112- Emergencias 108

Estando Lucía con ellos, no esperó más para mover sus contactos en el Hospital para que le hicieran en ese mismo momento el pre-operatorio a su hija. Mentiría si no dijese, que le costó horrores pasar por su lado sin abrazarla. Pero antepuso la necesidad de hacerlo todo rápido y que su hija se pudiera ir a casa pronto junto a Inés. El día y las ilusiones de todos se habían roto en esa consulta y lo increíble, es que Inés seguía respirando con normalidad. Si, no se había asfixiado cuando aguantó sobre si la mirada más dolida de Marina. Tampoco, cuando Lucía y Fran se despidieron para comenzar a prepararlo todo y tuvo que verla llorando abrazándose a Laura y tampoco, cuando Marina cambió los brazos de Laura por los de ella, para decirle:

- Lo siento, no tengo ningún derecho a hacerte decidir entre pajarito y yo.

Aguantó respirando, pensando en mantenerse sonriendo por ella. Sería incapaz de decidir entre uno y otro como decía Marina y si tuviera que realmente pensarlo...joder, ese pensamiento si la hacía asfixiarse y necesitar de altura. Pero esperó estoica que se llevasen a Marina, dándole toda la tranquilidad posible para entonces si, correr escaleras arriba. No se despidió de Xavier, no pudo por empezar a asfixiarse y corrió como alma que lleva el diablo hasta la azotea. Allí podría refugiarse en los recuerdos de su padre. Si, su sonrisa a los mandos de cualquier avión la tranquilizarían como siempre. Pero no hizo falta su recuerdo, una vez llegó arriba y abrió la puerta, se encontró a su hermana esperándola.

- Karla- el mejor recuerdo que podía tener de sus padres. Los ojos de su madre y la misma sonrisa de su padre. Eso era Karla en esa azotea, el abrazo de ambos.

Así, ella quedó resguardada, mientras que  a Marina le realizaban las pruebas rutinarias bajo la supervisión de Lucía, sin que entre ellas se hablasen. Un poco lógico, sabiéndose en posiciones totalmente contrarias. Para Lucía prevalecía la vida de su hija y para ésta la del suyo. Aunque, no hacía falta hablarse para sentirse cerca.

En una de las ocasiones en que se quedaron solas, Marina no pudo aguantarse las ganas de hacerla partícipe de como la estaba haciendo sentir.

- No recuerdo sentirme así contigo nunca antes. Me he llenado la boca siempre diciendo lo compenetradas que hemos estado y lo mucho que he contado contigo para todo y ahora, en el momento más importante de mi vida, mira como estamos- por su boca, como llevaba ocurriendole desde que se había despertado, no salió otra cosa que miedo y su madre supo verlo. Para Lucía estaba claras las intenciones de Marina, que no eran otras que acorralarla para que se posicionase de su parte- Hemos pasado por alto la posibilidad de ingresarme, así mi niño podría coger más peso y seguir desarrollándose dentro de mi- ante el silencio de su madre, Marina insistió en su idea; arriesgar su salud por el bien del niño. Justo el punto que las mantenía en posiciones tan enfrentadas. Para Lucía lo fácil, sería volver a contestarle con practicidad médica, pero prefirió seguir callada. Por supuesto, que estando en el lugar de su hija, actuaría como ella, por eso la entendía y estaba dispuesta a encajar sin inmutarse todos sus agravios. La llegada de personal sanitario, permitió que no se notase tanto su silencio y al final como había querido, el preo-peratorio estuvo pronto hecho. A partir de ese momento, al no poder contar con la complicidad de su madre, Marina se volcó en Ines como único punto de apoyo, aunque ésta no estaba sola. Sus tres amigos estaban en el aparcamiento junto a Xavier y Karla cuando a él llegaron, dando muestras de no querer hacer otra cosa que acompañarlas en ese día.
- Yo propongo maratón de Friends- fue el plan propuesto por Nacho, bajo el beneplácito de Karla.

- Lo veo y subo con palomitas, montones de ellas- se le unió Laura y nada en contra dijo el resto. Pasaron pronto a organizarse para marcharse a casa de las chicas, queriendo entretener como fuese a Marina, emocionando a Ines y en esas estaban cuando llegó Lucía.

- Tratar de descansar para mañana- dijo para todos, sufriendo el que su hija ni siquiera la mirase. Pero no por eso, dejó de comportarse como madre. Centrándose en Ines, le dijo- Después te mando algo totalmente natural para que podáis dormir y ya mañana nos vemos aquí mismo- sin querer emocionarse y deseando que su hija algo le dijese o por lo menos que la parase, tuvo que hacer un esfuerzo y sonreír al resto- Nada de emborracharse hoy- fue así como se despidió y aunque parecía fuerte, todos incluida Marina, la vieron caminar abatida hacia su coche. Ines la vio marcharse como el resto, esperando como lo hacía Lucía, que Marina hiciese algo, pero nada hizo Marina y así fue ella quien soltó a ésta y se fue detrás de Lucía. Le partía el alma verlas así y jamás hubiese previsto sentirlas así de alejadas. Por eso fue tras ella, arriesgando que a Marina le sentase mal.

- Lu...ven a casa luego, está muy asustada y....sabes de sobra que te quiere a su lado- empezó justificándola pero no había caso. No con Lucía.

Viéndolas de lejos, Marina no es que pudiese estar normal. A metros, las dos personas que más quería junto con el niño que acariciaba en su vientre, se abrazaban y ella era incapaz de dar un paso y unirseles. No podía si para ella ese niño era todo y estaba por encima de ella misma y su madre, no lo entendía. Pero quisiera o no, al final tras pasar la tarde con los chicos y mandarlos a casa temprano, tuvo que enfrentarse a la verdad de sus necesidades. Aunque, siendo de carácter como era, le costó verlo.
Sentada en la cama de ambas, rodeada de ropa de bebe que por ahora no podrían usar, Ines preparaba su maleta.

- Haré como me dijo tu madre- sin saberlo, Ines le ayudo a verlo, hablándole justo de su madre- me llevo una maleta y la dejo en el coche, seguro los del 112 me dejan usar su vestuario, así no tendré que salir para nada- organizando la maleta de cada una, a ella también se le hacía un mundo, el no poder hacer la maleta que más ilusión les hacía, la de pajarito. Pero no había caso, el niño iba a nacer en su 31 semana de embarazo y las próximas semanas las pasaría en una incubadora. El silencio con el que Marina la observaba la hizo mirarla y mierda, ahí estaba de nuevo el miedo.

- ¿Has...has hablado con mi madre?- le preguntó Marina cogiendo cualquiera de los pijamitas preparados en la cama.

- Si ..ha llamado un par de veces- en la voz de ambas se palpaba el miedo instaurado en sus vidas. Inés tuvo que morderse la lengua para no seguir pidiéndole que la llamase, aunque Marina no iba a dejarla hablar. Con vehemencia soltó el pijamita y buscó la cara de la piloto.

- No te separes de él, cielo- decidida a pesar de temer provocarle un ataque de ansiedad, Marina se lanzó a pedirle lo más importante pensando en una de las posibles consecuencias- Mi madre hizo el curso de madre canguro, ella lo sabe todo de esa técnica y tú has visto muchos vídeos. Sólo consiste en darle tu calor, podrás turnarte con Xavier y seguro estarán los chicos y mi madre...con mi madre puedes contar para todo- el pánico que no camuflaban sus palabras y el subtexto que Inés entendió demasiado bien, sacaron en ella un torrente de fuerza que hasta ahora la piloto desconocía.

- Pero...¿que me estás diciendo?- le preguntó la parte de ella misma que quería ser ajena a lo que Marina estaba diciéndole. Pese a que los ojos de ésta y el temblor de sus manos no dejaban dudas al aire.

- Que...que necesito que me digas que estarás con él siempre, pase lo que pase- hizo una pausa ahogándose y ahogando a Ines- ...conmigo.

Escucharlo de su boca, dejó un eco ensordecedor dentro de Inés que la catapultó sin anestesia ninguna a años atrás cuando subida en el tejado de su casa, vió llegar coches oficiales del ejército.

Días sin saber de su padre, con la casa llena de familiares y militares, y ahí subida en ese tejado rodeada de planos y brújulas, sintió temblar todo su mundo al verlos llegar. Militares como los que había en su casa, pero distintos. No habían llegado en los clásicos jeaps, sino en coches serios y oscuros, de los que bajaron militares perfectamente uniformados de gala. Eso solo podía significar una cosa, traían noticias de su padre.

Sin apenas fuerzas, tras no comer nada durante días, se arrastró por la azotea queriendo escuchar lo que le decían a su Tía, que era quien había salido a recibirlos y no le hizo falta escuchar nada. Detrás de su Tía apareció su madre y su grito desgarrado, le confirmó el peor de sus temores. Negándoselo, bajó recuperando las fuerzas y el auténtico drama que la recibió en el salón la dejó sin aire de golpe. Tanto, que a los segundos y sin que su Tía pudiese llegar a ella, cayó al suelo  y comenzó a convulsionar con la vista perdida en el llanto de Karla.

- Noooo....mi Papi no- el llanto y los gritos de su hermana, mezclados con los de su madre y entre tanto dolor, los brazos fuertes y seguros de su Tía tratando de que ella no se ahogase con su propia lengua.

Aquel, fue su primer ataque de ansiedad sufrido y ahora, mirándose en los ojos desolados por el miedo de Marina, temió que le ocurriese lo mismo, pero el torrente de fuerza se había destapado dentro de ella, impidiendo que se asfixiase.

- No te va a pasar nada y mañana mismo estaremos juntos los tres, lo se- le dijo sacudiéndose el miedo, pero ni modo. El miedo estaba instalado en todos y la noche, no había hecho más que empezar.