Ocho
días tuvieron que transcurrir para que Inés volviese a abrir la
puerta de su casa. Lo hizo cargada de bolsas y con ojeras y flácida
piel, que marcaban los días pasados sin apenas ver la luz natural.
Nada más entrar, el olor a su hogar llenó sus fosas nasales,
trayéndole de golpe todo el cansancio acumulado en esos ocho días.
Exhausta dejó la bolsas caer, con la vista pérdida en el salón. Ya
no estaba dividido y volvía a verse como cuando entró en esa casa
por primera vez, enredada a besos con Marina. Sin duda habría sido
su Tía, la que lo recolocase tal cual estaba.
Joder,
ni siquiera podía pensar y de a poco, se dejó deslizar apoyada en
la puerta.
Cuando estuvo sentada, rodeada de juguetes, bombones y ropa infantil, el llanto le llegó como lo había hecho el cansancio, de golpe y totalmente desconsolado. Imposible describir en palabras todo lo vivido en esos días.
Cuando estuvo sentada, rodeada de juguetes, bombones y ropa infantil, el llanto le llegó como lo había hecho el cansancio, de golpe y totalmente desconsolado. Imposible describir en palabras todo lo vivido en esos días.
Sin
alma, había esperado que alguien le dijese que Marina y pajarito
estaban bien. Podía recordarse buscando cariño de quien fuese y
también, de como todos pasada la hora de intervención quedaron
callados gritando paradojicamente su angustia. Fue también su Tía,
quien tuvo que aguantar sus nervios ante el desconcierto que se había
apoderado de ella y fue sobre ella, donde volcó toda la angustia
sentida, cuando una enfermera abrió la puerta y se les quedó
mirando. Agónicos fueron los segundos transcurridos hasta que la
mujer comenzó a sonreír de oreja a oreja.
-
La Mami está bien y el pequeño también- las palabras de la
enfermera desataron el júbilo en la habitación. Al momento pudo
sentir los brazos de su hermana y el entusiasmo de todos, pero ella
siguió igual, aferrada a su Tía sin poder soltarla. Hasta podía
recordar el dolor en sus yemas, de lo fuerte que la apretaba contra
ella. Ni idea del tiempo que pasó así y de si más gente llegó a
abrazarla o a decirle algo. Ella sólo podía mirar los ojos de su
Tía y puede, que no fuera consciente de que todo había pasado,
hasta que en esos ojos apreció el brillo de la tranquilidad.
Después, cuando por fin reaccionó miró a todos en busca de Xavier.
Algo dentro así se lo pedía y cuando lo encontró, los dos por
igual corrieron a abrazarse. Xavier hasta la alzó dando vueltas con
ella colgada, inmensamente feliz.
-
Jajaja, joder...están bien Inés, lo están- también pareció que
él no había llegado a creérselo y entonces...
-
A ver, necesito que me acompañen Ines y Xavier- la enfermera los
llamó leyendo sus nombres y después esperó que los nombrados
dijesen algo. Pero Inés seguía subida en Xavier, riendo al ver a
sus locos corazones con brazos y piernas corretear alrededor de la
enfermera.
-
Son este par- el empujón de su hermana, les hizo reaccionar a ambos.
Xavier la soltó dando un pequeño grito de guerra, como liberación
a todo el miedo pasado y entonces fue, que ante la sonrisa de la
enfermera, los dos corrigieron sus ropas adoptando una pose mas
formal. Pero ni modo, la alegría estaba descorchada tras horas
cautiva en una botella llena de temores y angustia. Juntos salieron
entre risas y abrazos, tras la enfermera que acostumbrada a esos
festejos, se limitaba a sonreír guiándoles el camino a seguir. Un
largo pasillo, puertas y más puertas y tras la última, Lucía y su
sonrisa más maternal.
Como
ahora lloraba desconsolada sentada en el suelo, lloró nada más
verla. Como no hacerlo, si en sus ojos se veía reflejado el mismo
miedo pasado. Malditos babosos, seguro que pensó tras ver a sus
corazones subir por el pijama de Lucía y quedarse en sus hombros
mirándola con ojitos tiernos.
-
Mi niña- la llamada de Lucía propició que dejara de prestarles
atención para llegar a sus brazos y un poco bochornoso fue, porque
entre sus brazos y llorando, no pudo evitar gimotear un mamá
totalmente roto.
Para
treinta años que iba y aún ante un momento como ese, seguía
llamando a su madre entre lágrimas. Nada dijo Lucía, seguro que
entendiéndola y a los dos, ésta dedicó palabras tranquilizadoras.
Pasada la emoción de encontrarse y con los tres limpiándose los
rastros de esas lágrimas, Lucía pasó a organizarlos- No podéis
ahora mismo entrar los dos a la vez. Mejor que tú Xavier veas al
mocosito y que tú, vayas a darle un beso a la nueva Mamá.
Ay
Dios, fue lo siguiente que seguro pensaría al ver a esos locos
corazones dejar besos sonoros y enamorados en las mejillas de Lucía
para seguirla donde fuese. Ella también lo hizo y volvió a ser un
tanto bochornoso, porque lo hizo cogida de su mano y así es que
entró en la UCI. Vale, el personal sanitario las miró llegar
sonrientes y alguno de ellos se fijó en sus manos unidas. Pero ahí
ya no vió más. No fue consciente de si en esa sala había más
pacientes, porque ella sólo pudo ver a Marina. Aparentemente
dormida, su rostro relajado se veía tan hermoso como si estuviese
durmiendo en su cama. Tampoco fue consciente de como se acercó a
ella temblando, ni del cuidado con que le acarició la frente primero
y la besó después. Sólo cuándo se fijó en sus propias lágrimas
salpiqueandole el rostro, tomó algo de conciencia y fue para besarla
con labios temblorosos.
-
Marina- llamándola a pesar de saberla dormida, agarró su mano y
siguió besándola suspirando contra los labios dormidos de Marina. Y
serían la humedad de sus lágrimas o su forma de llamarla o que ésta
se había dormido hora y media antes con el pensamiento puesta en
ella y su hijo, que Marina se movió un poco y musitó un Inés que a
ésta le volvió loca- Ha dicho mi nombre, lo ha dicho- desbordada
entre tanto sentimiento alzó la voz y una enfermera sonriente le
pidió silencio.
-
Cielo, no podemos seguir aquí- fue Lucía la encargada de separarla
de la cama de Marina y bien que le costó marcharse. Por ella se
habría quedado bien pegadita esperando que despertase para recibirla
como merecía tras todo lo pasado. Pero no se pudo y volvió a
marcharse junto a Lucía, quien fácil la entretuvo hablándole de su
nuevo amor- Es más pequeñito de lo que pensábamos, ha pesado un
kilo doscientos y mide 41 centímetros...tiene nuestra nariz. Jajaja,
es igualita a la de Marina y por supuesto a la mía, que para eso la
parí- escuchándola hablar tan contenta de pájarito, estuvo a punto
de ocasionarle una taquicardia. Porque cada paso que daban hacia la
UCIN, más eterno se le hacía el camino hasta pájarito. Lucía
siguió hablando sin parar e Inés no recordaba haberla visto así
nunca. La ansiedad por verlo, después de haber comprobado que Marina
estaba bien y sentir a Lucía tan sumamente nerviosa, le había
detener su caminar al borde del colapso.
-
¿De verdad están bien? ¿No me estás mintiendo?- tuvo que
preguntarle y nada más lo hizo, se agarró a sus brazos temiendo
caerse. El ritmo de su corazón era demasiado loco a esas alturas y
los ojos enormes de Lucía mirándola entre nuevas lágrimas, estuvo
a punto de hacerla desvanecer.
- Están bien, pero los primeros días para él son fundamentales- lo dicho por Lucía le hizo cerrar los ojos. Todo no podía ser dicha y Lucía, nuevamente entendió su desánimo- Es Sánchez, y desde que nació está luchando por quedarse con nosotras.
Tan
fácil que para Inés era creer en Lucía. Puede que por su forma de
explicarle las cosas de una manera sencilla y siempre desde el
optimismo y como no, por su especial manera de consentirla. Gracias a
ella también, fue menor el impacto de ver a pájarito entre sondas,
suero y oxígeno. Aún a metros de él, no pudo evitar pensar en sus
padres y lo mal que debieron pasarlo cuando se cayó del árbol. Pero
entonces si, a cada paso dado hacia la incubadora el ritmo del latido
de su corazón volvio a dislocarse, conforme la pequeña figura de su
hijo tomaba forma ante sus ojos. De pronto no hubo tubos ni oxigeno y
ante sus ojos, sólo hubo un pequeño ángel que acurrucado dormía
ante la supervisión medica. Temblando en amor se dejó poner nuevos
guantes, soñando con el momento de acariciarlo. Un auténtico tesoro
de la vida era; sangre y piel de Marina. Fue increíble poder tocarlo
mientras Lucía le acariciaba la espalda viéndolos. A saber el
tiempo que la dejaron empapándose de él, lo único que recordaba es
que a ella se le había hecho efímero. Los brazos de Lucía después,
volvieron a cobijarla en cuánto la hicieron dejar la UCIN. Esta vez,
sosteniendo la inmensidad de un amor distinto y pleno.
-
Yo vuelvo con Marina quiero estar presente cuando despierte y te
avisaré enseguida para que vuelvas a estar con ella- limpiándole el
rostro, Lucía seguía explicándole pero ella no podía dejar de
emocionarse. Ni idea, de donde se había sacado la lotería de tener
a Marina y junto a ella, a la pedazo de mujer en mayúsculas que con
verdadero amor le limpiaba el rostro- Dale un beso a Susana de mi
parte, ¿uhm?- la petición de Lucía sobraba, le daría mil por
ella. Y en teoría, debía soltarla y dejarla regresar junto a
Marina, pero todo había sido demasiado intenso como para desbordada
como estaba, no confesarle lo importante que también era para ella.
-
No sabes cuánto te quiero, Lu...no lo sabes- le dijo e iba para
récord guinnes la de veces que se había sentido avergonzada con
ella ese día.
-
Mi niña, estoy segura que se acerca mucho a lo que yo te quiero a
ti.
Pero
Dios, que gustazo fue comprobar, a pesar de saberlo, que el
sentimiento era mutuo y malditos babosos. Otra vez, sus locos
corazones se subieron a hombros de Lucía y noooo, joder no. Le
miraron el escotazo made in Lucía, de vértigo. Ok, aquél día
tuvieron demasiado protagonismo, porque tras esperar unas horas más,
Inés los vió correr despavoridos por el Hospital, hasta acabar bien
tapaditos y acomodados en el pecho de Marina. Bueno, ya habría
tiempo de pensar en la obsesión de sus corazones por el pecho
femenino. Ahora, bastante tenía con encontrar suficientes pañuelos
para limpiarse el atacon de llanto que tirada en el suelo le había
dado. Pero como no le iba a dar, si cada cosa o detalle le recordaba
aquel día. Su mismas manos, esas con las que se limpiaba, fueron el
objetivo de Marina, después de que ambas se reencontrasen y besasen
hablando a mil por hora de su hijo. Marina escuchándola hablarle de
como hacía sido ver al pequeño, no dejó de acariciarle las manos
con cierta ansiedad. Primero a caricias y después a besos, que en
principio ella no entendió y que fue la misma Marina quien al final
le explicó sin saberlo.
-
Mi niño...¿lo tocaste? ¿Lo estuviste acariciando?
Por
eso la adoración absoluta a sus manos y bestial, como crujió por
dentro al entenderla. Las ansias de Marina por ver a su hijo eran
tantas, que hasta se conformaba con acariciar las manos que lo habían
tocado.
Ok,
Ok, ok...debía dejar de recordar o no habría pañuelos en el mundo
suficientes para secarse. Además, debía cumplir con la promesa
hecha a Marina de dormir en cama y relajada. Su móvil sonando en ese
instante la sobresaltó y corriendo lo cogió. Era mensaje de Karla y
noooo, joder no. Así ya era del todo imposible, dejar de llorar. Se
trataba de una foto de Marina ejerciendo de madre-canguro con su
pequeño. A la deliciosa foto, le seguía un mensaje de texto: Los
dos te mandan a dormir. Se sale como le queda el gorrito que le
compró su Tita Karla.
Ocho
días habían pasado e Inés , no era la única obligada a descansar.
Como se llama pajarito?
ResponderEliminarte amoooooooooooooooooooo gemito obrigada
ResponderEliminarbrigoninha
Que bonito y cuanto sentimiento, ayyy!!!!
ResponderEliminarSaludos
Jamaiquera
Como haces para expresar tan bien los sentimientos de cada uno? cada palabra es una caricia. Gracias, Gemo, gracias.
ResponderEliminarConstance
Llevo como 2 horas intentando plasmar algo, pero este trozo, me ha parecido maravilloso, ese cariño que se nota en el ambiente, esos nervios que se intentan disimular, pero terminan por salir de cualquier forma, esa madre “coraje” dando el sitio a ambos como padre y madre. Me faltan palabras y sé que el siguiente subirá la calidad del anterior, pero es que lo único que me provoca es leerte de un tirón como haría si fuera un libro. IMPRESIONANTE, con muchas ganas de seguir leyéndote.
ResponderEliminarMuchas gracias.
A.
PD.: Pajarito si no se cambia de opinión, Robert
...... ''''' LA ALEGRIA ESTABA DESCORCHADA TRAS LARGAS HORAS CAUTIVA EN UNA BOTELLA...LLENA DE TEMORES...DE ANGUSTIAS''''''....NUNCA FUE MEJOR DICHO....NUNCA...LOS MOMENTOS VIVIDOS EN ESE HOSPITAL...COMO NUNCA MAS TIERNOS ESOS CORAZONES CON PATITAS QUE VAN Y VIENEN EN LA MENTE DE ESE YA POR FIN¡¡ FELIZ¡¡ PAJARO LOCO¡¡ '' NI NADA TAN SENTIO...TAN ESPECIAL...QUE TOCAR LA PIEL DE UN NIÑO POR DONDE CORRE SANGRE DE LA MUJER QUE AMAS'''' SENTIO¡¡ SI¡¡¡...
ResponderEliminarDE NUEVO HACES QUE LA EMOCIÓN SALGA...DE NUEVO ESCRITORA...
GRACIAS.....POR...¡¡TANTO¡¡