112- Emergencias 86

A Marina le había bastado una foto recibida de Nacho, para salir de la cama a pesar, de que el día de invierno cerrado que hacía, se antojaba perfecto para no salir de la cama, ni de la casa. Pero a esa llamada de Nacho, realizada mediante una foto de un paquete grasiento de churros, no podría resistirse por mucho frío que hiciera. Pacto no hablado desde pequeños, uno de los tres realizaba las señales oportunas, y los tres por igual acudían al punto de encuentro habitual. La antigua góndola del pueblo, testigo de sus primeras ilusiones y con ellas, de sus primeras desilusiones. No podía pensar en ese sitio, sin unirlo con la guitarra de Nacho y las locuras de Laura. El lugar donde los tres se juraron lealtad eterna. 

Resguardada por un largo abrigo, caminó hacia allí sumergida en miles de recuerdos. Toda una vida de ellos. Podía verse arropada por ellos dos, en sus peores momentos. Cuando las dudas por conocer a su padre llegaron y podía verse celebrando con ellos su decisión al respecto. Debía a su madre todo lo que era, sumado a su apoyo y su entrega absoluta. Un espermatozoide no hace mas que formar un cuadro genético, pero no hacen un padre. Cerca de la góndola, la figura de Nacho sentado en la barandilla le hizo sonreír. Habían la década de los diez, de los veinte y ya iban por la de los treinta y Nacho la esperaba igual que siempre. Cerrando los ojos podía anticiparse a lo que pasaría en cuanto Nacho supiese de su llegada. Saltaría de la barandilla, se quitaría el sombrero y en una graciosa reverencia le diría cualquier halago. Normal entonces, que ella corriese a sus brazos para que Nacho la alzase entre risas. Hoy con ella también alzaría al bebito que llevaba con ella y puede que justamente por ese bebé, es que la cita de éste día la tenía tan emotiva. Era como si, con los recuerdos, quisiera transmitirle cuánto significaban esas dos personas para ella. Algo parecido a lo que había ido haciendo con Inés.

Como suponía, al escuchar sus pasos Nacho saltó la barandilla y a cambio de sombrero se quitó un gorro de lana.

- Jajaja, ya veo que Karla ha dejado huella en ti- le dijo entre risas. Reconociendo que a ambos les quedaba igual de bien los gorritos- Juntos debéis estar de anuncio- abrazándose a él, cerró los ojos de puro gusto.

- De lo guapos que somos, damos asquito- abrazado a ella, Nacho sentía la misma calidez que Marina. Esa que calienta el alma, reconfortándote.

- No hace falta preguntarte, para saber como estas- soltándose se recreó en la sonrisa que mostraba Nacho. Bastaba vérsela, como admirar el brillo en sus ojos, para saber que la noche pasada, habría sido de lo más especial para éste.

- Mm...siento que estoy al inicio de la mayor aventura que haya podido vivir- le expresó Nacho, agarrando fuerte el gorro de lana. Sin duda para Marina, la aventura de la que hablaba Nacho era Karla- Toma un poco de chocolate, que para vosotros hace frío.

Como no derretirse con Nacho. No solo por sus cuidados, sino por detalles como ese "vosotros" empleado. Tan fácil que hacía la vida. Bastaba recordar el café tomado hacía meses con él, donde por primera vez le había hablado de Inés.

- Estás de lo más extraña, pero yo estoy aquí callado, esperando que me digas- le había dicho tomando su mano y ella supo, que podía seguir callada como hasta ahora y Nacho seguiría ahí a su lado, o comentarle sus temores de ese momento, sin que sus manos se soltasen a pesar de la sorpresa que significaría para Nacho.

- Ufff...llevo meses hablando y chateando con una mujer y...y..bueno pues, no se como ha pasado o si es lo que estoy convencida que es...o

- Te gusta- había cortado Nacho su titubeo de no saber como decirlo.

- Si...demasiado- le había dicho resoplando un tanto agobiada, metida por aquel entonces en un bucle cíclico que siempre, terminaba en Inés. Nacho le había sonreído alzando las cejas. Se hizo el chistoso, mirando a cada lado repetidamente con la boca abierta, para acabar enamorándola una vez más.

- Yo quiero verla, cuéntame todo de ella. ¿Sabemos si le gusta la Estrella Levante? Es mi cerveza favorita, ya lo sabes. ¿Y Bruce Springsteen? Yo amo al Jefe.

Que tontería, daba igual los gustos que ambos compartiesen. Cualquiera que la quisiese un algo, aceptaría a Nacho como parte de sus vidas, aunque por suerte, esos dos "vicios" los compartían. Como por igual, aceptarían a la locaza que llegaba hasta ellos, subida a unos de sus clásicos taconazos, con abrigo largo y misma ropa que la noche anterior.

- Adoro este momento, mis cariños- les decía Laura y todo lo mujer de impresión que parecía caminando, se desbarajustaba al hablar entre gritos de emoción con sus respectivos saltitos. Tanto ella como Nacho, se echaron a reír, antes de abrazarse en conjunto. Si no fuera, porque esa mañana no se sentía del todo bien físicamente y porque en casa la esperaba Ines, sería la ocasión perfecta para que los tres se escapasen, como otras veces habían hecho.

Les pasaba siempre, que celebraban algo bueno. Como por ejemplo, las notas de selectividad. Aquel día, fue ella quien llegó primero a la góndola. Exultante tras consultar las notas que le auguraban poder entrar en medicina. Ansiosa, tuvo que esperarlos mordiéndose las uñas. Sabía de las notas de Laura, compañera de clase, pero de Nacho no sabía nada. Como en el presente, le bastó verlo llegar en su bici con la guitarra colgada, para salir corriendo a por él.

- Jajaja, dime que serás el arquitecto más guapo de toda Segovia- gritando ni lo dejó bajarse de la bicicleta, colgándose a él. Los sueños profesionales de los tres, estaban a un paso de empezar a cumplirse.

- Por supuesto que lo seré, Doctora- las palabras de Nacho, confirmaron que así sería y así, pudieron esperar a Laura más relajados.

Como no, ésta llegó tarde subida a un renault 205 de la época con la música a todo trapo, con evidentes signos de no haber dormido y con la compañía de un tipo que gritaba malo, malote.

- Ayyyy, mis locuras que ya llego- los gritos de Laura bajándose del coche, les hizo mirarse incrédulos por quien acompañaba a Laura, mientras ésta se deshacía de esa compañía- Baby, no me des calor y vete a dormir. Los pesados me estresan y si me estreso, tiendo a mandar a la mierda- No es que el tipo se marchase de lo más sonriente, el polvo de sus neumáticos dejó vestigios de su enfado, cosa que a Laura le importó cero- Se me enamoran y así es aburrido. Enseguida se olvidaron del tipo y su enfado, para saltar felices por sus notas y tras eso- Vayamos a la playa, muero por celebrarlo.

Vale, tenían solo 18 años. Para tal escapada necesitaban un coche. Algo fácil, el padre de Laura le dejaría el suyo. No en vano, era el mayor culpable de que Laura fuera una niña consentida, lo siguiente era encontrar pasta. Primera parada, el Ambulatorio de Pedraza.

- Hemos aprobado- le repitió hasta la saciedad Marina a su madre, una vez consiguió colarse en su consulta- queremos celebrarlo pasando un par de días en Suances y estaba pensando que..

- Necesitáis pasta- como si no la conociera. A Lucía no le hacía falta mas para saber lo que su hija iba a buscar- Está bien, pero nada de pasarse con el alcohol..

- Sexo seguro, mucho cuidado y te llamo cuando lleguemos - también demostró conocerla Marina y así, solo les faltaba algo más de pasta de la mano de la madre de Laura y cosas para picar en el camino, gracias a la adorable madre de Nacho. Con todo lo necesario, partieron hacía Suances y aquellos días, formarían parte de sus mejores recuerdos para siempre.

Hoy, Marina les comentaba sentirse pesada y más hinchada de lo normal, mientras que Laura les enseñaba los mensajes recién recibidos de Xavier, invitándola a una cena de compromiso esa misma noche.

- Jajaja, ya se me ha acelerado. Es que no falla, les doy una noche de escándalo y enseguida me quieren atar. ¿Mañana que será?  ¿Comer con su madre?- tras aconsejar una revisión a Marina, a la que ella misma le acompañaría, habló de Xavier en su habitual tono. Ni Marina, ni Nacho creyeron su risa, evidentemente falsa, como evidente era que estaban ante un problema, a Laura le gustaba demasiado Xavier- No me miréis así, tu misma dices que esa mujer es una víbora- se defendió porque tonta no era y el conocimiento de como era cada cual, era mutuo.

- A ver- intentó explicarse Marina. Mejor llevar la conversación a la madre de Xavier, que a Xavier en si- partimos de la base que es una mujer defendiendo los intereses de su hijo, con el que también te he dicho, mantiene una relación muy íntima y bonita.

- Eso suma puntos a favor, sin duda- habló Nacho, encargado de llevar en su móvil, a falta de boli y papel, la lista de pros y contras sobre Xavier- Al igual que debería sumar, que su reacción ante el embarazo de Marina estando ésta con una mujer, no le supuso ningún problema.

- Deportista e inquieto, eso también suma- continuó a Nacho, Marina. En tanto Laura miraba a una y al otro, con los ojos entrecerrados. Sabía muy bien lo que ese par estaba intentando, pero que muy bien.

Le bastaba recordarse con ellos en esa misma góndola, hablándoles de su primer chico. Un adolescente de rostro grasiento, de apariencia heavy, que por entonces la presionaba por romper la barrera textil.

- Jo tía...me parece muy crazy- por aquellas tanto ella como Marina, usaban en demasía y hasta el cansancio el tía como apelativo- Tía, tienes que recordar lo que nos dice mi madre, en la cama mandamos nosotras, si les gusta bien y si no a otra cosa, tía.

- Yo estoy con tu madre, tía- lo cierto es que Nacho, al frecuentarlas tanto, también terminaba abusando de ese apelativo.

- Claro, ...pero no es fácil- se le venía un problema que por aquellas, Laura no sabía como solucionar y acababa por usar ambos- tía y tío.

- Yo me lo follaba, tía- la pasota que masticaba chicle con demasiada expresividad que en esos tiempos era Marina, sentenciaba yendo de sobrada. Ella ya había pasado ese trance, y eso daba mucha chulería y madurez.

- ¿Si tía?- el más sentimental, que era Nacho, de solo pensar verse en esas intimidades con una chica se acojonaba.

- Si tío y tu también deberías- lo animaba Marina, siendo un poco egoísta. Su experiencia se basaba en un toma-zaca, que la había dejado con más dolor que gusto. Pero eso era ser hermanos de alma, sufrir por igual.

- Como la zorra de Míriam, lo haya hecho yo también, tía...y tío- se auto-convencía Laura, le aplaudía Marina y Nacho, que sacaba una libreta.

- Espera...hagamos sus pros y contras- acababa proponiendo Nacho, dispuesto a despejar dudas ajenas y propias.

Tan parecido a la mañana presente, aunque algo distinto. Marina se veía demacrada, algo que iba a peor, según pasaban los minutos.

- Ehm, nos vamos al ginecólogo de urgencias ahora mismo, tienes malisima cara, cariño- no aguantó más Laura. Pasando de su embrollo personal y Nacho estuvo de acuerdo con ella, no así Marina.

- No...tengo turno en el Centro ésta tarde. Me escaparé un momento desde allí. No quiero empezar a faltar, me gustaría reservar la baja para el final- les dijo Marina, cabezota a pesar de sus propios temores. Lo hizo, se presentó en el turno de tarde e intentó no ponerse histérica, engañando a Inés que también tenía turno de tarde en Segovia.

Mensaje de Inés a Marina: Estás preparada para un notición? En una hora te sobrevolaré y podré aterrizar a veros. Es genial.

Mensaje de Marina e Inés: Lo es, cielo.

Mensaje de Inés a Marina: Si...continuas cansada? Vete a casa, nena. No deberías haber ido.

Mensaje de Marina a Inés: Solo es cansada, ¿si? No te preocupes, cariño y disfruta de Pedraza desde el aire.

Tuvo que mentirle, tratando de que al menos ella estuviese tranquila. Pero lo cierto, es que sus pulsaciones estaban de lo más bajas y su presión sanguínea bajo mínimos. A Inés podía mentirla, y a Nacho y Laura darles largas, pero a Celia que fue quien la examinó, no.

- Nos vamos al Hospital, Marina...no puedes dejarlo más- fue la orden de Celia, que fue quien la llevó en el coche del 112 escoltado por el de policía con el Agente Manolo.

- A Inés no le digáis nada, por favor. En poco más estará volando- les pidió obedeciendo y puñeteras casualidades de la vida. Justo esta tarde Inés sobrevolaba Pedraza y con ella, el coche del 112 que llevaba a Marina.

- Jijiju...están ahí- disfrutando de haberlos localizado tan rápido, tardó un poco en darse cuenta que por transmisiones no habían escuchado ningún aviso. Algo que la extrañó y a lo que Oscar, restó importancia.

- Les habrán avisado por teléfono. Espera que les haga una llamada interna- tan ilusionado como Inés, pronto se comunicó con los coches que sobrevolaban, encogiendo un poco a Marina en el peor momento. A la quietud del bebé y su deterioro físico, debía añadir ahora un copioso sangrado.

- Mienteles, diles lo que sea- medio llorosa le pidió a Celia mentir. Le daba auténtico pavor, pensar en como podría reaccionar Inés- Pilotando no le digas nada. Espera a que desciendan.