Recuerdos,
ilusiones o fantasías, distintas de la que Laura sin pájaros estaba
viviendo.....
Tener
a Xavier sobre si, acorralándola entre su gran cuerpo y el mueble
recibidor de la casa de éste, lo podría considerar como toda una
fantasía a punto de ser cumplida. Todo un oso de enormes manos y
anchas caderas para ella. Un oso que besaba tan húmedo y cíclico,
como para perder la cabeza y querer quedarse pegada a su boca. Y
además, tenía la deliciosa manía de nombrarla a cada separación
necesaria para seguir respirando.
Más,
Laura quería mucho más de él. Quería sentirlo rompiéndole las
medias como rasgándole la piel con su barba. Pero Xavier a cambio,
suspiraba contra su boca y se abrazaba a ella, como si necesite
sujetarse a algo para no caer. WTF fue el pensamiento de Laura,
prácticamente ahogada entre sus brazos. "Tranquilita, estas tan
buena que se ha mareado", se ordenó esperando volver a sentirlo
besarle el cuello, sus labios rodando directos hasta la clavícula,
un leve mordisco y que se precipitasen hasta su pecho, bien agarrado
por sus manos. "Ay dios", su entrepierna temblaba con solo
imaginárselo comiéndole las tetas con descarada lujuria. Pero, "one
the moment, please". Xavier estaba ardiendo. El grito en su
interior ante este reconocimiento al subir con su mano desde la nuca
de Xavier hasta su frente le hizo repetir varios fuck seguidos. A la
mierda, su ética profesional. Ella también estaba ardiendo, de otra
manera, pero ardiendo al fin y al cabo. Se había llevado meses
admirando lo increíblemente bien que Xavier llenaba los vaqueros
tanto por delante como por detrás y por fin, para alguien tan sexual
cómo ella, podía sentir ese poderío sobre ella. Pero, Xavier
casi que temblaba, suspirando guarecido en su pequeño cuerpo.
-
Mon beau- musitó Xavier y a ella le faltó chillar. Las manos de
Xavier reaccionaban de nuevo y ni idea de que le habría dicho en
francés. Lo importante era tomarlo de la cara, ignorar que estaba
sudando o no hacerlo, porque Xavier transpiraba a Farenheit, que le
daban ganas de arañarlo todo. Desatada se lanzó a por su boca,
esquivando la mirada un tanto pérdida de Xavier, que ardiendo en
fiebre, no daba para más que sonreirle. La cara de deseo de Laura,
su cabello alborotado y sus labios rojos encarnizados, lo tenían
prendado entre escalofríos a la imagen más intima y hermosa de
Laura, así entre fiebre prosiguió hablándole en su idioma
maternal- Ma bella- derretido le salió de bien dentro el halago y
ésta vez Laura lo entendió. Otra hubiese suspirado enamoradísima,
ella gimió y...
-
Ahm...que si, que estoy buenísima, si lo se...pero estoy, me tienes,
me.. dios...follame por favor te lo pido- tan acelerada estaba y se
había esforzado en no decir lo que al final dijo, que ni cuenta
estaba tomando de como con la mano bajaba por el pecho de Xavier
hasta que lo que encontraba en el borde del precipicio de sus piernas
la hacía gemir absolutamente entregada a las proporciones de Xavier-
Ahm...muero ahora mismo- gritó mordiendo los labios de un Xavier que
volvía a buscar agarre en ella o acabaría cayéndose. Lo encontrado
en esa zona no podía ser más perfecto y que poco le habían
engañado sus ojos en conjunción con los pantalones de Xavier.
Normal que la cremallera de estos siempre estuviese visible y
abultada, no era sólo por el culazo que ahora apretaba con una mano
y que se moría por sentirlo bombear, era también por su emergente,
dura y gor..
-
Laura, je suis en train de vertige- habló como pudo Xavier,
necesitando llegar a su cama y caer en ella. Pero al hacerlo en
francés, Laura no entendió más que vértigo y eso era lo que a
ella le estaba dando de no sentir de una buena vez, la magnifica
masculinidad que tocaba entre sus piernas. Aunque si que lo hizo,
colgándose del cuello de Xavier.
-
Vértigo tengo yo, honey- más dada al inglés, cantó victoria entre
nuevos besos que enredaban poderosamente bien sus lenguas, camino a
la habitación de Xavier. Que podía saber ella del verdadero estado
de Xavier, pese a su evidente excitación. O si- Por Jesucristo
reproduciendo peces saltándose la veda- pensó la profesional que
había en ella. De seguro Xavier había pillado un buen resfriado al
mojarse con ella y después seguir con la moto. Alguien muy malvado
entre los dioses de todo el mundo, se estaba vengando de ella.
Afrodita no podía ser, debía ser algún Dios frígido,
impotente y por supuesto, que no cargase con la bandera bien alzada
que llevaba Xavier. Se le iba la noche sin el premio gordo
conseguido. Necesitaba pensar rápido, mientras Xavier conseguía que
ambos llegasen sin accidentes a su habitación.
Su
primer polvo. Vale, no era para tanto. Pocas veces el primer
encuentro entre dos personas que se desean tanto como ellos mismos,
sale que te cagas. El primero suele un conjunto de ansias que
explotan en las primeras caricias. Es el flojito que rompe la barre
entre dos, el que desinhibe y da paso al Real Polvazo. Puestos a
perder éste último, le tocaba tirar de refranero español y
afianzarse a eso de..más vale pájaro en mano que ciento volando. Y
el pájaro que ella acariciaba daba para valer unos cientos de ellos.
-
J'ai froid, mon coeur- lo dicho de nuevo por Xavier estuvo a punto de
hacerla apretarle el pajarito hasta ahogarlo de la impotencia, pero
por suerte para ese pajarito, los dos cayeron a la cama y no como
Laura pretendía.
-
Xavier, ¿que dices?- ofuscada le preguntó sin mucho miramiento
sepultada entre el colchón y la sonrisa febril y boba de Xavier- Ay
dios, honey...no me mires así que me lo bajas todo. Que no,
Xavier...que no, que tu no sabes con quien has dado. Que yo no soy de
esas- a mas se quejaba, mas enternecido y mimoso se mostraba Xavier.
Ni de coña iba a seguir bajo él, dejándose acariciar por la mirada
de éste. Las malas no se enamoran, es básico por favor. Debía
salir de esa cama, inflarlo a paracetamol y después ya vería que
hacer- Esta bien, desnudate y quédate aquí tranquilito- con la
batalla pérdida, la doctora internista que era, tomaba el control.
Pero ni tan fácil, quitarse los noventa kilos que podía pesar
Xavier de encima aguántandose las ganas de abusar de él no fue
tarea fácil, aunque ayudó que siguiese murmurando pasteladas en
francés- Así no vamos bien- siguió a las quejas al conseguir
sacárselo de encima- que me susurres en francés mientras me estés
dando caña en la cama me puede gustar, no digo yo que no- indignada
se incorporó de la cama para ir a la cocina- pero dándome caña de
la buena, que no tengo veinte años y ni entonces, porque ya era
bastante puta. Ayyy, mira que cosas me haces decir y mira como llevo
los pezones. Ahora mismo me podrían colgar en ellos abrigos de pana
mojados. Ja ja ja- llegando a la cocina se acordaba de esos dioses
frígidos culpables de su desdicha- Con solo chascar los dedos
tendría el polvo que quiero- los retaba y un trueno ensordecedor le
daba el susto de su vida- Ayyyy, vale ya me callo- les decía mirando
inquieta para todos lados. Si en ese justo instante la pequeña
pantalla de televisión de la cocina se hubiese encendido, el infarto
estaría asegurado. Un alivio, creerse importante para los dioses del
Olimpio, le bajó un poquito la calentura. Lo justito para poder
preparar un buen vaso de leche que acompañaría con un gramo de
paracetamol. En ello estaba, tratando de tatarear una canción que
hablase de una mujer muy zorra, acostumbrada a ganar, cuando su
propio reflejo en el cristal de la ventana la hizo sonreír- Si es
que me gusto mucho, porque puedo- se piropeo mirándose. No era para
culpar a Xavier y sus halagos franceses. Le bastaba mirarse
para...ponerse más cachonda y vuelta a empezar, menos mal que la
profesional que era, tomó el vaso de leche y buscó la pastilla en
su bolso, dispuesta a cumplir con el juramento hipocrático dado. Así
llegó de vuelta a la habitación y hasta el cristal del vaso resonó
por sus uñas sobre él, al ver a Xavier tendido en la cama en bóxer-
Oh my god- el pobre vaso sufrió sus ansias por ese culazo y su
dimensional espalda a juego. Por ese mismo dios, que no se recordaba
en otra parecida. Xavier estaba absolutamente mordible y ella
sostenía un vaso de leche con miel. Todo de lo mas hot y añejo a la
vez. Vale, ok...suficiente. Xavier se giró al sentirla y abrió las
sabanas invitándola a acomodarse con él, mirándola igual que lo
hacía minutos antes y Laura pasó de regañarlo más. El deseo
insatisfecho empezaba a hacerle mella, incluso podía notarse
cansada. Pues a tomar por saco todo. Le dió la leche y la pastilla,
y sin mirar como los tomaba, se desnudó obviando lo que ella misma
siempre relucía. Xavier podía estar ardiendo en fiebre, pero no por
eso ser imbécil. La sensualidad con que Laura se estaba desnudando
frente a él, levantaría a un muerto y fue lo que estaba
ocurriéndole a él.
-
Laura- embelesado por la feminidad que destilaba el más simple gesto
de Laura, como retirarse el sujetador dándole la espalda, le estaba
pareciendo único por soberbio. Era para levantarse de la cama y
aplaudirla jurándole devoción para los restos. Sería la fiebre,
pero él no recordaba haber visto algo parecido en la vida.
-
Honey...duerme- de espaldas a él y cara a la cómoda con espejo,
Laura lo mandó a dormir. Le estaba costando lo suficiente pasar de
todo y comérselo con fiebre o sin ella, como para escucharlo mas.
Por ella ya bastaba y retirándose los pendientes tuvo que
desdecirse. Xavier estaba tras ella y su forma de mirarla volvía a
ser la de Pub. El gustazo de ver la locura rondando sus ojos, le hizo
dejar el pendiente sobre la cómoda sin dejar de mirarlo por el
bendito espejo, recuperando el control total. No se giró, por muchas
que fuesen las ganas de hacerlo, lo esperó retándolo con una
sonrisa de lado que dibujaba victoria. Estaba viendo el deseo que
quería y Xavier no la dejó regodearse más en él, atrapándola por
la espalda con vehemencia- Ahora si...Honey- le dijo orgullosa,
llevando el brazo hacia atrás buscando el agarre que de seguro
necesitaría. Xavier llegaba con todo, deseando cada tramo de piel
contemplada en su desnudo. Quería lamer su cuello, quería colarse
en sus bragas, comprobar que estaba tan mojada como necesitaba y
después rompérselas para adentrarse en ella, buscando su oreja.
-
No voy a dejar que me vuelvas loco- mordiéndole el lóbulo trató de
anteponerse a la niña caprichosa, pero ésta rió sin cortarse.
-
Jajaja....ya veremos, ¿donde tienes los condones? Cualquiera se
descuida contigo- tampoco se cortó en recordarle ciertas virtudes
pero ninguno pudo reír más. El roce de sus intimidades, los
hicieron gemir por igual y Laura volvió a regodearse con la imagen
tan salvaje de ambos, que el espejo ofrecía.
Ella
orgullosa, mostrándose tan fiera como ese hombre le provocaba y
otra, con el alma encogida.
Los
movimientos de Nacho podían ser más suave o tomar fuerza a un ritmo
vertiginoso, daba igual. Porque en todo momento lo cubría con besos
y caricias que a ella la atenazaban totalmente emocionada. Era como
si en verdad, la estuviese cubriendo por completo. Desbordada por
momentos, tenía que tomarle la cara y besarlo con todo el
sentimiento que era capaz, intentando devolverle algo de lo que él
le estaba dando. No había llevado la cuenta y de haberlo hecho,
seguro la habría perdido de las veces que ambos se habían ido.
Juntos, por separado, con su miembro o con sus dedos. Pareciera que
quisieran quedarse pegados el uno al otro o que el mundo, fuese a
dejar de existir. Fuera podían escucharse truenos, que dentro sólo
se escuchaban sus respiraciones cortadas por alguna palabra suelta.
Un nuevo giro en la cama la dejó sobre Nacho y le pareció un
momento perfecto para volver a sentirlo suave. Quería retenerlo en
su vagina, alargar ese preciso instante de tenerlo dentro de ella.
Suave y de a poco. Con toda la pretensión del mundo, se sentó
queriendo tener su cara bien a mano. Mirarlo hasta desgastarse si con
eso a Nacho, le quedaba claro cuanto había llegado a significar para
ella. Y Nacho, pareció entenderla. Detuvo cualquier movimiento y
dentro de ella, por fin soltó sus miedos.
-
Tienes sólo 24 años, Karla. Estás empezando una carrera
profesional y lo normal es que conozcas gente y que te diviertas y
yo...yo estoy más adelantado y quiero lo que Marina tiene- confesó
prácticamente temblando. Sus temores no se basaban en Laura como
Karla creía y eran mucho más profundos, que unos probables celos.
Karla enseguida le sonrió, moviéndose sobre él para que su
erección no bajase lo mas mínimo. Si las dudas de Nacho eran esas,
todo pasaba a estar clarísimo entre ellos.
-
Todo eso, puedo tenerlo contigo- le dijo para volver a besarlo,
bailando la cadera sobre él.
La
noche de los pájaros varió a noche de sabanas revueltas, que piel
con piel, intentaban retener el tiempo. Eso algunas, porque otras
como Marina, tras el susto de la lechuza, intentaban dormir bien
agarradita a Inés, pero cualquier ruido la sobresaltaba, dando
pequeños saltitos que movían la cama.
-
¿Lo has escuchado cariño? Hay algo abajo- le decía pegándose
a ella, como si así, ese algo que ella decía había fuera a
desaparecer e Ines le contestaba con gemiditos que simulaban estar
dormida. Pero nada que ver, era solo en prevención de que Marina no
la volviese a mandar inspeccionar la casa- Inés- se desesperaba ante
la pasividad de Inés y sus ruiditos. De estar pegada a ella, pasaba
a zarandearla. A grandes males, grandes remedios pensaba Inés.
Volviendo a su infalible solución para todo, sexo- Ines...no pero-
de repente Ines se giraba y sus manos llegaban rápidas a sitios de
interés turístico en su cuerpo- Ahm...cariño, que...pues- a las
caricias le seguían besos y si, un buen polvo también aparca a el
miedo.
Noche
especial para todos, que por ser así, a la mañana siguiente unió a
tres amigos inseparables.
Pasional la noche para todos.
ResponderEliminarGracias,
A.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarJo, porfi que no le pase nada al pajarito
ResponderEliminarSaludos
.....'''''''' NOCHES DE SABANAS REVUELTAS.....QUE PIEL CON PIEL....INTENTABAN RETENER EL TIEMPO'''''''
ResponderEliminarESCRITORA....SIEMPRE....SIEMPRE....HILAS CADA UNA DE TUS PALABRAS PARA HACER EL MEJOR BORDADO...CON ESTAS...CON ESTAS....BORDASTES LA PASIÓN....Y LA HICISTE ÚNICA....COMO LO ERES TÚ.
GRACIAS........POR ¡¡TANTO¡¡¡.......
CELESTE-NEGRO
.......
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