel fue muy agradable que recordase lo que dos veces le había dicho.
- Uhm...supongo que toda lesbiana en el fondo las odia tanto como yo- le contestó muriéndose por probar el aperitivo que la chef se afanaba en colocar en una bandejita de lo más cuqui- Por ellas es que quería cenar con un hombre- prosiguió con el tema cucandole un ojo divertida. La distracción que buscaba la había encontrado, ahora sólo tenía que disfrutarla.
- Y no te valía un amigo- intuyó Arel ofreciéndole por fin su jugoso aperitivo. Con él listo, se sentó frente a Mel sirviéndose una copa de vino. No, definitivamente sus gestos no hacían estallar el gaydator de Mel, aunque había mucha noche por delante para probarla de otras formas.
- Un amigo no es imparcial- le aclaró y le gustó muchísimo el silencio que se creó al mirarse las dos- No me gustan los rodeos y total...tú eres la imparcial ésta noche. Discutí con Nuria, es una de mis dos más íntimas amigas, también lo hice con mi madre y para rematar el día, mi pareja me ha dejado.
- Todo mujeres, de ahí tu fobia- comprensiva se mostró Arel y no hizo falta más para que Mel se explayase.
- Espera y lo entenderás ...con Nuria discutí porque mi novia le fue con el cuento de que me he tirado a mi secretaria, con mi madre porque no quise ir a una cita ciegas con una tía que a ella le gusta para mi más que mi pareja y con mi pareja...porque me pasé coqueteando con mi secretaria- terminó su resumen sin asfixiarse y aún, le dió para mostrar la incomprensión a la que estaba sometida- ¿Quien alguna vez no ha jugado y se ha pasado?- le preguntó queriendo que alguien, aunque fuese una chef desconocida, le diese la razón. Forma parte en la forma de relacionarse de los seres humanos, coquetear. Un cortejo sano, un gustar sin compromisos, ni pretensiones y eso era lo que ella defendía.
- Te gusta- la afirmación de Arel, la dejó con la copa de vino a medio camino de su boca. Sin saber a que se refería, guardó silencio para dar el trago que quería y algo distinto en la mirada de Arel, hizo saltar todas sus alarmas. Esos ojazos verdes la miraban esperando que dijese algo y el ambiente de golpe, había cambiado.
- Eh...¿el qué? - fingió haberse despistado y amó, como Arel también bebió de su copa sin dejar de mirarla.
- Jugar- musitó Arel con la copa aún en sus labios. El verde inmenso de sus ojos, el susurro dicho y el brillo justamente juguetón de ambas, hizo que Mel tardase un poquito en contestar. Lo justo, para sentir como la gloriosa tensión de la atracción comenzaba a rondarlas.
- Si...me gusta.
Pinta muy bien esta nueva historia.
ResponderEliminarComo dijo Allan Poe, "durante la hora de lectura, el alma del lector está sometida a la voluntad del escritor"....
ResponderEliminarLo malo es que no llega a una hora de estar sometida.. ójala fuera así. Gracias
¿¿¿¿??????
EliminarMe atrae este comienzo, espero más información para ver quien termina jugando con quien. jaja
ResponderEliminarGracias,
A.
Me gusta mucho el principio, sí señor...
ResponderEliminarGracias
L.a.c.e.r
A mi también me gusta este principio. Quedo esperando la continuación.
ResponderEliminarConstance
......ESCRITORA.....AHORA SOLO PUEDO PASAR A DECIRTE....QUE ESTOY ENCANTADA CON QUE NOS REGALES OTRA MÁS DE TUS HISTORIAS....LEERTE ES TODA UNA DELICIA....
ResponderEliminarEN CUANTO PUEDA LA LEO Y POR SUPUESTO...TE DARÉ LAS GRACIAS...
CELESTE-NEGRO
Me atrapo el principio Gemo..y esta pareja quiza comience un juego pero
ResponderEliminarcuando juegas te arriesgas a ganar o perder o..quedar en tablas..
Impaciente por seguir el relato niña...
Divina-Wilson
......AHORA SI....AHORA POR FIN PUDE HACERLO...Y ENCONTRE...JUSTO LO QUE SABIA ...NO PODÍA SER DE OTRA FORMA ESCRITORA...NO PODÍA SERLO...
ResponderEliminarPLACERES ....SABORES....SERVIDOS EN RICOS PLATOS ...O ENTRE SABANAS REVUELTAS...TODO SEGURO PASARA...¡¡SEGURO¡¡¡...SEDUCTOR.¡¡¡ COMO SEDUCTORAS SERÁN Y SON TUS MUJERES SIEMPRE..TODO PODRA SERVIRSE EN ESOS PLATOS...CALIENTES...FRÍOS...¡¡ESPEREMOS QUE NUNCA SEA UNA VENGANZA...ESA DICEN SE SIRVE EN PLATO FRÍO...
DESEANDO SABER '''TODO LO QUE PUEDE OFRECER ....DESDE SUS MANOS...ESA ''CHET''' Y DESEANDO SABER TAMBIÉN...QUIEN SABRÁ SACAR MEJOR CADA UNO DE ''SUS SABORES'''
Y COMO DICE LA DAMA DE ARRIBA....IMPACIENTES YA¡¡¡¡
GRACIAS....SIEMPRE....ESCRITORA...
CELESTE-NEGRO